Historia de los Toreros

 
 

Toreros del S. XVIII

Cándido (OCIO) Familia de toreros españoles. -- José (Cádiz, 1734-Puerto de Santa María, 1771) fue discípulo de Lorencillo, de quien tomó la alternativa en Madrid (1756); se distinguió por su finura y por su seguridad; fue el primer torero muerto durante una lidia. --Jerónimo José (Cádiz, 1770- Madrid, 1839), hijo del anterior, se formó junto a Pedro Romero e introdujo la estocada al encuentro y la vuelta al ruedo para saludar y recibir ovaciones del público.

Costillares (Sevilla, 1748-Madrid, 1800) Apodo de Joaquín Rodríguez.Torero español. Rival de Pedro Romero y colega de Pepe-Hillo, su toreo se distinguió por su finura y elegancia. Fue el inventor del volapié o suerte de matar al toro parado.
Daza, José (Manzanilla, c. 1700- ?, c. 1780) Picador de toros español. Gran jinete, destacó como picador en la época de transición del toreo caballeresco al profesional. Es autor del primer gran tratado del arte taurino («Precisos manejos y progresos condonados», en dos tomos, 1778).

Lorencillo Apodo de Lorenzo Manuel Martínez. (s. XVIII) Torero español. Fue maestro de José Cándido. Adaptó el traje de majo para el toreo. Ha pasado a la historia del toreo por su extraordinaria habilidad y por su larga carrera.
Pepe-Hillo (Sevilla, 1754- Madrid, 1801) Apodo de José Delgado Guerra. Torero español. Fue discípulo de Costillares y debutó en Madrid en 1777. Fantasioso, arriesgado y original, rivalizó con Pedro Romero. Escribió el libro «Tauromaquia» (1796), tratado didáctico y regulador de las suertes del toreo.


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Toreros del S. XIX

Cara-ancha (Algeciras, 1848-Aznalcázar, 1925) Apodo de José Sánchez del Campo. Torero español. Tomó la alternativa en Sevilla (1874) de manos de Manuel Domínguez. Gran banderillero, excelente muletista y mejor estoqueador. Se retiró en 1894.
Chiclanero, El (Chiclana de la Frontera, 1818-Madrid, 1851) Apodo de José Redondo Domínguez. Torero español. Tomó la alternativa en Bilbao (1842) de manos de Paquiro, del que fue digno sucesor. Dominó todas las suertes y tercios de la lidia, rivalizó con Cúchares y fue el mejor representante del severo toreo rondeño.

Chicorro (Algeciras, 1839-Jerez de la Frontera, 1911) Apodo de José Lara Jiménez. Torero español. Tomó la alternativa en Barcelona (1868) de manos del Gordito. Dominó todas las suertes y fue el primero en recibir una oreja (Madrid, 1876), costumbre que no se fijaría hasta 1910.
Cúchares (Madrid, 1818-La Habana, 1868) Apodo de Francisco Arjona Herrera. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1840) de manos de Juan León y rivalizó con el Chiclanero. Poco ortodoxo, introdujo el toreo de muleta con la mano derecha.

Guillén, Curro (Utrera, 1783-Ronda, 1820) Apodo de Francisco Rodríguez Herrera. Torero español. Tomó la alternativa en Sevilla (1799) de manos de José Cándido. Toreó con sobriedad y elegancia y su muerte, en la plaza, le convirtió en un mito.
Desperdicios (Gelves, 1816-id., 1886) Apodo de Manuel Domínguez y Campos. Matador de toros español. Tomó la alternativa en Zafra (1836) de manos de Juan León. De estilo dominador y austero, rivalizó con Cúchares. Inventó el farol.

Espartero, el (Sevilla, 1865-Madrid, 1894) Apodo de Manuel García Cuesta.Torero español. Tomó la alternativa en Sevilla (1885) de manos del Gordito. Suplió con derroches de valor su poca técnica, hecho que le valió numerosas cogidas.
Frascuelo (Churriana, 1842-Madrid, 1898) Apodo de Salvador Sánchez Povedano. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1867) de manos de Cúchares y se distinguió por su valentía y por su dominio del estoque; entabló una larga y fructífera rivalidad con Lagartijo.

