Los restos de la memoria herida... Scarano,
Mónica
|
La memoria es un proceso abierto de reinterpretación del pasado
que deshace y rehace sus nudos para que se ensayen de nuevo sucesos y
comprensiones. Pero ¿a qué lengua recurrir para que el reclamo del pasado sea
moralmente atendido como parte de la narrativa social vigente, si los medios de
masas sólo administran la "pobreza de experiencia" (W. Benjamin) de
una actualidad tecnológica sin piedad ni compasión hacia la fragilidad de los
restos de la memoria herida?
Nelly Richard
En la escena político-cultural de la transición
democrática chilena abierta desde 1989, el ejercicio crítico de Nelly Richard
introdujo articulaciones provocativas y desestabilizantes que crisparon el
pensamiento cultural y a la vez alentaron las ´nuevas poéticas de la crisis’ en
la postdictadura transandina. Su indagación penetrante e inquisitiva abarca un
vasto espectro de aspectos de la realidad chilena estrechamente relacionados
entre sí: sociedad, arte, literatura, política, posmodernidad y cultura, entre
otros. Ya durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989), Richard se
destacaba como aguda observadora de la estética y la cultura y formaba parte de
la neovanguardia chilena, desafiando la hegemonía del discurso autoritario
oficial bajo diferentes formas y prácticas culturales. Desde entonces publicó
numerosos trabajos sobre esos tópicos[2],
y en 1990 fundó la Revista de crítica cultural, que aún
sigue dirigiendo. Esa revista fue, desde sus inicios, un importante centro de
debates en el campo de la teoría y la crítica de la cultura en Latinoamérica y
en la actualidad se ha convertido en un escenario y una fuente insoslayable
para la historia debate intelectual en nuestros países. Richard luchó
sostenidamente para articular estrategias que podrían subvertir los paradigmas
culturales dominantes asociados con la represión, la censura, el control y la
alineación del pueblo, pero sin claudicar en la búsqueda de cambios en el orden
político, económico y social.
Sus textos más conocidos -La
estratificación de los márgenes (1989), Masculino/femenino: prácticas de la
diferencia y cultura democrática (1993), La insubordinación de los signos (Cambio político,
transformaciones culturales y poéticas de la crisis) (1994) y Residuos y
metáforas (Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la transición) (1998)-
comparten, con una marca de estilo personalísima, una misma tipología genérica:
el ensayo, una modalidad enunciativa o una actitud discursiva –como querramos
verlo- que los textos de Richard transitan extremando al máximo las
posibilidades siempre abiertas de la versatilidad propia de ese ‘género’(o
‘no-género’), renuente a formalizaciones rígidas, y de la mirada sesgada que lo
caracteriza. Esta inscripción genérica no es contingente ni, mucho menos,
ociosa. Tampoco resulta casual que la autora introduzca como
epígrafe de uno de sus ensayos, una cita textual de Fernando Savater
‘teorizando’ ensayísticamente sobre el ensayo, para ofrecernos anticipadamente
lo que identificamos como una ‘clave de lectura’ de lo que cada texto pondrá en
la escena enunciativa, una y otra vez, con deliberada desmesura. Nos referimos
a la cita que abre el ensayo crítico Masculino/femenino, extraída de “El
ensayista como rebelde y doctrinario” de Fernando Savater. En ella se destaca,
en primer término, la ambigüedad y la incerteza del acto mismo de ensayar, lo
que Adorno definió -reflexionando sobre el ensayo- como una “intención
tanteadora”, como la unión entre “la utopía del pensamiento -dar en el blanco-
con la conciencia de la propia fatalidad y provisionalidad” (Adorno, 27-28).
Escribe Savater:
[E]nsayar
es, a fin de cuentas, dudar del papel, no sabérselo del todo (...). Respecto a
la crítica, el ensayo es un género esencialmente disuasorio. Le va más
el destejer que el anudar o el reforzar los nudos previamente trabajados. Sirve
sobre todo como aguijón contra la gran teoría…(7),
y
-podríamos agregar- contra el sentido comúún o contra la ciencia y la política.
El gesto disuasorio del ensayo desconstruye, en tanto que su carácter demoledor
delata la impronta subjetiva que lo anima. El epígrafe saca a la luz, además, la
dimensión transgresora que introduce Richard en el horizonte de la teoría:
“[E]l ensayo (...) -continúa Savater- expresa la incursión de lo subjetivo en
el ámbito de la teoría, que es donde la subjetividad está más desvalorizada.”
(7).
