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Resumen de Grecia y Heladico Reciente

El Heládico Reciente. La civilización Micénica o Aquea.
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El Heládico Reciente. La civilización Micénica o Aquea.



En la época de los grandes palacios cretenses, es decir, hacia el MM, ocurrió algo en la tierra griega que dio un giro radicalmente nuevo a los acontecimientos de esta región y de todo el Egeo. Al apagado mundo del H M, sin grandes contactos con el Mediterráneo, siguio el deslumbrante mundo del HE, que se abrió plenamente hacia Creta, el Oriente, y aun Occidente. Permanece en el misterio lo que pueda haber ocurrido exactamente, dando pie a continuas especulaciones y controversias. Para algunos fue la influencia de la Creta minoica lo que sacó a Grecia de su letargo. Para otros (por ej., para M.P. Nilsson), la influencia cretense no bastaría para explicar por completo esta transformación. Hay también influencias nórdicas que podrían explicarse por la llegada de nuevos griegos, los denominados posteriormente aqueos. Estos, procedentes de los Balcanes, se instalaron primero en Tesalia pero luego se extendieron por otros lugares de Grecia, especialmente por el Peloponeso.

Cualquiera sea la explicación de este fenómeno, lo que interesa son sus consecuencias. Micenas, en la Argolida, se convirtió repentinamente en el centro poderoso y rico de una civilización de guerreros sin parangón en esta región. Pronto surgieron otros centros importantes en el centro y sur de Grecia, desde donde irradiaron influjos culturales hacia las islas del Egeo, las costas de Asia Menor y Siria por el Este, y hacia Sicilia y el sur de Italia por el Oeste. El hecho de que Micenas constituya uno de los focos más importantes de esta civilizacion ha llevado a aplicar el término "micenica" a toda ella. Sin embargo, es necesario evitar el error de creer que alude a una autoridad política centralizada, a una sociedad repartida por una extensa zona y gobernada desde Micenas. No existe ningún indicio que pueda respaldar esta afirmación.

Como preludio de esta floreciente civilización encontramos en Micenas, y sólo en Micenas, las llamadas "tumbas de fosa vertical", correspondientes al período de transición entre el H M y el HR (hacia el 1.600 a. C.).

El descubrimiento de estas tumbas constituye el más famoso de la Grecia de la Edad del Bronce y sus tesoros son, sin duda, los más admirados de todos los entierros prehistóricos. Schliemann descubrió estas tumbas en 1876 y de esa manera introdujo la civilización micenica en el mundo de la investigación, la cual, en cierto modo, todavía está en sus comienzos. El círculo de tumbas de fosa vertical descubierto por Schliemann recibe el nombre de "Círculo A". Mucho

tiempo después, en 1951, un grupo de arqueologos griegos descubrió

otro, el "Círculo B".

El "Círculo A" tenía seis profundas tumbas de fosa vertical, así como otras inhumaciones anteriores. Era el punto central de un gran cementerio prehistórico que se extendía hacia abajo, a lo largo de las laderas ubicadas al oeste de la población de Micenas. Posteriormente este grupo de tumbas quedó dentro del recinto de la ciudad cuando la Puerta de los Leones y el muro sudoccidental fueron construidos después del 1.300 a.C..



El "Círculo B", situado fuera de los muros, es mayor, más pobre y más antiguo. Del total de 24 tumbas, 14 son verdaderas fosas verticales. Por las excavaciones realizadas en el "Círculo B" puede ahora verse claramente cómo se hicieron estas tumbas. En el lecho rocoso se excavaba un pozo rectangular que llega a tener hasta 4 metros de profundidad. Despues los trabajadores hacían paredes artificiales formadas por piedras pequeñas o por ladrillos contra las murallas de roca, hasta la altura de la cintura del hombre, y extendían una capa de guijarros sobre el piso. El cadáver se hacía descender sobre una piel o por medio de cuerdas. Su atavío funerario se completaba con piezas de oro y, especialmente, con mascarillas del mismo metal que seguramente recibían su forma sobre el rostro mismo del muerto. Luego se colocaban vigas a través de la parte superior de las paredes interiores para sostener un techo de ramas unidas con barro. Después se llenaba con tierra la parte superior de la excavación casi hasta la superficie; se celebraba alguna ceremonia fúnebre consistente en comer carne y beber vino, se arrojaban sobre la tierra los huesos y las copas rotas. Luego se cubría todo con tierra hasta formar un pequeño montículo y se ponía una estela funeraria cuando se trataba de una tumba importante. Como estas tumbas contenían varios cadáveres, en cada entierro posterior habíá que ir abriendo la tumba desde arriba, colocar el nuevo cuerpo y rehacer el trabajo.



