Poesía de Ismael Rubio Torres


ISMAEL RUBIO TORRES.- Profesor de Español en la Escuela Secundaria Técnica No. 61 de H. Matamoros, Tamaulipas, Ismael incursiona en la literatura regional al integrarse al Ateneo Literario José Arrese en el año 2002. La poesía infantil es uno de sus grandes aciertos en el campo literario.




QUIÉN SOY YO

Quieres saber quién soy.
Y hoy te lo voy a decir:
Soy tu mirada,
soy tu sonrisa.
Ya no soy yo
por vivir en ti.
Y de esta manera soy
quien a diario piensa en ti.

Mis vicios
quieres saberlos,
con gusto te los diré:
Me gusta
besar tus labios;
acariciarte y quererte,
a ti, mi bien.

Mi vicio
nunca se quita.
Al contrario
siempre crece.
Quiero verte
a cada instante.
Y me entristece
el dejar de verte.

Para saber
quien soy yo
sólo mírame
a los ojos.
Verás que me
vuelvo loco
cuando te tengo
a mi lado.

Se me aloca
el pensamiento,
me palpita
el corazón y en
cada latido dice:
Te quiero, te quiero amor.

Si después de conocerme
notas que malo soy,
discúlpame entonces, cariño,
pero dejarte de amar, no.



VI MORIR UNA SONRISA

Vi morir una sonrisa,
vi la caída de un rostro.
Vi dos lágrimas rodar
diciendo adiós de ese modo
a un amor extraordinario
y demasiado valioso.

Vi como enmudecía
la sonrisa más perfecta.
Vi la derrota en los suelos.
Vi quejarse la tristeza.
¡Cómo duele perder un amor!
¡Cómo duele abrazar una pena!

Y su sonrisa jamás
volvió a danzar.
Y su sonrisa jamás
como un sol volvió a brillar.
Porque el amor que se pierde
deja huellas que no se pueden borrar.

Vi morir una sonrisa,
vi nacer mi propio llanto.
Y como consuelo único
mil recuerdos y un retrato.
Y como consuelo único,
besos que queman...
besos de encanto.



UN SOLO DÍA

Un solo día para felicitarte, maestro.
Un solo día para llenarte de halagos.
Un solo día
que se marchita cual la flor
al surgir miles de voces
que critican tu labor.

Y te veo cabizbajo
con tu sonrisa guardada,
con tus sueños ignorados,
con la mirada en la nada.
Y te veo cabizbajo
sin comprender lo que pasa.

Ante un jardín sin flores
el destino ya te lleva.
Hoy para lograr tus metas
debes caminar a ciegas.
En una fuente sin agua
están cayendo tus penas.

Ya ni siquiera el alumno
te regala una manzana.
Hoy viene con su padre
a reclamarte el que tú
lo reprobaras.

¡Vaya qué triste paga
que sólo sabrá la almohada!
Mas buscas constante el triunfo
a pesar de tantas trabas.

Yo sí te admiro maestro,
yo sí aplaudo tu labor
pues me enseñas con el alma,
pues me guías con gran fervor,
pues me das tu mano amiga
cuando sufro algún dolor.



MURIÓ UN POLLITO

Murió un pollito.
¿Los demás lo extrañarán?
¿Aún lo recordarán?

Mi niño lloró por él.
La niña lo acarició.
Mi esposa lo recordó.
Yo dije que lo tiraran.

Murió un pollito.
Los demás van creciendo
y cuando sean grandes
no me los comeré.

Por las noches los escucho,
no sé si tendrán frío,
no sé si con su laberinto
se pregunten:
¿Dónde estás, amigo mío?

Murió un pollito, voló de más.
Su alegre canto
grabado está: pío, pío, pío.
Voló de más.



MURIÓ OTRO POLLITO

Murió otro pollito.
Mi niño hizo todo el intento por llorar.
Pero era pura falsedad.
A la niña le dio igual.
A mí, no sé, sólo hice por reclamar
y mi esposa en reprochar.

Y es así con esta historia
que me da por meditar,
por analizar las cosas,
por buscar otra oportunidad.

Eran nuestras primeras mascotas,
causantes de risas y bellos recuerdos:
Se salió el pollito, amá,
¡No, Aylin, no! ¡Lo vas a matar!

...Y hoy no tenemos pollitos.
Los dejamos con mi mamá.
Tal vez a nuestro próximo regreso
los escuchemos cacarear.

Tal vez en próximos días
acariciemos un lindo conejito.
Hemos aprendido la lección:
“Que si queremos algo
hay que saberlo cuidar”.




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