Por otra parte, si -como sostiene Richard en el cuerpo mismo de
ese mismo ensayo- “[E]l discurso de la cultura es un campo de poderes y
significaciones que entran en ejercicio desplegando una multidireccionalidad de
fuerzas” y –continúa- “[L]os signos que forman el lenguaje son depósitos de
memorias que entremezclan varios registros en pugnas de intereses
ideológico-culturales” (23), no resulta forzado vincular la elección de la
forma ensayística con la búsqueda de una “estrategia de escritura” más
productiva y, al mismo tiempo, más disruptiva, desestructurada y
desestructurante, capaz de abordar “al sesgo”(J. Leenhardt) ese objeto complejo
y denso que ofrece el entramado de la cultura, y de ese modo componer
“experimentando”, como quien “vuelve y revuelve, interroga, palpa,
examina”, para atravesar su objeto con la reflexión y expresar(lo) al mismo
(desde) su experiencia, como quien “parte hacia él desde diversas
vertientes...” (Max Bense) Encontramos aquí una respuesta -pero de ningún modo
la única- a la pregunta acerca del aporte posible de la forma ensayística a un
texto que se quiere ‘intervención’ estético-política en los dominios
heterogéneos de la cultura.
Brevemente,
en este trabajo nos proponemos dar cuenta de las estrategias y los procesos que
se despliegan en esa exploración/elección formal, indagando sobre los lindes
borrosos que esos textos trazan con la literatura, el arte y el pensamiento
crítico cultural, entre otros campos. Pero antes de ello, cabría preguntarse en
esta instancia por el tipo de relación que establecen los ensayos de Richard
con la nutrida tradición del ensayo cultural latinoamericano que, en sus
distintas variantes, se remonta hasta mediados del siglo XIX y llega hasta
nuestros días, con un énfasis y un protagonismo discursivo, ciertamente diluidos.
Para abordar esta cuestión, conviene acotar el horizonte de nuestra indagación
de esos textos en aquellas zonas del pensar donde se trama la relación entre
memoria e historia. Es sabido que la memoria se ha convertido en una de las
problemáticas más estratégicas para la sociedad chilena del postgolpe y en
general para los países del Cono Sur de nuestro continente, “el campo de
batalla donde el presente debate el pasado como un modo de construir el futuro”
(Claudia Koonz) y donde se construye el poder. Richard la atraviesa
críticamente en sus textos con profusión e identifica en ella roturas,
enlaces y discontinuidades que
conforman una trama que requiere ser restablecida, no en una supuesta
continuidad o sucesividad cronológica única que congela y fija el pasado como
si estuviese preformado irreversiblemente en el recuerdo, sino en sus quiebres,
en sus cortes, en sus interrupciones. Richard coincide con Jesús Martín – Barbero, quien acierta al sentenciar que: “No hay
memoria sin conflicto, porque nunca hay una sola memoria; siempre existe una
multiplicidad de ellas en lucha”. Es por ello que apela a la necesidad de
producir verdaderos “trances críticos” (Richard 1994b, 14), de formulación
heterodoxa, para desatar sus nudos y destrabar las memorias bloqueadas. La
memoria adquiere aquí una doble entidad: como tópico, objeto del
discurrir ensayístico, y como práctica, es decir, como dimensión activa
de la experiencia, como rememoración. (Vezzetti) Y en el curso de esta
segunda función, es que el ensayo de
Richard funciona, en el Chile de la desmemoria, como uno de los géneros
a través de los cuales la memoria aflora, explorando la temporalidad no sellada
y discordante. En este sentido, se convierte en un dispositivo formal que
permite examinar críticamente esos procesos.
Respondiendo
a la cuestión que nos interesaba puntualizar, advertimos que se rompe con
algunas marcas identificatorias del ensayo de interpretación cultural
latinoamericano, en particular con la voluntad de construir versiones fijas y
homogéneas, capaces de lograr adhesiones en tiempos de construcción de la
“comunidad imaginaria” (B. Anderson) de la nación. La autora chilena
reiteradamente explicita la distancia de su propuesta no solamente con la
racionalidad autoritaria dictatorial, sino también con la que proviene de las
ciencias sociales o de los medios. Bajo el signo de la precariedad y la
discontinuidad histórica, el saber crítico ejercido por Richard se funda en la
forma abierta e inacabada de su estructura, en esa búsqueda en los restos, los
deshechos, los despojos de aquello que activará nuestra certeza. Es un saber
“constructivo” -según aclara Walter Rella- pero “en sentido
benjaminiano”, que compone los fragmentos como en un mosaico
(70).