Hermosilla y Llanera, Manuel (Sanlúcar de Barrameda, 1847-id., 1918) Torero español. Recibió la alternativa en El Puerto de Santa María (1872) de manos de Bocanegra. Buena parte de su carrera se desarrolló en América. Se retiró en 1910.
Lagartijo (Córdoba, 1841-id., 1900) Apodo de Rafael Molina Sánchez. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1865) de manos de Cayetano Sanz. Se distinguió por su elegancia y por un gran dominio del capote, de las banderillas, de la muleta y del estoque. Entre 1868 y 1890, rivalizó con Frascuelo, lo que dividió a la afición, aunque la más intelectual y artística le apoyó a él. Se retiró en 1893.

Leoncillo (Sevilla, 1788-Utrera, 1854) Apodo de Juan León López. Torero español. Iniciado junto con José Cándido y Curro Guillén, fue marginado de las plazas durante años por sus ideas liberales. Destacó por su manejo de la muleta y por sus faenas muy adornadas. Retirado en 1845, regresó en 1850, aunque mermado de facultades y, en 1851, tras una cogida, se retiró de forma definitiva.
Mazzantini y Eguía, Luis (Elgóibar, 1856-Madrid, 1926) Torero español. Tomó la alternativa en Sevilla (1884) de manos de Frascuelo. Fue un torero disciplinado y un gran estoqueador a volapié.

Paquiro (Chiclana, 1805-id., 1851) Apodo de Francisco Montes. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1831) de manos de El Morenillo. Valiente y dominador, consolidó el toreo a pie, organizó la cuadrilla, cambió el traje de luces e inspiró al crítico Santos López Pelegrín el libro «Tauromaquia completa» (1836), que se convirtió en el canon básico del mundo de los toros. Se le atribuye la invención del galleo.
Reverte Jiménez, Antonio (Alcalá del Río, 1870-Madrid, 1903) Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1891) de manos de Guerrita. Se distinguió por su valentía y por sus recortes capote al brazo y quiebros de vaquero, llamados revertianas.


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Toreros del S. XX

Algabeño, el (La Algaba, 1875-Sevilla, 1947) Apodo de José García Rodríguez. Torero español. Novillero puntero, destacó desde el primer momento como estoqueador. Recibió la alternativa en 1895 de la mano de Fernando «el Gallo» y se retiró en 1912 en Pontevedra.
Antoñete (Madrid, 1934) Apodo de Antonio Chenel Albadalejo.Torero español. Tomó la alternativa en Castellón (1953) de la mano de Julio Aparicio. Su carrera, llena de retiradas y reapariciones, destacó por su toreo clásico y artístico.

Aparicio, Julio (Madrid, 1932) Torero español. Tomó la alternativa en Valencia (1950) de manos de Cagancho. Su carrera, caracterizada por un dominio general de las suertes, terminó en 1969.
Arruza, Carlos (México, 1920-id, 1966) Torero mexicano cuyo verdadero nombre era Carlos Ruiz Camino. Tomó la alternativa en México (1940) de manos de Armillita Chico. Rival de Manolete, valiente y efectista, destacó en especial como banderillero. Retirado en 1953, reapareció por poco tiempo como rejoneador.

Bombita (Tomares, 1879-id., 1936) Apodo de Ricardo Torres Reina. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid de manos del Algabeño (1899). Fue un matador más valiente que estilista. Fundó en 1909 el «Montepío de toreros».
Camino, Paco (Camas, 1941) Torero español. Tomó la alternativa en Valencia en 1961 de manos de Jaime Ostos. Ha destacado por su toreo clásico y seguro. Se retiró en 1982.
Chicuelo (Sevilla, 1902-id., 1967) Apodo por el que se conocía a Manuel Jiménez Moreno. Torero español. Tomó la alternativa en Sevilla (1919) de manos de J. Belmonte. Supo adornar la lidia y creó el lance de capa chicuelina.

Domecq Familia de rejoneadores españoles. Álvaro (Jerez de la Frontera, 1917) debutó en Madrid en 1942 y se retiró en 1949. Se caracterizó por su estilo elegante y sobrio. -- Álvaro (Jerez de la Frontera, 1940), hijo del anterior, recibió la alternativa de manos de su padre en El Puerto de Santa María (1960) y se retiró en 1985. Siguió la escuela de su padre.
Dominguín, Luis Miguel (Madrid, 1926) Matador de toros español. Tomó la alternativa en La Coruña (1944) de manos de Domingo Ortega. De toreo sabio pero frío, dominó más con la muleta que con la capa. Se retiró en 1973.