El ajuar funerario de estas tumbas es riquísimo. Se empleaban todos los materiales suntuarios tradicionales, el oro sobre todo, y éste en tal cantidad y tan bien trabajado que solo puede compararse, en la Antiguedad,con los hallazgos de las tumbas escitas, posteriores en mil años. Además de muchos ornamentos y joyas trabajados en delicada filigrana, hay cantidad de espadas y atributos guerreros. Tanto en las técnicas empleadas como en los estilos artísticos hay influencias de otras culturas, especialmente orientales e incluso de Creta, pero hay muchos rasgos originales atribuibles exclusivamente a artesanos micenios.



Quienes quiera que fuesen los hombres y mujeres enterrados en -estas tumbas, no hay duda de que poseían una estructura de poder económica y política diferente a todo lo que Grecia había conocido hasta entonces. Si fueron aventureros nativos procedentes del Heládico Medio hay que tratar de explicarse cómo llegaron a poseer tantas riquezas y por qué se apartaron tanto de la tradición.

Si son extranjeros,., sus víncidos apuntan especialmente hacia el norte. De lo que no cabe, duda es que esta aristocracia guerrera abrió nuevos horizontes a medida que se posesionó de Grecia con lo que puso los cimientos de lo que podemos llamar ya civilización micenia. La duración de esta civilización odemos limitarla entre las fechas 1550 a.C. y 1.100 a.C., fecha esta última en que se produce la llegada de los dorios.



El Heládico Reciente, en sus períodos I y II, nos demuestra un incremento en la técnica y el arte, así como una mayor concentracion de poder. Desde el punto de vista arquitéctonico no encontramos todavía los grandes palacios fortificados que causarán la admiración de los arqueologos, sino un tipo especial de construcción funeraria: las tumbas de bóveda o "tholoi". No se puede determinar con precision de dónde proceden las influencias que dieron origen a este espectacular tipo de tumba. Seguramente es el resultado de una serie de factores: un gusto megalítico propio de los micenios, datos recibidos acerca de'las pirámides de Egipto, nuevas técnicas aprendidas de Creta sobre el modo de cortar las piedras y, seguramente, un afán en los príncipes por superar a sus rivales en las construcciones funerarias.



Se trata de cámaras circulares abiertas en la ladera de un promontorio rocoso; un corredor o "dromos" conduce hasta la cámara desde el nivel natural de la superficie del suelo. Por una entrada profunda o "stomium" se penetra en el interior de la cámara. Esta ha sido techada mediante una estructura cupular de piedras dispuestas en anillos decrecientes hasta que una piedra fundamental puede taponar y pesar sobre el hoyo en la parte más alta. Lo que se ve exteriormente es un, pequeño montículo de tierra por encima del nivel del suelo, pues toda la construcción era cubierta con tierra. Podemos hacemos una idea del tamaño de estas tumbas por una de las más conocidas y tardías. El llamado "tesoro de Atreo", construido seguramente hacia el 1.300 a.C.. La cámara tiene 14,5 m de diámetro y 13,2 m de altura; el dromos es de 36 m de largo y el dintel sobre la puerta de entrada pesa unas 100 toneladas.



La época de las tumbas de tholos corresponde, sin duda, a un período de concentración de poder de tipo monárquico durante el cual se intenta cambiar el centro del poder de Creta a Grecia, en que se comienzan a introducir ciertos elementos de civilización como la escritura y en que los aventureros griegos se hacen presentes en Cnosos.