Precisamente,
la peculiar impronta que, desde la crítica cultural, introduce Nelly Richard en la estética ensayística, nos permite
atravesar el espesor de significaciones de sus textos para detenernos en un
proceso que implica, a la vez, reconocimiento, reconstrucción y deconstrucción
de la memoria. ¿Cómo escribir para fortalecer la fragilidad de una memoria
colectiva obturada?, ¿cómo reflexionar para restituir y suturar las grietas y
las fisuras abiertas en la trama social aún convulsionada? ¿De qué modo el
discurrir sinuoso del acto mismo de ensayar y producir sentidos, de reflexionar
críticamente, puede activar los mecanismos del recuerdo y conjurar el olvido en
los tiempos de la transición chilena hacia la democracia? La lengua aparece reiteradamente
planteada en los ensayos de Richard como un dilema que exhibe una peculiar
preocupación por el orden lingüístico-formal y devela, en última instancia, la
esfera estético-artística que se constituye en la zona nodal de su propuesta
transdisciplinaria : “¿Dónde grabar lo más tembloroso del recuerdo (...) para
salvarlo de la rudeza, la mezquindad y la indolencia de la comunicación
ordinaria?” (1998, 80), ¿[A] qué lengua recurrir, en qué idioma confiar? (82).
En La insubordinación de los signos, la autora ofrece un
inquietante ensayo de crítica cultural acerca del uso del lenguaje, los signos
y la representación del estado chileno durante y después de la Transición. Tal
vez uno de los aspectos más provocativos de este texto sea su estudio de las
ciencias sociales y su institucionalización del sentido en un momento de
cambios radicales. Su obra cartografía el
desmembrado paisaje del Chile del postgolpe, los sinuosos caminos de la pérdida
y recuperación de la memoria, y el desafío de la pacificación y reunificación
de la sociedad chilena, desde la grieta abierta por los bordes de la herida que
la estigmatiza y horada, reelaborando nuevas imágenes conceptuales, apartadas
de los materiales acabados de una historia vulnerable, y otorgándole espesor
valorativo a los signos irreconciliables del malestar, para proponer una
política de la diferencia comprometida con la democracia y el cambio social.
La cita del epígrafe de este trabajo nos señala los
vasos comunicantes entre esa memoria viva y los sucesivos intentos de
recomposición, reelaboración, resignificación, nunca definitivos ni cerrados,
con los que esa memoria procede. Hacer memoria, practicar la memoria,
“memoriar” -escribe Richard con esa operación diseminatoria que acompaña la
distribución de los lexemas-claves en sus textos- significa “hacer vibrar la cuerda
simbólica del recuerdo en toda su potencialidad crítica de reconstrucción y
desconstrucción”, en un juego transfigurador de significados cruzados.
En suma,
podemos concluir estas rápidas notas señalando que dentro del pensamiento
crítico de la cultura, las intervenciones críticas de Richard asumen una
defensa intelectual de una ética del pensar, donde el formato
ensayístico adquiere una nueva modulación y es conjugado con una estética de
la memoria, de una coloración fuertemente personal. El ensayo deviene así
“lugar y tiempo de memoria”, en tanto “lugar desde donde se habla”, de
enunciación política de la memoria, tomando la noción acuñada por Hugo Achugar
(136), donde se piensa y se enuncia desde las ruinas, cuidándose de exhibir las
grietas, sin suturarlas ni armonizarlas o maquillarlas, donde se interpela, se
descoloca, se disuade, se expresa -sin establecerla como definitiva- una
experiencia privada y particular, subjetiva. Se emplaza como un lugar donde “se
discute la cultura” (de Certeau), explotando sus aristas más polémicas,
propiciando el debate y la discusión, resguardando de la impiadosas
“tecnologías de la desmemoria” la
fragilidad de los “restos de la memoria herida”.
[1] El presente trabajo forma parte de una investigación de alcances más amplios, encuadrada en un proyecto grupal bajo mi dirección, del grupo de investigación Latinoamérica: literatura y sociedad (LLYS), titulado: “La literatura como espacio de interacción. II (Latinoamérica, siglos XIX y XX)” (2004-2006), radicado en el Centro de Letras Hispanoamericanas (CE.LE.HIS), del Departamento de Letras de la, Facultad de Humanidades, en la Universidad Nacional de Mar del Plata, y financiado con un subsidio de la SCEIT de esa Universidad. Asimismo el corpus ensayístico seleccionado está siendo trabajado en un seminario de grado sobre Crítica Literaria y Cultural Latinoamericana que actualmente me encuentro dictando junto con Graciela Barbería y Aymará de Llano en las carreras de Profesorado y Licenciatura en Letras (Facultad de Humanidades – UNMdP, marzo-julio de 2005).
[2] Mencionamos entre otros: Cuerpo correccional. Santiago de Chile: V.I.S.U.A.L., 1980, y Margins and institutions: Art in Chile since 1973. Melbourne: Art & Text, 1986.
