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HUMBERTO GARZA
SU OBRA 2
YA NO QUISIERA
CANTAR
Yo no quisiera cantar porque mi voz ha dejado un rastro
de sombra negra en el blancor de tu paño. Por ti, me volví poeta, por
ti, recorrió sonámbulo, en total desequilibrio el sueño de mi
caballo.
Aquella luz mañanera que se despertó llorando sobre
encendidos claveles y delicados geranios creciendo en los maceteros de
moho y blanco pintados; ya no caerá nunca más sobre el ala de tus
pájaros ni matizará feliz el verdor que hay en tus prados. Será una
historia pasada de algo que vivió en tus campos, de algo que vibró en tus
cuerdas al soplar vientos helados.
Ya no quisiera cantar, los
mástiles de mis barcos no pasearán sobre el verde de tus inmensos
océanos. Mis peregrinos tampoco harán caso a los badajos que pegan
sobre los bronces de tus campanarios altos. La noche de plenilunio al
caer sobre tus lagos no escuchará los rumores del ruiseñor con sus
cantos. Aspirarás el aroma de las flores de amaranto, y entrecerrando
los ojos... tal vez sientas que te falto. En tus pétalos rosados, por
lluvias, ¡golpeados tanto! se reflejará el recuerdo de un olvidado
quebranto, y dirás: "Ferviente amigo, ven a mí, ¡te estoy llamando! hoy
los pies de mi memoria quieren de tu césped blando para desandar
caminos que hoy estaba recordando."
Yo estaré lanzando redes en
relinchos de caballos, con escalofríos inmensos y los ojos
extasiados. Yo estaré soñando yeguas de respiros agitados, bebiendo de
blancas lunas selénicos rayos claros. El momento de tu ausencia me dará
un sabor amargo y el brillo de tu memoria como un astro ya apagado no
perturbará jamás mi ser desequilibrado.
EN TU MATRIZ
En tu
matriz helada (quieta bahía de barcos encantados) crece la hoja fría de un
plenilunio que ayer toqué yo con mis labios.
En tu matriz
helada, un niño con una hélice en la mano corre por el campo que le
brinda la ternura infinita de un abrazo.
En tu matriz helada, caras
de hombres tristes y extasiados siguen las facetas de la luna en cielos
transparentes y estrellados.
En tu matriz helada, los soles por mis
versos agitados, ebrios de suspiros vespertinos aspiran el perfume de tus
nardos.
SAL
MARINA
Triste voz
meridional, doble sueño perfumado, conejillo somnoliento bajo los
verdes naranjos. Agua fresca de la noria, limpio vestidito blanco. Los
errores de la tarde se fueron acrecentando como vendaval de polvo sobre
tu camino largo. Sal Marina, la llovizna, está mis ropas mojando y la
presión por mirarte el aire la está borrando.
Sal Marina se
quedó toda la tarde pensando; ¿si serían cosas del sol lo que ella
estaba soñando? Cogió una rosa fragante para darle un beso
largo... entrecerrando los ojos suavemente, y suspirando. Los sueños de
Sal Marina, volando... Ya van volando, tomando formas que nunca los
astros habían mirado. Pasaron de norte a sur cual galácticos
caballos luciendo sus largas colas e iluminando lo alto. Sal Marina,
¿son tus sueños? ¡Delirio de blancos nardos! "Esos son mis sueños,
si, y me han vedado mirarlos" ¡Corriente de rosas frías.! Sal Marina,
los caballos, galopan con tanta fuerza que hacen estallar los
astros, al estallar, una gama de luz y colores raros, inmensamente
conflagra la oscuridad del espacio.
Se perdieron las mañanas en la
música del lago, la convulsionada tarde sobre su tibio regazo; uno a
uno los jazmines, sin yo, poder evitarlo, deshojó inconscientemente con
fría e insensible mano. ¡Esos eran mis jazmines! ¡Crecieron sobre mi
campo!
Humedecida en alcohol para limpiar el estrago, la noche vino
a servir sus cuentos enamorados. Sal Marina es Blancanieves disfrutando
siete enanos; se deja llevar por ellos a precipicios lejanos y no le
importa si el sol es amarillo o es blanco. ¡Sal Marina no es la
misma! Es otra a quien sigo amando.
MI SINCERIDAD
Yo no
soy el amor, ahora convengo, mi histriónica figura lleva un paso que
orienta a la penumbra de un ocaso marcado por la lucha que
sostengo.
Sincero, confesé de donde vengo, agua fui, cristalina, entre
tu vaso. Buscando tu mirada hallé el fracaso y en tu escaso interés yo me
detengo.
¡Tú si me importas! mi ferviente encono, es por salir del
hondo precipicio al cual me ha condenado tu abandono.