La forma en que estas dinastías reales se van extendiendo por la Grecia central y meridíonal puede determinarse en un mapa en que se señalen las "tholoi" erigidas, la mayoría de las cuales se construyeron durante el siglo XV a.C.

La riqueza artístico que nos muestran las ofrendas abundantes encontradas en estas tumbas revelan todavía la influencia cultural cretense, especialmente en la cerámica.

En pocos años, sin embargo, vemos cambiarse la dirección de estas influencias. El poderío de esta cultura micénica se nos manifiesta en los múltiples hallazgos dé cerámica en Sicilia y en el sur de Italia, en Rodas, Chipre, costas de Asia Menor y otros muchos puntos del Egeo. Las relaciones entre estos lugares donde se ha encontrado abundante cerámica micénica y los centros políticos de la Grecia continental, son muy difíciles de precisar. Algunos autores afirman que Rodas y Mileto eran colonias micenias pero ésta es una hipótesis imposible de demostrar, al menos por el momento.



Después del 1.400a.C. tuvo lugar en Grecia un cambio trascendental: en lugar de levantarse grandes cámaras funerarias se comenzaron a erigir los palacios-fortalezas. Los cinco principales encontrados hasta ahora son: Micenas, Tirinto, Atenas, Tebas y Pilos. Todos ellos, y también los de menor importancia, se asemejan más a los castillos medievales que a los complejos palaciegos abiertos de Creta.



De los palacios excavados, Tirinto y Pilos son los mejor conservados y los más interesantes. La mayor parte del palacio de Micenas cayó sobre la colina en que se levantaba; la Acrópolis de Atenas fue nivelada completamente y se construyó sobre ella; la fortaleza-palacio Cadmea en Tebas descansa debajo de una zona elegante de la poblacion moderna.



Estos palacios han sido construidos en colinas de elevación importante y sus muros tienen varias puertas o entradas desde las cuales se dominan los principales caminos que convergen hacia ellos.

La población interior puede tener varias calles principales, como en Micenas, y el palacio está situado en el montículo más alto por encima de las casas particulares y en ocasiones se comunica con ellas por medio de una rampa o de escaleras. El bienestar de la población era incrementado mediante la construcción de caminos y el abastecimiento de agua. Él sistema de caminos micenio era extraordinariamente avanzado para su época y formaba una larga red que conectaba a las principales poblaciones de Argólida y de Mesenia, y probablemente también a Beocia y el Ática. Había puentes de piedra y con frecuencia su superficie estaba cubierta con grava. Los carros de guerra y los agrícolas podían viajar por ellos con menos saltos que en la época clásica posterior. Los abastecimientos de agua eran también refinados. El agua pasaba por los barrios industriales y por el palacio en tubos de terracota y era sacada por medio de un sistema de canales subterráneos, algunos de ellos revestidos con piedra. En realidad, los micenios anticiparon casi todas las realizaciones que en el campo de la hidráulica conocieron los tiempos clásicos, salvo la invencion del cemento impermeable; cuando deseaban impermeabilizar utilizaban barro refinado o un emplasto de cal.



Los talleres de los artesanos, así como las salas de los guardias, los almacenes y las cocinas están junto a los palacios, en la parte posterior o a sus lados. El palacio siempre es el centro económico e industrial del conjunto, así como el centro civil y militar. Las poblaciones

aldeanas tenían sus habitaciones fuera del recinto amurallado, pero podían buscar protección en él en caso de ataque.

El palacio de Pilos, en Mesenia, ilustra con gran claridad el diseño de una población micenia. Las excavaciones que allí se hicieron, dirigidas por el profesor Blegen, han sacado a la luz uno de los planos más completos de un palacio de la Grecia micénica. Las abundantes tablillas escritas en lineal B que allí se encontraron ofrecen más información específica acerca de la función del palacio que cualquier otro sitio. La habitación principal, como en todos los demás palacios micénicos, es el "mégaron", compuesto por un porche anterior con columnas y una larga habitación cerrada, con un hogar central rodeado por cuatro columnas que sostienen una claraboya para expulsar el humo. Tras esta habitación hay una cámara destinada a almacén.



