José de Viera y Clavijo

 

 

 

Viaje a La Mancha en 1774


 

Introducción

 

EL AUTOR

 

            El eclesiástico ilustrado canario y profesor José de Viera y Clavijo, uno de los fundadores de la Sociedad Económica de amigos del País de La Laguna, nació en el Realejo de Arriba el 28 de diciembre de 1731, hijo del alcalde del lugar, Gabriel Viera del Álamo, y de doña Antonia María Clavijo, dama orotaveña.

 

            Tuvo una personalidad definida por el deseo de saber y la actitud jocosa y festiva; así se nos muestra en sus Memorias, su Autobiografía y sus Diarios de viaje, como este que edito. Fue un autor polifacético: poeta, novelista, traductor, científico, historiador, etc... y consagró su vida a acopiar muy variados conocimientos sobre historia de las Islas Canarias, ciencias naturales, física (poema didáctico Los aires fijos, Madrid, 1780), etc. Su afán de saber no fue, sin embargo, indiscriminado, como pudiera ser el de un estudioso nacido en la Edad Media; como buen ilustrado tuvo siempre en el criticismo la metodología predilecta para cribar sus conocimientos.

 

            La vida de Viera puede dividirse en distintos periodos según los lugares donde desarrolló su labor; el principio y final de su labor transcurrieron en las islas Canarias; el central, en Madrid, desde donde realizó viajes a Italia, Alemania y Francia.

 

            En las Islas Afortunadas se aficionó a la lectura leyendo las obras de Feijoo, de las cuales sacó quizá su omnímoda curiosidad; aprendió el francés y empezó a escribir muy pronto, ya que su primera obra, compuesta a los catorce años bajo la influencia del Guzmán de Alfarache, es la novela picaresca Vida de Jorge Sargo, que el autor tuvo en poco, pero que al margen de sus irregularidades posee buen estilo. También es juvenil su afición a componer coplas, villancicos, glosas y otras poesías populares de tono predominantemente satírico, por las que ganó fama de irónico y mordaz, aunque muchas de ellas se han perdido; también compuso una tragedia y una segunda parte del Fray Gerundio del padre Isla. Intentó crear además papeles periódicos y en 1760 entró en la tertulia de Nava, donde se trató especialmente con Lope y Fernando de la Guerra. Allí dio a conocer su humorístico Elogio del barón de Pun y Los vasconautas, poema de épica culta, en cuyas notas podemos leer ya que Viera recolectaba datos para su historia de las Islas Canarias.

 

            En la Laguna compuso Un sueño poético en prosa y verso, con motivo de las exequias de la reina doña Bárbara de Braganza; Viera tiene ya 27 años; la última obra datada que escribió en la Laguna es la Carta filosófica sobre la aurora boreal observada en la ciudad de La Laguna de Tenerife en la noche del 18 de enero de 1770.

 

            Al fin llega a Madrid, donde empezó a trabajar como censor de libros históricos y religiosos; como tal muestra una personalidad propia, aunque dentro del afrancesamiento general entonces; se le hizo juez de un concurso de piezas teatrales que quiso promover el Concejo de Madrid; Meléndez consiguió el galardón con Las bodas de Camacho el rico. Es esto ya revelador de los gustos cervantinos de Viera antes de que redactara la obra que editamos, pero el estreno de la obra fue un fracaso de público.

 

            De esta época data su afición por la física, influido quizá por su amigo Cavanilles. Entonces entró al servicio del Marqués de Santa Cruz como preceptor de su hijo. Era este grande de España un hombre culto y de talante muy abierto y moderno (elevó uno de los primeros globos aerostáticos en España y en sus posesiones de Valdepeñas se preocupó de crear industrias modernas y fomentar la enseñanza con inspecciones y un sistema de premios a los estudiantes más aventajados); Viera acompañó al marqués y su hijo en sus viajes por Italia, Alemania y Francia, dejándonos relación escrita de ellos, así como gran número de graciosas cartas a sus amigos Bossarte, Cavanilles y Porlier. Antes de emprenderlos, sin embargo, realizaron el viaje a las posesiones del marqués que ahora editamos.

 

            Viera se hizo imprescindible para el marqués y su hijo; inició una activa vida cortesana, que le gustaba y para la cual estaba muy dotado de prendas personales. Fue un periodo particularmente fecundo: escribe el Elogio de Felipe V, rey de España, premiado por la Real Academia en 1779, El segundo Agatocles, Cortés en Nueva España, el Hyeroteo... También publica anacreónticas y varias traducciones de clásicos franceses (Boileau, Perrault), de Virgilio y de la Imitación de Jesucristo. Elabora, seguramente como apuntes para la educación de su pupilo, una Noticia del cielo o astronomía para niños, la Idea de una buena lógica en diálogo, y unas Nociones de cronología. Su obra más importante de estos años es sin duda la Historia general de las Islas de Canarias, en la que llevaba trabajando desde 1763, y que se publicó en cuatro tomos (1772, 1773, 1778 y 1783); es la obra de su vida, pero fue recibida con silencio y hostilidad. El mismo año que realiza el viaje a la Mancha, 1774, ingresa como correspondiente en la Real Academia de la Historia. En 1780 sale la primera edición de su poema Los aires fijos, firmado con el seudónimo Diego Díaz Monesterio, donde trata sobre los principios de la aerostación en globo. En 1783 la Academia le premia por el Elogio de Alonso Tostado. Son momentos duros para Viera, pues su posición en el palacio de San Bernardino empieza a declinar desde la boda de su señor con una noble vienesa. Es nombrado canónigo de la catedral isleña y efectúa un viaje para tomar posesión de su cátedra; a su vuelta percibe que su importancia en la casa del marqués ha sufrido una gran mengua. En 1784 traduce los cuentos de Perrault para los hijos del marqués.

 

            En 1785 lo tenemos de nuevo en Las Palmas, iniciando el tercer y último acto de su vida; impulsa la creación de la Sociedad Económica de La Laguna y promueve y dirige el colegio de San Marcial de Rubicón.

 

            En 1787 dos hechos traen enormes consecuencias para nuestro autor; su antiguo protector Santa Cruz es nombrado mayordomo mayor de palacio y Antonio Porlier secretario de estado y de despacho de Indias. Viera dedicará a traducciones estos años (1784-1812), entre ellas la famosa de la Henriada de Voltaire. Realizó en total más de diecisiete, incluyendo las tragedias Bruto de Voltaire, Berenice y Mitrídates de Racine y Merope de Maffei; también es digna de interés su retraducción del Essay on Man de Alexander Pope. Retoma de nuevo el género del poema didáctico con La elocuencia y Los meses (en doce cantos), pero sólo logra publicar en vida Las bodas de las plantas (1806), producto de su interés por la botánica, pues no en vano había compuesto un Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias. Poco más le quedó por hacer: muere al parecer en 1812.

 

 

            EL VIAJE A LA MANCHA EN 1774

 

            El Viaje constaba originalmente de dos partes o cuadernos, que se interrumpen sólo aparentemente en el Viso del Marqués explicando que se prepara otro a Andalucía. Gaspar Gómez de la Serna califica a esta obra de "viaje literario-sociológico", y en efecto hay mucha observación y crítica ilustrada en él. El recorrido se realiza unos años antes de que se terminaran los tramos del Camino Real de Andalucía que, desviado del Viso, traería con su aislamiento su decadencia.[1]

 

            El itinerario marcha por el Camino Real hasta una súbita desviación a Tembleque. Con minuciosidad de relojero, Viera va tomando nota del tiempo de viaje, del cielo, de las temperaturas, de los monumentos visitados, los recibimientos, los trajes, las anécdotas, el caudal de los ríos, la producción de las industrias, la demografía, las riquezas minerales, agrícolas y ganaderas, las fiestas, costumbres, etc. mostrándose fiel testigo de su tiempo a la vez que irónico viajero, aburrido por las continuas partidas de caza; le fatiga la ignorancia de la tierra, se admira de las enormes bodegas de Valdepeñas y de los frescos del palacio del Viso; ironiza contra los clérigos regulares, repasa la instrucción de los niños en las escuelas y asiste a continuos saraos musicales de seguidillas acompañadas de violines. Lee la primera parte del Quijote y establece continuos paralelismos con ella. Caracteriza con pocos elementos a sus acompañantes, en especial a don Bartolomé.

 

            Los destinatarios de la obra eran muy probablemente los marqueses; es por eso que muchas alusiones son oscuras.

 

            EL ESTILO

 

            El tono de Viera para este diario se ajusta admirablemente a lo contado. Las constantes construcciones paratácticas distributivas, las yuxtaposiciones y las enumeraciones, al paso que hacen rodar el texto con una enorme frescura, le prestan una vivaz apariencia preimpresionista, evocadora del futuro estilo azorininiano. Si bien la expresión se vuelve a veces seca y entrecortada, lo es imitando el paisaje que pinta. De este modo recurre a las listas enumerativas:

 

"Desde las cuatro de la mañana, manta colorada, migas, almuerzos, misas, cazadores y escopetas."

 

"Aquí pues se acuarteló todo el ejército de familia, comitiva, cazadores, ojeadores, caballeros del Viso, tontos, venteros, mozos, arrieros, mujeres, muchachos, coche, mulas, caballos, perros, borricos, bagaje, etc. Entonces sí que era esta venta un verdadero castillo"

 

            Las frases sueltas sólo se articulan en hermosos periodos retóricos cuando hay algo digno de describir: las bodegas de Valdepeñas, el palacio del Viso... Otras veces pespuntea la ironía, ya no sólo contra la superstición y los modales del pueblo, sino contra los eclesiásticos regulares e improductivos, situándose en el punto de vista ilustrado y regalista propio de los tiempos de Carlos III:

 

"Todas las robustas mujeres de estos pueblos visten más corto que en Madrid; todas están criando, y por cosa rara se suele ver una sin su niño en los brazos. Así estos pueblos fecundos y pobres son un taller admirable de muchachos de que están llenos como colmenas. En contraposición, hay aquí un convento de Agonizantes."

