Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología,1997, nº 37. Pags 11-16.
Las investigaciones de
Cerralbo en Torralba y Ambrona.
RESUMEN.
Las excavaciones que el Marqués de Cerralbo realizó en Torralba y Ambrona pusieron de relieve la importancia que ambos sitios tenían para la interpretación de las actividades homínidas durante el Pleistoceno Medio en Europa. Esta información tiene un mayor peso específico en el caso de Torralba, ya que este es el yacimiento que tuvo una mejor difusión dentro del ámbito científico.
The excavations that the Marques
de Cerralbo carried out at Torralba and Ambrona showed the importance that both
places had for the interpretation of the hominid activities during the Middle
Pleistocene in Europe. This information has a greater importance in the case of
Torralba, since this site had a better diffusion within the scientific environment.
INTRODUCCIÓN
La figura del Marqués de Cerralbo, Enrique de
Aguilera y Gamboa, destaca como una de las principales personalidades de los
estudios arqueológicos realizados en España entre los últimos años del siglo
XIX y principios del siglo XX. Durante ese período desarrolló una febril
actividad en la investigación arqueológica, preferentemente en las provincias
de Soria y Guadalajara, tanto en el campo de la prospección como en el de la
excavación. Esta actividad se centró fundamentalmente en las épocas más
recientes de la prehistoria, Hierro I y II, y en el posterior período romano,
aunque esto no le impidió prestar atención a cualquier noticia con interés
arqueológico que sucediera en el área de estas dos provincias.
Hasta la excavación de Torralba en 1909, los
incipientes estudios sobre el Paleolítico Inferior en España se habían centrado
casi exclusivamente en las terrazas del Manzanares (Madrid) (Cartailhac 1886).
Tampoco en el resto de Europa había sitios suficientes para poder definir como era
la vida del hombre prehistórico. Esta insuficiencia fue uno de los principales
motivos que hizo que Torralba estuviera entre los yacimientos de obligada
referencia, fuera directa o indirectamente, en todos los estudios sobre el
Paleolítico Inferior. Por medio de este yacimiento se afianzaron algunas de las
teorías que sobre los seres humanos de esa época se tenían, como, por ejemplo,
la de que el hombre prehistórico era cazador.
Lamentablemente esta importancia de Torralba,
reflejada en la multitud de artículos y referencias que sobre él existen, no
fue igualmente tratada en el caso de Ambrona. Está es la principal razón por la
cual no hay noticias sobre Ambrona. Las pocas que hay se deben a la
correspondencia que el Marqués recibía de los encargados de la excavación, así
como a alguna mención esporádica, como la invitación para una exposición, con motivo
de algún acto cultural.
I. LA ACTIVIDAD DEL MARQUES DE CERRALBO:
1. Descubrimientos de Torralba
y Ambrona
Se desconocen la forma y la fecha exactas de como
llegaron al Marqués de Cerralbo las noticias de los huesos de mamíferos
descubiertos al efectuar unas obras de canalización para llevar agua a las
locomotoras en la estación de Torralba, la cual en la actualidad está
abandonada. Las informaciones sobre este aspecto son escasas. Según el propio
Marqués (Cerralbo inédito: 30 y ss.), el primer rumor sobre este yacimiento le
llegó a través de una conversación mientras se encontraba en su casa de campo.
No le prestó atención, creyendo que eran simples habladurías. Su interés cambió
al haber terminado uno de sus numerosos proyectos que se incluía dentro de la
"Historia Primitiva de la España Central". Al ir a redactarla recordó
lo que le habían dicho sobre Torralba, pensando que el estudio de este yacimiento
sería un buen prólogo para su historia.
Al finalizar la excavación de Torralba el Marqués
mostró un mayor interés por la comarca, ya que en los años siguientes prospectó
en los pueblos vecinos. Inicialmente la prospección se dirigió hacia aquellos
terrenos que presentaban similitudes físicas con Torralba. También se hicieron
indagaciones entre los habitantes de la comarca para saber si ellos conocían
algún sitio donde hubieran salido restos faunísticos. En los lugares con
posibilidades de contener restos se realizaban calicatas con el fin de
comprobarlo. De esta forma se trabajó en distintos puntos de la región. Estas
calicatas se tapaban con la misma tierra que se había extraído, con lo que es
casi imposible reconocerlas sobre el terreno. Para este trabajo contó con la
colaboración del jefe de la estación de Torralba, que se encargaba de mantener
la correspondencia con el Marqués, y con el capataz de los trabajadores de
Torralba, amen de las visitas que Juan Cabré realizaba a la zona.