El mégaron es el núcleo principal del palacio, pero hay abundantes cuartos subsidiarios que son muy interesantes para comprender las actividades que allí se desarrollaban. Aunque estos palacios pueden válidamente ser comparados con los castillos medievales, no debemos llevar la comparación demasiado lejos. En efecto, una población como Pilos era mucho más que un albergue para el gobernante, su familia, servidores y tropas especiales. También servía como un depósito seguro de toda clase de productos y como central de intercambio tanto de los productos elaborados en los talleres del palacio como de los que procedían de las aldeas colocadas bajo su dominio economico. Estas ciudadelas representaban, por primera vez en Grecia, verdaderos centros de población.



Debido a sus funciones de almacenamiento y de intercambio gran parte del palacio estaba destinada a finalidades comerciales, aunque sorprende la gran cantidad de habitaciones adornadas y decoradas con pinturas. Estos frescos, de indudable influencia cretense, muestran escenas de la vida diaria; damas sentadas en las ventanas contemplando lo que ocurre en el exterior, soldados ejercitándose, animales, elementos decorativos como escudos bilobulados, ete.

El moblaje de estos palacios debía ser muy simple, aunque poco es lo que ha sobrevivido ya sea al incendio o a la destrucción. Estaba, constituido por mesas, sillas, escabeles, lechos pequeños, perchas para colgar las ropas o algún cofre.

Como ya dijimos, lo más característico de estos palacios, en el aspecto artístico, es la pintura al fresco: es la expresión más ilustratíva de la cultura micénica y más llena de espíritu.

A pesar de ello no hay diferencias esenciales con respecto a la pintura cretense.

Se muestra allí la misma afición por la decoración abstracta y floral, las mismas procesiones, las mismas figuras estáticas, propias de los modelos cretenses.

Abundan más los temas guerreros que en las pinturas cretenses y hay un movimiento mayor, con fuerza dramática, pero en lo relativo a las formas siguen siendo de inspiración cretense. Afirmaciones similares pueden hacerse respecto de la cerámica micénica.

En cuanto a la escultura, lo mismo que en Creta, está ausente lo monumental, con excepción de la Puerta de los Leones de Micenas. Hay un gusto por lo pequeño, la miniatura, tanto en los marfiles como en la terracota y las gemas talladas. Parece extraño que estas dos civilizaciones, tan bien dotadas, hayan pasado por alto el progreso de la escultura monumental en Egipto y Anatolia. En Grecia, la ausencia de una tradición escultórica de gran tamaño es particularente extraña pues se extraía buena piedra de las canteras, la que sí era utilizada en una arquitectura monumental. La falta de modelos minoicos fue, probablemente, lo que demoró la aparición de una gran escultura. La ya mencionada Puerta de los Leones es una expresión tardía, cuando históricamente la cultura micénica estaba proxima a morir. Se trata de un altorrelieve tallado en el revestimiento del triangulo colocado sobre el dintel de la puerta de la ciudad. Son dos leones con el cuerpo de perfil y las cabezas (que han desaparecido) mirando hacia el frente. Ambos aparecen custodiando el pilar, elemento simbólico ya mencionado. Sin duda tenían un sentido religioso y alusivo, al mismo tiempo, a la doble autoridad, divina y política del rey. Están talladas con mucho realismo y su modelado es claro y limpio como si estuvieran talladas sobre marfil.

Donde sobresalieron sin duda los micenos fue en el trabajo

de orfebrería. Las piezas más hermosas se han reunido en el museo nacional de Atenas, donde podemos apreciar todo el esplendor de Micenas "rica en oro" según las palabras de Homero. Además de las famosas mascarillas encontradas por Schliemann en las tumbas del Círculo A, contamos con hermosos ritones de plata y copas como la que responde a la descripción que Homero nos trae de la copa de Néstor. En Vafio se encontraron dos vasos de oro en forma de cubilete con un firme sentido de la composición, y una claridad, muy alejados de los principios estéticos cretenses. En ellos estamos tratando de descubrir las primeras manifestaciones del espíritu griego. Uno de ellos muestra un paisaje montañoso con escenas de la vida de toros salvajes: un toro ha quedado prisionero en una red, en tanto que otros dos embisten furiosos. En el otro vaso aparecen ya, en un paisaje llano, dos toros domesticados.

