CUANDO ACUDIR AL PSIQUIATRA Una vez superados los prejuicios contra la psiquiatría, ¿qué síntomas o experiencias aconsejan acudir a un psiquiatra?. Una persona que presente en alguna ocasión algún síntoma psiquiátrico no debe necesariamente ir al psiquiatra. Muchos síntomas psiquiátricos son normales en algunos momentos o situaciones, son autolimitados y no ocasionan al paciente un deterioro funcional significativo. Por ejemplo, la ansiedad ante los exámenes que no impide prepararlos ni llevarlos a cabo, la tristeza tras el fallecimiento de un ser querido que no bloquea el desarrollo de las actividades cotidianas, o las alucinaciones fugaces sin otros síntomas acompañantes que se producen justo al quedarse dormido o en el momento de despertarse (denominadas respectivamente alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas), pueden ser motivo de consulta al médico de cabecera, pero no suelen requerir atención especializada. Sin embargo, en determinadas situaciones hasta las emociones normales pueden hacerse más graves o duraderas de lo normal y desbordar a un individuo y, en ese caso, podría sin duda beneficiarse de un tratamiento psiquiátrico. Ante un mismo acontecimiento traumático (por ejemplo una inundación o un incendio, etc.), no todo el mundo reacciona con el mismo nivel de ansiedad, y hay personas que puede necesitar ayuda psiquiátrica. Cuando dura varias semanas la vivencia de estar continuamente triste y cuando, especialmente, no existe una causa que la justifique, acudir a un psiquiatra es una buena idea. La incapacidad manifiesta para desarrollarse satisfactoriamente en alguna área de su vida, como el de las relaciones sentimentales, el mundo laboral, el trabajo, la capacidad de tener amigos y de disfrutar con ellos, etc., puede sugerir un trastorno de la personalidad que podría beneficiarse también de una consulta psiquiátrica. Otra razón podría ser que la gente con la que se convive esté sistemáticamente a disgusto o infeliz cuando lo trata, circunstancia que puede darse en varios trastornos de la personalidad, en los trastornos hipomaníacos (en los cuales se está siempre excesivamente eufórico y con tendencia al enfado si lleva la contraria a los planes o ideas propias) o en el denominado trastorno por hiperactividad y déficit de atención en niños que se muestran constantemente inquietos, no atienden en clase y “sacan de quicio” a padres y maestros. Justifica también una visita al psiquiatra haber experimentado las denominadas crisis de angustia o ataques de pánico (las personas que padecen estas crisis acuden generalmente antes al médico de cabecera o a las urgencias del hospital); tener miedo a realizar actividades que el resto de la gente desarrolla sin problemas como ir a grandes almacenes, ir en metro, etc.; tardar demasiado tiempo en desarrollar ciertas actividades y repetirlas constantemente a lo largo del día (lavarse las manos o ducharse); tener problemas importantes y persistentes con la alimentación o con el sueño; pensar seriamente en el suicidio como alternativa a una situación o a los problemas propios; consumir drogas o alcohol en exceso; experimentar vivencias angustiosas y extrañas que no se explican bien; oír cosas que los demás no parecen oír, o ver cosas que los demás no ven, etc. Por último, puede que tras acudir numerosas veces al médico general con la convicción de padecer una enfermedad importante, o sufriendo fuertes dolores u otros síntomas, éste no encuentre ninguna causa conocida que permita explicarlos y considere necesaria la intervención de un psiquiatra (lo cual no significa que los dolores o los síntomas no existan, ni que el médico piense que el paciente está “loco”) sino que interviene factores psicológicos o sociales que podrían ser mejor atendidos por un psiquiatra. Una persona que se identifique con alguno de estos problemas debe considerar la visita a un psiquiatra porque si padece un problema psiquiátrico tratable (y muchos lo son hoy día), puede encontrar un alivio notable a su situación. Si se ha comenzado a sentir mal recientemente, puede darse un tiempo razonable (2 ó 3 semanas) para comprobar si en ese periodo de tiempo se siente mejor o no sin tratamiento. En caso de no ser así la visita al médico debe contemplarse. Algunas personas temen que acudir a un psiquiatra consista en una visita de corta duración, tras la cual le recetarán a uno pastillas que producirán efectos secundarios y que eso será todo. Evidentemente, eso no es una visita psiquiátrica ideal. En todo caso, el psiquiatra es un profesional que se propone aliviar el sufrimiento psíquico, y la persona que acude a consultarle puede, y debe, expresarle cualquier temor o duda respecto de los posibles tratamientos y sus efectos secundarios; en la medida de lo posible el psiquiatra resolverá cualquier problema en este sentido (y preguntarle siempre es mejor opción que la de abandonar el tratamiento sin instrucciones médicas). Fuente: Discapnet