Vistas
y retratos de la frontera sur. El viaje a la Patagonia de Roberto
Arlt Miranda,
Julia |
Los
géneros diversos a los que Roberto Arlt se dedicó –novela, cuento, teatro,
crónica- exponen en los textos de este escritor varios elementos
comunes. Es evidente, en principio, la presencia de temas recurrentes. La
crítica ha citado las preocupaciones de Arlt por el hombre contemporáneo de
clase media, angustiado por la paralizante sujeción a la situación social[i].
También se ha señalado la importancia de la vida urbana y del universo
tecnológico, la modernidad, siempre convocados en su literatura[ii].
No obstante, hay otros universos que también tienen insistencia en la obra de
Arlt, aunque aparezcan de manera más solapada. Nos referimos al viaje, a la aventura y a la naturaleza,
que constituyen un núcleo de significaciones que en muchos casos opera como el
reverso de los ya largamente estudiados por la crítica.
Entre el
11 de enero y el 19 de febrero de 1934, Roberto Arlt viaja al sur y escribe las
Aguafuertes patagónicas para el diario El Mundo, del cual es cronista desde el
año 1928. Viaja por las provincias de Río Negro y Neuquén, recorriendo las
ciudades de Patagones, Viedma y Bariloche, así como diversas zonas de la
precordillera y el camino de los lagos.
En este
trabajo recorreremos dos líneas que se demarcan claramente en estas
aguafuertes: la construcción del paisaje natural y el interés por lo social. A
través de su itinerario, Arlt elabora el paisaje mediante procedimientos
descriptivos que podrían remitir, por un lado, a ciertos modos de
representación romántica y, por otro, a
formas vanguardistas, estas últimas ya consolidadas en su novelística. Si bien
la fascinación por el paisaje se mantiene a lo largo de su travesía, hacia el
final el foco de atención se concentrará en las condiciones de vida de los
habitantes. En este punto la escritura cambia su registro descriptivo
presentando los datos de la realidad con un tono marcadamente informativo, e
incluso de denuncia, que en Arlt se vincula con su función periodística.
La
figura del turista es apropiada para caracterizar los viajes de los llamados
por Arlt "escribidores"; así nombra en el aguafuerte “Argentinos en
Europa” a los escritores que viajan y coleccionan ruinas, paisajes y monumentos
a modo de souvenir.[iii] En esas
crónicas de viajes faltan, dice Arlt, los seres humanos.
Tzvetan
Todorov plantea que el objetivo primordial del viajero está en la
experiencia intersubjetiva, lo cual marca una radical diferencia con el turista[iv].
Fiel a su crítica del viaje turístico Roberto Arlt realizará una serie de
viajes desde 1930 hasta el año de su muerte, 1942, siempre como enviado del
diario. Durante el recorrido por el Sur, entonces, observará con detenimiento,
casi de etnólogo, a los habitantes de la región. Sin embargo, dado el contexto
político, no explayará sus opiniones críticas, sólo señalará al poder del
Estado como responsable de la pobreza con la que allí se encuentra[v].
“Tierra de nadie”, “País del Viento”, “país
de embrujo”, “principado de opereta”, “estado luxemburgués”, lugar de titanes,
refugio de escapados de la justicia, “frontera real y violenta”, “país aparte”,
de todos estos modos refiere Arlt al sur que recorre. Es ciertamente un viaje a
una región del país, pero que, según el cronista nos dice, no parece ni
Argentina ni Chile. Si bien recorre una región del mismo país, el viaje se
constituye como visita a “otro país”, zona todavía excluida con respecto a la
centralización de Buenos Aires. Desde este territorio de frontera, ambiguo
entre el propio país y el extranjero, enviará sus crónicas a diario entre enero
y febrero de 1934.