Soy un lacayo
eterno a tu servicio, y al igual que Jesús, ¡todo perdono! ¡pues; eres tú
mi incorregible vicio!
HIPOCAMPOS
Alguien me dijo una
vez que el perfil del hipocampo era triste y aburrido cuando no se
amaba tanto. Las estrellas lentamente fueron mi vida llenando y el
enfermo sol de mi alma en sangre se fue apagando. Lo que fue momento
alegre en agonía sin descanso se fue tornando y mis ojos se inundaron
con el llanto. Hoy, lucen entre las aguas, cual destello de
milagros los perfiles encendidos de todos los hipocampos. Pero es como
ver maduro el fruto de los damascos y no poder con las manos ni con los
labios tocarlo.
A LA MUERTE DE
FEDERICO GARCÍA LORCA
Hoy, Federico García, es rumor de
campanarios, en catedrales celestes; donde comulgan gitanos. La luna,
que un día brillara sobre sus versos amargos; despliega sobre la
noche su gran mantón estrellado ¡y en él, brilla Federico! con su
blancor de milagros, con su candidez de niño, y con sus versos... ¡Tan
claros!
La tierra, miró callada, cómo en sus cuatro
costados aparecían militares para llevarse los nardos. ¡Nadie quería
deshacerlos! ¡Nadie quería destrozarlos! Pero las órdenes
eran ¡Provenientes de un tirano!
¡Nadie quería liquidar, de nuestro
Dios, el regalo! Jacintos y madreselvas envolvieron un teclado que
empezó a tocar un réquiem helado como un sudario. ¡Ya! ¡Por Dios! Mátalo
tú! Los jinetes cabalgaron... Por las noches descamadas, nadie,
queriendo ultimarlo. Mudas, de sombra y sosiego, navegando un mar
extraño, las voces se confundieron, ¡Y el aire... turbó un
disparo!
¡Tarde llena de capotes! mecida en alegres cantos, ¡Hoy,
Federico García, se fue a reunir con los santos! ¡Toquen fanfarrias
taurinas! Yo no quiero recordarlo, encarando militares que venían a
ejecutarlo. La sangre de un gran poeta; ¡No se desperdicia en vano! Que
diez potros andaluces luciendo penachos blancos se lleven a los
infiernos ¡A quien dio orden de matarlo! ¡Ay! ¡Federico García! Ya tu
imagen se ha cortado con la daga tenebrosa que no comprendió tu
canto.
¡Toquen, guitarras flamencas; seguiriyas y
fandangos! Traigan tiestos de claveles en mantos almidonados. Para
llorar con España; ¡Ese sol, que se ha apagado! Que el mundo, corte y
prosiga; con su marcha, atribulado, lastimándose la piel con las
ortigas y cardos. ¡Ya Federico está muerto! Ya no brilla en el
espacio, otro poeta como él; de candoroso y preclaro. ¡Que me cubran
las tinieblas! ¡Santo Dios! ¡Estoy llorando! Un dolor así de
inmenso, ¡No pueden ahogar mis manos!
¡Ya Federico está muerto! Han
tocado los tiranos ¡La divinidad de Dios! Con torpe y grotesca mano. La
carroza de alabastro lleva un rostro, mancillado, que daba azahares de
luz en este universo amargo. Y para hacer una pausa se detienen los
caballos... Meneando sus blancas crines ante mí... ¡Que estoy
llorando!
PENSANDO EN
TI
Yo estaba con mis ojos, aún buscando estrellas. La luna me
decía: "Tus imposibles sueños; el sol, los ha cubierto y ha borrado las
huellas con ardientes arenas de médanos sureños."
Ya nunca más las
cosas parecerán lo mismo, los tristes de este mundo llevamos la
herramienta del cerrajero pobre, que sólo ve un abismo cuando algo
complicado la vida le presenta.
¡Te considero amiga! Y el viento de la
tarde, ha de vaciar mi anhelo... En tu mirada gris. Tal vez fui yo
altanero y exageré mi alarde, queriendo demostrarte que sin ti... era
feliz.
Llegó la noche inmensa, cansada como un niño. Buscando un lecho
blando, donde dormir tranquila. Dejó mis sentimientos en total
desaliño. ¡Sangrante más que nunca! Quedó mi vieja herida.
Yo soy el
trashumante profeta de los sueños que en alas del silencio buscaba en tu
mirada cervatos temerosos, jardines halagüeños, y para su desgracia...
Nunca encontraba nada.
La vida apunta al mar, y en él la
incertidumbre, devorará implacable mi ardiente poesía. Tu olvido,
combustible; será en la ardiente lumbre, que ha de quemar el sueño de saber
que eras mía.
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AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001
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