ARQUEOLOGIA

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LOS PETROGLIFOS DE POCÓS Y VINCHAMARCA

Por: Lorenzo Samaniego Román*

El arte rupestre en la Cuenca de Nepeña tiene sus manifestaciones más interesantes en los llamados petroglifos, que son grafías o signos hechos en la piedra o roca; no hay todavía evidencias de pinturas rupestres. Este arte está distribuido en todo el área andina, como en otras partes del mundo, pues como afirma Antonio Núñez: "Para los antiguos peruanos, al igual que para otros pueblos primitivos, la piedra, como la luna, el sol, el agua y la montaña, constituyeron divinidades y sus dioses se llamaron como la piedra misma". La piedra para el antiguo poblador de esta Cuenca sirvió también para representar o materializar la existencia de sus divinidades. Tenemos un claro ejemplo con el monolito que está delante del templo de Punkurí, que de ninguna forma es un elemento constructivo.

Los primeros petroglifos fueron hallados en la zona arqueológica de Pañamarca. Posteriormente se hicieron conocidos los de Pocós, que Núñez Jiménez denominó Chacuascucho, Vinchamarca y Motocachi, que también ha descrito escuetamente Donald Proulx. Recientemente con el equipo de exploraciones (Víctor Ponte, Ernesto Lázaro y Daniel Cabrel) se han reconocido tres nuevos sitios: Pocós I, Támbar y San Cristóbal, que con los de Pocós y Vinchamarca están en la jurisdicción del distrito de Moro, provincia de Santa, de la región Chavín. No dudamos en creer de la existencia de otros sitios, pues queda aún mucho por investigar.

Mantenemos el nombre de Pocós porque así lo conocen los pobladores y Chacuascucho es el nombre del cerro que con otro, deno­minado Chumbe, forman una encañada donde se encuentran los petroglifos. Pocós se encuentra al noreste de Moro, más o menos a cuatro kilómetros. Con movilidad se llega al sitio en 10 minutos y a pie en una hora. Repetimos, se encuentra en una encañada que forman los cerros Chacuascucho y Chumbe, orientado de sureste a noroeste y a 620 m.s. n.m.

Los petroglifos reposan sobre depósito eólico y fluvio-aluvial, donde sólo crecen plantas xerofíticas como: pitajaya, zapote, gigantón y achupaya. Lo cruza una muralla hecha con piedras que corre de NO a SE y un camino carrozable para ir a los caseríos de Pocós, Támbar y otros en el valle del río Loco.

Pocós es paso obligado y trajinado constantemente por los pobladores que por alguna razón van a Moro y tienen que retornar a sus pueblos en el valle ya mencionado, pudiendo deducirse que en el pasado debió haber sucedido lo mismo.

Sobre rocas erráticas volcánicas de composición andesítica, con capas intercaladas de lutitas de color pardo a marrón-rojizo, que corresponden a la formación Casma del período Jurásico Supe­rior-Cretáceo, era Mesozoica, los antiguos morinos represen­taron diversos diseños o signos. La técnica del trabajo en la roca fue relativamente sencilla, con un instrumento lítico golpeándola suavemente, es decir mediante percusión, fueron materializándose las representaciones. Por tal razón las mismas no son muy profundas, están casi en la epidermis de la piedra y sólo en algunos casos los surcos son más profundos.

Por otra parte, las representaciones no se pueden observar al primer momento; se necesita de un corto tiempo de observación para identificar algunas, otras según la incidencia de la luz natural, y a otro grupo sólo es posible identificarlo desde determinada distancia, pues cuando nos acercamos a ellos aparentemente "desaparecen" los motivos.

Sin duda, las representaciones obedecen a un plan, a uno o diversos fines.Asimismo, estuvieron debidamente orientadas pues el pensamiento y acciones del hombre andino fue ordenado y lógico en el contexto de su propia realidad y creencias. Por tal razón escogió debidamente este sitio. En más o menos medio centenar de rocas representó figuras humanas, de ani­males, de astros, de carácter geométrico o abstracto que ex­ponen su concepción del mundo, de la vida, de sus creencias religiosas y de su constante lucha con la realidad. No en vano el sitio es un ambiente que integra el entorno natural: suelo, vegetación, cerros, cielo, tranquilidad y privacidad. En las representaciones se puede identificar figuras humanas en acción, aves, rana, serpiente, motivos muy estilizados y muchos de carácter geométrico-abstracto.

Para nosotros Pocós fue un centro de recogimiento, de peregrinación y de función astronómica. El sentimiento religioso se percibe de inmediato; por las noches la observación del cielo con sus astros y estrellas es estremecedor.

Y todo este mundo está representado con un estilo muy sencillo, sólo con líneas que no se complican, sino que son diáfanas, sugeren­tes y trémulas, que expresan el espíritu, el sentimiento, el cono­cimiento y la profunda religiosidad de nuestros artistas en el pasado.

Un problema no resuelto suficientemente es el de su antigüedad, pero éste como los otros sitios con petroglifos en el distrito de Moro están cerca a estancias o aldeas quizás de la misma época. Por eso, fijar su antigüedad entre 4,000 a 3,000 años es una propuesta razonable, por ahora. Será necesario hacer excavaciones arqueológicas para confirmar esta datación.

Vinchamarca se encuentra al sur y a 4 kilómetros de la ciudad de Moro. Hay camino carrozable que pasando el lecho del río Loco, el caserío y Vinchamarca, pasa cerca a él a unos trescientos metros. A pie se hace el tiempo de una hora y con movilidad sólo 10 minutos. Los petroglifos se encuentran distribuidos en una depresión del cerro del mismo nombre, en el lado sur, pudiéndoseles identificar por el color marrón-rojizo o grisáceo de las rocas que se diferen­cian del resto.

El sitio comparte casi las mismas peculiaridades descritas para Pocós, pero su altitud es de 480 m.s.n.m. y hay varias construc­ciones distribuidas en casi todo el cerro y material cultural en la superficie. Los petroglifos están distribuídos de sur a norte, en un espacio casi cerrado; sólo está abierto por el lado sur que permite el acceso al visitante. La técnica de trabajo y las representaciones no tienen nada en particular con relación a Pocós, en todo caso estrecho vínculo cultural y cronológico que nos exime, por ahora, de mayores descripciones.

En ambos sitios se están realizando estudios que de seguro habrán de enriquecer el conocimiento de las gentes que diseñaron estos petroglifos.

*Moro: Historia y Turismo. Municipalidad Distrital de Moro. Chimbote, 1992.

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