El verso con métrica y rima

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  JOSÉ ÁLVAREZ  

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DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

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        SU OBRA 1     


    En esta página encontrarás las siguientes poesías:

          POEMA MIENTRAS BRINDAS

      Detrás del rubio vaso de espumeante cerveza
      tú me estás contemplando con tus ojos de fuego,
      dos soles que encandilan, que no brindan sosiego
      que  más que la bebida  trastornan la cabeza.
       
      Cuando apuras tu vaso se siente la certeza
      de que disfrutas tanto del viejo placer griego
      como de esas pasiones que despierta tu juego
      con el vaso, tus labios y tu suave belleza.
       
      Y mientras tú conversas con peculiar manera,
      el alcohol traicionero te cubre con su manto
      de sensuales detalles que turban a cualquiera.
       
      Y al apurar mi copa me bebo mientras tanto
      tu femenina gracia, como si yo quisiera
      a la vez embriagarme de tu erótico encanto.

 
 

                EL HADA
           
          El hada fantasía
          entró por mi ventana
          hecha toda de sueños,
          suspiros y nostalgias.
          Me miró con sus ojos
          colmados de distancias,
          como quien ve una estrella,
          como quien ve una playa.
          Me tomó de la mano
          sin pronunciar palabra,
          porque tan sólo era
          un hada enamorada.
          Y juntos emprendimos
          un viaje a la alborada
          en busca de caricias
          por todos ignoradas.
          Y juntos emprendimos
          un viaje sin etapas,
          prisioneros de un sueño
          de esos que no se alcanzan.
          El hada fantasía
          de tanto andar cansada
          esa noche en silencio
          se regresó a la nada.
          Y desde entonces busco
          la paz sin encontrarla,
          porque loco imprudente
          me enamoré de un  hada.

 

 

       
              
             LA NIÑA Y LA ROSA

       Venías sonriente, como cada mañana,
      en tu cabello el rojo milagro de una rosa.
      Como cada mañana mi mirada curiosa
      te comparó a la rosa que tu pelo engalana.
       
      Tan perfumada y bella cual la rosa de grana,
      igual de delicada, como ella primorosa,
      eres la dulce niña que floreció dichosa
      llenando de colores mi nostalgia temprana.
       
      Con ambas la mañana se torna diferente:
      irradian las dos flores como un fulgor de estrella
      que en su luz mañanera me envuelve de repente.
       
      Y si mustia en la tarde miro la rosa aquella,
      sé que la florecilla se secó lentamente
      de envidia al ver que tú eres más hermosa que ella.

       

         
          
        MADRIGAL DE INVIERNO

           ¡La tarde se muere
          de frío!  me dijo
          desde la ventana
          fugaz pajarillo
          que al aire lanzaba
          nostálgicos trinos.
          ¿Se muere la tarde?
          pregúntele.  Amigo,
          me dijo  ¿no sientes
          sus quejas?  ¿No has visto
          cómo inconsolable
          llora el cielo mismo?
          Pero... ¡si es la lluvia!
          ¡No! ¡Es llanto te digo!
          ¡Pregunta a la flores!
          ¡Ve por los caminos!
          ¡Indaga a los vientos!
          Verás que, afligidos,
          te dirán que es cierto
          lo que yo te he dicho:
          ¡que se está muriendo
          la tarde de frío!
          !Se muere!  gimieron
          a coro los ríos .
          ¡Hagan algo pronto!
          ¡Se muere de frío!
          ¡Cierto!  dijo el viento
          con pausados giros .
          ¡Morirá la tarde
          si no encuentra abrigo!
          Puedo yo abrigarla
          dije conmovido
          dentro de mi pecho.
          ¡Está tan vacío!
          Tendrá así la tarde,
          si no un paraíso,
          al menos un poco
          de calor de nido;
          que en mi pecho oculto
          con noble egoísmo
          del Sol de otros años
          un leve rayito
          para que caliente
          mis sueños de niño.
          Y un día  quién sabe
          Tal vez de improviso
          ¡el sol resplandezca!
          ¡de nuevo sea estío!
          Y ya no se muera
          la tarde de frío...

 

          
               
        SUEÑO EN AZUL

        Tu vestido era un trozo de cielo
        con un ángel cautivo, y yo era
        la expresión material de un anhelo
        condenado a ser sólo quimera.
         
        Tú reías, y entonces vibraban
        los acordes de mil cascabeles,
        y mis ojos en ti se extasiaban
        como esclavos constantes y fieles.
         
        Y tu pelo enmarcaba tu cara
        resaltando el rielar de tus ojos
        para hacer que mi paz naufragara
        en un mar infinito de antojos.
         