Fuentes Zurita, Antonio (Sevilla, 1869-id., 1938) Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1893) de manos de El Gallo. Se distinguió por su toreo elegante y estilizado y por su habilidad con las banderillas. Se retiró en Barcelona en 1914.
Gaona y Jiménez, Rodolfo (México, 1888-id., 1975) Matador de toros mexicano. Se formó en la escuela de S. Frutos Ojitos y se presentó en la plaza de México en 1905. Tomó la alternativa en Tetuán en 1908, confirmada en Madrid poco más tarde. Formó pareja con el Gallito y se retiró en 1942. Destacó en las suertes de capa y de banderillas.

Gitanillo de Triana (Sevilla, 1904- Madrid, 1931) Apodo de Francisco Vega de los Reyes. Torero español. Tomó la alternativa en El Puerto de Santa María (1928) de manos de Rafael el Gallo. Gran estilista, destacó en su toreo a la verónica.
Jerezano (Jerez de la Frontera, 1867-Veracruz, 1912) Apodo de Manuel Lara Reyes. Torero español. Recibió la alternativa en Barcelona (1899) de manos de su tío Chicorro. Se distingió por su conocimiento de todas las suertes.

Lagartijo Chico (Córdoba, 1880-id., 1910) Apodo de Rafael Molina Martínez. Torero español. Sobrino del anterior, tomó la alternativa en Madrid (1900) de manos de Mazzantini. Aunque desigual en sus faenas, lo que deslució en parte su carrera, cuando acertaba se distinguía por su clásica elegancia y por un aplomo singular.
Lalanda, Marcial (Vaciamadrid, 1903- Madrid, 1990) Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1921) de manos de Juan Belmonte. Se distinguió por su técnica depurada. Dominó todas las suertes de capa y de muleta, fue un hábil banderillero y creó la mariposa. Se retiró en 1942.

Linares, Palomo (Linares, 1947) Apodo de Sebastían Palomo Martínez. Torero español. Tomó la alternativa en Valladolid (1966) de manos de Jaime Ostos. Su toreo se ha distinguido, sobre todo, por su arrojo y por su espectacularidad.
Machaquito (Córdoba, 1880-id., 1955) Apodo de Rafael González Madrid. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1900) de manos de «Bombita». Dominó todas las suertes, en especial la estocada, aunque adoleció de un estilo poco depurado.

Manzanares, Jose Mari (Alicante, 1953) Apodo de José María Dols Abellán. Matador de toros español. Tomó la alternativa el 24 de junio de 1971 en Alicante, de manos de Luis Miguel Dominguín. Destaca por su elegancia y regularidad.
Márquez, Antonio (Madrid, 1898-id., 1988) Matador de toros español. Tomó la alternativa en 1921 en Barcelona, de manos de Juan Belmonte. Destacó con las banderillas, el capote y la muleta. Se retiró en 1936.
Montes Vico, Antonio (Sevilla, 1876-México, 1907) Matador de toros español. Recibió la alternativa en Sevilla (1899) de manos de Antonio Fuentes. Destacó por su toreo parado y emocionante, precusor del de J. Belmonte.

Pastor, Vicente (Madrid, 1879-id., 1966) Torero español. Recibió la alternativa en Madrid (1902) de manos de Mazzantini. Sobrio y dominador, se distinguió por sus pases de muleta con la mano izquierda.
Peralta Familia de rejoneadores españoles. Ángel (Puebla del Río, 1926) se presentó en Sevilla en 1945 y ha destacado por su seguridad como jinete y por la espectacularidad de sus faenas. Rafael (Puebla del Río, 1933), hermano del anterior, se presentó en Constantina en 1957 y ha sobresalido por su acierto con los rejones y con las banderillas.