La escritura de la
crónica en tanto forma abierta, flexible, permite incluir diferentes operaciones
textuales que remiten tanto al registro periodístico como al ficcional. Es por eso que este viaje evidencia una
permanente tensión entre dos polos: por un lado Arlt registra la realidad con
crudeza, función propia del periodismo, y por otro se retrata a sí mismo,
viajero, y a algunos lugareños como personaje y compone, asimismo, un paisaje
exuberante. Esquemáticamente podemos decir que en uno de los polos de la
escritura rige cierto realismo, ligado a la notación periodística y en el otro
desborda el romanticismo pictórico y la fabulación. Está claro que esta
dicotomía es artificiosa, puesto que los modos
a los que recurre el cronista para representarse a sí mismo, así como
las formas de inventariar el lugar y sus habitantes -y la vida que allí llevan-,
se trenzan en continuos cruces y superposiciones; no obstante este deslinde nos
permite ver con claridad los procesos de la escritura.
En la primera de las
crónicas se define como “explorador clásico” pero, a diferencia de ellos, no
establece una filiación con célebres exploradores, al contrario, se arma un
personaje de ficción, ya que se vestirá al modo del “aventurero fatal“ de las películas y calzará las “botas de siete
leguas”. Sosteniendo el tono irónico que domina en sus crónicas cita a dos viajeros
de dudosa palabra: Sir Walter Raleigh y Ctesias, quienes escribieron historias
poco creíbles. De este manera, elige una genealogía excéntrica, una tradición
ligada a la (falsa) aventura. Este viajero va a asirse de las marcas retóricas
de los grandes relatos de los primeros viajes expedicionarios a América "y no sé si descubrir un nuevo
continente". Presenta como motivo de su viaje un itinerario por la
cordillera y los lagos y dispara una retórica del peligro en tono jocoso”correré
graves riesgos en la cordillera de los Andes (pues si al pasar por un abismo se
le rompe la cincha al caballo, yo me mato...)”.[vi]
Y queda así trazado,
desde el prólogo, su plan de viaje distanciado de lo que han sido
históricamente los viajes a la Patagonia: exploraciones científicas con fines
políticos de incorporación del territorio patagónico al mapa del país, como los
de Estanislao Zeballos y Francisco Moreno. Para parodiar aquellos sobrios
tratados científicos y expedicionarios (dice además en el prólogo “no aspiro
a la estatua ni ser miembro de la Academia Geográfica”) recurre a la
parodia de ciertos clichés románticos: “Un
camino de pedregullo y polvo sube y baja a lo largo de las lomas. De trecho en
trecho, aparecen arroyuelos y montecillos bastardos y en redor vuela la pajarería
completa de los tratados de ciencias naturales” .
Decíamos
antes que Arlt retrata a los habitantes, agudiza la mirada política sobre la
realidad social; en este aspecto no hay cabida para el humor. Así ocurre en las
aguafuertes “Cuatrerismo y hambre” y “Hay hambre entre los escolares del sur”.
Su punto de vista enfatiza la realidad y la demarca con total claridad,
haciéndose cargo de mostrarla, otorgando a sus notas alcance de denuncia
periodística. Así sucede cuando recoge el testimonio de una maestra acerca de
los niños que revuelven basura para poder comer, y asegura: “yo pienso en investigar este asunto. Allá
en Buenos Aires se ignoran estas terribles verdades”. Arlt también denuncia
en esa crónica la explotación de los obreros rurales en las estancias; ofrece
datos, estadísticas, cifras para corroborar que habla de la realidad.
Desde
otro enfoque, ya no realista, este viajero ve con asombro la apariencia física
de los mestizos, sugiriendo una suerte de exotismo. Al retratarlos los compara
con “Los nativos”, quienes “resultan, junto a estos magníficos ejemplares de bestias rubias,
raquíticas estampas”. Y él mismo puesto en la comparación con los
mestizos, considerando su propia altura, se ve “más chato que tachuela”; o
cuando por las calles encuentra “magníficas mujeres gigantescas, mujeres
altas como pinos o cipreses”. Apreciación que está puesta en lo excepcional
de la figura corporal de los mestizos. Sin embargo, no es estrictamente exótico
este encuentro porque, (lo decimos a partir de lo exótico según a Todorov) no
hay una valoración cultural de uno sobre el otro.
