El verso con métrica y rima

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    JUAN MORALES ROJAS   

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 comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

     

        SU OBRA 1  

     

    En esta página encontrarás las siguientes poesías:

SONETO A ANDALUCÍA
 
Cielo azul entre campos soleados
desde Jaén a Córdoba la Llana.
Una lírica gracia sevillana
y un bálsamo de olivos plateados.

Carabelas y afanes preparados
al alborear en Huelva la mañana
de la gloriosa gesta americana
de marinos por Dios iluminados.

Cádiz, napoleónica e isleña.
Gloria mediterránea malagueña
y un mar de fandanguillo en Almería.

España admira, absorta y asombrada,
la infinita belleza de Granada
¡Belleza sin igual de Andalucía!




   SONETO A CÓRDOBA

I

Hondo el amor, el vino bien curado.
Los hombres de esta tierra son plateros
por la gracia de Dios; filigraneros
que en la plata su gloria han repujado.

Árabes y romanos han dejado
pasión y señorío en los toreros
de esta tierra que alumbran los luceros
de un firmamento puro y despejado.

Tierra de soleares y pintores
de coplas que entonaran ruiseñores
perdidos en la sombra del vergel.

Y de todas sus galas, las mejores
¡La Virgen del Dolor de los Dolores
y el ínclito Custodio San Rafael!





  PLAZA DE LOS DOLORES

Eco, silencio, amor, rezo, alabanza
piedra, cruz y faroles retorcidos;
la luna, el empedrado, los quejidos,
el pecador, el llanto, la esperanza.

El que ofrece, el que pide, y el que alcanza;
los enfermos, los pobres, los heridos,
los hambrientos, parados, afligidos;
la locura, la fiebre, la templanza.

Y Cristo Dios, los pasos, plaza muda,
el blancor, la fachada, la menuda
hierba verde, vestido, duro suelo.

Faroles, vibración, desgarradores
lamentos, llantos, hombres, pecadores,
angustia, soledad... ¡Y arriba, el Cielo!



    SONETO A CÓRDOBA

 
II

Tienes la hidalga sobriedad hispana,
amores hondos, vinos bien curados.
La palabra y el gesto fiel, pesados
antes de hablar... ¡por algo eres romana!

Arabia por gentil, te ha hecho Sultana
de un Occidente que has iluminado.
Los plateros, de aquel cielo estrellado
copiaron su más pura filigrana.

San Rafael vigila en las alturas...
Hasta el Guadalquivir llegan las puras
auras de sierra convertida en flor.

Y en soledad de siglos abrumada,
Córdoba duerme y sueña, esperanzada,
con la vuelta de algún conquistador.




           MI BASTÓN


Bastón amigo, vertical y fino.
Alivio de mis pasos, compañero.
En la montaña, ayuda: en el sendero
mide la soledad de mi destino.

Si caminar a solas es mi sino
y mi bastón y un libro yo prefiero
pensando andar, bastón, contigo espero
que encontremos a Dios en el camino.

Estática y compás de mis andares,
conoce las montañas y los mares.
De estética presume el presumido.

Sabe asustar ladrones y gamberros.
Desconfiados, huyen de él los perros...
¡Eres mi amigo fiel, bastón querido!



SONETO A MONTORO, 1953
 
Guadalquivir ceñido a tu ladera.
Estrella y blanca noche en tus alcores.
Romana Epora, entre olivar y flores,
dormida está la eternidad que espera.

Montoro es brisa y flor, sueño y quimera
que a la pira romana resplandores
le presta de los ojos soñadores
de su mujer, inspiración y hoguera.

Alcázar de olivares es tu sierra,
que hace de ti, bendita y noble tierra,
un rincón de delicias, un tesoro.

Cuando el río a su paso fiel te baña
canta después su linfa que en España
¡Tiene un rincón el Cielo que es Montoro!



    CANTES DE CÓRDOBA
 
Un pálpito nocturno en los rincones.
Soleá, diminuto remolino.
Arpegio de taberna, es su destino
clavarle versos a los corazones.

¡Qué doloroso canto, qué emociones
de cualquier triste amor en el camino!
Porque amor sin amor es mal destino,
rosal que se deshoja de ilusiones.

Bronca y doliente en la garganta viva
del cantaor la soleá cautiva
queda de un mal de amores no sentidos.

La arremolina el eco y queda presa
amarrada a una reja cordobesa
llorando amores no correspondidos.





     PLENILUNIO DE NIZAN


 ¡Oh, Padre celestial, con qué amargura
busca su ardor tu altísima morada!
Descienda de tu casa Iluminada
piedad para aliviar su desventura.

Padre Eterno, se rinde a la tortura
que, por amor, le tienes preparada.
Pase este cáliz ya, que traspasada,
está su alma llena de amargura.

Sangre y sudor su noble cuerpo mana.
Va sucumbiendo su flaqueza humana
sus ojos buscan del Amor la Luz.

Y si es posible su ansiedad te implora.
Que le ocultes, ¡oh Padre! en esta hora
la visión espantosa de la Cruz.




EL ÚLTIMO BRINDIS   (Linares)
 
Despacio llegas a brindar la suerte...
Vas a brindarle a Dios tu último toro.
Despídete del sol que arde en el oro.
De tu cairel que ronda ya la muerte.
 
¡Aprisa, que la fiera quiere verte!
¡Que por verte pagó, dice, un tesoro!
¡Arrímate, te están gritando a coro...
Ya en las pupilas tu dolor advierte.
 
Ya vas a ser el ídolo caído.
La furia de la plebe te ha vencido.
Si acaso alguna pluma bien cortada.
 
Pueda escribirle al libro de la historia,
que quisiste morir, lleno de gloria.
¡Dejándote la vida en la estocada!




   LA NOCHE Y EL VIEJO

No eres piadoso, sueño, con el viejo.
Huyes de noche de su lecho frío.
Le dejas desvelado en un sombrío
mirar su vida atrás como un espejo.
Rasga la noche a veces con un dejo
casi fatal que en el silencio espanta.
Como dormir no puede se levanta.
Y entre recuerdo y penas un quejido
le hace sentirse por el tiempo herido
y se quiebra en sollozos su garganta.





  POEMA A LA MADRE

A mi Madre

Madre, advierto con tristeza,
cómo el tiempo vil y aleve
va convirtiendo ¡ay en nieve!
las blondas de tu cabeza.
Y es una angustia infinita
la que me llena de duelo
verte declinar al suelo
si eres ya tan viejecita.
De sendas arrugas vi
llenarse tu faz serena
cada arruga es una pena
que has padecido por mí.
Tiemblo al ver tu sombra vaga
que al andar duda y vacila,
como una estrella que oscila,
como una luz que se apaga.
De tus labios incoloros
y hundidos madre amorosa,
ni es la voz tan armoniosa,
ni los besos tan sonoros.
Al verte vivir así,
sufro tanto madre mía
pero... ¿qué mano sombría
te va alejando de mí?
¿Qué misterio aterrador
va extinguiendo madre pura
tu pecho todo ternura
y tu alma todo amor?
Ya no te afanas ni briegas
en el trajín de la casa
pero madre... ¿Qué te pasa?
ya no riñes, ya no pegas...
Qué sonoro era en mi sien
tu beso al venir la aurora
madre mía, ¿por qué ahora
ya no me lo das también?
Qué dolor madre tan fiero
nubla el sol de mi vivir
tener que verte morir
tanto como yo te quiero.

 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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