Puerta, Diego (Sevilla, 1941) Torero español. Tomó la alternativa en Sevilla (1958) de manos de Luis Miguel Dominguín. Se distinguió por su pundonor y por su valentía. Se retiró en 1975.
Serna y Gil, Victoriano de la (Sepúlveda, 1910-Ciudad Real, 1981) Torero español. Recibió la alternativa en Madrid (1931) de manos de Félix Rodríguez. Destacó por su dominio del capote. Se retiró en 1941.
Varelito (Sevilla, 1894-id., 1922) Apodo de Manuel Varé García. Torero español. Tomó la alternativa en Madrid (1918) de manos de «Gallito». A pesar de su corta carrera destacó por su maestría con el estoque.

Vázquez, Curro (Alcalá de Guadaira, 1882-Sevilla, 1946) Apodo de Francisco Martín Vázquez. Torero español. Tomó la alternativa en Barcelona (1907) de manos de Antonio Fuentes. Se distinguió por su capacidad como estoqueador.
Villalta, Nicanor (Cretas, 1897-Madrid, 1980) Torero español. Recibió la alternativa en San Sebastián (1922) de manos de Luis Freg. Destacó por su trabajo con la muleta, su lidia sobria y, sobre todo, su seguridad como estoqueador.

Viti, el (Vitigudino, 1938) Apodo de Santiago Martín. Torero español. Recibió la alternativa en Madrid (1961) de manos de Gregorio Sánchez. Se distinguió por su toreo sobrio, austero y dominador y por su capacidad estoqueadora.
Yiyo, el (Madrid, 1963-Colmenar Viejo, 1985) Apodo de José Cubero Sánchez. Torero español. Tomó la alternativa en Burgos (1981) de manos de Angel Teruel. A pesar de su corta carrera destacó por su toreo medido y artístico. Murió de una cornada.
 


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La Mujer Torera.

En 1934, el entonces ministro de Gobernación Salazar Alonso dejó sin efecto el artículo 124 del vigente reglamento taurino, artículo que prohibía expresamente a las mujeres dedicarse al toreo a pie, ejercicio que una anacrónica Real Orden de 1908 consideraba "impropio y tan opuesto a la cultura y a todo sentimiento delicado". El éxito que entre los buenos aficionados había cosechado la novillera Juanita Cruz, la batalla legal que ella misma se empeñaba en sostener para lograr la abolición de la citada Real Orden, y el derecho a la libre elección de profesión -reconocido por la Constitución de la República-, permitieron que Juanita hiciera el paseíllo en la Monumental de Las Ventas en abril de 1936. Por desgracia, el inmediato alzamiento de los militares insurrectos al legítimo gobierno de la II República, y el subsiguiente estallido de la Guerra Civil, truncaron la brillante carrera taurina de Juanita Cruz, quien, exiliada en América, tomó la alternativa en la mejicana plaza de Fresnillo (Zacatecas), en 1940. Vuelta a España en 1946, no tuvo ya ánimos ni bríos para enfrentarse de nuevo a la gazmoña intolerancia del Sindicato de Espectáculos, cuya sección taurina se había apresurado a restaurar la vieja prohibición que estableciera en 1908 el ministro Juan de la Cierva. Desolada, la valiente matadora de toros declaró que sólo una guerra civil había podido poner coto a su afición taurina y al coraje con que había defendido su derecho a practicarla. Atrás quedaban las mieles de sus triunfos en el Arte de Cúchares, que Juanita empezara a cosechar desde su presentación como novillera en León, el 24 de junio de 1932. Aquella tarde, a pesar de que los carteles tan solo anunciaban una "exhibición del toreo femenino", la autoridad se vio obligada a permitir que Juanita Cruz entrara a matar al novillo que había lidiado, jaleada y aclamada por una afición que, entusiasmada con el toreo de la joven, quería ver si también era capaz de ejecutar la suerte suprema.