Los resultados de este método de trabajo no se hicieron esperar. Así, en el cercano pueblo de Ambrona se localizaron varios sitios con restos, principalmente faunísticos. De estos nuevos lugares destacó uno que se denominaba Prado Jimeu, cuya concentración de restos motivó una pronta intervención. Este sitio en la actualidad se conoce como Ambrona, recogiendo así el topónimo del pueblo. Con el resto de los lugares no ha habido tanta suerte pues en la actualidad los desconocemos, ya que el Marqués de Cerralbo no dejó documentos sobre la localización exacta de ellos, aunque si su existencia a través de la correspondencia que mantenía con Guillermo Fernández, jefe de la estación de Torralba, y Juan López Alonso, párroco de Ambrona, los cuales actuaban a la vez como supervisores de los trabajos de campo en Ambrona. En 1916 se dieron por acabados los trabajos en la comarca.
2. Divulgación de los
yacimientos
La importancia de los restos encontrados en Torralba
le motivó a su pronta publicación. Así, la primera noticia sobre Torralba la
dio el mismo año que comenzó a excavar, en el año 1909, a la cual siguieron
otros artículos cuando la excavación ya estaba finalizada, en 1913,
aprovechando para darle al yacimiento una dimensión internacional a través del
Congreso internacional de Antropología y Arqueología prehistórica de Ginebra
celebrado en 1912. Las publicaciones no fueron la única forma que eligió el
Marqués para dar a conocer Torralba, ya que en 1914 realizó una exposición con
parte del material encontrado para que pudiera ser admirado por las élites
culturales del momento, incluyéndose en esta: mandíbulas de Elefante;
artefactos líticos y hueso y madera "trabajada" de Torralba y
mandíbulas de Prado Jimeu.
A esta importante labor divulgativa no pudo unir, a
causa de su muerte en 1922, su obra más ambiciosa: "Páginas de la historia
patria, por mis excavaciones arqueológicas". El primer tomo de esta
monumental obra estaba dedicado íntegramente a Torralba. En este tomo se dan
algunas informaciones que el Marqués no había comentado en sus artículos
posteriores. Pero si hay que destacar algo de este libro es la importante
documentación gráfica y de dibujos que en él se encuentran, lo que constituye
un importante recurso a la hora de valorar la obra investigadora de Cerralbo.
La importancia alcanzada por el yacimiento de
Torralba dentro de los estudios paleolíticos fue instantánea. Mientras se
llevaban a cabo los trabajos fue visitada por investigadores de reconocida
fama. Entre los investigadores extranjeros que acudieron a conocer el
yacimiento están: H. Breuil, E. Cartailhac, E. Harlé, H. Obermaier, G. G.
MacCurdy, P. Paris, W. Schmidt, R. Smith y P. Wernert. También investigadores
españoles de primera fila visitaron al Marqués en estos años, destacando: H.
Alcalde del Río, J. Bolívar, J. Cabré, J. Catalina García y E.
Hernández-Pacheco. Pero no sólo fueron especialistas del ámbito arqueológico
los que se interesaron por el yacimiento, P. Palacios, director de la Escuela
Superior de Ingenieros de Minas de Madrid en aquella época, realizó el estudio
de la estratigrafía del yacimiento y de su lugar dentro de la geología de la
zona.
La visita de numerosos insignes investigadores dio
al yacimiento de Torralba una relevancia internacional casi inmediata a través
de numerosos artículos y trabajos. Junto a los esfuerzos del propio Marqués de
Cerralbo (1909, 1913a, 1913b), hay que destacar los interesantes artículos de
Harlé sobre la fauna del yacimiento (1909, 1910, 1911a, 1911b). De esta forma
Torralba y Ambrona, aunque éste a través de escuetas referencias, pasaron a
formar parte de los estudios sobre ocupaciones del Pleistoceno Medio en Europa.
