ENSAYO: EL GÉNERO EN CUESTIÓN-BORGES
/ OSMAN LINS
[1]
Cariello,
Graciela |
Al finalizar la década del 60, en
1969, en medio del momento políticamente más duro para los intelectuales del
Brasil, el escritor pernambucano Osman Lins publica un libro que será por
muchas razones emblemático: Guerra sem
Testemunhas (O escritor, sua condição e a realidade social).
Por un lado, es un ensayo en libro y no un libro de
ensayos. En él, el carácter de ensayo no se da por lo fragmentario, sino por la
indagación, por el abordaje a partir de la incertidumbre, por el trazado de un
camino, a veces vacilante. Junto a esto, la modalidad escrituraria configura
una retórica particular, entre la exposición, la ficcionalidad teatral, y el
desdoblamiento del yo enunciador, que se divide en dos: WM, sujeto ficcional
que representa al escritor y un “otro” que habrá de dialogar con él
indagándolo, que no tiene nombre y se representa por un ícono (dos triángulos
isósceles con inversión simétrica).
Guerra sem testemunhas ofrece algunas particularidades dentro del género ensayo:
es un libro que se propone como tal, y no una colección de textos
independientes. Mantiene una coherencia, que no está dada por la certeza, sino
por la búsqueda. El primer tramo del primer capítulo (O ato de escrever) se llama, significativamente, O sinuoso acesso. La indagación tendrá
una forma compleja, se plantea como obra, trabajo, exposición, búsqueda,
interrogatorio. Y la imagen de que se vale para mostrarlo es la del navegante.
La tarea que se propone es componer un libro con sus dudas y búsquedas. Al
final del recorrido, con algunas respuestas enunciadas a partir, ahora, de la
convicción y de un programa de acción posible, se siente lúcido y seguro.
En 1973, ante una exigencia académica, Osman Lins decide
escribir una tesis para doctorarse y lo hace sobre un autor que desde largo
tiempo estaba leyendo: Afonso Henriques de Lima Barreto. Analizará su obra en
busca de una traza formal. Pero no abandonará ni el tono polémico, ni su
postura frente a la problemática social del escritor y los lectores. Su tesis
se convertirá en libro, (Lima Barreto e o espaço romanesco) y junto con
el anterior serán los dos que él mismo llamará “ensayo”, diferenciándolos del
“conjunto de escritos”, recopilación de artículos breves, publicados antes en
medios de prensa (Do ideal e da gloria. Problemas inculturais brasileiros)
que podríamos considerar de género ensayístico -otro libro de este tipo será
organizado por su esposa, Julieta de Godoy Ladeira, después de la muerte de
Osman, Evangelho na taba. Outros problemas
inculturais brasileiros.
Ambos libros
designados como ensayos por su autor, sin embargo, se valen de recursos propios
de la ficción.
En Lima Barreto..., el mismo Osman Lins señala el
trazo ficcional de su ensayo, y lo sostiene con un argumento ensayístico y que
podría referirse a su propia obra novelística: “Poderia alguém, acaso, censurar
essa pequena intromissão do romance no âmbito do ensaio, quando tantas vezes
são os romances invadidos pela monografia e pelo pensamento abstrato?” El
primer capítulo, “Lima Barreto: o escritor”, comienza presentándolo como
un personaje de ficción, inclusive sin decir su nombre, nombrándolo como “um
homem”. El personaje asume la función de un observador. Junto con él, vemos
el espacio que contempla: la Ensenada de Botafogo, a través de la ventana del
Hospicio de Alienados, donde está recluido por loco... Después de mostrarnos al
personaje, el relato sigue, pasando por su salida del Hospicio, hasta su
muerte, aunque sólo se mencionan sus libros, las relaciones con su familia en
cuanto a su actividad literaria, los antecedentes de su locura, vinculada
también a su experiencia de escritor no reconocido... Se trata de su vida
literaria. Y de allí, se pasa a reflexiones sobre su instrumento de expresión,
mostrando la unidad estilística de su obra, y a continuación, su unidad
temática. Este pasaje está marcado por una articulación propia del ensayo: la
fórmula “por exemplo”. Por esa técnica aproximativa, pasamos
insensiblemente de lo narrativo a lo descriptivo-argumentativo, con que Osman
Lins va acercándose a la obra de Lima
Barreto, dando un rodeo. El discurso ensayístico en Lima Barreto... se
aleja intencionalmente de las formas apodícticas, de las afirmaciones rotundas,
y asume la forma de una aproximación, interrogativa y paulatina, a la obra
estudiada. Esa aproximación, como el
mismo autor aclara, dibuja la reconstrucción de una historia: la de su propia
conviencia con esa obra .
