Pablo De Santis: Cuatro
novelas, cuatro aproximaciones a la palabra Repetto,
Carolina |
El lugar que vuelve a ocupar hoy
en la crítica literaria lo alegórico, parece estar relacionado con las
relecturas sobre lo fragmentario, el montaje y la ruina. La idea de centrar en
la investigación del borde y la sutura como vestigio significante lleva a Walter Benjamin para formular nuevas
preguntas acerca de los textos de Pablo De Santis.
Si bien De Santis -en las
novelas que son parte del objeto de mi investigación para una tesis doctoral-
mantiene en lo narrativo una linealidad espacio temporal, se ven módulos de
características aforísticas dentro del texto, como “islas de dogma” que el autor utiliza con bastante independencia.
Pablo De Santis, en sus novelas La
traducción, Filosofía y Letras, El
teatro de la memoria y El calígrafo de Voltaire se solaza en algunas
parcelas de matrices culturales heterogéneas -entendiendo por tales esos moldes
que estructuran al individuo como ser
social- en la visión cambiante de cada una de sus obras, en la construcción de mundos que se tocan en
su entidad, aunque sean distantes.
Entidades de las que todas hablan: los modos de la escritura, los modos de la
comunicación, la descripción de
prácticas convencionales en la literatura.
Lejos de ser un narrador experimental, se acerca (él mismo lo
declara[1])
a la “tradición” y a los géneros. El género policial y el género fantástico se
entrecruzan en su obra y sirven como puesta en juego para la disposición de
sus historias que va componiendo en
paralelo con sus observaciones y reflexiones. En este autor el “ensayo” está
encubierto por la narración. Narrar, apegado al género y a la fábula, aparece
como una cuestión central. Sin embargo en ese ambiente irrumpen los aforismos y
las citas eruditas, para ensayar la
reflexión. Características del aforismo son la concisión y el brillo de la
palabra. El concepto de verdad que está implícito en los aforismos, se halla
siempre relacionado con la intención última de su autor, aquello que éste
entiende como verdadero, una verdad que
nos es dedicada, con gracia y humorismo. De Santis hace uso de estas
particularidades que se vuelven procedimientos con miras a lograr el
deslizamiento del género, sin salir del género permitiendo la reflexión ensayística
y el soporte de la fábula, sus personajes, sus ambientes. Los aforismos se
encuentran por lo general en frases comparativas o adversativas, que ponen en relación al protagonista o algún
personaje con hechos generales de la vida, o por lo menos con la percepción que
el narrador posee sobre la misma.
La problemática acerca de la
escritura está tematizada. Adquiere la
semblanza de personaje, es protagonista
de lo narrado, a la par de los otros elementos ficcionales. De tal manera, la
interpretación, la traducción, la reescritura, el soporte material de la
escritura, la memoria, la biblioteca , la caligrafía, son matrices acerca del
hecho escritural que el autor aborda en sus novelas, tanto las dedicadas al
público adulto como las que tienen como lector hipotético al joven.
De Santis explora estas
diversas concepciones y dimensiones con la visión condicionada por los paradigmas que guían procesos y movimientos culturales en una suerte de
constricción, no sólo la que le ofrece el apegarse al género sino también su exploración por ejemplo, de la escritura
desde lo caligráfico, desde lo medieval o desde la perspectiva de las
investigaciones sobre identidad y memoria.
En cada uno sus textos, no solo
ensaya un género, un ambiente, un tono (véase por ejemplo el humor en Filosofía y letras, la nostalgia en El Teatro…) sino también la (re)
construcción de una mirada que
restituye el mundo, una forma de pensar el conocimiento.
En De Santis se ve la
multiplicidad. Las situaciones de sus
novelas se abordan desde lugares
distintos, introducidos por las variables que da el tiempo y la distancia, que
en sus novelas se presentan como un motivo más, trabajado y cuidadoso. Veamos a
continuación algunos momentos de su trabajo.
La Traducción como interpretación.
En Las palabras y las cosas, Foucault al definir la hermenéutica y la
semiología dirá que las semejanzas
aparecen como una red de signos que recorre el mundo tienen ramas que
son los lugares que reciben el saber y
sus labores.
En los textos de De Santis los signos que cubren el mundo deben ser
descifrados, deben revelarse esas formas de la similitud que son las semejanzas
y las afinidades. Así, conocer es interpretar. Sus novelas, al permanecer en el
género (policial o fantástico) dan al enigma un lugar selecto y con ello
privilegian y profundizan las actividades interpretativas de parte del lector.
