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“Extramares de la vida. La poesía de Martín Adán”

De Llano, Aymará
CE.LE.HIS. (Centro de Letras Hispanoamericanas)
Universidad Nacional de Mar del Plata

 

Primera instancia

 

           Martín Adán, Rafael de la Fuente Benavides (Lima, 1908𔁙1985) era poeta conocido porque habían aparecido algunos sonetos en la revista Amauta, pero en términos editoriales La rosa de la espinela es su primer poemario. De manera que Travesía de extramares, que hoy nos ocupa, es la segunda entrega estructurada en formato libro. Publica desde 1928 poemas dispersos y la novela La casa de cartón (1927) dentro del curso vanguardista de ruptura con la tradición. Hacia 1931 compone Aloysius Acker, poema de tono elegíaco; insatisfecho por el resultado, lo destruye, sólo se han conservado fragmentos que aparecen en Travesía. En esa misma época, Adán participa del resurgimiento de las formas métricas tradicionales que retornan en el ambiente poético castellano. La creación de sonetos perfectos produce, a principios de la década de 1930, una primera versión de Travesía de extramares, poemas que tratan la imagen del creador

 

-¡Que ser poeta es oír las sumas voces,

El pecho herido por un haz de goces,

Mientras la mano lo narrar no ösa! (I, 35)[1]

 

 Así como la creación artística como dificultad con el material lingüístico. Por otro lado, la vida como viaje en barco explicitado tanto en alusiones metafóricas:

 

-¡Yo, que pude morder, remontar la teoría,

Echar cartas y barcos de papel a mi río...! (QSiP, 68)

 

Como con referencias míticas, por ejemplo la mención a Caronte, barquero de los Infiernos que conducía las almas de los muertos al otro lado de la Estigia (VS, 90). Ya en “Barcarola” como tema central anunciado desde el primer epígrafe de Cervantes

 

Yo no sé adónde me guía,

Y así navego confuso,

El alma a mirarla atenta,

Cuidadosa y con descuido.

Cervantes  (B, 65)

 

             Esta obra llegará a su forma final recién entre 1945 y 1950 después de un trabajo muy arduo y constante de re-escritura. El trabajo formal muestra suma dedicación y una consciencia extrema del material con el que trabaja: la lengua.

   En Travesía de extramares hay sesenta y un poemas, casi todos son sonetos perfectos -endecasílabos con rima y ritmo intachablees- exceptuando “Dissonanza e preparazione”, composición interesante que aparece en cuarto lugar y reúne citas de otros autores inaugurando un juego innovador en la que también aparece un soneto. Todos los poemas tienen dos y tres epígrafes algunos firmados por el mismo Adán con la excepción de “Arpeggio e quanto cli segue” que tiene uno solo y es del propio autor. A esta descripción del formato debemos agregar que el poemario tiene un subtítulo escrito entre paréntesis, que remeda una dedicatoria, versa de la siguiente manera: (sonetos a Chopin). Este anticipo se completa en cada soneto ya que todos tienen un título en italiano -idioma universal en el que se denominan las composiciones musicales- y además, en un tercio de los sonetos, el subtítulo hace referencia a determinada obra de Chopin (Ej: Op.27, III op.28, VI Op.25). Se observa, así, una consonancia entre los sonetos y la obra de Chopin, que ha sido una fuente de inspiración junto con la presencia y cercanía del mar, según lo ha declarado Adán, de ahí la metáfora de la travesía en barco que sostienen todas las composiciones.[2]

 