Releo, para pensar en las
relaciones tortuosas y complejas entre ambos autores, algunos de los “ensayos”
de Borges, de Otras inquisiciones. Este libro participa del doble juego
borgeano: si los “cuentos” de Ficciones y El Aleph son
“semiensayos”[2], los
“ensayos” de Otras inquisiciones son “semicuentos” (y este término no es
empleado por Borges ni sus críticos, pero lo moldeo sobre el otro, empleando el
mismo principio). Por este sendero encontraremos, en una encrucijada, los
textos osmanianos. Es en esa hibridación, además, que se construye la poética
de la lectura y también la americanidad (pero ese es otro tema, lo he tratado
en otro lugar[3], y no me
detendré en él ahora) de ambos escritores. Pues si bien no se trata sólo de
hibridación genérica, esta es la primera que opera en su poética.
En rigor de verdad, Borges no
llama “ensayos” a estos textos, sino que, en el Epílogo, los designa como “misceláneos
trabajos”, lo cual nos autoriza a pensar en su carácter mixto. El título nos
hace pensar en un género no ficcional. Nada, no obstante, nos obliga a pensar
(y sobre todo tratándose de Borges) que sólo se puede indagar o examinar algo a
partir de un texto no ficcional. Esto, si pensamos en “inquisiciones” con el
solo sentido de “acción
y efecto de inquirir: examinar, indagar
algo con cuidado”. Pero el
término tiene en nuestra cultura otro eco, siniestro, que no es ajeno a nuestra
lectura: “tribunal eclesiástico que perseguía y castigaba los considerados
delitos contra la fe”.
Analizando, para otra investigación tangencial a esta, las
traducciones de Borges en portugués, he notado la vacilación entre dos
términos, parcialmente equivalentes, para traducir este título: “inquirições” e
“inquisições”. El primero, que no tiene equivalente exacto en español, incluye
una acepción jurídica, pero no la relativa al tribunal eclesiástico, que sólo
forma parte de las acepciones del segundo término. Así, el traductor en
portugués puede elegir entre dejar latente este sentido, o eliminarlo. En
español no es posible. Borges podría haber elegido otro término, pero no lo
hizo. Esa resonancia, que sin duda estuvo presente en la lectura de sus
traductores, y que los llevó a elegir el otro término, el que elimina la
acepción que recuerda el oscurantismo y la intolerancia, surge, ahora, como un
efecto de lectura. Para confirmarlo, compararo estas Inquisiciones con
las primeras, cuya existencia presuponen, aun cuando su autor se negase a
reeditarlas. En el Prólogo al libro Inquisiciones, de 1925, Borges hace
mención expresa a ese otro eco del término: “Este [libro] que llamo
Inquisiciones (por aliviar alguna vez la palabra de sambenitos y humareda) “.
Queda claro, entonces, por qué usar el término: se propone liberarlo de esa
significación, su misión (vanguardista) de renovar el lenguaje lo lleva a
utilizar un término con resonancias negativas, para así eliminarlas e
instaurarar el término como palabra nueva. En 1952, cuando escribió el Epílogo
de las Otras..., ya no era necesario aludir a esa función renovadora, y
quedaba a cargo del lector verificar en qué sentido son “Inquisiciones” estas otras.
