“La
escritura de lo breve en Puro cuento (1986-1992). Natalini,
Aixa Valentina |
Las
revistas literarias constituyen un interesante campo de investigación para las
letras hispanoamericanas; espacio de encuentro de diversos géneros, distintos
escritores de ficción y ensayos de incipientes teorías. La publicación
argentina Puro cuento--fundada en 1986 por el escritor chaqueño
Mempo Giardinelli y dirigida por él hasta 1992--, aparece como uno de esos
lugares en tanto ha realizado aportes iluminadores con respecto a una práctica
escrituraria que, por aquellos años, proliferaba en el margen del canon
literario e institucional: el microrrelato.
Puro cuento, como su nombre lo indica, se aboca sólo a la publicación de cuentos
y sus formas breves. Al privilegiar este género, cuestiona abiertamente el
lugar hegemónico que viene ocupando la novela en el canon literario. En
reiteradas ocasiones, los escritores entrevistados confluyen en criticar el
pensamiento que subyace en el campo intelectual del momento: la novela como la
“gran obra”, la única capaz de consagrar a un escritor, en detrimento del
cuento, tomado como una forma menor.
La
elección de su objeto de estudio provoca, en efecto, que la revista aparezca en
el campo cultural argentino desde una posición crítica y marginal, no sólo
porque propone la selección de algunos textos literarios periféricos en la
literatura hispanoamericana, sino también porque publica autores inéditos,
muchos del interior del país, y gran parte de los olvidados en el canon
institucional de los ochenta1.
Al
recorrer las páginas de la publicación, generalmente en la parte central de la
revista, aparecen ensayos teóricos acerca del cuento y el microrrelato. Diferentes
pensamientos teóricos, reflexiones y puntos de vista referidos a su práctica,
su problemática definición, su historia, etc. Este trabajo se centrará
específicamente en el lugar que ocupan los relatos breves dentro de la política
cultural de la revista; explorar la teoría que de ellos se va configurando como
también el canon alternativo que propone. Se pondrá especial atención en la
primera publicación de Puro cuento
así como en aquellos ejemplares que contengan estudios teóricos acerca del
relato breve.
El
ejemplar número 1
La
publicación inaugural de Puro cuento ofrece varios puntos interesantes
para analizar. En la retiración de su tapa, aparece el “Decálogo
del perfecto cuentista” de Horacio Quiroga. La ubicación destacada que ocupa
parece postular este escrito como una suerte de marco teórico en el que debe
encuadrarse el cuento. Sin embargo, en las sucesivas publicaciones, se
presentan como centrales formas escriturarias que se alejan de la concepción
tradicional de cuento, en tanto asumen las características de una escritura
contemporánea, que suele desbordar la estructura genérica clásica, como es el
caso de los microrrelatos.
Algo anecdótico constituye el hecho de
que el “Decálogo...” se publica sin firma, por ende, con más razón las palabras
de Quiroga aparecen como las propias de los que realizan la revista. Debido a
esto, “innumerables justificaciones” tuvieron que dar por semejante olvido, ya
que la poética quiroguiana: “no es obra ni expresa el pensamiento de quienes
hacemos Puro cuento” (I, 3: 29).
Desde el primer editorial de la revista
ya se delinea un espacio abierto, democrático, sin posturas ideológicas
rígidas, ni dogmas; un lugar que convoque a todos los lectores y escritores de
cuentos sin ataduras. Su posición no es imponer una preceptiva del cuento, sino
“una pluralidad de puntos de vista” (II, 10, retiración de tapa) sobre el
género para que los lectores lo piensen desde distintas ópticas.
Esto
corrobora la inclusión del cuento brevísimo como una práctica escrituraria
alternativa que se impulsará desde la publicación inaugural. En efecto, no es
casual que el primer escritor elegido para entrevistar sea Edmundo Valadés:
fundador, editor y director de la revista mexicana El cuento-- iniciada
en 1939 con la publicación de cinco números, y reiniciada en 1964 hasta
1994. Esta publicación fue, históricamente, la primera revista hispanoamericana
promotora y propulsora de las formas narrativas breves; en palabras de Laura
Pollastri: “[en ella] se ejerce una política cultural militante que entrega al
público masivo el microrrelato como modulación literaria viable”2, y no sólo para su lectura, sino también
para su escritura, desde la convocatoria de los concursos de relato breve.