La importancia de Torralba quedó patente en multitud
de obras. Obermaier (1916, 1925, 1926) fue uno de los primeros en dar noticias
sobre los dos yacimientos, poniendo en duda la presencia de Elephas meridionalis y defendiendo una cronología chelense para Torralba,
mientras que Ambrona tendría una cronología Acheulense. Breuil (1910, 1951)
destacó también la importancia de estos sitios.
Entre los autores españoles que difundieron estos
yacimientos se encuentra Pérez de
Barradas (1925,1928), el cual coincidía con las apreciaciones de Obermaier, al
igual que Pericot García (1954) y Hernandez-Pacheco (1959). Bergonioux (1943) y
Goury (1948) coinciden en resaltar la
importancia de la utilización de la madera como materia prima. Ambrona fue
mencionado de manera escueta, ya que las únicas noticias que se tenían de él
eran las dadas por Obermaier.
II. EXCAVACIONES DE TORRALBA Y AMBRONA
1. TORRALBA
En el verano de 1909 comenzaron los trabajos
arqueológicos en Torralba, los cuales continuaron hasta 1911, año en que se
dieron por concluidas las labores en el yacimiento, habiéndose excavado entre
la mitad y las 3/4 partes del sitio, según las estimaciones del propio Marqués
(Cerralbo 1911: 59 y Cerralbo 1913b: 6). La razón por la cual el Marqués no
agotó el yacimiento es desconocida, aunque presumiblemente pensó que la
información que restaba no era importante para la comprensión del lugar.
La realización de las labores se hizo con vecinos de
los municipios de la zona, quedando al mando un capataz. El dinero necesario
fue aportado íntegramente por el Marqués de Cerralbo, el cual unía así a su
labor de investigador la de mecenas. Este mecenazgo se reflejó, a la vez, en la
donación de todos los materiales encontrados de la excavación al Museo Nacional
de Ciencias Naturales. Con respecto a las colecciones hay que indicar que
algunos objetos líticos y faunísticos, como una defensa, fueron utilizados por
parte del Marqués como obsequios para los visitantes ilustres, con lo que se
dispersaron por los museos de Europa y Norteamérica. Posteriormente, parte de
la industria lítica fue transferida al Museo Arqueológico Nacional. A la vez,
en el Museo Numantino de Soria hay una pequeña colección de útiles y huesos,
pertenecientes, al parecer, a las últimas campañas de Cerralbo (Aguirre 1990:
25-26).
Según las estimaciones del Marqués de Cerralbo el
yacimiento de Torralba tenía unas dimensiones
de 200 m2 (Cerralbo inédito: 59). Se encontraba delimitado al
noroeste por la conducción de aguas para las máquinas del ferrocarril, al
sudeste por un barranco, al sur por el monte y al norte por la línea férrea a
Soria. La vía más próxima estaba a 24'5 m. del yacimiento, el cual distaba 11 m
del edificio de la antigua estación a la que seguía en paralelo. La forma de
este yacimiento era una pequeña colina con 50 m. de diámetro y 5 m. de altura.
La excavación de Torralba se realizó por medio de
una trinchera, o calicata, de unos 100 m2, según estimaciones del
propio Marqués de Cerralbo, al noreste del yacimiento. La forma inicial de la
trinchera era un rectángulo, aunque esta se modificó según avanzaba la
excavación en un sentido u otro, pues el hallazgo de restos marcaba la
dirección a seguir por los trabajadores. La profundidad de la trinchera vino
determinada por un sondeo, de 0.60 cm de profundidad y 1m. de ancho (Cerralbo
inédito: 21), realizado a lo largo de uno de los extremos, el cual demostró que
el yacimiento se situaba a unos tres metros de profundidad. El método arriba
expuesto se siguió para excavar Ambrona, aunque en este caso no se pudo
delimitar la profundidad. El Marqués de Cerralbo no dejó ningún dibujo sobre la
situación de la trinchera ni sobre como se presentaban los hallazgos en el
terreno. En cambio, si dejó una importante documentación fotográfica, realizada
por Juan Cabré, sobre toda la
excavación y los restos que se encontraban, incluyendo algunos huesos en su
posición original. Como estos huesos aparecían de forma frágil Cerralbo los
consolidó por medio de un baño de agua templada con cola.