Juanita Cruz fue, tal vez, la más grande, pero no la primera ni mucho menos la única mujer que se haya dedicado profesionalmente a la práctica del toreo. Otras dos han logrado ver cumplido su sueño de tomar la alternativa: Maribel Atiénzar (en México, en 1981) y Cristina Sánchez (en Nimes, en 1996). Ambas han denunciado repetidamente el rancio machismo que domina casi todos los sectores de la Fiesta (y no sólo los más conservadores), y ambas han sido víctimas del innoble boicot con que les obstaculizaron y obstaculizan casi todos sus compañeros de profesión. Se cuenta que ya a finales del siglo pasado, Rafael Guerra Bejarano, "Guerrita", se negó no solo a compartir cartel con una mujer, sino también a pisar aquel ruedo en el que hubiera toreado alguna de ellas. Por anacrónico y sexista que parezca, muchas figuras de la actualidad mantienen, cien años después, una actitud similar, lo que tal vez pueda explicar que Cristina Sánchez, Maribel Atiénzar y Juanita Cruz, las tres únicas toreras que han podido doctorarse, hayan tenido que tomar la alternativa en plazas extranjeras.

Pero la historia del toreo femenino es mucho más antigua que los primeros conatos de lucha por la igualdad de sexos. Ya en el último cuarto del siglo XVIII (en plena hegemonía de "Costillares", Pedro Romero y "Pepe-Hillo"), una mujer se atrevió a rivalizar en los cosos con estas tres piedras sillares del toreo moderno. Nacida en Valdemoro (Madrid), Nicolasa Escamilla, "La Pajuelera" (así llamada porque vendía antorchas o pajuelas de azufre), derrochó un valor asombroso por las principales plazas de toros. Una tarde destacó en Zaragoza, donde picó y lidió un toro ante la atenta mirada de Goya, quien la inmortalizó en uno de los aguafuertes que conforman su espléndida Tauromaquia. En el siglo siguiente, Martina García recogió el relevo de "La Pajuelera", y lo hizo con tal arrojo y afición que, si no mienten las crónicas del XIX, estuvo toreando hasta los 60 años. Nacida en Ciempozuelos (Madrid) en 1814, "La Martina" se había introducido en el mundillo de los toros a través de los espectáculos de toreo cómico que entonces gozaban de gran aceptación, y llegó con el tiempo a cobrar tanto como las figuras cimeras de su época. Dicen que el mismísimo "Curro Cúchares" elogiaba su desmesurada valentía, al tiempo que lamentaba que su desconocimiento del oficio le privara de mayores y más numerosos triunfos. Fue muy comentada su rivalidad con María García, "Gitana Cantarina", a quien derrotó en Madrid en una recordada tarde del 4 de febrero de 1849.

El torero femenino vivió en el siglo XIX un auge que no había experimentado en el XVIII y que no habría de revalidar en el XX. Por desgracia, la mayor parte de las féminas que tomaron los trastos de matar han quedado relegadas a una presencia anecdótica en la historia de la Tauromaquia, ora por la escasísima preparación con que arruinaban su aquilatada afición, ora por el desdén burlón de sus contemporáneos, a quienes se les hacía muy difícil tolerar esta invasión de un coto tradicionalmente reservado al hombre y rigurosamente vedado a la mujer. Una buena prueba de la misoginia reinante se advierte en que muchas toreras que merecieron alguna consideración por parte de los aficionados decimonónicos han pasado a la memoria escrita de la Fiesta, más que por su arte o su valor, por la fama que dejó su belleza; tal es el caso de Jenara Gómez, Juana Castro o Francisca Gisbert. Otras, víctimas también de la supremacía del varón en el toreo, eligieron sobrenombres que cambiaban el género de los de sus colegas más célebres (así, verbigracia, Juana Calderón, "La Frascuela", y Juana Bermejo, "La Guerrita"), asumiendo con este intento de emulación una posición de inferioridad respecto al modelo elegido. A vuelapluma, para que al menos quede constancia de su empeño y del relieve que alcanzó el toreo femenino en el siglo XIX, hay que citar también a Manuela Capilla, Antonia Macho, Josefa Ortega, Francisca Coloma, Benita Fernández y la bruselense Eugenia Bartés, "La Belgicana". Hubo también gran cantidad de picadoras, entre las que sobresalió la valenciana Mariana Curo, y no menos banderilleras, como Ángela Magdalena y María Aguirre, "Charrita Mejicana".