Si utilizamos las semejanzas para poner en evidencia los procedimientos del autor en sus novelas, esto abre una nueva
serie de interrogantes. ¿De qué manera funciona en la alusión la semejanza? Ese
mundo ficcional construido por DS está
cubierto de indicios. Lo placentero de sus textos radica en las alusiones que
describen fenómenos mucho más generales que los referidos en su obra. En
segundo término, cabe preguntarse qué relaciones tiene el desciframiento de un
texto con el desciframiento del mundo. De Santis no puede evitar la tentación
de deslizar frases aclaratorias en las que nos indica que lo que nos permite
descubrir la frase oculta no es la concentración, sino más bien cierta
distracción lograda al cabo de un largo empeño. Una vez resuelto el enigma,
dirá, resulta inconcebible pensar cómo no hemos descubierto desde un principio
las palabras escondidas. Las relaciones entre enigma y alusión son estrechas.
Siempre se tratará, como por otra parte sucede con lo alegórico, de un término
que está fuera del alcance inmediato y que el lector debe ir a buscar. En
palabras del autor:
Ver a alguien escribir siempre es un misterio, porque quien escribe habla de cosas que
no están.[2]
Por último, los temas que aborda en sus novelas están
relacionados con el conocimiento como
interpretación. A partir de un congreso de traductores, el autor plantea la
reflexión acerca de que cualquier lectura es una traducción y de que cualquier
traducción es una interpretación. Así,
De Santis despliega múltiples referencias a los saberes de todos aquellos que
se ocupan del hecho literario y más ampliamente de lo cultural y los dispone en
un gran teatro que como veremos en otra de sus obras, lleva en sí la marca de la memoria.
La explicación que da Foucault
acerca de ese modo del siglo XVI de mirar la forma de conocer, permite una
relectura de la novela El Calígrafo de Voltaire y sobre todo de
La traducción, en tanto se trata de
la escritura de las cosas, de aquella lengua que como la lengua divina, es la
única de entre las lenguas que mantiene ese nexo directo con el mundo, por la
forma de la similitud. Veremos que en El
calígrafo… aparece la palabra maldita, la palabra que al ser escrita trae un daño al transcriptor. Pero es en La Traducción donde cobra fuerza – con
ecos de Walter Benjamin, esa lengua pura, que mata. Se trata de la lengua
divina y originaria, a la que aspira toda traducción. Walter Benjamin[3]
concibe de un modo místico la traducción y el lenguaje, una lengua pura a la
que tenderían todas las traducciones y que acercaría a lo divino. Tarea imposible por otra parte, que se ve
tematizada en la novela. Varias voces retoman en el relato la idea de una
Lengua del Aqueronte, poderosa, con un sentido formado por la ausencia de
sentido. En el mismo plano, se muestra el trabajo del traductor como hecho de
vacilaciones, al igual que el trabajo del escritor, que duda y traduce para
encontrar el término preciso que corresponde a la idea. El escritor se traduce
a sí mismo, como si fuera otro, mientras que el traductor escribe el discurso
de otro como si fuera propio. [4]
Filosofía y Letras: La pesquisa y las reescrituras del original
perdido
La novela Filosofía y Letras- cuyo protagonista Esteban Miró es testigo de
una guerra entre críticos literarios
en un ambiente
gótico-universitario donde el agua gotea tanto como la sangre- deja de lado el
aforismo que irrumpe en las demás obras del autor. Es que en este relato, el humor que latía en las citas se
disemina en todo el texto para componer un elemento esencial del mismo. Es un
humor del que su protagonista no ve la punta, como ha dicho algún crítico, en
un relato en primera persona que nos muestra
a un protagonista serio ante situaciones desopilantes. El efecto risueño
es provocado justamente por esa falta de perspectiva que lo lleva a consignar
los hechos con seriedad. El aforismo se desborda en la historia derramando con él su intención de verdad. El
enigma de esta novela, la existencia /inexistencia de un autor y la serie de
crímenes que la circundan, se ve cercado por la pesquisa, la policial y la
académica, y su consiguiente búsqueda
de lo verdadero.
Desde la introducción la idea de
la ruina y la búsqueda de vestigios de un pasado degradado, se asocia a la sede de un Instituto de investigaciones literarias. En efecto el
protagonista declara que es sólo desde ese sitio en ruinas y abrumado de escombros, desde donde puede comenzar a
redactar su informe sobre la catástrofe. Y sobre todo: escribir la verdad. Cabe
preguntarse si, como para Benjamin, lo
inteligible solo puede ser encontrado en el vestigio.
Infaltable también la idea del laberinto.
Borges y su Biblioteca de Babel respiran
en su descripción del archivo en ruinas donde los curiosos se extravían.
