El verso con métrica y rima

 

directorio

Inicio
 
Por qué esta web
 
Antologías selectas
 
Listado general
 
Novedades
 
Enlaces
 
Más poesía
 
Reglas de la poesía
 

  HUMBERTO GARZA  

atrássubir un nivel

portada

comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

        SU OBRA 2      


    En esta página encontrarás las siguientes poesías:

 

YA NO QUISIERA CANTAR

Yo no quisiera cantar
porque mi voz ha dejado
un rastro de sombra negra
en el blancor de tu paño.
Por ti, me volví poeta,
por ti, recorrió sonámbulo,
en total desequilibrio
el sueño de mi caballo.

Aquella luz mañanera
que se despertó llorando
sobre encendidos claveles
y delicados geranios
creciendo en los maceteros
de moho y blanco pintados;
ya no caerá nunca más
sobre el ala de tus pájaros
ni matizará feliz
el verdor que hay en tus prados.
Será una historia pasada
de algo que vivió en tus campos,
de algo que vibró en tus cuerdas
al soplar vientos helados.

Ya no quisiera cantar,
los mástiles de mis barcos
no pasearán sobre el verde
de tus inmensos océanos.
Mis peregrinos tampoco
harán caso a los badajos
que pegan sobre los bronces
de tus campanarios altos.
La noche de plenilunio
al caer sobre tus lagos
no escuchará los rumores
del ruiseñor con sus cantos.
Aspirarás el aroma
de las flores de amaranto,
y entrecerrando los ojos...
tal vez sientas que te falto.
En tus pétalos rosados,
por lluvias, ¡golpeados tanto!
se reflejará el recuerdo
de un olvidado quebranto,
y dirás: "Ferviente amigo,
ven a mí, ¡te estoy llamando!
hoy los pies de mi memoria
quieren de tu césped blando
para desandar caminos
que hoy estaba recordando."

Yo estaré lanzando redes
en relinchos de caballos,
con escalofríos inmensos
y los ojos extasiados.
Yo estaré soñando yeguas
de respiros agitados,
bebiendo de blancas lunas
selénicos rayos claros.
El momento de tu ausencia
me dará un sabor amargo
y el brillo de tu memoria
como un astro ya apagado
no perturbará jamás
mi ser desequilibrado.

 

EN TU MATRIZ

En tu matriz helada
(quieta bahía de barcos encantados)
crece la hoja fría de un plenilunio
que ayer toqué yo con mis labios.

En tu matriz helada,
un niño con una hélice en la mano
corre por el campo que le brinda
la ternura infinita de un abrazo.

En tu matriz helada,
caras de hombres tristes y extasiados
siguen las facetas de la luna
en cielos transparentes y estrellados.

En tu matriz helada,
los soles por mis versos agitados,
ebrios de suspiros vespertinos
aspiran el perfume de tus nardos.

 

 SAL MARINA

Triste voz meridional,
doble sueño perfumado,
conejillo somnoliento
bajo los verdes naranjos.
Agua fresca de la noria,
limpio vestidito blanco.
Los errores de la tarde
se fueron acrecentando
como vendaval de polvo
sobre tu camino largo.
Sal Marina, la llovizna,
está mis ropas mojando
y la presión por mirarte
el aire la está borrando.

Sal Marina se quedó
toda la tarde pensando;
¿si serían cosas del sol
lo que ella estaba soñando?
Cogió una rosa fragante 
para darle un beso largo...
entrecerrando los ojos
suavemente, y suspirando.
Los sueños de Sal Marina,
volando... Ya van volando,
tomando formas que nunca
los astros habían mirado.
Pasaron de norte a sur
cual galácticos caballos
luciendo sus largas colas
e iluminando lo alto.
Sal Marina, ¿son tus sueños?
¡Delirio de blancos nardos!
"Esos son mis sueños, si,
y me han vedado mirarlos"
¡Corriente de rosas frías.!
Sal Marina, los caballos,
galopan con tanta fuerza
que hacen estallar los astros,
al estallar, una gama
de luz y colores raros,
inmensamente conflagra
la oscuridad del espacio.

Se perdieron las mañanas
en la música del lago,
la convulsionada tarde
sobre su tibio regazo;
uno a uno los jazmines,
sin yo, poder evitarlo,
deshojó inconscientemente
con fría e insensible mano.
¡Esos eran mis jazmines!
¡Crecieron sobre mi campo!

Humedecida en alcohol
para limpiar el estrago,
la noche vino a servir
sus cuentos enamorados.
Sal Marina es Blancanieves
disfrutando siete enanos;
se deja llevar por ellos
a precipicios lejanos
y no le importa si el sol
es amarillo o es blanco.
¡Sal Marina no es la misma!
Es otra a quien sigo amando.

 

MI SINCERIDAD

Yo no soy el amor, ahora convengo,
mi histriónica figura lleva un paso
que orienta a la penumbra de un ocaso
marcado por la lucha que sostengo.

Sincero, confesé de donde vengo,
agua fui, cristalina, entre tu vaso.
Buscando tu mirada hallé el fracaso
y en tu escaso interés yo me detengo.