Puro
cuento sigue la línea iniciada por Valadés no sólo en la difusión
masiva del microrrelato; también convoca desde la primera publicación a un
Concurso de Cuento Breve. En sus bases, se advierte la necesidad de delimitar
la extensión de lo “breve”. En efecto, la brevedad consistirá en no exceder
“las 25 líneas de 60 espacios” (1, I, 49), es decir, alrededor de una carilla.
Es sabido que todos los estudiosos del nuevo género concuerdan en que la
brevedad es la principal característica, pero hay desacuerdos en cuanto su
límite.3 Se manifiesta aquí, entonces, la primera
cuestión atendible cuando entramos en el campo de lo breve: el problema de la
extensión.
En
cuanto a la publicación de microrrelatos, aparecen en esta primera edición
alrededor de 20 piezas breves; la mayoría de autores contemporáneos, como
Augusto Monterroso, Antonio Di Benedetto, René Avilés Fabila, Alejandra
Pizarnik, Macedonio Fernández, etc., y tres de escritores japoneses antiguos,
Xun-Zi, Mou-Zi y Han Fei-Zi, clara alusión sobre los orígenes orientales de
esta clase de textos.
Entre
los escritores mencionados surge como figura modelizante el escritor
guatemalteco Augusto Monterroso y su brevísimo “El dinosaurio”, ejemplo
paradigmático de microrrelato hispanoamericano. Este relato se erige, según
David Lagmanovich, como el texto narrativo más corto, el que establecería el
límite mínimo de brevedad. En el otro extremo estarían relatos como “La migala”
de Juan José Arreola o “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar4.
La selección del corpus
de la revista tiene que ver con la necesidad de reafirmar su objeto de estudio
y, de alguna manera, legitimarlo frente a su público lector. De esta manera, Giardinelli y su equipo de asesores
comienzan a desarrollar también un papel de antologistas y, como sostiene
Pollastri: “Todo
antologista funciona como crítico y superlector, y toda antología se vuelve un
modelo de lectura”5. Esta intención queda explícita en el primer
editorial de la revista, cuando se manifiesta que “Puro cuento pretende
ser [...] la más económica antología de cuentos que un lector pueda encontrar y
disfrutar durante dos meses” (I, 1, 1).
De los
36 fascículos que conforman Puro cuento, sólo en cuatro de ellos
aparecen ensayos o escritos teóricos sobre el microrrelato, lo cual demuestra
el vacío teórico existente por aquellos años con respecto al tema. Recién en la
décima publicación aparece el primer acercamiento teórico: “Brevísima relación
sobre el minicuento en Hispanoamérica”, de Juan Armando Epple, texto que
constituye la “Introducción” de su libro: Brevísima relación: El cuento
corto en Hispanoamérica, que acababa de publicarse en Chile.
Epple
destaca que la concisión discursiva es la característica en común que poseen
los microrrelatos; y establece múltiples vinculaciones de este tipo de escritura:
con la tradición oral (el folklore o la leyenda), con textos clásicos que son
reelaborados, con la experiencia contemporánea que se ficcionaliza; o aquellos
que proponen un universo imaginario de sentido autosuficiente. Señala que el
criterio provisional para calificarlos como cuentos tiene que ver con “la
existencia de una situación narrativa única formulada en un espacio
imaginario y en su decurso temporal, aunque algunos elementos de esta tríada
(acción, espacio, tiempo) estén simplemente sugeridos” (10, II, 33).
El
segundo estudio crítico acerca de la minificción aparece en la revista N° 18 –
publicación del tercer aniversario—, bajo el título: “El cuento brevísimo:
¿Ficción repentina?”. Vale destacar que está rubricado con la etiqueta de
“especial”, lo cual connota la atención acentuada que se está produciendo
frente al nuevo fenómeno literario. El artículo constituye un fragmento de la
“Introducción” del libro en lengua inglesa denominado Sudden Fiction,
editado por Robert Shapard y James Thomas (aunque no nombrado este último en Puro
cuento) en 19876.