 

"Hemos hecho visita a un colegio de garañones, burros padres de las incomparables mulas manchegas. Son terribles animales. Habitan siempre a obscuras, en celdas separadas donde estudian mucho, y salen a revolcarse al corral pocos instantes, porque también se suele profesar clausura aun cuando no se guarda castidad. Quizá por una y otra razón no padecen de gota"

           

            La huella cervantina está también presente. No en vano consta el Viaje de dos partes, como el Quijote, ni era este libro leído a intervalos para distracción de los ilustres viajeros; la imitación neoclásica del alcalaíno se hace ver, más allá de las continuas alusiones y paralelismos, también en el estilo, mediante la contraposición jocosa entre lo elevado y lo trivial, muchas veces con gracia, lo que demuestra que no siempre las "recetas" neoclásicas deparaban productos sin vida:

 

"El río Jabalón, río tan sonoro y terrible como el Flegetón de los poetas; pero, descartando lo fabuloso, solo es a la verdad un pobre arroyo o un caz de cuya agua no se apro­vecha ni una gota en todo el terreno"

 

"Su Excelencia durmió cosa de dos horas. En el puente nuevo salieron las ninfas del Jarama con hachas encendidas, cabellos enmarañados y medio desnudas en figura de bacantes a pedir las pesetas"

 

"Nos cumplimentaron Baco y Minerva, parras y olivas. ¿A cuál de los dioses o diosas consagraron los gentiles las sandías y los melones? Con efecto pasamos por un bello melonar"

 

"Llenando los fuertes puños de moneda de Segovia, empieza a regar las cabezas de la multitud. Hágase aquí alto y contémplese la vocinglería, chillidos y cachetadas de un lance como éste. ¿Y cuáles no fueron los gritos de aplauso cuando de allí a un poco se dejó ver Su Excelencia desde un balcón? Se pudieron caer muertas las aves que volaban, como en Corinto, luego que el cónsul romano declaró libres a los griegos. En punto de gritos, bien se pueden comparar los manchegos con los griegos sin pedantería"

 

            Abundan también, como no podía de ser menos en el género, las descripciones prosopográficas y topográficas en una forma tan apuntada y sintética que bien podríamos llamarlas miniaturas.

 

            NUESTRA EDICIÓN

 

            Hemos confrontado el texto del manuscrito de París con los ofrecidos por Alfred Morel-Fatio y Cioranescu. Subsanamos malas lecturas y alguna omisión por similicadencia. Modernizamos la ortografía y, en contadas ocasiones, la puntuación, y añadimos un centenar más de notas léxicas, geográficas e históricas necesarias para la adecuada intelección del texto. Esta es la primera edición del Viaje a la Mancha que se hace en Castilla-La Mancha; el mérito se debe en su casi totalidad al equipo de alumnos del instituto Clavero Fernández de Córdoba que supervisé, cuyo entusiasmo hizo posible la realización efectiva de este proyecto; transcribieron los textos Esmeralda Díez, Rosa Mª. González, África Masó, Pilar Novalbos y María del Pozo. Colaboraron en la anotación Gema Blanco y Mª. Jesús Oteo. Documentaron la introducción Mª. Carmen Donoso, Luisa Fernanda Madrid y Eva Prieto, y ayudaron en la gestión Carolina Abellán, Cristina Díaz e Irene Fernández.

 

 

                                                            BIBLIOGRAFÍA

 

            Manuscritos y ediciones existentes del Viaje a la Mancha:

 

            1º Manuscrito español 407 de la Biblioteca Nacional de París, ff. 187-207, nº 169 de la Bibliographie des voyages en Espagne et Portugal de Raymond Foulché-Delbosc (1896).

 

            2º "Viaje a la Mancha en 1774", transcripción de Cesáreo Fernández Duro en el Boletín de la Sociedad Geográfica (1884), pp. 114-137. Considera a la obra como anónima. Desconocen esta edición Morel-Fatio y Cioranescu; Corchado Soriano, del que tomamos la referencia en su El campo de Calatrava, III p. 454, no supo de las ediciones posteriores.

 

            3º Edición en el "Appendice VI" de Alfred Morel-Fatio, Études sur l'Espagne, Paris: E. Bouillon, 1890, pp. 389-416. La obra recoge además un ensayo de sesgo histórico sobre el texto.

 

            4ª Viera y Clavijo, José de, e Iriarte, Tomás de, Dos viajes por España (La Mancha, 1774 - La Alcarria, 1781). Edición, introducción y notas de Alejandro Cioranescu. Tenerife: Aula de Cultura-Instituto de Estudios Canarios, 1976, pp. 29-62.

 

            Sobre José de Viera y Clavijo:

 

            Cioranescu, A. "José Viera y Clavijo y la cultura francesa" y "Viera y Clavijo, escritor", en sus Estudios de literatura española y comparada. La Laguna, 1954 pp. 205-48 y pp. 249-68.

 

            Millares Carlo, Agustín Ensayo de una biobibliografía de escritores de Canarias. 1932, pp. 515-569.

 

            Negrín Fajardo, Olegario: "Retablo de educadores canarios contemporáneos: de Viera y Clavijo a Champsaur Sicilia", Anuario de Estudios Atlánticos, 28 (1982), pp. 705-764.

 

            Romeu Palazuelos, Enrique: "Viera y Clavijo, censor en Madrid", Anuario de Estudios Atlánticos, 29 (1983), pp. 195-214.

 

            Serra Ràfols, Elías, "Introducción" a José de Viera, Historia General de las Islas Canarias. T. I; Santa Cruz de Tenerife: Goya Ediciones, 1950.

                                   

 

 

 

VIAJE A LA MANCHA EN EL AÑO DE 1774

 

Adición a la Historia general de viajes que sale en el Diario de Madrid

 

                                                            Día 9

 

            Este viaje tan pensado, tan deseado y tan bien dirigido se ha verificado por fin a las tres y media de la tarde en dos coches de colleras.[2] Todavía no sabemos cómo se llaman las mulas, pero seguro que no faltará alguna Coronela o Comedian­ta. ¿Y por qué no han de tener nombre los coches como los navíos? Llamaremos al principal, que hace veces de capitana,[3] el Tostador;[4] el segundo, a ejemplo de la otra famosa nao portu­gue­sa, el Cagafogo.[5]

 

            Sol claro, algunas nubes, aire fresco por el sudoeste. Se rezaron las devociones, unos en latín y otros en romance; en breviario y el libro; en público y en secreto. Se leyó en el manual que precisamente deben llevar los peregri­nos que van en romería a aquellos santos lugares.          Quiero decir las aventuras del famoso caballero andante don Quijote, desde la primera hasta la segunda salida con su escudero Sancho Panza.[6] No la tiene mala[7] el que más nos leyó, don Bartolomé, caballerizo gordo por excelencia, hombre pacífico e inalterable que no se ha sonado los mocos en su vida.[8]

 

            Por la noche tuvimos una tajada de luna. Viento fresco por el oriente. Su Excelencia durmió en el coche cosa de dos horas. En el puente nuevo salieron las ninfas[9] del Jarama con hachas[10] encendidas, cabellos enmarañados y medio desnudas en figura de bacantes[11] a pedir las pesetas. Al coche Cagafogo se le ha roto una rueda. Llegamos a la posada a las nueve, en donde ya nos esperaban el retratante y el retratado, Carnicero y Caminero.[12]

 

                                                            Día 10

 

            Habíamonos[13] recogido entre once y doce, y a las tres y media de la mañana nos quitó el sueño un furioso despertador en camisa y gorro. Éste fue el citado don Bartolomé, aquel mismo que asistió al Concilio Mexicano. A las cinco y media estaba todo listo: salimos de Aranjuez cerca de las seis. No era éste aquel Aranjuez de mayo y de las parejas, sino el de las tercianas y moscas.[14]

 

            Seguimos el camino de Ocaña con la lectura de nuestro insigne caballero. A las ocho pasamos por aquella antigua corte de los grandes maestres de Santiago;[15] tiene muchos con­ventos,[16] una famosa mina,[17] un famoso cura,[18] etc... Entramos en la Mancha; antes de llegar a Dos Barrios nos cumplimentaron Baco y Minerva: parras y olivas.[19] ¿A cuál de los dioses o diosas consagraron los gentiles las sandías y los melones? Con efecto pasamos por un bello melonar.

 

            A las diez en La Guardia. Pueblo desmoronado, precedido de una cuesta, un arroyo, una alameda, unas huertas, una ermita de un niño que crucificaron los Judíos,[20] un calvario, unas cuevas a manera de panal.[21] Cosas raras: el convento de Trinitarios, pobre; el retablo de la parroquia, inmenso; la cueva del martirio del Niño, friísima; las antiguas murallas y almenas, arruinadí­simas;[22] la ama del Infante,[23] menos gorda; las piernas de su tío, presbíte­ro y caballero de Santiago, torci­das e hinchadas, etc.

 

            Salimos de La Guardia a las tres y media de la tarde y, a pocas aventuras leídas en Don Quijote, nos hallamos a las cinco en Tembleque, con una descomunal giganta en la posada.[24] La giganta, que pasa a Cádiz y a Sevilla para medirse con la Giralda,[25] llevó su visita y cuatro pesos duros.