Del barroco y otras consonancias

          Está vinculado con la tradición española y con el modernismo hispanoamericano: Góngora y Rubén Darío. En principio se diferencia del primero por la inclusión de epígrafes, además Góngora era un hombre con formación clásica -característica de su época- pero no le interesaba la historia de la lengua como para ser incorporada en sus poemas. A partir de Travesía de extramares se lo ha relacionado con el barroco de Góngora; el aspecto más ligado a aquél es la increíble experimentación a que sometió el lenguaje. El extenso trabajo, De lo barroco en el Perú, es un ensayo de interpretación de la literatura peruana presentado como tesis para el Doctorado en Letras en la Universidad Mayor de San Marcos en 1938. Se trata de un texto denso como si el tema del barroco debiera ser trabajado, también, en una prosa barroca. Parte en su estudio del barroquismo del siglo XVII con Peralta (Pedro de Peralta Barnuevo 1663-1743) y los poetas culteranos, luego le ha dedicado el segundo capítulo a Mariano Melgar (1790-1815), escritor del período de la emancipación para llegar al modernismo con José Santos Chocano (1875-1934) y finalizar con José María Eguren (1874-1942) y el postmodernismo. Adán re-escribe este ensayo posteriormente a su primera publicación, estos tiempos son compartidos con la escritura y re-escritura de los sonetos de Travesía. Podemos insinuar una ida y vuelta entre ambos trabajos –Del barroco... a  la Travesía...- no como un determinismo  sino como el hallazgo de una experiencia, la del barroco y precisamente, la del gongorismo.

         Por otro lado, la relación con Darío es clara. En la generación de Adán ya se podía hacer un balance y el resultado dio saldo positivo para Darío, aunque en generaciones anteriores habían roto con el poeta cisne. En el caso de Adán, la filiación está corroborada por su misma obra ya que, en 1967, escribió “Mi Darío”, poema extenso en el que se plantean problemas existenciales, entre ellos, el lugar del poeta y de la poesía.

 

¡Rubén, tú que supiste de eterna poesía,

Dame de los insectos que me pican y pueden

Y que me hacen furores y el ser de cada día!

 

Desde otro enfoque, también existe relación con Trilce de César Vallejo, más allá de los arcaísmos utilizados por ambos las formas son extremadamente opuestas, sin embargo los dos comparten la intención última de expresar situaciones-límite de sufrimiento para las que el lenguaje resulta insuficiente y ambos poetas han sabido llevarlo a extremos insospechados.

 

¡Ay, que se me va la voz

Como se iría mi sangre!...

Escuchando a luces mudas,

Ya aprendí lo ïnefable

...que todo mi sangre vierte

Si no deriva en mi sangre! (DyP, 40)

 

 

Las figuraciones del sujeto

 

          Retomando, según ya vimos, los sesenta y un poemas mantienen un formato clásico respetado por completo en cuanto a medida, rima y acentuación. La inclusión de los epígrafes abre un campo de significaciones amplificador de sentido por extensión pero, al mismo tiempo, establece una distancia respetable con la tradición del soneto gongorino que no tiene epígrafes. Por otro lado, la excesiva cantidad de citas no sólo postergan la lectura del texto en sí, sino que también mantienen el nombre del autor básico, Martín Adán, en un segundo plano. Distraen de manera tal que el abordaje del soneto es retardado por el asedio de las citas y la atracción que ejercen autores clásicos y prestigiosos en el idioma original: Shakespeare, Leopardi Goethe, Nerval, Holderlin, Shelley, Rimbaud, o Whitman entre otros. Algunos autores repetidos como Keats, citado cinco veces, abre y cierra el libro o el Arcipreste de Hita que junto con Berceo, el Marqués de Santillana, Fray Luis de León, Cervantes y Quevedo lo inscribe en la literatura española pero también la europea y los contemporáneos como Joyce.

En cuanto a las diversas funciones que pueden cumplir los epígrafes, observamos que no operan como comentario o esclarecimiento del título pero sí del texto. Son anticipos temáticos del núcleo que va a desarrollar en el soneto: la muerte próxima “¡Oh muerte que das vida!” de Fray Luis de León (VS, 90) o los problemas de  amores expresados en “Berceuse”:

Pastorcico lastimado,

Descordoja tus dolores.”

-“¡áy, Dios, que muero de amores!”

Lucas Fernández

-¡No me dejes memoria, Amor, ninguna,

Y sordo tórname a razón y a canto,

Que pueda oír el hilo de mi llanto

Caer por la mejilla de la Luna!

 

-¡Deja que arrulle a mi vacía cuna!...

¡Que clave en mi ataúd martillo tanto!...