Los
impulsores del libro mencionan la explosión, a favor y en contra, que
suscitó entre los escritores y editores estadounidenses la lectura de la
primera versión del volumen, intitulado Blasters (en el sentido de
“explosión”). Tal denominación pasó a ser tema de discusión en tanto
determinaba una característica del relato breve, pero que no era
imprescindible: entre los 70 microrrelatos que conforman el libro, algunos no
“detonaban”, no “tenían impacto”, simplemente prevalecía la sutileza, el
sugerir no el “explotar”. Y por fin llegó: “Repentino. Sin advertencia, del
latín ‘subire’, acercarse a hurtadillas. Imprevisto, rápido. Repentino.
Sí.”(III, 18, 29) Ésa sería la denominación del nuevo género: “ficción
repentina”.
A
continuación, Puro cuento selecciona
y publica algunas de las opiniones y reflexiones recogidas en el mismo libro.
Éstas conforman verdaderas “teorías en miniatura” acerca del cuento breve, en
las cuales se vislumbran multiplicidad de criterios para abordarlo: la
extensión, el efecto en el lector, los elementos básicos de la narración
(personaje, tiempo, espacio, asunto, etc.), el público lector, los orígenes y las
relaciones con otras formas literarias tanto antiguas (parábola, fábula, mito,
exemplum) como actuales (poema en prosa), la experimentación con el lenguaje,
el contexto histórico, entre otros.
Sudden fiction viene a llenar, según
Giardinelli, un espacio teórico desierto en torno al microrrelato. Corre el año
1989 y parece desconocer que, en su propio país, algunos investigadores ya
venían trabajando seriamente sobre la minificción desde principios de los 80: Dolores
Koch, David Lagmanovich, Laura Pollastri, entre otros; estudios que aún no eran
de difusión masiva pero que comenzaban a ingresar en la agenda académica en
tanto se presentaban en congresos, en programas de carreras de grado y
posgrado, en revistas especializadas, etc7.
Lo cierto es que, para el director de la revista, una publicación en lengua
inglesa constituye la voz de alerta sobre la importancia del nuevo fenómeno
literario.
En la
publicación N° 21 el microrrelato cobra primer plano. En las páginas centrales
aparece una nota escrita especialmente para Puro cuento por Edmundo
Valadés: “Ronda por el cuento brevísimo”. Allí, el escritor mexicano reconoce
el mérito de su propia revista—El cuento-- como la primera promotora en
la difusión de este tipo de textos. También menciona a Ekuóreo, en
Colombia, como la publicación especializada en recogerlos, y a Zona--
revista de Barranquilla dirigida por Laurián Puerta--, que plantea, en una
suerte de manifiesto de la escritura brevísima, “la función literaria
subversiva” del minicuento (IV, 21, 28).
En cuanto a las propias
consideraciones teóricas sostenidas por Valadés, el microrrelato es una
narración que no debe exceder los “tres cuartos de cuartilla”; posee “una
historia vertiginosa que desemboca en un golpe sorpresivo de ingenio”. Las
temáticas suelen girar en torno a la contraposición de incidentes famosos en la
historia, creando situaciones finales desestabilizadoras para el lector:
“fórmula compacta de humorismo, ironía, sátira o sorpresa, si no todo
simultáneo” (IV, 21,29).
Otro
dato relevante aporta este ensayo al erigir la figura de Julio Torri, escritor
mexicano, como el fundador de la nueva estética de lo breve con su texto “A
Circe”, que abre su libro Ensayos y poemas de 19178.
A partir de Torri, Valadés comienza a configurar su propio canon de escritores
de microrrelatos: Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Augusto Monterroso,
René Avilés Fabila, Anderson Imbert, Marco Denevi, Ana María Shúa, entre los
hispanoamericanos, y Franz Kafka, Jules Renard, Max Jacob, Henri Michaux, por
nombrar algunos foráneos.
Por otro
lado, también aparece en esta edición una selección de cuentos breves
colombianos, acompañados por una introducción de José Cardona López, en la que
hace alusión al imperio de la novela y al desdén editorial sufrido por el
cuento y sus formas brevísimas-- modulaciones literarias “perdedoras”-- que,
sin embargo, están proliferando en Colombia a la espera del “bautismo” que
legitime su existencia (IV, 21, 18).