 

            Aquí lo más notable es: 1.º La real fábrica del salitre que examinamos por menor. 2.º La gran casa del Indiano, con su escudo de armas que dice: Armas de los ilustres Fernández Alexo. Así puso el otro "Este es gato". 3.º El riego de las calles con agua, siendo en la Mancha. 4.º Un sermón o plática de Nuestra Señora del Carmen que predicó un pobrecito fraile Agustino Recoleto, hijo del lugar, que[26] le han venido 40.000 reales de Indias (es noticia del barbero), y hubo aquello de altar de transparen­tes resplandores que ofuscan; bula sabatina; ave fénix, etc.[27] 5.º La iglesia es de excelente fábri­ca gótica. Los retablos, pinturas, estatuas, órgano, lámparas y capilla del nunca bastantemen­te ponderado indiano, todo, se halla­rá bien explicado en el Viaje de España, tomo cincuenta y ocho.[28]

 

            Hay veinte clérigos sacerdotes y un convento de Franciscos. El rey saca de catorce a quince mil arrobas de salitre a año.[29] Cómprase a los particulares a veinticinco reales y después se vende a setenta y cinco. El refinado, a ciento y tantos.

 

            Carnicero va obser­vando siempre fisonomías para publicar un Viaje fisionó­mico de la Mancha.

    

                                    Día 11

 

            Cada día amanece más temprano para nosotros: el Andaluz (hijo de San Luis de Madrid) nos despertó a las tres.[30] Es verdad que es día de misa; salimos, sin embargo, de Tembleque a las seis de la mañana. Una mula se llama Lucera, pero ya había salido el sol; el viento, fresco. Pasado el extendido campo Cebollero y el cerro Borre­guero,[31] aportamos[32] a la villa de Mayo, a 24 de Camuñas; serían las nueve y media.[33]

 

            Hiciéronnos el primer recibimiento dos gitanas: la señora Manuela Tirado (célebre en la historia gitánica), la su sobrina y otro gitano de figura chinesca. Fuimos a la Iglesia,[34] y nos hallamos con un solemne entierro. ¡Oh! ¡qué mala andanza! Murió la señora Vicenta. Todo el lugar había tomado luto: luto de manto y de basquiña,[35] luto de lágrimas y moco tendido al meterla en el hoyo. Mientras se cantaba el último miserere, vinieron todos los feligreses uno a uno a besar la punta de la estola del señor cura y a largarle,[36] cuál el cuarto, cuál el octavo.[37] El sa­cris­tán les mojaba las barbas con el hisopo y decía: amén.

 

            Desnúdase el cura: sale de la sacristía en balandrán[38] con bastón; da gracias, y hasta que Su Merced no se levanta del suelo, ninguno se mueve. Sale la comitiva hacia las casas mortuorias. El viudo se queda arrimado a un quicio de la puerta por la parte de afue­ra, el pelo tendido, el rostro mesurado, los ojos aporreados[39] y tristes. En este puesto y en esta postura iba recibiendo el pésame (como ellos decían) de todos los santos varones. Las piadosas mujeres entraban a hacer el duelo a las parientas en la sala. Preguntamos a uno de la comitiva: "¿Quién es la difunta?" Respondió: "El alma[40] de esta casa, la señora Vicenta, que ha muerto en la flor de su edad, pues sólo tenía cincuenta años." Camuñas, fuera del privilegio de estas flores de edad, parece un pueblo infeliz.[41]

 

            Dejámoslo a las tres de la tarde. Pasamos a las cuatro y media el insigne puerto de Lápiche,[42] no tan fértil ahora en aven­turas caballerescas como en huertas y norias;[43] llegamos a Villaharta[44] a las seis. Nos paseamos por el lugar y por una era en que araban media docena de borricas con otras tantas mucha­chas. Entramos en la ermita de Nuestra Señora de la Paz y rezamos el rosario, quisiera o no quisiera la ermitaña, que había entrado a poner mecha a una lámpara. Es probable que no le pesó por lo que dirá don Bartolomé.[45] Es mala la posada. La torre está en el ayuntamiento.

 

                         Día 12

 

            A las cinco de la mañana nos escapamos de Villaharta. Sol rojo en el oriente. Aire fresco con nubes. A dos leguas de camino está la venta de Quesada, tan digna de eterna memoria por el manteamiento de Sancho Panza, sin embar­go de que la actual ventera ni siquiera había oído nombrar a don Quijote, con ser así que es quinta o sexta nieta de Mari-Tornez,[46] o mienten las fisonomías. Ya dijo un hermano suyo que ese tal don Quijote, a lo que él creía, había sido un guapo de la Mancha que vivió ahora mil y ducientos años. Nos admiró la exactitud de cronolo­gía. Hay en esta posada un pozo profundo y se dice que su agua es la del Guadiana que corre a sombra de tejado por allí; pero, por más que observamos, no vimos semejante Guadiana.[47]

 

            A poco más de las ocho entramos en la villa de Manzana­res, buen pueblo de labradores, con buenas calles y buena iglesia gótica.[48] Un largo trecho antes nos salió al encuentro una berlina[49] de dos mulas, que en el país llaman belrina. Era el gobernador de Valdepeñas don Josep Caballería, que habló a Su Excelencia montado en el estribo de nuestro coche con su connatural ceceo.[50] Visita de algunos oficiales de carabineros.

 

            Salimos de Manzanares y del mesón de Valiente, nuestra buena posada, a los tres cuartos para las tres. Viento recio por el sudoeste. No bien habíamos caminado dos leguas y media, cuando se dijo: ¡berlina!, como quien dice en el mar, ¡vela!. Era la solemne diputación de la villa de Valdepeñas, compuesta por tres respetables individuos de su muy ilustre ayuntamiento, que salía a dar a Su Excelencia la bienvenida a sus estados. Echaron pie a tierra; parósele el coche; y el uno, que es abogado y regidor, dio la siguiente arenga: "Excelentísimo Señor, Vuestra fiel villa de Valdepeñas se pone a los pies de Vuestra Excelencia y le da la bienvenida a Vuestra Excelencia y al Señorito su hijo, con muchas gracias por la bondad que tiene Vuestra Excelencia de dar a sus vasallos este consuelo." El señor Marqués respondió: "A la villa, que aprecio mucho su atención y que deseo servirla".

 

            Yace a dos leguas de Valdepeñas una ermita de Nuestra Señora de Consolación, que llaman de Abertu­ras. Tiene una venta al lado; y, lo que todavía es más devoto, una linda plaza de toros, en donde se hace cada año una corrida. Era este el día de la fiesta y había acudido a ella toda la gente de los pueblos circunveci­nos, como lo denotaba el gran número de galeras[51] y carros. Y desde este lugar ya se dejaron ver largas partidas[52] de mucha­chos y mujeres de Valdepeñas, que, levantando polvo, corrían de tropel[53] al camino y se exhalaban en vivas: "¡Viva, viva su Excelencia!" Todos se hincaban de rodillas. Todas las mujeres estiraban los brazos hacia adelante, y, levantándolos y bajándo­los cuanto podían, clamaban con ternura: "¡Ya llega, ya llega nuestro padre!". ¿Hay por ventura algún placer en el mundo que pueda competir con éste?

 

            Cuando llegamos a aquellas primeras viñas y olivares que crecían con su verdor los ojos del caminante, cansado de tantas leguas de tierra seca y rastrojosa, encontramos otra berlina. Era una diputación del convento de Padres Trinitarios Descalzos, compuesta de dos religiosos calvos. "Nuestro Padre Ministro -dijeron- está enfermo, y nos envía en su nombre y de la santa comunidad a cumplimentar a Vuestra Excelencia, dándole la bienvenida, como también al Señorito". Este razonamiento pedía que Su Excelencia respondiese sentía mucho que el Padre Ministro no lo pasase bien y que agradecía la atención de la santa comunidad.

 

            He aquí, a poco trecho, otra diputación y otra berlina. Tres venerables clérigos representaban el cabildo eclesiásti­co y, en su nombre, hizo un corto cumplimiento don Tomás Díaz Felipe, sacerdote de 85 años de edad; pero todavía tan vivo, tieso y colorado, que, felicitándole de ello Su Excelencia, respon­dió: "Pues, Señor, aún me siento con fuerzas para montar en un caballo y echar un par de suertes a un toro; porque no sería la primera vez que de dos picadas les he hecho poner la cabeza a mis pies". Lo mismo le sucedió a San Ignacio mártir.[54]

 

            Aún nos salieron al camino otras dos o tres berlinas manchegas, con los vecinos principales. Y para descri­bir ahora nuestra entrada pública en Valdepeñas, es necesario explicar antes el orden de la marcha:

 

            1.º Antonio Caminero, nuestro aposentador (bien conocido en la Corte por el verdadero retrato que hizo de su facha don Isidro Carnicero), iba de batidor[55] en un caballo de cuello aguileño, con montera atravesada, colodrillo reverendo, casaquilla hueca etc.[56]

 

            2.º Los dos insignes tontos Francico de Santa Cruz y Casimiro del Viso, capitaneando una innumerable multitud de mucha­chos y muchachas pelonas.[57]

 

            3.º El coche en que iba: Su Excelencia, el Señorito, ayo y caballerizo, con su gentil tiro de mulas que volvía a la patria.

 

            4.º El coche de cámara con familia, entre ella Diego Díaz Monasterio.[58]

 

            5.º La calesa[59] de Carnicero y Rojo.[60]

 

            6.º Las berlinas de las diputaciones de la villa, cabildo y convento.

 

            7.º Las de los caballeros hidalgos, etc., etc.