La estratigrafía del yacimiento, realizada por Pedro Palacios, comprendía, con potencia de 4 m., 6 unidades; que de abajo a arriba son:
I. Aglomerado de cantos menudos de dolomía y caliza
magnesiana con cemento poco abundante de marga terrosa amarilla.
II. Brecha de cantos muy menudos de caliza
magnesiana envueltos en cemento margoso muy salífero y poco coherente, de color
claro.
III. Marrga gris rojiza con guijarrillos menudos
y muy numerosos de caliza magnesiana.
IV. Margga gris muy salífera, con algo de
materia orgánica.
V. Margaa gris parecida a la anterior, pero
menos rica en carbonato cálcico.
VI. Aglomerado de cantos muy menudos de caliza
envueltos en marga térrea ferruginosa, de color rojizo y muy abundante.
La unidad I afloró al realizarse un sondeo, de 1 m.
de ancho, en uno de los extremos de la trinchera, pero no se determinó su
profundidad. También surgió la unidad II, que resulto ser la unidad basal del
yacimiento, estando inmediatamente por debajo de la unidad III. Esta última
posee 91 cm. de espesor. Esta marga gris rojiza, donde se encuentran los restos
líticos y de fauna, se interrumpe por tres líneas blanquecinas, todas
niveladas, a distintas profundidades. La primera de estas líneas se encuentra a
25 cm. de la unidad II, la siguiente se sitúa a 20 cm. por encima de la primera
y la última a 22 cm. de la anterior y a 24 cm. del límite del estrato. La
unidad IV tiene un espesor de 50 cm. rematados por una raya de 3 cm. de marga
gris con manchas rojizas. Con la unidad V, con 90 cm., se terminan las
referencias sobre el espesor, ya que la unidad VI, la más superficial, no posee
ninguna medida.
La formación de estas unidades (Cerralbo inédito: 30
y ss.) era el resultado, según Palacios, de una sedimentación en aguas
relativamente tranquilas de los materiales venidos en series sucesivas, ya
calizas ya margas, dependiendo del punto de procedencia. Basándose en los
caracteres mineralógicos de los materiales dedujo que estos provenían de las
rocas triásicas que constituyen la cordillera de Sierra Ministra. Estos
materiales ocuparon una extensión mayor de terreno en su origen, pero la
erosión producida por el agua superficial dejó el yacimiento mermado en parte.
Por todo lo anterior Palacios asignó una cronología cuaternaria al yacimiento.
Aunque en general el Marqués de Cerralbo coincidía con Palacios, el primero se atrevió a profundizar más en la interpretación de los sedimentos y en la edad de estos. Cerralbo defendía que todos los estratos margosos eran lacustres excepto el estrato superior que era consecuencia de la erosión prolongada de las tierras altas que rodean el yacimiento. Los sedimentos se habrían depositado de una forma tranquila en un lago salado de gran tamaño. Esta idea la reforzó argumentando que en la actualidad, 1907-1911, la zona estaba llena de pequeñas lagunas, lo que era un fiel reflejo de lo acaecido en épocas anteriores.
La naturaleza salada del lago era consecuencia de la
filtración al yacimiento de cloruro sódico y otras sales alcalinas provenientes
de las margas del Trias de las zonas superiores de la sierra. El lago estaría
rodeado de fallas del terciario superior, fallas que también habrían afectado a
la formación del propio lago. La edad del yacimiento sería anterior a las
glaciaciones del Pleistoceno, con un clima cálido y húmedo. Todo esto se basaba
en la identificación de unos restos faunísticos como pertenecientes a Elephas meridionalis, anterior al Pleistoceno, y a la existencia de
plátano, clima cálido y húmedo, deducido a partir de los restos de madera.