Para
concluir este recorrido, en la última publicación de Puro cuento, la N°
36, aparece: “Aproximación al minicuento hispanoamericano: Juan José Arreola y
E. Anderson Imbert”, de Graciela Tomassini y Stella Maris Colombo. Este ensayo
agrega al de Valadés, otro explorador del microrrelato hacia 1917: Ramón Gómez
de la Serna, escritor español y creador de las ‘greguerías’, quien cultiva
contemporáneamente a Torri el relato brevísimo en su libro Muestrario
(1917).
Tomassini y Colombo acuñan para el
microrrelato el término “trans-genérico” en tanto abarca múltiples variantes
configurativas. La utilización de diversos patrones de escritura promueven su
“carácter proteico e híbrido” (VI, 36, 32), lo cual obstaculiza una clara
definición. A diferencia de Valadés, consideran que la acción no es la
condición primordial, ya que muchas veces queda elidida o, simplemente,
predomina un discurso descriptivo o lírico.
Por otro lado, relacionan la nueva
estética con el contexto en donde se produce: el imperio de la imagen, la
estética del video clip, el slogan
publicitario o político, el flash; en
fin, la comunicación mediática en general y, en palabras de Lauro Zavala, “el
ritmo vertiginoso de la vida cotidiana urbana” (Zavala 2000: 15), establecen
íntimo contacto con la naturaleza incompleta del microrrelato.
La fragmentariedad impulsada por la
industria cultural actual repercute, sin duda, en la escritura y es el lector ahora
quien debe reconstruir la unidad significativa. En efecto, toda minificción
requiere un lector activo, que ponga en funcionamiento todas sus competencias
en pos de la creación del sentido del texto. El acto de lectura no termina en
el punto final del texto, sino que sigue silenciosamente en la mente del
lector.
He intentado en este trabajo investigar
parcialmente la teoría que se va construyendo acerca de la minificción en la
revista argentina Puro cuento. Digo: parcialmente, ya que sólo me aboqué
al estudio del primer ejemplar y al análisis de los sucesivos ensayos teóricos
que se publicaron en torno al microrrelato.
A partir de este recorte, pueden
esbozarse algunas conclusiones. En primer lugar, afirmar que la escritura de lo
breve tiene cada vez mayor incidencia en la revista. Esto es producto, por un
lado, de la respuesta positiva e interesada del público lector con respecto a
esta nueva forma escrituraria; y, por otro, el éxito suscitado por el Concurso
de cuentos breves. En segundo lugar, se observa cómo a medida que los
microrrelatos adquieren mayor importancia, comienzan a sumarse abordajes
teóricos en torno al tema. Si bien son sólo cinco los estudios críticos que
aparecen en toda la publicación, resultan sumamente enriquecedores, ya que contribuyen
a sistematizar una incipiente teoría frente a un nuevo fenómeno literario
escasamente estudiado.
Por último, al delinear una teoría
aproximativa, también se va configurando un canon de cultores del género tales
como: Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso, Juan José Arreola, René Avilés
Fabila, Enrique Anderson Imbert, Marco Denevi, Ana María Shúa, Andrés Caicedo,
Consuelo Triviño Anzola, por nombrar algunos de los hispanohablantes9.
El microrrelato hispanoamericano
prolifera inusitadamente hacia fines del siglo XX. Actualmente, no sólo es la
forma elegida por muchos escritores-- incrementada por la abundancia de
concursos literarios-- sino que también el discurso crítico se encuentra muy
interesado en el tema. Además encuentra, por su brevedad, espacios de
legitimación, precisamente, en las revistas literarias y los suplementos
culturales. Por otro lado, se observa su inserción en los programas de estudio,
tanto de universidades como de escuelas medias y primarias.
En efecto, resulta fundamental reconocer
en Argentina a la revista Puro cuento como uno de los principales
espacios fundacionales en el proceso de legitimación del microrrelato: por su
masiva publicación y difusión, por fomentar su escritura a través de los
concursos literarios, por alojar estudios críticos que ayudaron a delinear su
teoría. En fin, corre el siglo XXI y la escritura de lo breve ya no es
marginal, estamos frente a la inserción de este nuevo género al canon oficial
de la literatura: gracias Puro cuento.