 

            Toda la carrera estaba acompañada de patrullas de muchachos, hombres y mujeres, que salían corriendo de sus casas, muchas de entre sus quehaceres con los instrumen­tos de sus oficios, las boquitas risueñas, los ojos relumbrantes y las manos tiesas al cielo: "¡Viva, Su Excelencia y el Señorito, que está ya tan alto como su padre! ¡Qué hermosura!". En medio de este popular alborozo, vivas y repiques, llegamos a la casa de apeo. Hallamos la clerecía y comunidad de los frailes, formados en dos alas, desde el portal y patio hasta la primera sala. Aquí se renovaron las bienvenidas.

 

            ¡Qué era ver al citado caballerizo y al bravo Caminero arrojar de las ventanas puñados de dinero en cuartos y ochavos! ¡Qué, la calle cuajada de aquella gente mal vestida, árida y sedienta, que no sabía huir de tan desaforada lluvia de cobre! ¡Qué, la tropelía, los gritos, las posturas, las puñadas, las caídas, las embestiduras y confusión que ocasionó esta cucaña![61]

 

            Luego fue Su Excelencia a la parroquia con mucha comitiva del gobernador, alcaldes, eclesiásticos, pueblo, muchachos y tontos. Entró en ella al son del órgano, hisopo, vivas y repiques. Hicieron padre y hijo una oración en sus sitiales[62] y se volvieron a su casa, donde despidieron el acompañamiento.

 

                               Día 13

 

            Gracias a Dios, hemos descansado y dormido toda la noche, sin miedo de los rebatos[63] del terrible madrugador don Bartolo.            La casa es bastante buena y el patiecito interior del empa­rrado, elegante. Entró la corte a las nueve. Salió Su Excelencia a la sala y recibió la diputación de su buena villa del Viso. Fue después a misa a la parroquia, templo de fábrica gótica muy capaz.[64] Sírvenla como ventiún sacerdotes con el cura, que debe ser del orden de Calatrava. De aquí se encaminó con la comitiva, precedida de tres alguaciles y dos tontos, a ver las nuevas fábricas estableci­das de su orden y en utilidad de sus vasallos.

 

            Entramos primero en la de los paños, edificio nuevo y bien reparado.[65] Fue Su Excelencia recibido en la larga crujía[66] de los telares con la salva de genuflexiones[67] y vivas. Era gusto ver aquellas dos largas filas de hombres, mujeres, viejas, mozas y muchachas, unas cardando lana y otros sacando estambre.[68] Ver cinco telares y los tejedores que trabajaban en éste los paños, en aquél las bayetas, en el otro los albornoces y costales. Ver chicos de once, de nueve y aun de ocho años, haciendo canillas[69] y tejiendo como unos hombres de provecho. Los mismos estropeados ganaban allí la vida y evitaban la ociosidad y la mendiguez. ¡Qué beneficio éste para un pueblo, para la sociedad, para la policía!

 

Estuvimos en el cuarto del batán, en el de la prensa, aquél en que se tiñe, el otro en que se tunde, en el que se percha, se hila, se almacenan las la­nas, etc., etc.[70]

 

             Pasamos después a la fábrica del jabón,[71] otro gran edificio, hecho poco ha, cuyas oficinas, graneros y almacenes, así como los cuartos de los empleados en estos ramos, son todos muy capaces y buenos. Vimos la cama de Caminero, más alta que un elefante, con seis u ocho almohadas de media vara cada una, con sus cintas, encajes y lazos. ¡Qué perro de presa tan formidable tiene! ¡Qué gato tan ágil y espantadizo!.

 

            La tercera estación fue a la bodega, lugar muy venerado en Valdepeñas. Compónese de largos lagares y otras galerías, cuyas inmensas tinajas (dulces prendas de Chinchón y del Toboso)[72] están bien empotradas en número de ciento ochenta y forman un intrinca­do laberinto, o, por mejor decir, una real biblioteca de tomos y atlas de más de a folio. En esta biblioteca hay también sala separada para los libros prohibidos, quiero decir para las tinajas del aguardiente; y parece que el fabricante de jabón,[73] castellano viejo que ha estado en las cuatro partes del mundo, tiene licencia para leerlos, porque las fue catando y dando razón de cuál es obra más pasade­ra. Aquí hay también tahona.

 

            Restituido Su Excelencia a casa, despidió a todos en la sala. Hoy llegó el regalo de la villa, con la añadidura de unas tortas que tenían esta inscripción: Viva el Señorito.

 

            Por la tarde, visita a la nueva posada y gran mesón que se hace de orden de Su Excelencia en la calle Ancha.[74] Será, sin duda, uno de los mejores de la carrera[75] de Andalucía. Visita también al convento de los Trinitarios, que salieron a la calle y le recibieron en dos filas. Entramos en la iglesia, en la capilla bien adornada y curiosa de Jesús Nazareno, en el camarín, etc. Después nos encaminamos a la antigua ermita de San Nicasio, primitivo convento de dichos religiosos, y nos volvimos por otras calles, siendo de advertir que el lugar tiene muchas, por ser grande, y aun sería hermoso, si no tuviese tantas casas de tierra. Puede ascender su vecindario a mil ochocientos veci­nos.[76]

 

            Por la noche tuvimos ópera; esto es, una hora de seguidi­llas[77] y una orquesta de un violín, dos guitarras y un tiple.[78] Las cantarinas saben tanto como cualquier padre lector de artes,[79] porque saben la lógica en seguidillas.[80] Una de ellas posee la rara habilidad de tocar con la mano izquierda sin ser zurda, y finge el ladrido de un perrito muy al natural.[81]

                     

                                                            Día 14

 

            Asistencia a la misa solemne en el altar del Santísimo Cristo de la Piedad, cantada por la música, que se reduce a un bajón,[82] un violín y un maestro de capilla (así le llama­ban), que es capilla y maestro al mismo tiempo, porque no hay más voz que la suya y, sin embargo, nos echó los kiries, gloria y el credo a toda solfa con su amén, amén, amén.

 

            De la iglesia fue su Excelencia en casa de la maestra de las niñas, que, puestas todas de rodillas y en orden, ento­naron una parte del catecismo de Ripalda,[83] según les pregunta­ban con gracia y bello pico una discípula de las más adelantadas. Este fue espectáculo muy gustoso. Luego pasa­mos a la escuela de los muchachos,[84] que serían como unos ciento veintiocho. Mandó el maestro el ejercicio. Treparon dos sobre sendas mesas y se preguntaron la significación de las ceremonias de la misa. Bajaron éstos; subieron otros a ejercitarse sobre el Catecismo de Fleury,[85] en que están muy diestros. Hicie­ron pruebas de leer y presentaron sus planas de escribir. Tam­bién son deudores a su señor estos vasallos de establecimientos tan útiles. Al pasar por la cárcel pública, se mandó soltar a uno de los presos que había, quedando el otro por ser más grave su delito.

 

                                                            Día 15

 

            Hoy daremos noticia de la portentosa cueva que hay en esta casa, objeto digno de la atención de los viajantes, como una de las siete maravillas de la Mancha y aún de la Europa. Toda ella está abierta en peña viva. Bajamos entre once y doce de la mañana por una boca muy capaz y unas escaleras de sesenta gradas muy anchas, tendidas y repartidas en varios descansos. Caminando después sobre la izquierda, se halla como un largo cañón de Iglesia; otro más largo corre a la derecha, que se subdivide hacia el fin en otras dos grandes galerías colaterales. Sobre una de ellas se ve cierta especie de media naranja o cimborio[86] por donde con tornos suben y bajan las tinajas pequeñas con el vino. En esto de tinajas no hay que detenernos, porque dicho magnífico panteón o catacumbas están rodeadas y guarne­cidas de estas estatuas colosales o monstruosas momias con sangre. En nuestra presencia hizo el bodeguero una sangría que ni Salesas.[87]

 

            El buen orden de las tinajas, las lámparas encendidas, las lumbreras o respiraderos, la extensión, la pulidez del suelo, paredes y bóvedas, la lobreguez, el frío, el pozo, la considera­ción de que se tiene toda la casa encima, el excelen­te licor que allí se encierra: todo esto respira seriedad y provoca entusias­mo.

 

            Por la tarde, salida a caballo con acompañamiento de magnates.[88] Uno de ellos, el señor Valdelomar, con el uniforme de cuando fue cadete.[89] Dirigióse la cabalgata a los Llanos, en donde se dilata la vista por un maremágnun de viñas.[90] Por la noche, ópera.

       

                       Día 16

 

            Hay gran despacho de papel y los memorialistas hacen negocio, pues, siempre que sale, Su Excelencia recoge resmas[91] de memoriales. Misa rezada con órgano, que dice nuestro cape­llán ordinario, el padre Reyes. Acompañamiento al Santísimo que ha salido en público por viático[92] a un enfermo con toda ostenta­ción, luces, música y cabildo. Es una antigua tradición y debe salir así veintiocho veces al año. 

 

            Por la tarde, cabalgata al majuelo[93] de Su Excelencia, a cuyas excelentes uvas negras hizo guerra implacable el tenien­te capitán de carabineros don Miguel Correa, que desde la villa de Manzanares se unió a nuestra brigada, para hacer la presente campaña con el acierto de otras veces.[94]

 

            Por la noche, ópera manchega. Y así como en ciertas partes del mundo nos quiebran la cabeza con la Mariquita, la Agostini,[95] la... aquí están discordes los criados sobre cuál lo hace mejor, si la Deogracias, la Fraila o la Milanesa. Es tan grande el concurso que, no cabiendo la gente en el patio, llega hasta la luneta.[96]

 

                                                            Día 17

 

            Como a media legua de Valdepeñas hay un bosque sagrado, pues tiene algo de sobrenatural: un tramo de alameda verde y espesa, con un pequeño arroyo, en medio de campos tan áridos; pero eso no quita que los vecinos le den sus buenas podas. Aquí se dirigió esta tarde la cabalgata.[97] De vuelta al pueblo, hubo paseo público, etc.

