2. ''Ni encerradas nos vamos a callar'': detenidas
Almoloya de Juarez, Mex., 10 de mayo.
"No nos vamos a callar, no vamos a dejar de
luchar, que les quede claro, aunque sea aqu� encerradas no nos vamos a
callar", afirmaba Mariana Selvas, mientras escuchaba el auto de formal
prisi�n que le impon�a el juez segundo penal de Toluca, Jaime Maldonado, por
secuestro y ataques a las v�as generales de comunicaci�n.
Era el primer contacto con el mundo exterior tras una
semana de estar casi incomunicadas en Santiaguito, donde las recluyeron tras su
detenci�n en Atenco, el mi�rcoles y jueves pasado.
"Quisiera que alguno de ustedes hubiera estado en nuestros zapatos s�lo unos minutos para que vieran la brutalidad con que fuimos tratadas; minutos que para nosotros fueron horas en las que nos violaron, nos golperaron y nos robaron", dec�a otra reclusa, quien dijo haber sido v�ctima del abuso sexual de los "perros que nos trasladaron a Toluca".
Kent Lueders Monsiv�is, joven alem�n naturalizado
mexicano, quien se encontraba en Atenco para realizar un trabajo el pasado 3 de
mayo, denunci�: "Nos acaban de cambiar la ropa, nos pusieron estos trajes
azules antes de venir a la rejilla. �Por qu� no nos dejaron las ropas
ensangrentadas, las que tra�amos desde que fuimos brutalmente golpeados? �Acaso
ser� porque est�n llenas de sangre?"
Las mujeres que fueron detenidas injustamente el d�a
del operativo, y que son madres, aprovecharon la diligencia para entregar
cartas a los abogados dirigidas a sus hijos. En ellas les dec�an: "Hasta
el momento les hemos brindado lo mejor como madres; creemos que tienen la base
para seguir prepar�ndose, para formar un mundo mejor. Les queremos decir que
los adoramos, que son nuestro tesoro y que en este momento est�n demostrando
que no rendirse es el lema".
El personal del juzgado, at�nito, continuaba con la
lectura de los autos, a pesar de las consignas que se escuchaban tras las
rejas. Los abogados defensores, incr�dulos le�an carta tras carta que les
entregaban en mano sus "compa�eros encarcelados". Muchas misivas
refrendaban la versi�n de los excesos cometidos por la polic�a. "Cuando me subieron al cami�n me tomaron fotos y
de inmediato memanosearon los pechos, me tomaron de la cara y me met�an los
dedos a la boca, quer�an que los chupara, me obligaron a hacerles sexo oral a
tres personas que me mancharon de semen el su�ter, otros se masturbaban, al
final me amenazaron que si yo dec�a algo me iban a romper la puta madre",
relata Gabriela, en una carta manuscrita que le entreg� a su abogado defensor.
Otras confirmaban que por lo menos 14 permanecen en
huelga de hambre. Entre ellas se encuentran Mar�a Patricia Romero, a quien le
fue dictado auto de formal prisi�n; Edith Rosales Guti�rrez, que corri� con la
misma suerte; B�rbara Italia M�ndez Romero, quien alcanza fianza, y Mariana
Selvas G�mez, que repet�a: "Ni aqu� adentro nos van a callar".
Sus compa�eros las apoyaban. Argumentaban que su �nico delito era pensar y defenderse de los abusos. De repente, uno solt�: "Que digan d�nde est�n los muertos, los que fueron a tirar a los r�os como animales. Que cuenten c�mo nos detuvieron, c�mo nos apilaron en los camiones de granaderos, en camionetas pick-up, donde se nos termin� de poner en la madre; aqu� en el penal fuimos asaltados. Nos volvieron a golpear. Todo fue una estrategia para meternos en la c�rcel; el sistema de gobierno est� temblando, por eso nos tratan as�".
FUENTE: La Jornada, 11 de mayo de 2006 *******