¡Tú si me importas! mi ferviente encono,
es por salir del hondo precipicio
al cual me ha condenado tu abandono.

Soy un lacayo eterno a tu servicio,
y al igual que Jesús, ¡todo perdono!
¡pues; eres tú mi incorregible vicio!

 

 HIPOCAMPOS

Alguien me dijo una vez
que el perfil del hipocampo
era triste y aburrido
cuando no se amaba tanto.
Las estrellas lentamente
fueron mi vida llenando
y el enfermo sol de mi alma
en sangre se fue apagando.
Lo que fue momento alegre
en agonía sin descanso
se fue tornando y mis ojos
se inundaron con el llanto.
Hoy, lucen entre las aguas,
cual destello de milagros
los perfiles encendidos
de todos los hipocampos.
Pero es como ver maduro
el fruto de los damascos
y no poder con las manos
ni con los labios tocarlo.

 

 

A LA MUERTE DE FEDERICO GARCÍA LORCA


Hoy, Federico García,
es rumor de campanarios,
en catedrales celestes;
donde comulgan gitanos.
La luna, que un día brillara
sobre sus versos amargos;
despliega sobre la noche
su gran mantón estrellado
¡y en él, brilla Federico!
con su blancor de milagros,
con su candidez de niño,
y con sus versos... ¡Tan claros!

La tierra, miró callada,
cómo en sus cuatro costados
aparecían militares
para llevarse los nardos.
¡Nadie quería deshacerlos!
¡Nadie quería destrozarlos!
Pero las órdenes eran
¡Provenientes de un tirano!

¡Nadie quería liquidar,
de nuestro Dios, el regalo!
Jacintos y madreselvas
envolvieron un teclado
que empezó a tocar un réquiem
helado como un sudario.
¡Ya! ¡Por Dios! Mátalo tú!
Los jinetes cabalgaron...
Por las noches descamadas,
nadie, queriendo ultimarlo.
Mudas, de sombra y sosiego,
navegando un mar extraño,
las voces se confundieron,
¡Y el aire... turbó un disparo!

¡Tarde llena de capotes!
mecida en alegres cantos,
¡Hoy, Federico García,
se fue a reunir con los santos!
¡Toquen fanfarrias taurinas!
Yo no quiero recordarlo,
encarando militares
que venían a ejecutarlo.
La sangre de un gran poeta;
¡No se desperdicia en vano!
Que diez potros andaluces
luciendo penachos blancos
se lleven a los infiernos
¡A quien dio orden de matarlo!
¡Ay! ¡Federico García!
Ya tu imagen se ha cortado
con la daga tenebrosa
que no comprendió tu canto.

¡Toquen, guitarras flamencas;
seguiriyas y fandangos!
Traigan tiestos de claveles
en mantos almidonados.
Para llorar con España;
¡Ese sol, que se ha apagado!
Que el mundo, corte y prosiga;
con su marcha, atribulado,
lastimándose la piel
con las ortigas y cardos.
¡Ya Federico está muerto!
Ya no brilla en el espacio,
otro poeta como él;
de candoroso y preclaro.
¡Que me cubran las tinieblas!
¡Santo Dios! ¡Estoy llorando!
Un dolor así de inmenso,
¡No pueden ahogar mis manos!

¡Ya Federico está muerto!
Han tocado los tiranos
¡La divinidad de Dios!
Con torpe y grotesca mano.
La carroza de alabastro
lleva un rostro, mancillado,
que daba azahares de luz
en este universo amargo.
Y para hacer una pausa
se detienen los caballos...
Meneando sus blancas crines
ante mí... ¡Que estoy llorando!

 

PENSANDO EN TI

Yo estaba con mis ojos, aún buscando estrellas.
La luna me decía: "Tus imposibles sueños;
el sol, los ha cubierto y ha borrado las huellas
con ardientes arenas de médanos sureños."

Ya nunca más las cosas parecerán lo mismo,
los tristes de este mundo llevamos la herramienta
del cerrajero pobre, que sólo ve un abismo
cuando algo complicado la vida le presenta.

¡Te considero amiga! Y el viento de la tarde,
ha de vaciar mi anhelo... En tu mirada gris.
Tal vez fui yo altanero y exageré mi alarde,
queriendo demostrarte que sin ti... era feliz.

Llegó la noche inmensa, cansada como un niño.
Buscando un lecho blando, donde dormir tranquila.
Dejó mis sentimientos en total desaliño.
¡Sangrante más que nunca! Quedó mi vieja herida.

Yo soy el trashumante profeta de los sueños
que en alas del silencio buscaba en tu mirada
cervatos temerosos, jardines halagüeños,
y para su desgracia... Nunca encontraba nada.

La vida apunta al mar, y en él la incertidumbre,
devorará implacable mi ardiente poesía.
Tu olvido, combustible; será en la ardiente lumbre,
que ha de quemar el sueño de saber que eras mía.

 Otras poesías de Humberto Garza

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

Hosted by www.Geocities.ws

1