 

                        Día 18

 

            Gala.[98] Misa solemne y procesión del Santísimo en la parro­quia. Viene a la casa la escuela plena de los muchachos; fórmanse en el patio y entonan el catecismo entero de Fleury, preguntándose y respondiéndose una docena de contrincantes. El primer premio del más sobresaliente, que era el más roto, fue un vestido.

 

            Por la tarde, nuevo espectáculo. Hay aquí una compañía llamada de Jesús, que debería llamarse Santa Hermandad por ser cofradía de Jesús Nazareno y gobernarse en estilo de guerra. Tiene su capitán, su alférez[99] y sus cabos de escuadra.[100] Publicábase[101] hoy la fiesta para el veintinueve del corriente; y habiendo salido los hermanos soldados con sus oficiales, bandera, tambor y escapularios[102] al cuello, marchando a cuatro por fila, vinieron a sacar a Sus Excelencias y los llevaron delante entre dos alabarderos[103] como dos sayones,[104] con las armas a la funerala. Entraron en el convento de los Trinitarios e iglesia de Jesús, y luego siguieron el paseo por algunas calles: bien entendido que, al pasar por las casas de los cabos de escuadra (que ellos llaman escuadras a secas), se encontraban a las puertas tres o cuatro mozos y mozas con grandes jarros de vino tinto, y todos los cofrades iban be­biendo por su turno.

 

            Volvieron a dejar en casa a Su Excelencia, quien salió segunda vez al campo y entró en la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, que es de buena fábrica. El camarín merece atención por sus bellas pinturas y su techo, en el cual se ve la historia de la aparición de la imagen a un pastor. Son de mano de un tal Alberto, manchego. Cuida de esta ermita el gremio de pastores.

 

            Por la noche, ópera nueva.

 

                         Día 19

 

            Nada notable, sino la bella ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia.

 

                                    FIN DE LA PRIMERA PARTE

 


 

                        VIAJE A LA MANCHA EN 1774. SEGUNDA PARTE.

 

                                                Día 20 de setiembre

 

            Adiós, Valdepeñas. Hoy a las cuatro de la tarde salimos de este pueblo, cuyo nombre dejamos atrás repetido catorce veces. Nos acompañaron algunos caballeros en caballo y en coche. Pasamos el río Jabalón, río tan sonoro y terrible como el Flegetón de los poetas; pero, descartando lo fabuloso, sólo es a la verdad un pobre arroyo o un caz de cuya agua no se apro­vecha ni una gota en todo el terreno.

 

            De Valdepeñas a Santa Cruz de Mudela hay dos leguas de buen camino. Nos salieron largo trecho a recibir un alcalde, un abogado, un médico y otros personajes oficiales de milicias con uniformes. Luego una berlina con más gente. Luego los varios pelotones de muchachos que corrían tras el coche. Luego la descarga de fusilería de los guardas de viñas. Luego una soldadesca de bravos mocetones con sus banderas y alabardas. Luego, en fin, el innumerable populacho que coronaba las calles, plazuelas y peanas de las cruces, de manera que con dificultad se iban abriendo paso los coches. Por cierto que ésta parecía una magnífica entrada en triunfo. En medio de tales aclamaciones, de una nube de polvo y de incesantes vivas y repiques se apeó Su Excelencia en las casas que le tenían dispuestas, donde fue recibido y cumplimentado del cabildo eclesiástico y otros principales vecinos.

 

            Estaba toda la calle hirviendo de un enjambre de hombres, mujeres y muchachos que, con los ojos en las ventanas, las monteras, las faldas y regazos listos, esperaban del cielo el mismo maná que había llovido en Valdepeñas. No tardó mucho; porque he aquí que la nube preñada de don Bartolomé se les asoma benéfica, y, llenando los fuertes puños de moneda de Segovia, empieza a regar las cabezas de la multitud. Hágase aquí alto y contémplese la vocinglería, chillidos y cachetadas de un lance como éste. ¿Y cuáles no fueron los gritos de aplauso cuando de allí a un poco se dejó ver Su Excelencia desde un balcón? Se pudieron caer muertas las aves que volaban, como en Corinto, luego que el cónsul romano declaró libres a los griegos. En punto de gritos, bien se pueden comparar los manchegos con los griegos sin pedantería.[105]

 

            Después pasaron Sus Excelencias a la iglesia parroquial, ancha, grave, aseada y majestuosa, servida de un cura y doce sacerdotes. Hicieron oración en sus sitiales, adoraron la imagen del Santísimo Cristo, obra de las manos de nuestro compañero de viaje Carnicero; se dio un paseo por el lugar, por todo el cual resonaban los vítores de las mujeres. Nota: todas las robustas mujeres de estos pueblos visten más corto que en Madrid; todas están criando, y por cosa rara se suele ver una sin su niño en los brazos. Así estos pueblos fecundos y pobres son un taller admirable de muchachos de que están llenos como colmenas. En contraposición, hay aquí un convento de Agonizantes.[106] Visitóse finalmente la ermita nueva de Nuestra Señora de la Encarnación, que es casa de hospital sin camas y en donde está la capilla del Cristo que crece.

 

            Por la noche, ópera de seguidillas con muchas voces y pocas buenas. A las ocho, hubo en todo el lugar una grande iluminación de hogueras, sobre las que saltaban los muchachos prodigiosamente.

                

                        Día 21

 

            San Mateo. Asistencia a la misa mayor, que se cantó con la solemnidad posible. Visita a algunas matronas de esta santa villa y a las bodegas, graneros y lagares de Su Excelencia.

 

            Por la tarde, paseo como de una legua a la mina de antimonio que se acaba de descubrir. La veta que se saca de este apreciable metal es muy pura y parece rica. Se ha abierto un hoyo de diez varas en cuadro y como de once o doce de profundidad. El agua, que es de un ácido muy delicado, empieza ya a incomodar a los trabajadores. El terreno es capellanía de un clérigo de este lugar de Santa Cruz y se ha abierto de cuenta de la compañía de libreros de Madrid.[107]

 

                                                            Día 22

 

            Levantados desde las cuatro y media de la mañana, salimos a las seis en coches y acompañamiento de a caballo a la gran romería de Nuestra Señora de las Virtudes. Es un sitio agradable, por ser ya tierra quebrada, vecino al monte y sólo una legua lejos de Santa Cruz. La ermita es bella, larga y descollada como todas las de esta tierra, que tiene su manía en buenas ermitas. La capilla mayor es hermosa, la sacristía muy decente, el camarín bien pintado, la hospedería tal cual y la plaza de toros (que es la principal parte de estos santuarios) excelente por sus largos corredores sobre columnas de piedra. Tiene al lado una espesa alameda con dos dilatadas calles de árboles altos y derechos; y un tiro de piedra más allá queda la huerta de Su Excelencia.[108] Hay bastante agua, y buena, de que se provee el lugar. Hay también una cantera de piedra berroqueña que, después de bruñida, puede competir con el mármol. Hay caza de liebres y conejos.

 

            Oída misa, se montó a caballo y se marchó tras las aventuras de aquellos montes con algunos hurones, galgos y podencos. Iba en una burra albardada y montado a lo mujeril don Pedro Membri­lla, presbítero por las órdenes que tiene, cazador por la profesión que hace y hombre salvaje por el raro traje y su natural figura, su capote de monte, su chupa, su sombrero redondo, su garrote, etc.[109]

 

            Después de haber andado una legua, recorriendo parte de las tierras montuosas de la Cañada del Águila, adonde trata Su Excelencia de fundar una nueva población,[110] se volvió a la ermita. Serían las once y media. Los perros y cazadores se habían extraviado. Don Isidoro Carnicero se había perdido; los caballe­retes de Santa Cruz, que vinieron en coche, habían jugado a la treinta y una[111] y los cocineros y reposteros habían aprontado la comida para más de sesenta personas agregadas.

 

            Por la tarde, hubo paseo en la dicha alameda y graciosas arlequinadas de los tontos. De vuelta, entraron los coches y demás comitiva por la calle Ancha del lugar, con los acostumbra­dos aplausos. Nota que la villa de Santa Cruz está situada en figura de cruz; las calles regulares y llanas, aunque mal empedradas; y las casas parecen más bien conservadas que las de Valdepeñas. Sobre un cerro inmediato tiene una ermita de San Roque por ciudadela. El vecindario es de más de mil vecinos.

 

            Ópera manchega por la noche, y el gentío que estaba en la calle silbó a unas de las damas operistas.[112]

 

                                                            Día 23

 

            Ha llovido esta noche. Después de misa, visita de las escuelas de niñas y muchachos, quienes dan buena cuenta del catecismo. Por la tarde, se ha ido al convento de los Padres Agonizantes y a un olivar de Su Excelencia que puede dar buen aceite para la extrema unción.[113] Tiempo fresco y nublo.

 

                                                            Día 24

 

            Lluvia por la mañana. Por la tarde, cabalgata a la dehesa[114] de este término, compuesta de pastos y encinas. Tienen poca bellota. Las liebres no se dejaron ver.

 

                                                            Día 25

 

            Domingo. Gala. Después de la misma mayor, vienen a casa en procesión con pendón y cruz los muchachos de la escuela. Ejercítanse sobre el catecismo de Fleury, en que están muy versados. Manda Su Excelencia calzar a seis de los más provectos[115] y dar una colación[116] a los demás.