Lo que más destacó el Marqués de Cerralbo del
yacimiento de Torralba fue su fauna. La importancia de los restos faunísticos
se basaba en que demostraban la gran antigüedad de la ocupación humana. Aunque
según él, los restos fueron abundantes, el número de especies representadas era
muy pequeño. Estas especies eran: Elephas
meridionalis, Elephas antiquus, Rinoceros etruscus, Cervus elaphus, Equus sp.
y Bos sp. (Cerralbo 1913b). La
clasificación como Elephas meridionalis
de algunos de los restos vino determinada, en primer lugar, por la comparación
de láminas de los molares de Torralba con molares de esta especie que se habían
encontrado en otras partes de Europa. El otro rasgo clasificador de la especie
eran las defensas, que tenían que ser curvadas, lo cual ocurría con parte de
las defensas de Torralba. El resto de los fragmentos de Elephas se asignaron a antiquus,
aunque en un primer momento hubo alguna duda con una mandíbula superior que
asignó el Marqués de Cerralbo a Elephas
atlanticus.
Los restos óseos de Elephas fueron muy variados. Se encontraron 26 defensas, la menor
de las cuales media 90 cm. y la mayor 3'27 m. con sólo dos defensas rectas.
Además la mayor de las defensas tenia una doble curvatura. A las defensas se
unen 6 mandíbulas inferiores y 5 superiores completas y un mínimo de 12 medias
mandíbulas, así como muelas enteras, 7, y fragmentadas. El resto del cuerpo
estaba representado por los siguientes huesos: 3 húmeros, uno de ellos entero;
1 cúbito; 6 tibias; 2 fémures; 2 compañeras; 58 huesos grandes de
articulaciones; 40 vértebras; varias rótulas, calcaneos y costillas y un gran
número de fragmentos óseos de elefante.
La cantidad de restos faunísticos de las otras
especies no es tan grande. Así, de Bos
solo se encontraron una cabeza con sus dos cuernos y restos de otros 5, amen de
42 huesos y 13 muelas. Los restos de Equus
son fundamentalmente molares con un total de 64, 35 inferiores y 29 superiores,
aunque también se encontraron 45 huesos. El Cervus
elephus está representado por 33 huesos y 17 fragmentos de cuernas. La
especie con menos restos es Rinoceros
con solo un fragmento de molar.
La presencia de
E. meridionalis, cuyo desarrollo se dio antes del Cuaternario, indicó a
Cerralbo que el clima tenía que haber sido cálido y anterior a las glaciaciones
cuaternarias, pues estas extinguieron a dicho animal (Cerralbo inédito: 25).
La fauna fue a su vez estudiada por E. Harlé (1909,
1910, 1911a, 1911b). Defendía la presencia de dos clases de Elephas, unos restos pertenecerían a E. antiquus
Falconer y especies vecinas y otros a E.
meridionalis Nesti. Los primeros estarían representados por 25 individuos
entre jóvenes y viejos (Harlé 1911b: 144). Con los E. meridionalis no hay acuerdo sobre su número, pues mientras que
en un principio defiende la presencia de 10 ejemplares (Harlé 1909: 361),
posteriormente sólo defiende la presencia de varios molares (Harlé 1911b: 146).
El resto de la fauna no presenta modificaciones con respecto a la facilitada
por el Marqués, aunque señala que Cervus
elaphus estaría representado por individuos de tamaño pequeño.
La industria lítica, clasificada por Obermaier
(Cabré inédito) se encontró entre los restos óseos, según el Marqués de
Cerralbo. Esta industria se halla dividida entre "eolitos" y
"útiles de piedra". Denominaba eolitos a cantos con cortes o puntas
naturales y que por esa razón fueron usadas por el hombre. El número de eolitos
era de unos 40. El Marqués no creía que estos fueran importantes por lo que no
los describe en detalle, aunque los menciona para reafirmar la antigüedad del
yacimiento.
Más importancia dio a los útiles de piedra que ,en
número superior a cuatrocientos (Cerralbo 1913b: 10), encontró en el
yacimiento. Estos útiles se dividieron por tamaños, aunque no se especifica qué
longitudes entran dentro de cada categoría. De tamaño grande encontró 77, 26 de
los medianos y 169 de los pequeños, a los que hay que unir el resto que debido
a su pequeño tamaño, sólo unos centímetros, no fueron incluidos en el conteo
arriba descrito (Cerralbo inédito: 48).