Merecen también especial mención las armas de lujo que enriquecen las tumbas de los príncipes aqueos.

Un sincretiemo similar al que encontramos en el arte se nos muestra en la religion micénica. Tropezamos con enormes dificultades para conocerla con alguna precisión pues las tablillas en lineal B nos proporcionan muy pocos indicios, al menos por el momento. En cuanto al testimonio de Homero resulta sumamente peligroso pues hay en él numerosos agregados posteriores. Tampoco las manifestaciones artísticas nos proporcionan mayores datos y siempre están sujetas a interpretaciones diferentes. La abundancia de figuras divinas femeninas tanto en la cerámica y pintura como en la escultura puede inducirnos -de hecho ocurrió así durante mucho tiempo- a pensar que la religión cretense y la micénica eran idénticas. Gracias a los recientes trabajos de M. Parson Nilson y de Charles Picard se han podido establecer diferencias entre ellas.

La religión micénica es la síntesis de elementos nórdicos con elementos mediterráneos. Los indoeuropeos llevaron a Grecia su religion que adoraba divinidades uranias y pastoríles. Estas divinidades tropezaron con las que eran propias de las poblaciones agrarias mediterráneas, es decir, ctonicas y predominantemente femeninas. De la fusión de estas dos religiones diferentes surgió la religión micénica, con algunas otras influencias procedentes de Egipto y Oriente.

Este sincretismo explica por qué la religión griega posterior se aparta de otras religiones indoeuropeas, como la germana, la de Roma o de la India en las que sobreviven mejor los rasgos primitivos de las creencias indoeuropeas. Desde luego en la religión micénica los dioses tienen una importancia que equilibra o supera en algunos casos la de las diosas. Además hay en su panteón una organización jerárquica similar a la que encontramos en la sociedad humana.

En lo que se refiere al culto, las influencias cretenses-fueron mayores. Lo mismo que en Creta los lugares de culto están estrechamente vinculados a la vivienda humana y faltan también los templos. Abundan los ídolos, preferentemente femeninos, y también los símbolos sagrados.



En cuanto a las costumbres funerarias, éstas fueron variadas aunque, en. general, los muertos eran inhumados y no incinerados. Algunos de ellos, los antiguos dueños de estos palacios, designados con el nombre cretense de "heros" (posiblemente señor) recibirán un culto especial, como antepasados de las familias reinantes. Adquirirán así el carácter de potencias sobrenaturales, intermediarias entre los dioses y los hombres. Nace así, en el período micénico, el culto de los héroes, que continuará más allá de las invasiones doricas.

Relacionada con este culto hará su aparición la mitología heroica que atravesando la época, enriquecerá la literatura y el arte de la Grecia arcaica y clásica.

En cuanto a la organización social y política, el testimonio proporcionado por las tablillas en Lineal B viene a completar los datos bastante confusos brindados por Homero.

De acuerdo con esas tablillas comprobamos que la sociedad aquea estaba completamente jerarquizada. A la cabeza se encontraba el rey (Wanax en las tablillas; basileus en Homero). Estaba asistido por un funcionario llamado en las tablillas "lawagetas", cuyas funciones no han podido establecerse con precisión. Tal vez se trataba de una especie de gran visir o un comandante en jefe de las tropas. Por debajo de ambos existía una larga serie de funcionarios cuyos nombres conocemos, pero no sus funciones. Algunos de ellos cumplirían tareas administrativas, y otros, militares. También figuran en las tablillas nombres de sacerdotes y sacerdotisas, de acuerdo con las importantes tareas que cumplían dentro de la sociedad.