Siguiendo
en esta línea de representación Arlt también habla de los pioneros, a quienes
describe como seres de ficción. Así por ejemplo el aguafuerte “Alemanes en
Bariloche” cuenta el caso de Don Bernardo Book, uno de los fundadores, quien “levantaba y cargaba 300 kilos” y
recuerda los “tiempos heroicos de
Bariloche”, situados al comienzo del siglo XX.[vii]
Las vistas:
El aguafuerte, técnica plástica que reproduce la
obra de arte, es el término elegido por Arlt para denominar sus crónicas. La
imagen retratada, los procedimientos descriptivos, lo minucioso de las formas y
colores, en suma, lo visual es un elemento constante en estas crónicas. Lo
descriptivo remite tanto a modos vanguardistas de construcción de la imagen
(formas expresionistas, uso de líneas geométricas, elementos urbanos) como a
formas decimonónicas (notaciones realistas,descripciones románticas).
La
crítica ha entendido los procedimientos descriptivos de estas aguafuertes como
una transposición directa de la descripción del paisaje urbano al paisaje
natural. De este modo, Sylvia Saítta cuando caracteriza la descripción en las
crónicas del sur, encuentra que “Arlt no
modifica su aparato de percepción sino que apela al sistema de metaforización
característico de su narrativa urbana, sólo que lo hace para narrar y describir
un escenario diferente. (...) sólo puede ver y aprehender lo diferencial del
escenario de la naturaleza bajo un mirar de formas geométricas, generalmente
mecánicas, que tornan familiar y transmisible el nuevo referente”.[viii]
Por su parte, Jens Anderman afirma que
“las formas naturales sólo remiten a la arquitectura y al cemento portland”[ix].
Encontramos en estas aguafuertes estos modos de descripción, sin embargo
consideramos que no son los únicos ni los predominantes.[x]
La naturaleza aparece representada con marcas de cierta perspectiva romántica.
Así, por ejemplo Roberto Arlt describe el río Limay: “Al pie de un empinado camino, tallado en la barranca, veo una pequeña
plataforma flotante sujeta por sogas a largos cables de acero que cruzan el
torrente. Más abajo, el Limay se encrespa entre las piedras, en un inquietante
encaje de espuma blanca. Ni más ni menos que si mostrara los dientes como un
can enfurecido.” En ciertos pasajes se presentan formas ya cristalizadas
del romanticismo dieciochesco recalando, con ironía, en el sentimentalismo: “Patagones es un pueblo donde se puede morir
de muerte romántica.(...) Para escribir sobre Patagones hay que ponerse una
mano sobre el corazón y entornar dulcemente los ojos. Y no tener miedo al
ridículo”.
Al
comienzo de su travesía, cuando este cronista aún está viajando en tren,
arribando a destino, descubre la planicie desértica. Este paisaje no representa
nada para él: “El paisaje, si se puede
llamar así, es una llanura aburrida”, lo cual produce una “monotonía inaguantable”. Y dice: “Resuelvo no mirar por la ventanilla. Este
paisaje me da bronca.”. El tópico de la extensión y lo ilimitado, la
aridez, se originó en los viajeros ingleses en contraposición a la propia
noción que ellos tenían de paisaje[xi].