Entre los útiles (Cerralbo inédito: Lam. XXX y ss.) se encuentra el tipo "hacha" del cual el Marqués de Cerralbo nos da algunas de sus características. Así, indica que casi ninguna es amigdaloide, tampoco son gruesas ni tienen toda su cara trabajada. La presencia de raspadores es doble; unos son simples y otros múltiples. Los "tasquiles" se presentan de forma diversa, algunos con retoques de utilización, otros con corte transversal y otros en punta. Los buriles también hacen acto de presencia. Los "coup-de poing" se presentan de tres formas: discoidal, almendrada y de cortes transversales.
El Marqués de Cerralbo destaca en el estudio de la
materia prima la poca importancia del sílex frente al resto de materias primas.
La mayoría de los útiles están realizados sobre caliza muy dura, calcedonia y
cuarcita. El sílex, excepto en 9 casos, sólo aparece en restos de pequeño
tamaño, nunca superior a un par de centímetros. La procedencia de estas materias
primas es diversa. Mientras que la caliza es local, encontrándose en las
inmediaciones del yacimiento, el resto son alóctonos. La cuarcita se encuentra
bien definida a unos 10 km., lo que no ocurre con el sílex, ya que la fuente
más cercana la halló el Marqués en el
termino de Almaluez, a 30 km. de Torralba (Cerralbo inédito: 47).
Para Cerralbo la duración de la ocupación humana fue
un período único más o menos largo que consideraba pre-chelense, ya que
aparecía un solo nivel con restos líticos y faunísticos. Este nivel se conservó
tan bien gracias a las margas que componían el monte inmediato, las cuales se
desplomaron sobre el yacimiento.
La presencia de múltiples carbones y fragmentos
pequeños de madera carbonizados se tomaron como prueba directa de la utilización
de fuego por parte de los habitantes de Torralba. Se encontró una mancha
negruzca que hizo sospechar fuera el resultado de combustión. Según Palacios,
el color negro se debía a unas margas más oscuras que el resto. La búsqueda de
hogares fue infructuosa, lo que mermó la teoría de la utilización del fuego,
aunque nunca se desechó por completo.
Durante la excavación de Torralba surgieron a la luz
fragmentos de madera de diferentes tamaños. Uno de estos fue interpretado como
de plátano, lo que le permitió asegurar que el clima de aquella época era
cálido y húmedo. Aunque el Marqués no estudió los restos de madera era
consciente de la importancia que estos tenían: "...Bien comprendo lo
interesante que fuere analizar y clasificar esas maderas, que son las únicas
encontradas en el mundo en yacimientos del cuaternario inferior, pero yo no soy
competente en estudios de la arcaica flora, y espero con afán a algún sabio
español que haga ese gran servicio a la Ciencia." (Cerralbo 1913b: 11).
Cerralbo interpretaba la situación que veía en la
excavación con arreglo a su mentalidad. De este manera especulativa, trasponía
al Pleistoceno la imagen de una aldea soriana de finales del siglo XIX. Propuso
dos teorías sobre la vida del hombre paleolítico torralbense. En la primera, el
agua salitrosa del lago atraía a los animales, los cuales preferirían este tipo
de agua por sus ricos componentes (Cerralbo inédito: 23 y ss.).
El hombre acecharía en este lugar a los animales, especialmente a los elefantes por su gran cantidad cárnica. La forma para cazarlos sería a través de las trampas que había preparado en las fallas. Estas trampas serían troncos cubiertos de un ramaje que atrajese a los animales. Las ramas ocultarían una zanja donde los animales caerían y quedarían inmovilizados, momento que el grupo aprovecharía para atacarlos con piedras y palos largos aguzados. Muerto el animal la tribu lo despedazaría en el mismo lugar y lo trasladaría al lugar de hábitat, el cual se suponía formado por chozas con una techumbre vegetal. Planteaba que la tribu tendría un jefe, el cual se encargaría de la justa realización de todos los trabajos. El campamento lo sitúa próximo al lago, en la actual loma -una terraza de erosión del arroyo de la Mentirosa- frente al yacimiento. Para conservar la carne también se utilizaría el lago, puesto que su agua salitrosa permitiría una menor descomposición de los alimentos.