 

            Hemos hecho visita a un colegio de garañones, burros padres de las incomparables mulas manchegas. Son terribles animales. Habitan siempre a obscuras, en celdas separadas donde estudian mucho, y salen a revolcarse al corral pocos instantes, porque también se suele profesar clausura aun cuando no se guarda castidad. Quizá por una y otra razón no padecen de gota.[117]

 

             Por la tarde fuimos a una parroquia de Francia,[118] pues aquí hay vísperas los domingos y asisten a ellas los feligreses. Rezaron luego el rosario y la letanía. Nota que hasta lo que aquí se reza es en tono de seguidillas. También pronuncian la s de un modo raro. Después subió al púlpito el cura y dos muchachos a una mesa contigua, de manera que, haciéndoles algunas preguntas, explicó un punto del catecismo. Concluyó con una buena doctrina sobre el evangelio del día.

 

            En saliendo de la iglesia, paseo por todo el lugar, con vivas y acompañamiento de muchachos y niñas. Aquí todos se llaman Camilos y Camilas. El color favorito de que tiñen sus telas es un buen naranjado, procedido de las costras de hollín y yeso que sacan de las chimeneas. Es muy parecido al achote.[119] Los niños del pecho llevan ya monteritas.

 

                                                            Día 26

 

            Vamos con el cofre a cuestas, verdaderos caballeros andantes. Ya salimos de Santa Cruz de Mudela a las dos de la tarde, con seis carros cargados y siete coches, encaminados a la villa del Viso. Hay dos leguas largas. A medio camino, coche con la justicia y diputación de la villa. Uno de los alcaldes es el que rebuznó.[120] Un poco más allá, cuatro soldados y dos sargentos de una partida de dos regimientos de caballería que por casualidad se hallaban en el lugar y salieron a rendir honores a Su Excelencia. Los sargentos marcharon a los estribos del coche, y los cuatro soldados iban delante haciendo de batidores, todos espada en mano.

 

            Luego algunos caballeros jinetes del país; y como nos acercábamos al lugar, encontrábamos los pelotones de muchachos corriendo y chillando vivas. Ya se acabó el título de marqués de Santa Cruz: "¡Viva el marqués del Viso!" y pobre del que diga otra cosa. Más adelante una soldadesca de bravos mocetones que hicieron repetidas descargas de fusilería. Después una danza de espadas, cuyos diestros danzantes llevaban chupas[121] y monteras adornadas por sus mozas de cintas y lazos. Habiendo entretejido las espadas, el que hacía de guión trepó encima y dijo a Su Excelencia una décima con ademanes de energúmeno. También había otra danza de garrotes.

 

            Hízose el recibimiento y entrada con toda esta rústica pompa, por medio de un juicio universal de gente que se deshacía en vítores y manoteos. Las monjas en sus vistas tremolaban tantos pañuelos blancos, que parecía lavadero en día de aire solano. En fin, al ruido de repiques, gritos y escopetazos, nos apeamos en el gran palacio del Viso, por fuera palacio encantado y por dentro un encanto. Hallamos formado otro piquete de soldados de infantería sobre las armas en el pórtico, la villa, el cabildo eclesiástico, los frailes de San Francisco, etc.

 

            A todas éstas ya estaba don Bartolomé Ortega en una ventana como Atabalipa,[122] metiendo el puño en su talego, y lleno de coraje empezó a arrojar ochavos a la multitud, los cuales, como caían de muy alto, pudieran haberles hecho mal, si el dinero lo hiciese. ¡Oh, qué hombre tan amable se ha hecho este don Bartolomé en estos lugares! Por dondequiera que pasa lo señalan los muchachos con el dedo.

 

            Después fue Su Excelencia a rendir a Dios todos estos obsequios en la parroquia, templo pequeño, viejo y que amenaza ruina. Sírvenla mal diez sacerdotes con el cura. Luego a la iglesia del convento de monjas de Santa Clara, y entramos en el locutorio. Son once religiosas que hablan, piensan y hacen bizcochos como todas las del mundo.

 

            Por la noche, seguidillas, ópera del Metastasio[123] del Viso, el licenciado Castaño, presbítero y maestro de escuela que zurra bravamente la badana a los muchachos. Son dos voces, y la orquesta cuatro guitarras y un violín. Este lo toca un boticario calvo, que quizá lo usa en su botica para la mordedura de la tarántula. Asistió la justicia y regimiento. Asistió el venerable cabildo en balandrán y palo. Iluminación de hogueras en las calles.

 

            Nota que no fue décima la que declamó el danzante de las espadas, sino dos redondillas y una cuarteta:

 

                        Con bien venga Vuestra Excelencia[124]

                        Hoy al Viso con su hijo,

                        Pues de su bondad colijo

                        Que le imita en la clemencia.

 

                        Con afectos liberales

                        Vuestros vasallos, Señor,

                        Os muestran el fino amor

                        Que arde en sus pechos leales.

 

                        Hoy, Señor Excelentísimo,

                        Para que benigno obres,

                        Dios salud te dé, amantísimo,

                        Para consuelo de pobres.

 

                                                            Día 27

 

            El palacio del Viso es una de las cosas buenas de España, una de las que deben ver los extranjeros y estudiar los arquitec­tos españoles que no han ido a Italia.[125] Desde que se entra por la puerta se ensancha el corazón y el alma como que se halla forzada a formar ideas soberbias. ¡Que claustro tan alegre! ¡Qué arcos tan descollados! ¡Qué bóvedas! ¡Qué pinturas al fresco desde el mismo portal! ¡Qué escalera de mármol con dos derrames![126] Arriba, ¡qué prodigioso corredor con barandas y balaustres de igual piedra! ¡Qué puertas tan de gusto! ¡Qué pinturas históricas con sus inscripciones y encima algunos fanales de galeras tan venerables por su antigüedad como por ser memoria de los trofeos del grande don Alvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz![127] ¡Qué oratorio! ¡Qué salas! ¡Qué chimeneas! ¡Qué inteligencia de arquitectura! ¡Qué adornos! ¡Qué techos! En ellos se registran las hazañas y sucesión de la familia Bazán con sus verdaderos retratos. Hay una armería. La sala que llaman de Portugal es una de las bajas; pero ella sola merece toda atención por sus pinturas, en las cuales está todo el diario de la conquista de Portugal, con los retratos de los jefes que la condujeron y las verdaderas vistas de las ciudades, puertos, armadas, fortalezas, etc.

 

            Sucede que cuanto más se observa esta obra, tanto más gusta. Carnicero asegura que le parece que se halla en algún palacio de Roma.[128] Ella, a la verdad, es un honroso monumento del grande espíritu que le hizo y del buen siglo de las artes en España. Pero al mismo tiempo es dolor que esté en El Viso y mucho más que hubiese estado abandonada desde principios de este siglo; y, a no ser el desvelo del poseedor actual, que conoce todo su precio, ya hubiera acabado de arruinar. No olvidemos que las cantinas y toda la vivienda subterránea es otro mundo y un esmero del arte... Pero salgamos del palacio, por Dios, y piquemos la retaguardia al diario, que se va haciendo inmenso.

 

            Misa a la parroquia con órgano: capellán de honor, el Padre don Adrián Cañete.[129] Después, visita a los mesones y graneros de Su Excelencia. Por la tarde, a las dos, cabalgata al olivar nuevo y huerta del Valle de los Perales, que es una legua de camino. Sol fuerte. Y nótese que desde hoy ya no sale Su Excelencia al campo sino con chupa de ante y capote de monte a la manchega. Redúcese éste a dos varas y media de paño pardo, burdo y sin más corte que un agujero o abertura en el medio para meter la cabeza.

 

                                                            Día 28

 

            Visita a la escuela de los muchachos, que saben el catecismo  de Fleury, y a la de las niñas, que saben el de Ripalda.[130] Por la tarde, a las dos, cabalgata a la huerta del Judío, distante una legua del lugar. Gran sol. Agujetas.

 

                                                            Día 29

 

            San Miguel. Visita a las monjas. Por la tarde, expedición general a la Sierra Morena y venta de Su Excelencia, distante dos leguas del Viso y demarcada en todos los mapas de España. Camino agrio, pero recién compuesto. Pásase por la nueva población de Magaña.[131] Extravío a ver un colmenar. En llegando a la venta,[132] se encontró apostado un piquete de cuatro soldados miqueletes que hicieron una descarga de fusilería y no más, porque los caballos se espantaban. Venían enviados del comandante de la Carolina, que estaban en la venta de Miranda, para que hiciesen a Su Excelencia la debida guardia durante su residencia en aquel paraje, con una carta muy atenta. Despidióseles luego con otra y la gratificación ordinaria.

 

            Es la Venta del Marqués[133] un edificio antiguo, hecho para arriería, en forma de tres naves, cuyo punto de vista principal es la cocina y chimenea. Tiene sólo dos cuartos o celdillas tristes y penitentes, con el suelo mal empedrado, como toda la casa. Aquí pues se acuarteló todo el ejército de familia, comitiva, cazadores, ojeadores, caballeros del Viso, tontos, venteros, mozos, arrieros, mujeres, muchachos, coche, mulas, caballos, perros, borricos, bagaje, etc. Entonces sí que era esta venta un verdadero castillo.

 

            ¡Válgame Dios, qué bulla! ¡Cómo andaban encontrándose unos con otros! Colonos de Magaña con regalos de manteca fresca y lombardas.[134] Unos hablan, otros cantan, otros ríen, otros regañan y todos piensan en la cena. Duérmese poco y tarde, Jamás se habrá pagado ruido más verdadero en ninguna posada. Veíanse las camas desparramadas por aquel duro suelo, cuyos colchones habían convertido en piedras su poca lana.