¡Que, a la rita más recia, postre cuanto

Al altozano alzóse, no a ala  alguna!...

 

-¡Apártate, mi amor, que eres de amores!...

¡Mi cordero no trisque entre tus flores!...

¡ni aún mi azor anide en tu hondo velo!...

 

-¡Mi ser, aparta, ea: Amor insiste!...

¡Otro tú me rehaga, impar el triste!...

¡Incapaz de caricia y de consuelo!... (60).

 

También el autor se inscribe, así, en una tradición literaria y establece una relación de afinidad con el autor de la obra de la cual proviene la cita. Dicha tradición se presenta ampliada, no circunscripta al barroco a pesar de adscribir, en esta obra, por entero a dicho movimiento.[3]

En este punto ya podemos hablar de un descentramiento. El soneto no es centro, más allá del poema, otros textos están operando aunque de diferente modo: uno, el de Chopin, no lingüístico, como referencia externa a este texto. El otro, la red de epígrafes, disputa el protagonismo con el soneto por constituirse en una presencia que se impone por permanencia en todos los poemas y por cantidad de espacio en la página. La mayoría de las composiciones cuenta con dos epígrafes cada una, con algunas excepciones -uno con tres epígrafes y otro con sólo uno pero del propio autor- según las varias versiones, que hoy constan en Internet en la Colección Martín Adán de la Pontificia Universidad Católica del Perú, cada soneto tenía hasta siete epígrafes que fueron retirados durante las correcciones.

La inclusión de epígrafes propios amerita un párrafo aparte. Por un lado el Martín Adán de los epígrafes inviste una materialidad distinta de quien firma el libro completo porque aparece como otro, fuera del texto base, que es el soneto, a veces compartiendo la página en el lugar excéntrico del epígrafe con un clásico de la literatura como Klopstock o Baudelaire. Si las citas ocultan al sujeto cuya marca básica es el soneto, el epígrafe firmado por él mismo lo reinscribe desde otro lugar, el de la tradición, el de los consagrados. Así el sujeto opera desde dos lugares de enunciación diferentes, de distinto estatuto discursivo: el poema y el epígrafe. La presencia se densifica, a pesar de que el nombre propio en la página oculta al sujeto del soneto. Algunas problematicas del sujeto están tratadas en los epígrafes, tal es el caso de la identidad.

 

 

¡Mi identidad hostil, mi hermano verdadero

Según seno incapaz de la propia natura!... (DyP, 39)

 

...................................................................................

 

¡Todo me es igual, Aloysius Acker!...

¡sólo tú me eres idéntico! (DyP, 41)

 

La voz que emite el discurso queda así, disimulada porque ingresan otras voces, otros textos. Parecería que esa voz no quiere ser identificada prefiere permanecer oculta, bajo otras huellas pero presente en ellas mismas y como un impulso aparecen los propios epígrafes, como emergentes de un deseo de apariencia de ser en la apariencia del epígrafe firmado por sí mismo como el otro idéntico a sí mismo.

Deja de ser importante llegar al final, la re-lectura surge permanentemente, se va descubriendo una forma de leer distinta en la que se va produciendo un des-cubrimiento, un des-velamiento de un sentido que está más allá de los sonetos y cuando eso se entiende el ojo lector ancla en los títulos, los epígrafes, en los subtítulos que remedan a Chopin, empieza la necesidad, o se crea desde el texto, la necesidad de recurrir a otros textos. Por ejemplo, la necesidad de escuchar a Chopin o de actualizar las imágenes auditivas del mar de Pacífico, del sonido del agua del mar contra el canto rodado, de escuchar ese fluir y de encontrarlo en los sonetos a partir del ritmo reiterado y permanente en los sesenta y un sonetos y en la acentuación. Así se va abriendo una significación que recién cuando se encuentra, empieza a operar en torno a otros sentidos ocultos hasta el momento. 