La explicación del gran número de defensas de
elefante y de restos faunísticos y líticos venía dado a través de un cambio
climático. El lago pudo secarse como consecuencia de una subida de las
temperaturas (Cerralbo inédito: 26), lo que provocó que sólo quedara agua en
las inmediaciones de la zona de hábitat. Los animales no se acercarían a beber
debido a la presencia humana. El grupo humano tomó la decisión de arrojar al
agua los huesos sin carne, las piedras y las defensas para hacer subir el nivel
del agua y conseguir de esta manera el regreso de los animales.
El sitio se abandonó con la llegada de la cuarta y
última era glaciar, según las estimaciones de la época. Los animales emigraron
hacia zonas más cálidas. La ruta elegida por los animales fue el sur,
extinguiéndose al llegar al estrecho y no poder cruzar al continente de donde
procedían. El hombre habría seguido a los animales, abandonando así el lugar.
Esta marcha fue interrumpida por las nieves, lo que provocó que la tribu
buscase refugio en una caverna situada a 10 km. de Torralba, donde se
transformaría en troglodita (Cerralbo inédito: 28).
La segunda interpretación (Cerralbo 1913b: 13 y ss.)
mantiene que la ocupación se realizó entre el primer y segundo glacial. La
forma de cazar es la misma que la anteriormente explicada, pero en ésta el jefe
de la tribu portaría la cabeza del animal como trofeo, ofreciéndosela posteriormente
al dios de la caza, el cual tendría un santuario en Torralba. Los niños y las
mujeres del grupo también participarían en el traslado de la cacería. Aparte de
la carne, el tuétano de los animales se utilizaría como alimento. Este se
bebería en copas formadas por huesos huecos y rotos.
La excavación de Torralba debe considerarse muy
minuciosa para su época. Cerralbo recogió todo lo que pudo aunque no cribó. Su
preocupación por situar el yacimiento en un contexto geológico fiable coloca su
excavación entre las mejores realizados hasta esa fecha en la Península Ibérica
y Europa. A la vez, el carácter pluridisciplinar que intentó introducir ha de
tenerse en cuenta.
2. AMBRONA
La excavación de Ambrona, en su primera campaña, se
realizó entre los meses de junio y julio de 1914, finalizando la última en
1916. Las dimensiones de las calicatas se desconocen así como su situación
exacta dentro del yacimiento, aunque gracias a la informaciones facilitadas por
Mariano Riosalido, último excavador del Marqués de Cerralbo que queda
actualmente con vida (muerto en 1995), sabemos que se realizaron tres zanjas,
una por cada año, en el extremo noroccidental del yacimiento. Una de estas
coincide con el extremo izquierdo de la pared norte del actual museo in situ, aunque su desarrollo exacto no
la conocemos. Las otras dos calicatas se realizaron a la derecha e izquierda de
la anteriormente señalada, aunque desconocemos su ubicación en el espacio.
Todos los sondeos dieron restos faunísticos y culturales.
La estratigrafía de las excavaciones del Marqués de
Cerralbo en Ambrona no se conoce. El único dato que poseemos es la profundidad
que se alcanzó en una calicata. Dicha profundidad fue de 3'50 m., pero no hay
referencias exactas sobre la situación a la que aparecían los restos. Por las
impresiones de los excavadores, recogidas en la correspondencia, este sitio
parecía más rico que el yacimiento de Torralba. La cronología de este
yacimiento no se especifica en ningún sitio, pero parece ser que se le atribuía
una cronología similar a Torralba por la semejanza de los restos descubiertos.
La cantidad de restos faunísticos que salieron en la
excavación de Ambrona no se sabe con exactitud, solamente poseemos algunos
datos extraídos de la correspondencia. Como mínimo se sacaron 2 defensas y 24
huesos de diferentes partes del cuerpo sin especificar su especie o su
situación estratigráfica.
Por la correspondencia del Marqués de Cerralbo
sabemos que en Ambrona surgieron a la luz 2 "guijarros" sin indicar
ninguna característica sobre estos. El que no salieran "hachas" a lo
largo de la excavación llamó la atención de los excavadores, como lo reflejan
los comentarios de la correspondencia. Aquí se acaban las apreciaciones líticas
de Ambrona , ya que nunca se realizó un estudio detallado del yacimiento por
parte del Marqués de Cerralbo.
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