Por debajo de esta capa privilegiada se encontraba el "damos" o pueblo, para el cual existía una sistemática división del trabajo. Había profesionales, burócratas, artesanos de todo tipo, campesinos, y en la última escala, los esclavos. Estos procedían de las expediciones de saqueo como, seguramente, fue la toma y destrucción de Troya.

Los trabajos realizados por Georges Dumézil sobre mitología comparada muestran que la sociedad divina de los indoeuropeos se basaba en una división tripartita y trifuncional que se trasladaba a la sociedad humana. A las tres clases sociales de sacerdotes, guerreros y campesinos, correspondían tres tipos divinos que encarnaban la soberanía, la fuerza y la fecundidad. De allí la existencia de tríadas tan frecuentes en los pueblos indocuropeos. Tomemos por ejemplo a los pueblos indoiranios: la soberanía está representada por Varuna y Mitra, la fuerza por Indra, y la fecundidad por los Nasatya. (Para ampliar esta teoría puede consultarse la obra de G. Dumézil: Los Dioses de los Indoeuropeos. La sociedad en castas de la India manifiesta con rigidez esta división tripartita: los brahmanes cumplen funciones de gobierno y sacerdotales; los chatrias son los guerreros y los vaisias son la casta productora.



También en la sociedad aquea podemos encontrar resabios de la organización trifuncional de los indoeuropeos: dos clases privilegiadas nobles (funcionarios y guerreros) y sacerdotes, las que dirigían la clase productora del damos.



Los fundamentos económicos de esta sociedad los encontramos en la agricultura, ganadería, industria y comercio. Todas estas actividades alcanzaron un gran desarrollo en la época del apogeo micénico. La abundancia de objetos de esta cultura, encontrados tanto en el Mediterráneo oriental como en el occidental, revelan la expansión comercial de un mundo pleno je vitalidad.

Sin embargo, la existencia de tan macizas fortificaciones construidas en torno a los palacios aqueos parece indicarnos que entre ellos no se disfrutaba de mucha paz y concordia. El peligro que amenazaba a estos grandes señores no procedía tanto del mar como del propio continente. Las guerras entre ellos deben haber sido frecuentes y su poderío ya estaría muy debilitado y decadente cuando irrumpieron los dorios. Sin duda, el canto del cisne de esta civilización fue la expedición conjunta llevada a cabo contra Troya, al otro lado del Egeo.

La historia de Troya es, arqueologicamente hablando, una de lo más complicadas del mundo. Esta ciudadela, situada sobre una cadena de promontorios a pocos kilómetros del mar Egeo y los Dardanelos, que dominaba y gobernaba una fértil llanura adyacente, carece de restos del neolítico. Luego, a partir del 3.200 a.C. aproximadamente el lugar fue ocupado de manera ininterrumpida hasta el 1.100 a.C. De allí en adelante y hasta el 720 a.C. no volvió a ser habitado.

Se ha tomado la costumbre de distinguir en Troya ocho niveles arqueológicos diferentes cuya cronología aproximada es la siguiente:

Troya I 3.200 - 2.600 a.C.

Troya Il 2.600 - 2.300 a.C.



Troya HI 2.300 - 2.200 a.C.



Troya IV 2.200 - 2.050 a.C.

Troya V 2.050 - 1.900 a.C

Troya VI 1.900 - 1.300 a.C.

Troya VII a '1.300 - 1.240 a.C.

Troya VII b 1.240 - 1.100 a.C.

Troya VIIII después del 720 a.C.



Durante toda su larga fase de la Edad del Bronce Antigua, hasta quizá el 1.800 a.C., la arqueología troyana revela una notable continuidad cultural. No es que los tiempos fueran completamente pacíficos; hubo una serie de catástrofes periódicas que explican la existencia de cinco estratos superpuesto, pero a cada ruptura parece haber seguido una reconstrucción inmediata y no se muestran indicios de la aparición de elementos nuevos en la población. De todas estas Troyas, la da es la más rica y floreciente como lo demuestran los abundantes tesoros hallados por Schliemann, quien, equivocadamente, los atribuyó a Príamo.