Este tópico reaparece claramente en estas notas.[xii] En este sentido podemos ver que, tal como
ocurría con los viajeros ingleses, lo ilimitado de la pampa, su extensión, no es
representado como paisaje en tanto concepto pictórico.[xiii]
A
propósito de esta noción de “paisaje como cuadro” afirma Régis Debray que “No es posible el arte en Siberia, en la
pampa, en los desiertos, allí donde monotonía y uniformidad disuaden el ejercicio
puntilloso de la plasmación figurativa.”.[xiv]
La naturaleza que puede ser vista como paisaje es la que permite enmarcar los
contrastes de ríos, lagos, bosques, cascadas, montañas. Esta naturaleza es perceptible para quien
llega a ella desde una ciudad lejana porque para ver el paisaje es necesario no
habitarlo, no trabajarlo, enmarcarlo. Es la distancia de la mirada del
observador la que hará nacer el paisaje; ejercicio de encuadre que transforma “en cuadro un estado caótico del universo”[xv]:
la naturaleza. La palabra paisaje designó,
antes que a la naturaleza, a un género pictórico. Por otra parte, Debray
encuentra una profunda conexión entre el “retrato” y la “vista”, dice :”Rostro
humano y paisaje avanzan a la par. El retrato como género independiente, liberado
de su contexto sagrado (...) nace en el mismo período de tiempo (que el paisaje). La emergencia casi
simultánea del panorama y del autorretrato señala un salto adelante en el
desencantamiento del mundo.”[xvi]
Los
lenguajes cinematográfico y fotográfico también sirven a Arlt como referencia
para el despliegue pictórico de la descripción. Así, las nuevas técnicas -que
inquietaban tanto a Arlt- intervienen en la representación de la naturaleza
como otro modo de encuadrar la imagen: ”las
estribaciones de la precordillera convierten el paisaje en una cinematográfica
sucesión de acuarelas montañesas, de las que es imposible dar visión en una
sola nota”. El paisaje que
atrapa la mirada de Arlt es el mismo ya imaginado en sus novelas. En las
novelas, este espacio natural, en tanto metáfora (es decir, el Sur en tanto
mito de un nuevo comienzo[xvii])
no aparece en la escritura de estas crónicas, y se recupera y exalta la idea de
naturaleza como espectáculo.
Este
tópico de la naturaleza fue trabajado por Mary Louise Pratt en Ojos imperiales: América del Sur es
reinventada como naturaleza por el viajero Alexander von Humboldt a comienzos
del siglo XIX. Naturaleza impresionante, que conmueve, que conmociona y no la
cuantificable, mensurable, explorada por los expedicionarios de fin de siglo
XIX. Aquella naturaleza romántica es la que se despliega teatralmente ante los
ojos extasiados de los viajeros-espectadores. Pratt habla de una “naturaleza en
acción” que desestabiliza el sistema de percepción del que la aprecia[xviii].
Esto es exactamente lo que ocurre en la escritura de Arlt. Romanticismo de las vistas de Humboldt que es posible
encontrar en estas aguafuertes. Así, en una de sus excursiones, toma nota de
manera directa de la experiencia, escribe: “Yo
miro nuevamente la cordillera y anoto en mi libreta: Aunque todo es soledad y
quietud, uno está acompañado por el espíritu de la montaña (...) produce la
sensación de que a su sombra todos nuestros sentimientos tienen forzosamente
que agrandarse. Y se experimenta por esta montaña un verdadero amor físico,
porque ella es una fuente de emociones exquisitas”. En estas crónicas están
las tres imágenes primordiales de América, que según Pratt, fueron canonizadas
por Humboldt: extensas planicies, bosques frondosos y gigantescas montañas nevadas. Esta proliferación de imágenes
visuales hace de estas aguafuertes pequeños cuadros
de la naturaleza y le otorgan una particular unidad a la totalidad de la
escritura del viaje.
El
paisaje mismo, convertido en espectáculo, sorprende al viajero: ”De repente, se produce un fenómeno
inesperado. Como si un maravilloso truco escenográfico hubiera levantado el
telón de fondo de este escenario prodigioso, el valle se abre y se precipita
sobre una inmensa llanura de cobalto. Una voz al lado mío me saca del éxtasis:
¡El Nahuel Huapí! Contemplándolo así, ante mis ojos, comprendo que se le llame
el lago más hermoso del mundo. Toda otra descripción le queda chica.” Podemos
ver una suerte de teatralización del viajero y de su propio viaje, en el
momento del impacto visual: el espectáculo de la naturaleza.[xix]
El sur, entonces, dibujado como una frontera
representa, además de un límite, una zona de confluencia entre viaje soñado e
inalcanzable de la ficción, signado por la exuberante naturaleza que se
desplegará en el viaje que Arlt realizará como cronista. Viaje en el que se
empeñará en conocer una realidad
social, que reconoce como propia y a la vez lejana. Estas dos vertientes
se juntan en la frontera Sur: vistas y retratos.
