Poesía de César Osvaldo Hernández Ramírez |
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CÉSAR OSVALDO HERNÁNDEZ RAMÍREZ.- Escritor nacido en H. Matamoros, Tamaulipas, el 1 de mayo de 1980, pertenece al Ateneo Literario desde 1996. Poeta, ensayista y narrador, publica su obra en las antologías anuales del mismo grupo y fue becario del gobierno municipal, organismo que le publicó su libro Cantos a la libertad (2002). Ha participado en distintos foros de creadores, como el Congreso Binacional de Literatura Tamaulipas-Texas que reúne a escritores de estos dos estados. CINCO MOTIVOS PARA QUERERTE A Dulce María, mi esposa. I Morena, eres morena vida mía, pero tu alma ilumina mi ser con la luz de tus sentimientos. Eres morena, amada mía, pero tu piel tiene el aroma de las más bellas flores y nunca me cansaré de acariciarte. Eres morena, morena mía, tus besos son frescos como el rocío y dulces como las uvas. Siempre besémonos con la más grande sinceridad del verdadero amor. Eres morena, mi sonriente morena y te amo en la claridad del día, la oscuridad de la noche y mientras sueño… Sí, te amo morena, porque eres morena, la mujer a quien amo. II Quiero que llegue el día con su melodía de luz, quiero que se abra tu mirada como una flor ante mis dudas sin respuesta. Tu voz llegó como un mensaje cuando el guardián del resplandor iluminó tu sueño. Tu cabello se derrama en una ala del ángel; cuando entono mi canción habla tu boca por mí y pido que resguarde tus pasos. Las equivocaciones suelen pasar pero nosotros seguimos aquí, unidos a una vida poliédrica. Si me miro en el espejo miro los ojos de una niña que sonríe y tú la sostienes. Dios te salve, María, llena eres de amor; si un día nos dimos la mano hay una perpetuidad que tiene que hablar. Hoy aquí estamos frente a frente. III Hay una flor movida delicadamente por el viento, el sol gira en el cielo y los días de la vida pasan, mientras tú y yo estamos juntos. El calor del verano madura la llama de nuestro amor, la nostalgia que da el tiempo se evapora cuando en nuestro pensamiento existe la calma de besarnos sin prisa. El viento mueve la flor entre los rayos del sol y los pétalos de tus manos se derraman en una lluvia de aroma que hace al cielo más azul y al sol más resplandeciente. Hay un eco de aves meciendo tu largo cabello. Pero al final del día ya no nos importará cuando se acabe la vida porque sólo nos quedará amarnos en cualquier lugar donde despierten nuestras almas unidas. IV Ten esta ofrenda de canciones para vivir escribiendo nuevas notas y poner nuestra frágil luz en la voz del Universo. Ten esta ofrenda de incienso; éste es mi agradecimiento por el amor que nació cuando nos descubrimos el uno en el otro. Ten esta vela y cuida que no se apague poniendo tu mano enfrente de su llama, y colócala en el altar de los antepasados para que sientan la paz que se enturbia cuando hay dolor en nuestras palabras. Desvelando su descanso por las noches con nuestras plegarias. Y ven, llevemos esta ofrenda de flores al templo del Señor de la Vida; todos los colores de los pétalos reflejan nuestro júbilo agradeciendo que sigamos juntos en el nuevo despertar de los infinitos ciclos de la existencia. V En el esplendor de la luz miro mi sombra. En el eco de las siluetas habito sin descanso. Y me reconozco tratando de jamás caer en esta batalla. Pero pasan los días y tú sigues caminando a mi lado, porque tu voz es un cielo que contemplo en mi interior. Tú eres la fuerza con que late mi corazón, eres el viento en el que se eleva mi espíritu, eres las palabras de mis canciones, eres mi inspiración y amo tu alma porque es tan clara como el agua que desciende desde la montaña. Te amo completa y no me canso de besar todo tu cuerpo, amo tu cálido resplandor que desvanece mis noches hirientes. Y tú sigues conmigo acompañándome paso a paso en este camino donde la eternidad nos espera. Regresar a la página principal |