 

                                                            Día 30

 

            Todavía no eran las cuatro de la mañana, cuando todo andaba bien revuelto. Ya don Bartolomé, como si hubiera hecho la vela de las armas, entraba y salía con una manta colorada sobre los hombros y su gorro tras de las orejas, despertando a los que no habían dormido, quejándose de lo mullido del catre y pidiendo migas, chocolate, pan, bizcochos, etc.

 

            Dispúsose la montería, Partieron los ojeadores y cazadores. Partió Su Excelencia a caballo con una caterva de aficionados y servidores. Hízose la batida. Murió un feroz venado con unas venerables astas de catorce puntas, traspasado de dos balas, una de ellas (la primera) disparada de mano de Su Excelencia. Vuélvese del monte a la una. Soles picantes. ¡Qué no se comió! ¡Qué no se bebió ¡Qué no se devoró! ¡Parecían unas segundas bodas de Camacho![135]

 

            Por otra parte, otra cacería con perros desde las dos y media hasta las siete y media. El sueño y el cansancio hizo que se pasase una noche más tranquila.

 

                                                Día 1º de octubre

 

            A las cuatro, la manta colorada de don Bartolomé; una inundación de migas y torreznos. Salida de Su Excelencia a otra batida, camino del Viso. El Señorito vino en coche. Llegamos al Palacio a las once. Repiques de las monjas, que ahora viven todo el día en el campanario.

 

            Por la tarde, asistencia a las vísperas de Nuestra Señora del Rosario en la parroquia. Paseo al convento de San Francisco. Tiene ocho o nueve religiosos bien alojados. Luego se tomó el camino de los pozos de donde se saca la famosa tierra blanca para quitar manchas. Sirve también para blanquear las paredes. Es una marga[136] muy exquisita. Acabada de extraer, está blanda y mantecosa como jabón. ¿Y quién sabe si esta provincia tomaría el nombre de Mancha de la virtud que tiene la dicha tierra? ¿Cuál sería la opinión del Padre Sarmiento?[137]

 

                                                            Día 2

 

            Domingo. La fiesta del Rosario. Misa y sermón de un fraile Francisco. Por la tarde, vísperas, rosario, procesión, y después otra procesión y paseo por todas las calles del lugar. Repítense los vivas de las mujeres, chillidos de los muchachos y manoteos de las viejas. Aquí hay muy pocos abanicos. Todos piden, todos presentan memoriales. Conservan el antiguo término de hogaño, hacello, decillo. Tiene el lugar una buena calle, las casas bajas por punto general. Hay más de ochocientos vecinos. La tierra es fértil y lleva buenos frutos. Los habitantes también lo son; pero no trabajan mucho la tierra ni cultivan el entendimiento.

 

                                                            Día 3

 

            Desde las dos de la tarde, corrida de liebres en el paraje que llaman el Palancar, a media legua del Viso. Sol fuerte. Cuando volvió por la noche la cabalgata, nos encontramos con un espectáculo nuevo y muy agradable: todas las casas de la carrera estaban iluminadas con candiles que tenían las mujeres en las manos, levantando los brazos cuanto podían.

 

                                                            Día 4

 

            Día de San Francisco. Gala y besamano en el Palacio, siendo poco lucido el concurso de las personas más condecoradas de esta villa que se presentaron en él con tan plausible motivo. Asistencia a la fiesta del santo patriarca en su convento, en que hubo descubierto, misa, sermón, procesión y violín.

 

            Por la tarde, jornada general a la ermita de San Andrés, o, como dicen aquí, el Santo, a dos leguas del Viso en las faldas de la Sierra Morena. Salimos a las dos y media. Extravío a ver unos castañares. Llegóse al anochecer, seguidos hasta de mujeres y muchachos del lugar que se fueron tras de Su Excelencia, o, por mejor decir, tras de Jacob y Nicolás, nuestros jefes de  cocina y repostería.

 

            Está la dicha ermita y su hospedería sobre un cerro que hace falda a otros cerros. Tiene muy bellas vistas. Es sitio hermoso y alegre, y la ermita, sobre ser muy capaz, está bastante aseada. Al pie hay una huerta, una fuente y un castañar. Alcánzase a ver, como a tres leguas, el fuerte convento de Calatrava, plantado sobre una eminencia.

 

            Habíase juntado en la ermita una asombrosa chuzma,[138] no sólo de la comitiva de familia, de eclesiásticos y caballeros del Viso, cazadores y gente del ojeo,[139] sino también de las alquerías[140] y aldeas del contorno, atraídas de la novedad y de la vida eremítica que se iba a hacer en aquel santuario. Así hubo por la noche rosario, seguidillas, hogueras, ranchos,[141] cenas, chascos y terrible bullicio.

 

                                                            Día 5

 

            Desde las cuatro de la mañana, manta colorada, migas, almuerzos, misas, cazadores y escopetas. Sálese a la batida a las seis y media, en burros todo el mundo, don Bartolomé en garañón.[142] Dejémoslos ir y bajémonos los poco aficionados a caza a pasar la mañana al castañar y fuente. Léese en la Vida de Don Quijote, y es cosa de ver la mala cara que ponen los manchegos a este libro. Vuelven de la batida a la una y media con sólo un venado tuerto de diez puntas. Empieza luego a rodar la comida por todas partes. Cómese y bébese sin fastidio ni cumplimiento. Pónense malos los dos tontos de tanto como tragan, y es menester sangrarlos.

 

            Segunda montería en burros y con perros a las dos y media de la tarde. Los demás vamos a caballo al castañar de la Cerecilla, sitio deleitoso y ameno, aunque mal cuidado. Tiene bravos castaños y muchas castañas. Tiene dos molinos. Y, sobre todo, tiene un despeñadero de agua el más gracioso y grutesco[143] que cabe en la imaginación. Estas aventuras se acabaron con el día. Por la noche, rosario, música, más sueño y menos bulla.

 

                                                            Día 6

 

            Así que son las cuatro, se vuelve a alborotar la colmena y, después de la misa y de las migas, se dispone otra gran batida camino del Viso. Una partida vuelve en coche, otras a caballo. Llegamos al lugar a las diez. Dos horas después llegó Su Excelencia con las manos vacías.

 

            Por la tarde, siesta larga, y hubo hombre gordo que durmió tres horas. Paseo a la huerta del Pilar, y nótese que en todas las huertas sólo se cultivan berenjenas, tomates y el rico pimiento. Fue la vuelta con una gran tropa de muchachos armados de albacas, cañas y eneas verdes, cantando la Ave María entre chillidos de mujeres y viejas.

 

                                                            Día 7

 

            Después de misa, al jardín del Pradillo. Por la tarde, a las dos y media, corrida de liebres en el campo de Navazo, de cuya cacería se volvió a las ocho de la noche. No hubo seguidillas.

 

                                                            Día 8

 

            Viene a Palacio la escuela de los muchachos presidida de su maestro, y, a presencia de Su Excelencia, hacen ejercicio de leer y del catecismo con todo desempeño. Dáseles una colación.

 

            Por la tarde, a las dos y media, pesca al riachuelo de la Fresneda, cogiéndose muchos peces, barbos, anguilas y galápagos, aturdidos con cal viva.

 

            Por la noche, música y una nueva voz de una cojita del lugar de la Calzada.

 

                                                            Día 9

 

            Asistencia a la fiesta de San Francisco en las monjas con misa, sermón y convite a comer en el locutorio. Hubo perdices bien compuestas; hubo olor a frailes, porque estaba el guardián, vicario y predicador; hubo bomba, esto es, brindis del padre vicario con una décima a Su Excelencia. Las monjas ya pedían la llave de gentil hombre para tocarla, ya el toisón y venera para ensalzarlo, ya el reloj de faldriquera para verle menear por sí solo.

 

             Por la tarde, vísperas y rosario en la parroquia. Paseo por todo el lugar, etc.

 

            Todo está ya pronto para emprender mañana a las cinco de la mañana otro más largo paseo a Andalucía, a Sevilla, a Cádiz. Ea, a camino, a camino...

 

NOTAS

 

                       



    [1] Quizá, en previsión de este declive, empezó a establecer industrias en sus dominios desde 1760.

    [2] colleras: arreos que se ponen a los cuellos de los caballos al que se atan las cuerdas del tiro en las diligen­cias.

    [3] Ligera elipsis: hace veces de [nao] capitana

    [4] Tostador, probablemente por dejar a los viajeros expuestos al sol (n. de Cioranescu)

    [5] Este nombre expresivo es el apodo que le dieron los españoles a un navío portugués llamado Botafogo, que en 1536 había forzado la entrada de La Goleta (Jorge Coelho, Memoria do celebrado galeâ Sâo Joâo, chamado vulgarmente o Bota Fogo... Lisboa, 1734.) Los españoles, siempre dispuestos a mofarse de sus vecinos, cambiaron el nombre de Botafogo en Cagafogo. El libelo antiportugués intitulado Sermón de Aljubarrota (editado por Paz y Meliá en el t. I de Sales españolas... Madrid, 1890, p. 169) lo cita por su mal nombre, pero era chiste conocido; así, Lope de Vega en Los locos de Valencia, III, escena 7ª.:

                                                ¿Vistes por aventura aquí la nave

                                                que en Portugal chamaron Cagafogo,

                                                que arrojaba os piloiros por o vento?

                Su nombre era tan común, que incluso mereció entrada en el Vocabulario de Covarrubias: "El galeón de Portugal, dicho así por la mucha artillería que tenía". Seguramente Viera lo entendía por el calor del verano. Cfr. las notas de Morel-Fatio y de Cioranes­cu a sus ediciones.