La máxima concentración de epígrafes o citas se observa en la cuarta composición “Dissonanza e preparazione” en la que el soneto se encuentra precedido por siete textos presentados como citas, no como epígrafes -al menos por la interpretación que podemos darle al armado gráfico de la página-, ya que conservan el margen izquierdo. Tres de éstos son de Martín Adán. Aparecen otras dos composiciones del autor después del soneto base que se indiferencia como un fragmento poético más cuando es una totalidad  en sí mismo.más

 

La imposibilidad de decir

 

Según Marco Martos,  Adán es un poeta diacrónico porque “atraviesa las capas históricas del lenguaje, caza literalmente vocablos, los desempolva y los deja transparentes para nuevos usos”(50).[4] Este proceso de actualización y resemantización, que refiere Martos exclusivamente al léxico, puede hacerse extensivo como operatoria en Travesía de extramares ya que la red de citas construyen un nuevo sentido en consonancia con el soneto que anteceden además de funcionar permanentemente el agregado de la referencia musical. Los sonetos, como el sonido ininterrumpido del mar, reiteran su ritmo y, aunque es casi siempre el mismo, al pasar las páginas siempre es otro con un nuevo sentido.

Para Martín Adán la poesía es un código dentro del código y, desde esta óptica, todo desciframiento será provisional tratando de imprimirle pautas de sentido al desorden y disciplina a la desolación. De alguna manera la desesperación reside en otra versión más de lo que muchos poetas han tratado de dar a entender: la imposibilidad de asirse a la poesía para dejar de ser inefable. En el epígrafe al libro Escrito a ciegas (1961) Adán sentencia:

 

Poesía no dice nada:

Poesía se está callada,

Escuchando su propia voz.

        

 

 


Referencia bibliográfica

1) Obras de Martín Adán

 

ADÁN, Martín

-------------------1976 Obra poética. Lima: Instituto Nacional de cultura.

-------------------1983 Poemas escogidos. Lima: Mosca Azul Editores.

-------------------1984 De lo barroco en el Perú (Peralta-Melgar-Chocano-Eguren).Lima: Peisa.

-------------------2001 A la rosa. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. Edición y presentación de Ricardo Silva-Santisteban

 

 

2) Bibliografía general:

 

ALONSO, Dámaso. 1974.  Góngora y el “Polifemo. Madrid: Editorial Gredos.Edición en tres volúmenes.

 

BENDEZÚ AIBAR, Edmundo.  2005. “La obra poética de Martín Adán”. Lima: Universidad de San Marcos. Centro virtual Cervantes.

 

Epígrafes e dedicatórias em Jacques Prévert http://triplov.com/surreal/eclair_02.htm

 

GENETTE, Gérard. 2001 [1987]. Umbrales. México: Siglo XXI

 

GÓNGORA, Luis de. 1980. Sonetos completos. Edición, introducción y notas de Biruté Ciplijauskaité. Madrid: Clásicos Castalia.

 

Martín. Revista de artes y letras. [tomo en homenaje a Martín Adán]. Lima: Universidad San Martín de Porres. N° 1.

 

MARTÍNEZ, Gregorio. 2001. “Travesía de extramares / Inasible como la música”. En:

Martín. Revista de artes y letras [tomo en homenaje a Martín Adán].Lima: Universidad San Martín de Porres. 1: 44-46.

 

MARTOS, Marco. 2001. “Apuntes sobre Travesía de extramares de Martín Adán”. En:

Martín. Revista de artes y letras [tomo en homenaje a Martín Adán].Lima: Universidad San Martín de Porres. 1: 47-51.

 

TAMAYO VARGAS, Augusto. 1979. Literatura peruana Tomo II.Lima: Stadium Editores. 4ta. Edición.

 

VARGAS DURAND, Luis Biografia de Martín Adán

 

WESTPHALEN, Emilio Adolfo. 1996.varios sobre arte y poesía. Perú: Fondo de Cultura Económica.


[1] Se citará el nombre o número del poema con la inicial y luego el número de página de la edición Adán, Martín 1976.

[2] Edmundo Bendezú en La poética de Martín Adán se centra en la relación entre los poemas y la música.

[3] Genette, 1987: 145-149.

[4] Martos, 2001: 50.

 

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