BOURDIEU, Pierre. “Campo intelectual, campo del
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Buenos Aires: Folios Ediciones, 1983, p.9-35.
ESPINOSA, Gabriela. “Un lugar de reflexión: Puro
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POLLASTRI, Laura. “Del papel a la red:
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Claves para un debate y reflexión transdisciplinaria”. Red Nacional de
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Roca, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del
Comahue, 13 al 15 de noviembre de 2003. CD Rom, ISSN: 1515-6362.
----. "Piezas de un
rompecabezas: ficción breve y fragmento en la literatura hispanoamericana”, en Actas
del III Congreso Internacional de Minificción, Valparaíso, 2004, en prensa.
----. “El canon hereje: la minificción hispanoamericana” ponencia
leída en el II CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA, Mar
del Plata, 25 al 27 de noviembre de 2004 (inédito).
Puro cuento, Argentina, 1982-1986, Mempo
Giardinelli editor.
ZAVALA, Lauro, (Selección y prólogo) Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos, México:
Alfaguara, 2000.
1 Esto no quiere decir que no se hayan publicado autores consagrados. En la revista aparecen muchos de ellos ya sean hispanoamericanos como del resto del mundo: Fray Mocho, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, Ernest Hemingway, Guy de Maupassant, Antón Chejov, Edgar Allan Poe, por nombrar caóticamente sólo algunos.
2 Laura Pollastri. “Del papel a la red: lugares de legitimación de la minificción” en Actas de las 7° Jornadas Nacionales
de investigadores en comunicación. “Actuales desafíos de la investigación
en comunicación. Claves para un debate y reflexión transdisciplinaria”. Red
Nacional de Investigadores en Comunicación. Gral. Roca, Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Comahue, 13 al 15 de
noviembre de 2003. CD
Rom, ISSN: 1515-6362.
3 Edmundo Valadés propone que no debe exceder los tres cuartos de
cuartilla (“Ronda por el cuento brevísimo”, Puro
Cuento, año IV, N° 21, mar/abr 90, p. 29); David Lagmanovich postula “desde
una línea hasta una página”; también ha dicho: “puede tener un solo párrafo (o
en todo caso, no más de dos o tres) y caber en una página, una página y media,
o dos páginas de extensión” (en Microrrelatos Cuadernos de
Norte y Sur, 1999).
En la antología elaborada por Shapard y Thomas, Sudden fiction, se propone un máximo de cinco páginas.
4 David Lagmanovich, Microrrelatos, Cuadernos de Norte y
Sur, 1999, p.24.
5 Laura Pollastri, “El canon hereje: la minificción hispanoamericana”
ponencia presentada en el II CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE
LITERATURA, Mar del Plata, 25 al 27 de noviembre de 2004 (inédito).
6 Mercedes
Fernández-Beschtedt en “De Sudden fiction a Ficción Súbita.
Antología, traducción y microrrelato” trabaja la importancia de la relación
establecida entre el volumen de Shapard y Thomas y Puro cuento. Señala también que en Estados Unidos hacia fines de los ochenta,
si bien se habían publicado antologías de relatos breves, todavía no se
abordaba críticamente la naturaleza de los mismos (en Actas del III Congreso Internacional de Minificción,
Valparaíso, 2004, en prensa).
7 Para aprehender el recorrido histórico de estudios críticos, antologías, revistas y encuentros académicos que existen alrededor del microrrelato, resulta enriquecedor el trabajo de Laura Pollastri, “El canon hereje: la minificción Hispanoamérica”, anteriormente citado.
8 Vale destacar que a partir de
la revalorización de Julio Torri, en el ejemplar siguiente de Puro cuento
se publica una selección de microrrelatos del mismo.
9 La mayoría de estos escritores son entrevistados
en Puro cuento. El espacio de
la entrevista constituye otro interesante lugar de análisis en torno al
microrrelato, ya que diversos pensamientos teóricos se desprenden de los mismos cultores de la escritura breve.