ARQUEOLOGIA

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PUNKURÍ Y CERRO BLANCO: DOS TEMPLOS DE SECHÍN

Por: Lorenzo Samaniego Román*

El dominio de la tierra mediante la creación de la agricultura produjo una sociedad más compleja y desarrollada, cuyas manifestaciones materiales las maduró y extendió por toda la zona costa de la Región Chavín, la Cultura Sechín hacia los 3,700 años, en cuyos rasgos más importantes no es difícil reconocer el aporte de La Galgada.

En 1933 el sabio Julio C. Tello excavó dos monumentos muy conocidos en la literatura arqueológica; pero ahora olvidados y en lamentable proceso de destrucción, ellos son: Cerro Blanco y Punkurí.

Los resultados de la excavación fueron halagadores, luego de retirar la masa de lodo y piedras que ocultaban los templos surgió una arquitectura rica en relieves polícromos y escultura de bulto. Cerro Blanco está ubicado en el Km. 14 de la vía asfaltada que une la carretera Panamericana con San Jacinto y Moro. Esta vía corta por el medio al monumento. El sector excavado por Tello está al lado sur de la vía; mientras el otro sector al frente -al otro lado- sólo ha sido excavado por los "huaqueros", tiene mayor altura y volumen.

Cuando Tello ejecutó los trabajos, el sector excavado tenía más de dos metros de altura, descubriendo un edificio de dos plataformas con muros de piedras y adobes finamente enlucidos, pintado de varios colores y con profundos relieves. En la parte anterior y central, en un muro, halló la representación incidida de la cara estilizada de un felino con varios colores.

La construcción más antigua, según Tello, había sido hecha con piedras y sus muros enlucidos sin ausencia de relieves. Luego fue utilizado adobes cómicos y piedras para modificar y ampliar el templo, en tanto los muros se enlucen y se decoran con relieves policromados. Encima a todo halló restos de una reocupación tardía que iden­tificó como Nepeña último.

Punkurí, el otro templo, está a unos 500 metros hacia el lado norte- en el Km. 20 de la vía que cruza Cerro Blanco. Es una pirámide escalonada con dos plataformas visibles y unidas por escalinatas, construida con adobes cónicos y plano­convexos, unidos con mortero de barro; no está ausente el uso de la piedra.

Los muros fueron enlucidos, exornados con relieves y pintura mural. En la parte central de la segunda escalinata y con dirección hacia el noreste, Tello descubrió una escultura de bulto policromada que representa a un felino: el jaguar, en espontánea expresión y reposo, la boca entreabierta enseñando los colmillos y los ojos muy expresivos.

Es una representación muy natural y realista del jaguar, deidad importantísima del mundo andino y que llegó a ser preponderante en la iconografía religiosa de la Cultura Chavín. En la excavación, delante de este felino, Tello encontró un entie­rro con el cadáver de una mujer sacrificada, según su opinión, con las ofrendas de una valva de caracol (Strombus galeatus), un pañito recamado con laminillas de turquesas, un mortero de piedra bien pulido, con decoración incisa, y su respectivo pilón.

No hay duda del estrecho parentesco entre ambos templos, pero a nuestro juicio Punkurí es un poco más antiguo por el carácter naturalista de sus motivos; mientras en Cerro Blanco los diseños tienden hacia lo estilizado y geométrico.

Ambos forman parte de una tradición cultural cuyo centro estuvo en la Cuenca de Casma, donde por nuestras excavaciones arqueológicas en el Templo-Palacio de Sechín, pudimos com­probar la existencia de un arquitectura y escultura muy adelan­tada, anterior a la Cultura Chavín, cuya antigüedad es de 3,700 años.

Por lo tanto, esos dos templos formaron parte de una de las más antiguas culturas de la Costa: Sechín, cuya influencia cultural hemos rastreado hasta la zona Quechua de la región, específicamente en el sitio arqueológico de Chupacoto, ubicado en la periferia de la ciudad de Huaylas en la provincia del mismo nombre y donde fueron hallados tres esculturas líticas, cuyos rasgos estilísticos son sechinenses: dos cabezas humanas y un felino sosteniendo con la boca una cabeza, también humana.

*Moro: Historia y Turismo. Municipalidad Distrital de Moro. Chimbote, 1992.

 Foto del archivo Tello 

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