El verso con métrica y rima

 

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  HUMBERTO GARZA  

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DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

        SU OBRA 1     

    En esta página encontrarás las siguientes poesías:

 

TRISTEZA

Si hay algo que me enferma, son los otoños viejos,
los de amarillas hojas que golpean los vitrales,
los que nunca me dejan escribir madrigales,
los que mi alcoba inundan con pálidos reflejos.

En ellos, me parece que todo tengo lejos,
y que voy a morirme sin ver los naranjales.
El sol de otoño, siempre, cruzando los cristales;
en círculos redondos rebota en los espejos.

El otoño es de oro, de rojo cobre y plata.
Sus colores flamean por toda la alameda,
que llora estremecida si el aire la maltrata.

El otoño es la Vida que con manos de seda,
todo lo que nos diera, febril, nos arrebata,
sin fuerza en este mundo que resistirle pueda.

 

          FLOR DEL CAMPO

Si te buscan, te lloran, y te ruegan
con el ansia brutal, clarividente,
y entierran a sus muertos desalmados
en el rato en que miras cómo llueve,
si dan traspiés en tu mojada alfombra
cuando tu boca dice que me quiere,
si llegan al jardín de tu piel blanca
en los días que sólo les conviene,
habrás de recordar...
Que no te busco literariamente.
Comprendo poco a poco algunas cosas,
todo es largo en la vida y es tan breve;
las miradas que tocan tus palabras
se arrastran al igual que las serpientes.
Yo vengo de una herida clandestina
por eso mi sonrisa todo teme.
¿Has visto al sol llorando de alegría
o camellos echados en la nieve?
¿Has visto la ternura de un poeta
decir las cosas mojigatamente?
Mundo feliz de historias prematuras
de luces ignoradas que se pierden,
tropel de gallos giros en la tarde
asustados por perros que no muerden.
¿Donde estás? Flor del Campo, ¿Dónde estás?
¿Por qué no vienes y mis labios hieres?
Yo tuve dominós entre mis manos
los miércoles, domingos y los jueves,
y tú sólo tuviste la simpleza
de hacer las cosas complicadamente.

Y yo todo lo miro con tus ojos,
y yo siempre te ruego y nunca vienes,
te lanzas febrilmente a tus angustias,
obviamente me admiras y me temes.
¿Quién pregunta por mí? ¡No lo recuerdo!
yo soy el pasajero que en los trenes,
por no tener la charla de ninguna
suspira con placer, leyendo a Bécquer,
¡Mira mis manos! Escribieron cosas
en la infinita soledad del viernes,
añorando un pueblito, como tú,
con plaza, con iglesia y feligreses.
Hoy yo quiero llorar, ¡llorar a mares!
¡Gemir hondo y profundo muchas veces!
Llorar como los sauces de la acequia,
llorar como la gente en los andenes,
llorar por el vacío que me causas;
¡Llorar porque te llamo y nunca vienes!

 

                     JUEGOS

Se me escapa la vida en un lamento
que yo no puedo corregir y llego
al barranco insondable de un apego
donde en aullidos se deshace el viento.

Se me escapan la vida y el contento
en un cariño inconquistable y ciego
donde las llamas de ordinario fuego
ahogan mi tranquilo sentimiento.

Me duele conocer tu hegemonía,
y víctima de innoble desafuero
te abandono en la noche y busco el día.

Tu voz no llega ya con el sincero
bullicio de inocente algarabía
al sitio donde siempre yo la espero.

 

ROMANCE A MIGUEL HERNÁNDEZ

Tu voz terminó rodando 
en cárceles olvidadas
ahogándose en estertores
asesinos de palabras.
Reciclaje de la tierra,
trasmigración de las almas,
canción de sentimentales
en suspiros que se apagan.
¡Se nos escapó Miguel
con sus desiertas abarcas!

 Para entusiasmar a un lirio
 llegaron corrientes de aguas
 tapizadas con el musgo
 de sombras y de nostalgias.
 Bajo ellas cantó Miguel
 mientras sangre le brotaba:
 
"Cantando espero a la muerte,
 que hay ruiseñores que cantan
 encima de los fusiles
 y en medio de las batallas."

 
 Como altivo alminarete
 con luz que no se apagaba
 le dabas fosforescencia
 a los problemas de España.
 Eras la ingente estatura
 de un pastorcillo de cabras
 achicado por arados
 cumpliendo tareas amargas.
 Eras, valor español,
 arremetiendo a lanzadas
 un océano de fusiles
 con bayonetas caladas.
 
 De mazmorras infinitas
 tus palabras como dagas
 a soberbias catedrales
 sin ningún temor lanzabas.
 El milagro levantisco
 de una Orihuela extasiada
 sobre altitudes de vino
 con manos de alhajas claras
 bajo un sol bruñido en sangre
 tu mortaja preparaba.
 
 Metafísica tristeza,
 recurso de melodramas,
 sainete de actrices pobres
 entre balidos de cabras.
 A la orilla de una sombra
 Miguel, soñaste con hadas,
 y éstas, en vésperos grises
 convirtieron tus mañanas.
 
 Hoy, semejas en la tumba
 escrúpulo sin fachadas,
 tu rima es la paradoja
 de un pantano envuelto en llamas.
 La carcajada del verso
 y la frase asesinada
 van por el mundo luciendo
 la eternidad de sus galas.
 Tú, en silencio las contemplas
 con pupilas ahuecadas,
 desde tu última noche
 en la cual... Por fin descansas.




  
  REFLEXIONES

Carne de begonias frías
en el surco de febrero,
policromada ignorancia
dime: ¿cómo te recuerdo?
¿Quieres que agarre en mis manos
tu ebanístico poliedro
y con voz muerta de frío
le diga cuánto te quiero?

Mira, mírame a los ojos,
mi sustantivo está abierto,
el estambre de mi piel
ya va enredando tu cuerpo.
Llega la ventisca fría
y un dromedario completo
aparece en el retablo
para asustar al invierno.

¿Dónde fue abierta la sangre?
¿con qué puñales el viento
dejó un estrago de siglos
en la amplitud de mi cuerpo?
¿Dónde fue abierta la sangre?
¿por qué yo sigo viviendo
en el pretal de un caballo
que va por el mundo? ¡Ciego!

Mi voz cayó en un respingo
en medio del campo muerto,
iba enferma bajo el sol
envuelta en suspiros huecos.
Amordazaste mi sed
y estrangulaste mis versos.
¡Qué contratos de locura,
firmé por seguir viviendo!

Monopolio de granito,
espiración de recuerdo,
cantinela de paredes
en un gran salón abierto.
Has cogido la esperanza
para arrancarle los huesos
y con ellos enrejar
la mazmorra de mis versos.

Todo pasa, todo sigue,
el mundo... ¡insensato, necio!
toma caritas de niños
para endulzar pensamientos,
y la noche con azahares
en un lago de requiebros
llega y me roba el aroma
de los momentos más tiernos.

Nadie pudo como tú
navegar en mi silencio,
las alas de muchas hadas
destrocé yo con mi viento.
Madera olorosa a pino,
novia bordando un pañuelo,
mente llena de caballos,
amazona entre los cedros.
Clava tus notas divinas
en esta angustia que siento,
aprisióname en tus brazos
para yo seguir viviendo.

Sin ti, la tierra es angustia,
es un suspiro sediento,
que va rebotando en nubes
que desaparece al viento.

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AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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