La
comparación con el texto borgeano que Otras inquisiciones presuponen, y
la comparación con sus posibles traducciones a otra lengua, ambas, han hecho
iluminar violentamente el sentido latente del término inquisición. Y con
ello, la función poderosa de la lectura en la escritura del texto. En el
Epílogo, esto se hace flagrante. Lo indica el mismo hecho de sincerar la
función de epílogo que todo prólogo tiene, que ya señalaba en el mencionado de Inquisiciones:
“la prefación está en la entrada del libro, pero su tiempo es de posdata”,
coincidente con Osman Lins que designaría a su prólogo de Lima Barreto e o espaço romanesco,
siguiendo igual pensamiento, “Escrito depois, para ser lido antes”. Esa función lectora del
prólogo, no obstante, en Inquisiciones opera un corte entre
lectura y escritura: “La prefación es aquel rato del libro en que el autor es
menos autor. Es casi un leyente y goza
de los derechos de tal: alejamiento, sorna y elogio”. En Otras inquisiciones,
este lugar está al final, pero ya no es obra de una separación. Estamos ante
una nueva función de la lectura: esa que actúa en el interior y no por fuera
del texto. Tanto que si bien el epílogo reemplaza al prólogo, lo hace como un
texto más, un, según lo he designado, “semicuento” más. En él, autor y lector
son lo mismo, y no es casual que el término “leyente” haya sido desterrado.
La
poética de la lectura consiste (insiste) en una reinterpretación constante: de
ahí que sólo al llegar al epílogo descubra “al corregir las pruebas” (en
la relectura, por tanto) que lo
que da valor a las ideas, para Borges, es su valor estético. Y que este
descubrimiento sea una de dos tendencias descubiertas; la otra es también del
orden de la poética como teoría (aunque el autor no lo explicite): el número
limitado, pero suficiente, de fábulas y de metáforas “de que es capaz la
imaginación de los hombres”. Es también por ello que el epílogo es el lugar en
que se da una nueva versión de un texto. “Quiero asimismo aprovechar esta hoja
para corregir un error. En un ensayo he atribuido a Bacon el pensamiento de que
Dios compuso dos libros: el mundo y la Sagrada Escritura. Bacon se limitó a
repetir un lugar común eclesiástico. [...]”. Menciona la fuente (¿real o
apócrifa?) en que se basa para la corrección. Si, como dice, es un error; ¿por
qué no simplemente corregirlo en el ensayo antes de publicarlo? Es que ambas
versiones deben estar presentes, para jugar el juego de la reinterpretación
constante.
Muchos
textos borgeanos suelen tener una reinterpretación final, que hace suponer que
puede ser reinterpretada a su vez. Es el recurso por excelencia de la
escritura-lectura: así como lo leído e interpretado permanece como traza por
debajo de lo releído y reinterpretado,
aun después de la borradura y el olvido, así esta escritura, una vez
escrita, permanece, y las opciones se multiplican como en el avanzar de la
lectura, cuando vamos rectificando una tras otra las impresiones merced a las
nuevas posibilidades que el texto que construimos al leer nos ofrece. Una
selección no elimina a la otra, aunque la olvide. Porque la olvida, puede
escribir la otra; pero porque permanece es que puede ser, precisamente, una
reinterpretación. Por eso la escritura de Borges es siempre una versión, nunca
la definitiva.
Suele
reproducir páginas enteras de un ensayo en otro: eso provoca sensación de
vértigo, de lo ya leído y de reiteraciones fantasmáticas. En el libro que
estamos considerando, por ejemplo, leemos un párrafo de la página 244 (De
las alegorías a las novelas) que reproduce casi textualmente, con ligeras
variantes, otro de la página 188 (El ruiseñor de Keats). Se trata del
que comienza: “Observa Coleridge que todos los hombres nacen aristotélicos o
platónicos.” Las pequeñas variantes en las frases siguientes no alteran la
sensación de lo ya leído, y sólo hacia el final del párrafo hay una diferencia
más o menos notable.