…un
dibujo de pasillos estrechos, puentes, columnas vacilantes, pasajes
clausurados. Por primera vez me fue revelado que aquel orden no era casual, que
había un plan detrás del aparente caos de papeles; adiviné, mas allá de los
zigzagueantes muros formados por las carpetas, la profundidad de un orbe
cerrado que nada tenía que compartir con los pisos inferiores. Desde alguna
parte reinaba, invisible, el Arquitecto.[5]
El teatro de la Memoria: Los recursos del recuerdo y del olvido.
El tema del recuerdo y de sus
transcripciones es abordado y recorrido en El
teatro de la memoria. Sin embargo, esta novela no es la única que afronta
la temática del sustento material de los recuerdos, las formas de su
preservación, los hombres que se ocupan de esa forma de transmisión. Como hemos
visto líneas más arriba, en otros textos aparecen, por caminos transversales, las alusiones, las alegorías, los
enigmas , como tantos otros medios escondidos en la narración para hacer
referencia al tópico que recorre toda
su escritura: Cómo se transmite una
idea, cómo ésta recorre los años y los siglos, los espacios y las
situaciones.
El teatro de la memoria es una referencia cierta a los teatri di memoria del Renacimiento y en especial al de Giulio
Camillo Delminio (1479-1544), maestro de latín y griego en Bolonia, que reelabora ese arte de memoria
organizando un sistema de sitios en la forma de un teatro como el propuesto por
Vitruvio con los asuntos puestos en las gradas crecientes. El teatro de la
memoria de la novela homónima es una construcción que funciona en el corazón de
la Fundación de un ya muerto Dr. Fabrizio. El doctor redacta una estructura del
olvido, “cuya tesis central era que el
olvido era menos un borrado que una sobre escritura, una compleja construcción
disfrazada de ausencia”.[6]
El protagonista es el Dr. Nigro,
a quien llaman, por voluntad propia, el Dr.Nadie. Los objetos para él son
hilachas, fragmentos. La fundación en la que Nigro recuerda haber trabajado
desde un presente de sobreviviente, funcionaba en el edificio de una vieja
fabrica remodelada, por el propio padre de su paciente Diagò. El lugar entonces
se parece a una fábrica de la memoria o del olvido. Eso se ve en la siguiente
alusión:
“Fabrizio había hecho reformar la fábrica sin que perdiera del
todo su forma original (…) Fabrizio señalaba la chatarra y decía: así es la
memoria .” [7]
La idea del fragmento que puede combinarse no es nueva en la
narrativa de este autor. Ya La Traducción comienza con una breve
alegoría: se trata de un faro de cerámica con la inscripción Recuerdo de Puerto Esfinge, que el
protagonista rompe por azar y del que luego pega cuidadosamente los
fragmentos, a sabiendas de que “hay
fragmentos que nunca aparecen”[8]
Por otro lado el arquitecto de El Teatro…, habla también de un
rompecabezas.
Miraba las construcciones de su padre y decía que
eran como piezas de un rompecabezas que
un arquitecto siempre esconde en los planos en que va trazando una ciudad
secreta… [9]
Podríamos decir que esas
suturas, cuyos puntos, hilos y bordes están formados por las alusiones, las
alegorías y los aforismos se nos ofrecen
en la intención de instituir nuevamente un mundo definitivamente
disperso del cual solo quedan esas cicatrices.[10]
El montaje de los fragmentos
está pues, estrechamente ligado al tema del residuo/vestigio/ruina en un
universo desarmado, donde los recuerdos y sus envases primordiales, los modos
materiales para recordar, no existen o si están, están fragmentados y hay que
darles un sentido.
El arte del puzzle[11]
se ve en los textos de De Santis: solo las piezas que se hayan juntado cobrarán un carácter legible, un sentido. De
Santis es además, un atento lector de Perec, de Borges, de Calvino y sus
poéticas de la constricción.
Otro aspecto central
que el texto enfrenta es el de cómo
funciona la memoria, el autor visita nuevamente los soportes materiales de la
misma desde la mirada del médico en las historias clínicas o la matriz de
conocimientos de un científico, que reflexiona y poetiza sobre el detalle:
“Nacimos para los detalles, decía el Dr. Fabrizio, los detalles son los
alfileres con los que los recuerdos se prenden a nuestra memoria”.[12]
Por último en un segmento cargado de alusiones, De Santis recrea
la actividad del copista, de los amanuenses, en pocas palabras, la
historia del hombre en pos de conservar
los recuerdos:
Comencé a tomar nota de mi viaje por los papeles, así como
Diagó lo había hecho sobre su
padre; imaginé una serie indefinida de
intérpretes que acabarían por alejarse del centro a través de una montaña de
sobreescrituras.