Así, en esta
escritura, tramanda en el espacio permeable de la crónica, quedan implicadas -y
destinadas al amplio público del diario- ciertas representaciones de la
realidad social, la construcción del paisaje y
elaboraciones ficcionales del relato.
NOTAS
[i] Cf. Raúl
Larra “Roberto Arlt, el torturado”
[ii] Cf. Beatriz
Sarlo, “Buenos Aires: una modernidad periférica” y “La imaginación técnica”.
[iii] Seguimos a
Tzvetan Todorov en "Lo exótico" para distinguir entre el turista y el
viajero.
[iv] Todorov, Tzvetan “Lo exótico” en Nosotros y los otros Siglo
XXI Editores, México, 1991
[v] A partir del
gobierno militar de la década del 30 se comienza a difundir el sur como destino
turístico, aunque de manera rudimentaria aún. Arlt, debido a la censura debe
contener sus expresiones, tal como lo enuncia, por ejemplo, en el aguafuerte
porteña “Cómo quieren que les escriba.” En Aguafuertes porteñas cultura y
política.
[vi] En este
contexto sería innecesario aclarar que la caracterización como explorador y aventurero que se potencia
sobre su figura no invalidará las preocupaciones como investigador periodístico
[vii] Otros
habitantes del lugar son también retratados por Arlt: las curanderas, una
narradora de historias extraordinarias, el juez y otros funcionarios estatales
que no cumplen en verdad ninguna función. Mediante la figura de los
funcionarios públicos, deja asentada una suerte de denuncia indirecta hacia el
Estado, que, a través del abandono, evidencia una falta de interés por la
región.
[viii] Sylvia
Saítta, Prólogo a El país del viento, pag. 15.
[ix] Jens
Anderman, “Arlt, lejos de las hermosas ciudades” en Mapas de poder pág 143.
[x] Asimismo
pensamos que cuando aparecen las formas de representación ligadas a lo
geométrico o a las metáforas vinculadas con lo que Oscar Massota trabaja en el
capítulo “La palancha de metal” en Sexo y
traición en Roberto Arlt, en estas crónicas esta clase de metáforas pierden
por completo la significación que tienen en las novelas.
[xi] Cf. Isabel
Stratta “Viajeros intertextuales” y Adolfo Prieto “Los viajeros ingleses en la
emergencia de la lieratura argentina”
[xii] Por otra
parte, es notable que para Arlt la región no es un “desierto” (como lo sostuvo
cierto imaginario del siglo XIX), al contrario, es una región habitada.
[xiii] Cf. Isabel Stratta op. cit.
[xiv] Regis Debray,
pag.161.
[xv] Regis Debray.
[xvi] Regis Debreay
pags. 167, 168.
[xvii] Este aspecto
lo hemos trabajado en “Viaje imaginado, viaje real: las Aguafuertes patagónicas
de Arlt” presentado en el Primera
jornada Comparatista y publicado en Tramos
y Tramas. G. Cariello y G. Ortiz Comps. Rosario, Editorial Laborde, 2006.
[xviii] Mary Louise
Pratt Ojos imperiales pág. 219, 220.
[xix] Sostiene
Ottmar Ette que esta teatralización es un “punto álgido”, el de mayor
concentración de la fascinación del viajero.
BIBLIOGRAFÍA:
-
Anderman, Jens “Arlt: lejos de las grandes
ciudades” en Mapas de poder, Ed.
Betriz Viterbo, Rosario, 2000.
-
Anderman, Jens: “El su profundo: geografía, paisaje
y conquista en la campaña al desierto” en
Estudios. Revista de
investigaciones literarias y culturales Año 8, N°16 Caracas, jul-dic. 2000.
-
Arlt Roberto: El juguete rabioso, Compañía General
Fabril Editora, Bs. As. 1969.