La muralla y los libros, el ensayo que abre la serie del
libro, es un ejemplo de lo que aquí he llamado semicuentos. Está
compuesto como una ficción, y al mismo tiempo que quiere definir el “hecho
estético”, lo actúa. Comienza con la fórmula que abre el torrente de las
alusiones, las citas, las atribuciones: “Leí, días pasados que [...] ”. Recurso
retórico para iniciar un relato, estas alusiones borgeanas, reiteradas en diversas
formas, sugieren siempre una lectura que habría despertado la inquietud y la
reflexión. Este primer ensayo comienza, pues, por la evocación de un relato. A
partir de allí, va avanzando en las interrogaciones sobre el porqué de la
actitud del emperador que ordenó construir la muralla y quemar todos los libros
anteriores a él: cercar un imperio, renunciar a la memoria de su pasado. No es
el resultado de su análisis lo que nos ofrece, sino los inciertos caminos por
los que emprende la búsqueda. Estos son no los de la hipótesis que exige
demostración, sino el enunciado modalizado de las posibilidades, regido por
formas como “quizá”, “acaso”, o articulado por frases modales como “cabría
suponer”, “nos daría la imagen de”.
A partir de datos de la historia
ficcionalizada (narrada como cuento) en que hasta los pensamientos del
emperador son imaginados e imaginarios,
se concluye que no son los datos lo que cuenta, ni las conjeturas que la
historia permite, sino el juego de las formas “(su virtud puede estar en la
oposición de construir y destruir, en enorme escala.)”. Pero aun esto es
conjetural: “Generalizando el caso anterior, podríamos inferir que todas
las formas tienen su virtud en sí mismas y no en un ‘contenido’conjetural.”
Esa inminencia de lo que ciertas
cosas quieren decirnos, o dijeron y perdimos, o están por decir, “esta
inminencia de una revelación, es, quizá, el hecho estético”. Así concluye, con
una conjetura, el ensayo; así ha obrado la escritura-lectura, dejando la
inminencia de una revelación sin revelar.
Tanto en Borges como en Osman Lins, el ensayo se trama en la ficción.
Desde este eje común, las dos escrituras se despliegan, como modalidades
complementarias: Osman Lins construye una obra, busca un orden, una respuesta,
un destino al cual llegar al final del camino. Borges permanece en la
conjetura, en la indagación, en la búsqueda, en el camino sin fin. Pero en un
cruce, en una encrujidada, en un instante fugaz del siglo XX, ambos se han
encontrado. Y el destello de luz que provocaron permanece, fantasmático,
iluminando nuestra lectura.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
BORGES, Jorge Luis, Inquisiciones, Buenos Aires,
Proa, 1925.
BORGES, Jorge Luis, Otras Inquisiciones, Buenos
Aires, Emecé, 1999 (1952).
BORGES, Jorge Luis, Ficciones, Buenos Aires, Emecé,
1966 (1944).
BORGES, Jorge Luis, Autobiografía (1899-1970) (con Norman Thomas di
Giovanni), trad. Marcial Souto y Norman Thomas di Giovanni, Buenos Aires, El
Ateneo, 1999 (1970).
LINS,
Osman, Guerra sem Testemunhas (O
escritor, sua condição e a realidade social), São Paulo, Ática, 1974
(1969).
LINS,
Osman, Lima Barreto e o espaço romanesco, São Paulo, Ática, 1976.
LINS,
Osman, Do ideal e da gloria. Problemas inculturais brasileiros, São
Paulo, Sumus, 1977.
LINS,
Osman, Evangelho na taba. Outros problemas inculturais brasileiros, São
Paulo, Sumus, 1979.
REST,
Jaime, El laberinto del universo. Borges y el pensamiento nominalista.
Buenos Aires, Ediciones Librerías Fausto, 1976.
NOTAS:
[1] Este trabajo
es una síntesis de algunas partes de la tesis de Doctorado Jorge Luis Borges
y Osman Lins, poética de la lectura, todavía inédita.
[2] Así los denomina Jaime Rest, aunque Borges los llama pseudo-ensayos es su Autobiografía que, por otra parte, está traducida del inglés.
[3]
”Jorge Luis Borges e Osman Lins: poética
da leitura e americanidade oblíqua”, en Zilá Bernd organizadora, Americanidade
e transferências culturais, Porto Alegre, Movimento, 2003.