Poesía de Ramiro Rodríguez | ||||||||||
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** Un Desierto Azul en las Raíces de la Palabra. ** Cosmogonía de la Palabra. Vine a reconocerme aquí, en altos ramajes del poema, en letras dispersas sobre páginas blancas, en raíces del álamo a la ribera del verso. Aquí reencontré mi propio origen, en cadenas sudorosas de la euritmia, en espejos profundos de figuras libertarias, en rayos luminosos de metáforas alucinantes. Aquí, vine a reinaugurarme aquí. LETRAS El poeta suda letras, huele a letras, come letras, se ducha por las mañanas con letras. El poeta escupe letras, duerme sobre letras, eyacula letras, se orgasma en laderas eróticas de letras. Cuando muere el poeta, se lo comen las letras; sólo queda una osamenta que fertiliza a la tierra. ORIGEN El regocijo del poeta se confunde con el llanto del poema. (Yo soy el origen.) Llega al mundo la luz del experimento, curva drástica de la experiencia, (No veas más allá porque no existe más allá.) mentira, ficción del entorno, fantasías aleteando en la conciencia, (Soy el orgasmo literario.) la voz orgásmica de la verdad —prueba fehaciente del yo interior. PAISAJE ÁRIDO Mi voz es quebrantamiento, cansancio. Soy el hijo bastardo de las bellas letras. Pero mis bellas letras ni letras ni bellas. Por lo tanto no soy hijo bastardo ni tengo cansancio ni quebrantamiento ni voz. VOCES INTERNAS El mundo intravenoso se vacía en vertiginosos acantilados del poema, el mundo metafísico, las horas perdidas, los espacios terribles, los instantes ah los instantes; todo echa raíces profundas en el poema. El poema desnuda al hombre, recrea de la mujer la belleza incuestionable. Ambos caminan por las calles con el pecho abierto mostrando la callosidad que sólo obsequia el paso impostergable de los años. El poema es el corazón palpitando fuera del cuerpo, el pez fuera del agua, el motor que sostiene el aliento del mundo, el fruto maduro, exquisito, listo para morderse. BÚSQUEDA Los pájaros bajan a la charca para beber agua en tierra de naufragios. La lluvia sucumbe a la fuerza del sol y continúa el ciclo interminable. Los pájaros vuelan hacia nuevos horizontes; sólo quedan trinos dando tumbos en el monte. PÁJAROS Treinta y ocho pájaros en la parvada se posan en conciencia de sauces, en palabras tangibles de ébanos, treinta y ocho trinos en mitad del camino después de conocer zarzas, después de sortear frondas y arbustos. No son aves de rapiña ni de mal agüero; más bien pájaros que semejan liras alígeras. ROBERT PALMER La música sangra esta tarde de septiembre. Enmudeció la voz de Robert Palmer. El tiempo se detuvo como en un lienzo de Dalí y se escuchó “Addicted to love” en la radio. Se acabó la voz del hombre de Inglaterra, guardarán luto los escenarios, los instrumentos. Se vestirán de negro en algún triste cementerio. In memoriam, el poeta arrojará versos grises a las turbulentas aguas del río. NOCTURNO A León Felipe Lápida de hojas y vientos otoñales es mi corazón. Insomnio prolongado por interminables horas en mil novecientos sesenta y ocho. Contrito corazón de melancólica distancia no para de disipar arcaicas lágrimas. Mausoleo de inadvertidos siglos esconden la libertad irrepetible de los pájaros. El poeta de la blasfemia ha muerto. POESÍA Y ORGASMO Las letras me corren por las venas, el verso el verso el verso las letras el verso. Soy el constructor de la barbarie literaria en estos bosques que me hinchan los pulmones, destructor de mundos increados en guerra constante entre policías y ladrones. Las palabras se me enredan en los testículos como serpientes deseosas de morder el fruto, las ideas son semen saliendo con furia hasta encontrar el óvulo exquisito de la poesía. Porque la poesía habita la poesía quema la poesía arde en paredes dúctiles del sentimiento y la experiencia, dualidad indivisible, defragmentación de lo disperso. La poesía es aliento de vida que succiona mi vida en consumación catártica de ebullición y orgasmo. Regresar a la página principal |