Luego, hacia el 1.800 a.C., surge con Troya VI una nueva ciivilizacion que aparece sin prevío aviso, como aconteció en todo el Egeo con similares innovaciones importantes. Este período muestra una técnica militar avanzada, con murallas complejas y arquitectura en general perfeccionada, pero carece de tesoros y de obras estéticamente importantes. No es una coincidencia que las ruinas de Troya VI estén llenas de huesos de caballos, pues fue el caballo lo que dio a los nuevos ocupantes una ventaja militar decisiva sobre sus predecesores. Las cantidades de cerámica miniana primero y luego de la micénica encontradas en Troya VI indican una íntima vinculación con Grecia, hasta el punto que muchos arqueologos han lanzado la hipótesis de que en aquel momento Troya estaba en manos griegas o al menos de una clase dirigente griega.

El más grande misterio que rodea a Troya es que los troyanos no parecen haber enterrado a sus muertos. No se ha descubierto más que un pequeño cementerio de umas funerarias a 500 m de la ciudadela, y que parece haber pertenecido a Troya V. En consecuencia, el largo tiempo de ocupación y de esplendor de Troya VI que dura 600 años implica seguramente más de un millón de muertos en ese lugar. ¿A donde han ido a parar sus restos? Es un misterio. En cualquier caso la ausencia de tumbas convierte a la reconstrucción de la historia troyana en algo particularmente difícil. Por lo demás, los troyanos no tenían escritura o, si escribían, lo hacían sobre materiales perecederos tales como la madera o el cuero. No nos ha quedado nada. La arquitectura de Troya VI es más cuidadosa y menos megalítica,que la de Micenas. Casi da una impresion de lujo. Los Aqueos construían de un modo utilitario, únicamente para defenderse; los soberanos de Troya eran más amantes de la apariencia.

Troya estaba aislada del mundo asiático con el cual no tenía buenas comunicaciones naturales. Particularmente los troyanos parecen haber ignorado y haber sido ignorados por los soberanos hititas. Salvo dos pequeños sellos cilíndricos, no se ha encontrado, en todos los trabajos efectuados en el nivel de Troya VI, ningún objeto de origen oriental. Todas las importaciones son micénicas y la mayor parte son objetos de lujo. Esto prueba la gran afinidad de cultura existente entre Troya y el mundo egeo.

Troya era un reino habitado por una población, si no griega, al menos fuertemente helenizada, que se dedicaba principalmente a la cría de caballos y de ganado menor. Esto le permitió desarrollar una floreciente industria textil a fin de intercambiar sus tejidos por los productos de lujo venidos del mundo micénico.

Troya VI fue destruida por una catástrofe tan grande que es más razonable atribuirla a un movimiento sísmico que a causas humanas.

Troya.VIIa representa la continuación directa de Troya VI, pero todo esplendor ha desaparecido. Esta ciudad disminuida es la que coincide con la última gran fase de Grecia que comienza hacia el 1.300 a.C.. La cerámica miniana persiste, pero esta sociedad arruinada no estaba en condiciones de importar la magnífica cerámica micénica, orgullo de los banquetes de Troya VI. La industria textil parece haberdesaparecido y ya no existen artículos para el intercambio. Este aspecto es de mucha importancia para comprender las causas que impulsaron a los aqueos a emprender la guerra contra Troya. Troya VIIA desapareció en una inmensa conflagración producida por la mano del hombre alrededor de 1240 o 1230. La fecha de su caída está en relación con todos los problemas que afectaron el final del mundo micénico. Es obvio que no pudo organizarse una invasión micénica de Troya después de 1.200 a.C., pues las propias potencias griegas estaban sufriendo ataques y siendo destruidas.

En cuanto a las razones que pudieron impulsar a los aqueos a esta guerra, dejando de lado a Homero y la tradición épica, parecen haber sido simplemente las de un saqueo a fondo de esta ciudad que, si bien ya no era tan poderosa como la Troya VI, guardaba sin duda suficientes recuerdos del pasado esplendor como para despertar la codicia de los señores aqueos. Esta es, sin embargo, una de las tantas conjeturas y posibilidades que han sido formuladas sin comprobación, hasta este momento.





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