Este
tema volverá a ser visitado en El Calígrafo… como veremos a
continuación.
El calígrafo de Voltaire: La materialidad y la magia de la escritura.
En La Traducción se afirma que
el libro impreso es el primero de los
grandes medios de comunicación. La temática de la modernidad del libro impreso
versus la magia de la palabra manuscrita y sus implicancias es abordada por De
Santis en El Caligrafo de Voltaire, y
pone bajo una nueva luz esos aspectos
de la escritura.
El protagonista, calígrafo pobre
y desocupado, reflexiona sobre el poder
de la escritura como acto material. Así discurre sobre las palabras
malditas, poderosas, que llevan a la ruina a quien las escribe. Allí aletea la
cábala y el eco de esos lectores - el influjo de Borges vuelve a ser
evidente- que juegan con esos tópicos
en sus textos.
El calígrafo se gana la
confianza de sus superiores
aprovechando toda ocasión para declarar que la imprenta era “un resumen impío del mundo” y que la misma despojaba a las palabras de todo sentido trascendente.
Pero un calígrafo “ …se acerca al mundo como los antiguos cronistas, escribe
para iluminar”. [13]
De Santis recrea el
ambiente temeroso y paranoico de una iglesia cercada por el protestantismo
y por la imprenta -innovación técnica que permite la divulgación del cisma- en
un intento de transposición de situaciones posmodernas muy cercanas, como las
polémicas acerca de los medios.
Escritor en su propio laberinto,
De Santis recrea en sus textos los fantasmas con los que parece lidiar el
intelectual, la angustia por el degrado del soporte material de la palabra y
sobre todo, la verosimilitud de lo transmitido a través de ella. Por medio de
la alusión y la cita, teje tramas en las que traducción, trascripción, interpretación se vuelven una sola,
exasperante materia a la que el autor vuelve una y otra vez. Como vuelve, en el
Laberinto, a buscar ese minotauro/conocimiento, que en el medio de la
Biblioteca, monstruoso y con más apariencia de agujero negro que de luminosa
estancia, al decir de Eduardo Grünner, espera
ser hallado.
Bibliografía
Abril, Gonzalo. Teoría General de la información. Datos,
relatos y ritos, Madrid, Cátedra, 1997
Abril, Gonzalo. Cortar y Pegar. La fragmentación visual en los orígenes del texto
informativo. Madrid, Cátedra, 2003
Benjamin, W. “La
tarea del traductor” en Angelus Novus Edhasa, Barcelona, 1971
El origen
del drama barroco alemán, Taurus, Madrid, 1990
Bourdieu, Pierre, Campo de poder, campo intelectual. Buenos
Aires, Ed. Quadrata, 2004
De Santis, Pablo. La traducción.
(Novela). Buenos Aires, Editorial Planeta. 1998.
Filosofía y Letras.
(Novela). Barcelona, Ediciones Destino, 1998.
El teatro de la memoria.
(Novela). Barcelona, Ediciones Destino, 2000.
El calígrafo de Voltaire.
(Novela). Barcelona, Ediciones Destino, 2001.
Foucault, Michel. Las Palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas.
Buenos Aires, Siglo
XXI Ed. , 2003
Grünner, Eduardo, “Ni caverna ni laberinto: Biblioteca” en La biblioteca. El archivo como enigma de la
historia. Revista de la Biblioteca Nacional Argentina, nº 1 Verano de
20004/2005- Buenos Aires. pag. 16 a 19
Latour, Bruno, “Esas
redes que la Razón ignora.: Laboratorios, bibliotecas, colecciones.” En Retos de la Posmodernidad. Ciencias Sociales
y humanas. Madrid, Trotta, 1999
Yates, Frances. L’arte della memoria, Torino, Einaudi, 1972
[1] Véase reportaje de J.Quiroga en “Algo Pasa” transmisión producida por el canal de cable argentino Canal /a/
[2] De Santis, 2001. pag. 96
[3] Benjamin, W. “La tarea del traductor” en Angelus Novus Edhasa, Barcelona, 1971
[4] De Santis, 1998. Pag. 151
[5] De Santis , 1998, pag. 40
[6] De Santis, 2000, pag. 15
[7] De Santis , 2000, pag 16
[8] De Santis,1998, Pag.11
[9] De Santis, 2000, Pag.35
[10] Abril, 2003, pag.18 y ss
[11] Perec, 1988. citado en Abril , 2003, pag.15
[12] De Santis,2000, pag.41