        La bebida ponía su acento
        para hacer más triunfal tu alegría,
        mientras yo no apartaba un momento
        mi mirada de tanta armonía.
         
        Y perdido entre azules ensueños
        y entre el dulce tañer de tu risa
        yo soñaba, mas todos mis sueños
        se llevaba implacable la brisa.

 

          
             
        ZAPATOS DE TIERRA

           
           Zapatos de tierra
          y harapos al viento;
          cabellos rebeldes
          sin cintas ni lazos;
          tranquila en la calle
          ni un solo momento:
          diez años vagando,
          diez años escasos...
           
          Ya lo ha visto todo
          y está de regreso;
          sabe de los hombres
          y de su lascivia;
          conocen sus labios
          del sádico beso
          del monstruo sediento
          de su carne tibia.
           
          Ni un alma piadosa
          le veló su sueño
          si ardía su frente
          de fiebre o tristeza;
          si envuelto en cartones
          su cuerpo pequeño
          temblaba de frío
          de pies a cabeza.
           
          La Madre Natura
          tendía su mano...
          ¡aquel cuerpecillo
          vencía a la muerte!
          Zapatos de tierra
          lucía temprano
          tras la eterna noche,
          ¡buena y mala suerte!
           
          Después por el barrio
          vagaba sin prisa,
          que el cielo no arroja
          sobras ni mendrugos
          cada cinco pasos
          por ver su sonrisa.
          ¡Cielo a la medida
          de tantos verdugos!
           
          Y una noche oscura,
          cansada del mundo,
          se durmió al regazo
          de un viejo convento;
          tuvo acaso un bello
          sueño moribundo:
          ¡la primera dicha
          con su último aliento!
           
          Allí la encontraron
          bajo sus jirones,
          la astrosa mortaja
          que usó de por vida.
          No tuvo un velorio,
          llantos, oraciones...
          ¡nadie fue a su entierro
          como despedida!
           
          Nadie, por supuesto,
          jamás la menciona,
          tal vez porque nunca
          vieron que existía.
          mientras que la tierra
          calza a otra persona
          los mismos zapatos
          que ella se ponía...

 
 

 EL RETIRO DE DON QUIJOTE

      ¿Que ya colgaste el yelmo de Mambrino? ¡Bromeas!
      ¿Y los pobres, amigo? ¿Quién velará por ellos?
      Tu lanza, siempre en ristre, ¿rendir hoy tú deseas?
      ¿Tu armadura ha perdido sus prístinos destellos?
       
      ¡El propio Rocinante no te perdonaría
      si dejas el sendero por donde, justiciero,
      sobre su magro lomo paseaste tu hidalguía,
      caballero el más loco; pero en fin, caballero!
       
      ¿Quién, si tú te retiras, batirá a los gigantes
      que acechan en los vastos páramos del hastío?
      ¿No sabes que no hay otros caballeros andantes
      que acepten, cual tú hiciste, del mundo el desafío?
       
      ¿Qué dirá Dulcinea -te lo habrás preguntado-
      al mirar que tu escudo con la desidia empañas?
      ¡A tu tierna doncella ya habías acostumbrado
      a gozar de tus locas, pero nobles hazañas!
       
      ¡Correrá por la mancha la trágica noticia
      de que ya el Caballero de la Triste Figura
      no combate sin tregua cada nueva injusticia
      ni alucinado anhela vivir otra aventura!
       
      Y como mil "entuertos" surgen a cada paso
      es necesario, Alonso, que enarboles la lanza
      con tu hermosa locura sin temer al fracaso,
      que al cabo para cuerdo ¡tienes a Sancho Panza!

       

          COMO EL CISNE DE LEDA

      Como el cisne de Leda te mueves en la linfa
      del río turbulento del vivir cotidiano
      esperando el momento de atacar a la ninfa
      que se ponga al alcance de tu impúdica mano.
       
      Cualquier sitio te ofrece la ambientación precisa,
      que en el placer no eres demasiado exigente;
      y siembras frustraciones, pues siempre vas de prisa,
      mal amante a la larga, paradójicamente.
       
      Como el cisne de Leda gozas del breve instante
      en que tu torvo pico hiende la carne tibia;
      mas, tan nimio deleite tu libido acuciante
      de sátiro insaciable por lo exiguo no alivia.
       
      Ya te cansan los lances sin amor que procuras,
      los momentos que nada graban en la memoria,
      y añoras mucho aquellas juveniles locuras
      que luego conformaron tu deplorable historia.
       
      Pobre cisne que agotas tu vigor y tu fuego
      tras cada nueva Leda que te hallas en las linfas
      de cotidianos ríos, en ese eterno juego
      que han practicado siempre los cisnes y las ninfas.

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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