A finales del siglo XIX destacaron también Dolores Sánchez, "La Fragosa", la primera en torear con taleguilla en lugar de falda, torera cuyo valor rayaba en la temeridad, lo que le causó un sinfín de cogidas; Carmen Lucena, "La Garbancera", que mantuvo una dura competencia con la anterior, y no sólo en los ruedos, pues se vanagloriaba de torear con chaquetilla torera y falda corta; Petra Kobloski, pionera de las cuadrillas femeninas, que se presentó con una de ellas en Tarragona el 5 de octubre de 1884, con tan mala fortuna y escasa preparación que provocó un altercado de orden público, el subsiguiente desalojo de la Plaza por parte de la Guardia Civil y los soldados del regimiento de Almansa, y la conducción del empresario y las novilleras a la cárcel; y las catalanas Ángela Pagés, "Angelita", y Dolores Pretel, "Lolita", pareja que a juicio de don Natalio Rivas -furibundo enemigo de la mujeres toreras- "han sido lo único aceptable que ha producido la Tauromaquia femenina". "Angelita", a fuerza de inteligencia y coraje, ascendió por méritos propios desde lo más humilde del escalafón: primero fue banderillera, después sobresaliente y, finalmente, espada. Por su parte "Lolita", que también destacó con los rehiletes, practicaba un toreo de corte clásico y refinado, elegancia que no le impedía tirarse a matar con tantos arrestos como los que tuvieran sus más esforzados colegas masculinos. Mujer culta y sensible, amante de la lectura y feliz intérprete al piano, Dolores Pretel, "Lolita", fue el precedente decimonónico de esa gran dama del toreo a caballo que, en el siglo XX, ha sido Conchita Cintrón.

El siglo XX, hasta que el ministro Juan de la Cierva dictó la referida prohibición, vio el triunfo de "Las Noyas" catalanas, una cuadrilla de señoritas toreras que, con gran éxito, se habían presentado en Barcelona en 1895. Pero el caso más célebre de mujer torera, por lo rocambolesco de su historia, lo protagonizó María Salomé Rodríguez Tripiana, "La Reverte". Valiente y dominadora, hábil con las banderillas y muy eficaz con el estoque, a partir de 1908 aseguró que era un hombre y siguió toreando después de la promulgación de la Real Orden. Por desgracia para él (o ella), Agustín Rodríguez -el nuevo nombre oficial de quien antaño se anunciaba como "La Reverte"- no cosechó los mismos éxitos que su "otro yo" femenino. No obstante, este caso de travestismo fue muy escandaloso en su tiempo, pues gozaba de una enorme atención que rebasó la pura dimensión taurina de la figura de "La Reverte"; tal vez por ello, nunca se llegó a conocer con certeza (públicamente, claro está) cuál era su sexo, pues hay cronistas que aseguran que, ya retirado, Agustín volvió a convertirse en María Salomé, y volvió a aseverar que realmente era una mujer que se había servido de esta fingida ambigüedad para burlar la prohibición y seguir toreando.

Un episodio singularísimo dentro de la historia del toreo femenino del siglo XX lo protagonizó la rejoneadora Conchita Cintrón. Nacida en Antofagasta (Chile) en 1922, adoptó la nacionalidad peruana y toreó a caballo por las principales plazas de Hispanoamérica, hasta que se decidió a cruzar el Atlántico y torear en España. Por ridículo que parezca, la letra de la ley sólo prohibía a las mujeres el toreo a pie, lo que permitió a la valerosa amazona rejonear y triunfar en toda la Península, entre 1945 y 1950. La afición española, aunque privada de aplaudir su toreo a pie, pudo comprender por qué en México habían bautizado a Conchita Cintrón como "La Diosa de Oro". Culta, elegante y refinada, la audacia que mostraba en el ruedo se tornaba mesura y distinción cuando alternaba con los músicos, poetas e intelectuales que constituían su entorno.

No puede rematarse este apresurado repaso por la historia del toreo femenino del siglo XX sin prestar una mínima atención a la valentísima novillera Ángela Hernández, quien atesora entre sus muy esforzados méritos el de haber logrado en 1974 el levantamiento de la obsoleta prohibición que había renovado la franquista sección taurina del Sindicato del Espectáculo. Hasta hace poco Cristina Sánchez, que puede alardear de ser la única fémina que ha salido a hombros por la Puerta Grande de la Monumental de Las Ventas, ha paseado sus triunfos por los principales ruedos de España, alternando con aquellos compañeros de escalafón que no han tenido miedo a enfrentarse con la decisión y el valor de una mujer dentro de un coso taurino.


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