Bibliografía
Achugar, Hugo. “El lugar de la memoria. A propósito de monumentos (Motivos y paréntesis).” Jesús Martín-Barbero, Fabio López de la Roche y Jaime Eduardo Jaramillo (eds.). Cultura y globalización. Bogotá: CES - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad Nacional de Colombia, 1999: 142-167.
Adorno, Theodor W. 1962. “El ensayo como forma.” Notas de literatura. Barcelona: Ariel, 11- 60.
Bense, Max.
1969.
Hegel y Kierkegaard. Una investigación de principios.
México: UNAM.
Leenhardt, Jacques. 1984.
“La
estructura ensayística de la novela latinoamericana." David Viñas, Angel
Rama y otros. Más allá del boom: literatura y mercado. Bs. As., Folios.
Martín-Barbero, Jesús. 1998. “Medios: olvidos y desmemorias.” [Medios para la Paz, Tertulia en la
Fundación Santillana. Bogotá, noviembre]. Revista Número, 24.
Richard, Nelly.1993a "Alteridad y descentramiento culturales." Revista Chilena de Literatura 42: 209-15.
----------. 1994a. "Bordes, diseminación, postmodernismo: una metáfora latinoamericana de fin desiglo." Josefina Ludmer (ed.). Las culturas de fin de siglo en América Latina. Rosario, Argentina: B. Viterbo.
----------.
"Cultural peripheries: Latin America and postmodernist de-centering."
Michael Aronna, John Beverley y José Oviedo (eds.). The Postmodernism Debate in Latin America. Durham, NC: Duke UP, 1995: 217-22.
----------. 1989. La estratificación de los márgenes. Santiago de Chile: Francisco Zegers.
----------. 1994b. La insubordinación de los signos: cambio político, transformaciones culturales y poéticas de la crisis. Santiago de Chile: Ed. Cuarto Propio.
----------.
1994c. "Latinoamérica y la posmodernidad." Hermann Herlinghaus y Monika Walter (ed.). Posmodernidad
en la periferia: enfoques latinoamericanos de la nueva teoría cultural. Berlin: Langer Verlag, 210-22.
----------. 1993b. Masculino/femenino: Prácticas de la diferencia y cultura democrática. Santiago: Francisco Zegers Editor.
----------. 1993c. "Mujer, literatura y cultura en el Chile de hoy," Literatura y Lingüística, 6: 13-23.
----------.
1991. "Periferias culturales y descentramientos postmodernos: marginalidad
latinoamericana y recompaginación de los márgenes." Dominación cultural
y
alternativas ante la colonización. La Habana: Imprenta de la Dirección de
Información, Ministerio de Cultura.
----------. 1998. “Políticas de la
memoria y técnicas del olvido”. Gabriel Restrepo, Jaime Eduardo Jaramillo y Luz
Gabriela Arango (eds.). Cultura, política y modernidad. Bogotá: CES -
Facultad de Ciencias Humanas - Universidad Nacional de Colombia: 63-85.
---------- (ed.). 2000. Políticas
y estéticas de la memoria. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio.
----------. 1993d. "Postmodernism and periphery", Thomas Docherty (ed.). Postmodernism: A Reader. New York: Columbia UP. 463-70.
----------.
1998. Residuos y metáforas (Ensayos de crítica
cultural sobre el Chile de la transición). Sgo.de Chile: Editorial Cuarto Propio.
Rella, Franco. El silencio y las
palabras; el pensamiento en tiempo de crisis. Barcelona: Paidós, 1992.
Scarano, Mónica. “El ensayo
latinoamericano en cuestión. (Reflexiones sobre ensayo, cultura y
política)”. Wilfrido H. Corral
(ed.). La tradición crítica en torno al ensayo hispanoamericano:
teoría y praxis. s/d.
-----------. 1991. "Discurso
ensayístico, cultura e ideología en el sistema literario
hispanoamericano," Revista del
Celehis, I, 1: 155-166.
-----------. 2003. "El debate en torno a
la identidad latinoamericana. El ensayo como intervención", Actas de
las Jornadas Marplatenses Agora Philosophica “El concepto de identidad:
teoría y praxis”. [Mar del Plata, UNMdP, 19-22.09. 2001] [disco compacto]
-----------. “Ensayo e
interdiscursividad” y “Ensayo, cultura y modernidad en Latinoamérica”, Latinoamérica
a través del espejo. El ensayo latinoamericano como discurso cultural (de
Sarmiento a Mariátegui). Primera parte. (capítulos 1 y 2). Tesis doctoral
(mimeo).
Vezetti, Hugo. 1996. “Variaciones sobre la memoria social”. Punto
de vista, 56 (Bs.As., diciembre): 2.