-
---------------: Los siete locos, Compañía General Fabril Editora, Bs. As, 1968.
-
---------------: Los lanzallamas, Compañía General Fabril Editora, Bs. As. 1968.
-
---------------: El amor brujo, Compañía
General Fabril Editora, Bs. As. 1968.
-
---------------: En el país del viento, viaje a la Patagonia (1934) Silvia Saítta comp., Ed. Simmurg, Bs. As. 1967.
-
---------------: Aguafuertes porteñas, en Obra Completa. Editorial Carlos Lohlé, Bs. As:, 2
vols. 1981.
-
---------------: Aguafuertes porteñas, vida cotidiana, Ed. Losada, Bs. As., 2003
-
Arlt, Roberto:
Aguafuertes porteñas, cultura y política, Ed. Losada, Bs. As., 2003.
-
Ballent, Anahí y Gorelik, Adrián: “País urbano o
país rural: La modernización territorial y su crisis” en Nueva Historia argentina Tomo 7.
-
Castagna, Rodolfo: Aguafuerte y técnicas afines, CEDAL, Bs. As., 1968.
-
Debray, Regis: “La geografía del arte” en Vida y muerte de la imagen, historia de la
mirada en occidente, Ed. Paidos, Barcelona, 1994.
-
Ette Ottmar:
Literatura de viaje. De Humboldt a
Baudrillard, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2001.
-
Hauser, Arnold: “El romanticismo alemán y el de
europa occidental” en Historia social de
la literatura y el arte, Tomo II Ediciones Guadarrama, Madrid, 1969.
- Larra, Raúl: Roberto Arlt, el torturado Editorial
Futuro, Bs.As., 1986.
-
Livon-Grosman, Ernesto: Geografías imaginarias, el relato de viaje y la construcción del
espacio patagónico, Beatriz Viterbo Editora, Rosario, 2003. Massotta, Oscar: Sexo y traición en Roberto Arlt. Jorge
Alvarez Editor, Bs.As. 1965
-
Pratt, Mary Louise: “Alexander von Humboldt y la
reinvención de América” en Ojos
imperiales. Literatura de viajes y transculturación, Universidad Nacional
de Quilmes, Bs. As. 1997.
-
Prieto, Adolfo:
Los viajeros ingleses en la emergencia de la literatura argentina
-
Prislei, Leticia: “Prensa y política: formas de
inclusión.exclusión y construcción de la ciudadanía en los territorios del sur
durante las primeras décadas del sigloXX” en 19 Anuario. Segunda época 1999-2001 Facultad de humanidades y
Artes, Escuela de Historia, 200, Rosario.
-
Ramos, Julio: “Límites de la autonomía: periodismo
y literatura” en Desencuentros de la
modernidad en América latina. Literatura y política ne el siglo XIX, Fondo
de Cultura Económica, México, 1989.
-
Rosa, Nicolás: Nuevas expediciones. Itinerarios,
migraciones, excursiones, turismo. En Actas
del 1° Encuentro Las metáforas del viaje y sus imágenes. La literatura de
viajeros como problema Rosario, 2002
-
Saítta, Sylvia: El
escritor en el bosque de ladrillos, Editorial Sudamericana, Bs. As, 2000.
-
---------------- “Prólogo” a El país del viento de Roberto Arlt, Ed. Simurg,
Bs. As. 1997.
-
----------------: “Roberto Arlt y las nuevas formas periodísticas” en Cuadernos Hispanoamericanos, Los
complementarios N° 11,
-
Sarlo, Beatriz: Una
modernidad periférica Ed. Nueva Visión, Bs. As., 1988.
-
Stratta Isabel: “Viajeros intertextuales” en Area y
Moraña comps. La imaginación histórica en
el siglo XIX, UNR Editora, Rosario, 2000.
-
Todorov, Tzvetan
“Lo exótico” en Nosotros y los
otros Siglo XXI Editores, México,
1991.
-
Viñas, David: Literatura
argentina y realidad política. Ed. Centro Editor de América Latina,
Bs. As., 1982.