    [6] Aparte de que no era un viaje tan largo como para eso, Viera estimaría poco apropiado leer la Segunda parte, donde la nobleza, en la persona de los duques, termina tan mal parada.

    [7] Zeugma: no tiene mala salida

    [8] Bartolomé Ortega, perteneciente a la casa del marqués de Santa Cruz, "Su Excelencia", ignoramos si como intendente o caballerizo, mención esta última que parece meramente cómica. Sobre este personaje se hacen oscuras alusiones que demuestran que el Viaje se escribe para personas al corriente de ellas, quizá el propio Marqués y su hijo. Así, la mención de Ortega como asistente al Concilio Mexicano o su títulación como "hijo de San Luis de Madrid", más adelante.

    [9] Transfiguración burlesca de la realidad que imita el estilo cervantino: se refiere a las gitanas.

    [10] hachas: velones

    [11] bacantes: adoradoras del dios Baco que enloquecidas por el vino llegaban a cometer los mayores excesos.

    [12] Aquí se inserta una llamada para la primera lámina humorística de Isidro Carnicero (1736-1804) "uno de los cuatro hijos del escultor Alejandro Carnicero (1698-1756). Isidro era pintor y escultor y llegó a dirigir la Academia de Bellas Artes de San Fernando hacia el final de su vida. Invitado por el Marqués de Santa Cruz a acompañarlo en su viaje, fue él sin duda quien se encargó de ilustrar la narración de Viera con unos dibujos humorísticos a los que remite constante­mente el texto y que no nos han sido conservados en el manuscri­to" (n. de Morel-Fatio). Más adelante Viera afirma que Carnicero tomó en el camino unos apuntes para publicar un Viaje fisionómico de la Mancha que quedaría sólo en proyecto. No sabemos si esos esbozos sirvieron a su hermano Antonio para preparar parte de las ilustraciones del Quijote publicado por Ibarra en 1780. Antonio Caminero es el aposentador del Marqués, como se dice después.

    [13] La posposición enclítica del pronombre en posición absoluta inicial de texto fue norma casi general hasta incluso los primeros años de este siglo.

    [14] "Durante el estío era cosa tan corriente el paludismo en Aranjuez, que se calculaba que toda persona que queda allí tras el 1º. de julio, casi sin excepción alguna, sufre una fiebre terciana. de los trabajadores del jardín, normalmente está enferma una tercera parte, y casi todos tienen de uno a cuatro accesos durante el estío", Justo Gárate, El viaje de Guillermo de Humboldt, Buenos Aires, 1946, p. 208, citado por Cioranescu.

    [15] "La poseyeron los caballeros de Calatrava y después, por no sé qué convenio, los de Santiago, y en ella solían residir los grandes maestres", Antonio Ponz, Viaje de España, I, 5, 67.

    [16] Nueve, cuatro de frailes y cinco de monjas.

    [17] "Se surte la villa de aguas potables en dos fuentes fuera de puertas, llamadas Nueva y Vieja... la Nueva es suntuosa, construida en tiempo de Felipe II, y es uno de los objetos que deben verse en Ocaña: consiste en la reunión de varios manantia­les en receptáculos de piedra, los cuales van por una mina de ladrillo, de doce pies de altura y cuatro de base, y corren por dos tarjeas a salir por igual número de caños: la parte exterior es de buen gusto y sencilla estructura, toda de piedra de buena calidad, con dos grandes abrevaderos para las caballerías dentro de un patio bien empedrado, de 182 pies de latitud y 186 de longitud: separados de este patio por una fuerte muralla, hay dos lavaderos de piedra de 170 pies de largo por 67 de ancho, adonde va el agua remanente, los cuales alternan por días en el servicio, a fin de que pueda limpiarse el uno mientras se lava en el otro: es tal la abundancia de esta fuente, que después de  bastar a las necesidades de mil vecinos y más de tres mil caballerías, aún se riegan con el sobrante diferentes huertas y se surte alguna noria: para evitar las inundaciones de la fuente en las grandes lluvias, hay un caz bien construido..." P. Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 1845-50. No menciona esta descripción las veintidós pilastras toscanas rematadas por un entablamento corrido sobre el cual se alzan bolas sobre sus pedestales.

    [18] Se refiere a Alonso de Frías y Zúñiga, autor de De sacramentis novae legis in genere. Ocaña fue también patria de notables teólogos del siglo XVI, como Cipriano Suárez y Cristóbal Castro.

    [19] Cultivos consagrados respectivamente a esos dos dioses.

    [20] Sobre la tradición del "Santo Niño de La Guardia" asesinado por los judíos a fines del siglo XV, es preciso leer los documentos del proceso legal exhumados por el padre Fidel Fita en el Boletín de la Real Academia de la Historia, XI, p. 7 y ss. El santo niño Cristóbal es el patrón del pueblo, que fue secuestrado y azotado en la cueva de la casa del judío Juan Franco en 1490, y al fin crucificado. La casa pasó a ser la ermita, que está excavada en la roca y se conectaba al desapare­cido convento de trinitarios al que alude. Muchas obras dramáti­cas y poemas se han escrito sobre esta leyenda de fundamentos históricos. A este hecho alude Ponz, op. cit. XVI, 1, 43.

    [21] "Tiene varias cuevas practicadas en las faldas del cerro, donde viven las familias más pobres", Madoz, op. cit.

    [22] "La villa de La Guardia, situada en una altiplanicie de La Mancha, según algunos peregrinos de los Santos Lugares tiene gran semejanza topográfica con Jerusalén... Las ruinas de sus fuertes murallas y dos gigantescos torreones que aún se conservan y que servían de atalaya para la defensa de Toledo, son reveladores de la importancia de la plaza" Vicente García de Diego, "El niño crucificado", Antología de leyendas de la literatura universal. Barcelona: Lábor, 1958, p. 256. No era tan pobre el convento de los trinitarios como para no tener un cuadro del Greco, según Ponz, I, 16, 45, quien omite hablar de la ermita, las cuevas y el calvario.

    [23] Cioranescu lo identifica como el infante don Gabriel Antonio (1752-1788), señor de Tembleque en su calidad de prior de la Orden de San Juan.

    [24] El edificio de esta venta todavía existe en la antigua entrada desde Madrid; ahora ejerce funciones de cuartel de la Guardia Civil.

    [25] Aquí se inserta una llamada para una de las caricaturas humorísticas de Carnicero.

    [26] Este que es un nexo transpositor causal, equivalente a porque

    [27] Burla del degenerado estilo culterano en que había desembocado la oratoria sagrada posbarroca. Es un lugar común en­tre los ilustra­dos desde la publicación de la Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, por Francisco de Isla en 1758.

    [28] Se trata del ambicioso proyecto del valenciano Antonio Ponz (1725-1792), quien se propuso, con la ayuda de importantes ilustrados como Campomanes y Jovellanos, inventariar en una serie de viajes el patrimonio artístico español y publicar el resultado en forma de cartas escritas en elegante estilo. La obra culminó dos años después de su muerte en dieciocho volúmenes y quedó incompleta, de modo que la mención de Viera es veladamente jocosa ante lo desmesurado del intento. Ponz hablará de Tembleque en 1791, (XVI, 1, 48-50).

    [29] La arroba pesa 11,5 kilogramos.

    [30] Bartolomé Ortega, parroquiano quizá de San Luis de Madrid.

    [31] Viera deforma humorísticamente los nombres del campo Caballero y el cerro Borregas.

    [32] aportar: "tomar puerto, llegar o arribar al puerto después de haber hecho viaje. Metafóricamente significa llegar a parte no pensada, cuando se llega a algún sitio después de haber andado perdido por los caminos", Aut.

    [33] Ni Cioranescu ni nosotros entendemos el itinerario del viaje. El Camino real o carretera de Andalucía era el camino natu­ral cuya etapa siguiente era Madridejos, a cuatro leguas de distancia de Tembleque; sin embargo, parecen haberse extraviado (aportamos) y separado del camino hasta llegar a Mayo (?), quizá una alquería o una cruz, y Camuñas, muy al este; el problema se complica porque a 24 de Camuñas no puede significarse en leguas, aunque quizá sí en horas. Viera no explica qué dificultades de camino toparon, y seguramente transcribió mal los datos. Una conjetura es que se les rompió un eje, les sorprendió la noche y se extraviaron, debiendo acercarse al lugar más próximo para arreglarlo, Camuñas; por eso menciona una hora tal como las nueve y media de la mañana como de llegada.

    [34] La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, curato de primer ascenso; el cura debía ser caballero de la orden de San Juan y era nombrado por el capítulo de la misma.

    [35] basquiña: "Ropa o saya que traen las mujeres desde la cintura al suelo, con sus pliegues, que hechos en la parte superior forman la cintura, y por la parte inferior tiene mucho vuelo. Pónese encima de los guardapieses y demás ropas, y algunas tienen por detrás falda que arrastra" Aut.

    [36] largar: dar, pagar.

    [37] octavo: ochavo, moneda de poco valor

    [38] balandrán: "Vestidura talar ancha, que no se ciñe; por la parte que cubre los hombros penden de ella unas como mangas perdidas largas. Hácese de paño u otro género de lana y usan de ella los colegiales y eclesiásticos dentro de casa, para su abrigo y comodidad. Es voz francesa" Aut.

    [39] aporreados: amoratados; quizá se use en una acepción dialectal de origen murciano muy extendida, en el sentido de arrastrados, bajos.

    [40] Alfred Morel Fatio lee ama. Nosotros seguimos la lectura de la edición moderna.

    [41] Ejemplo de ironía, mucho más sutil en otros pasajes de la obra. Camuñas tendría un historia futura más movida de lo que pudo sospechar Viera; fue uno de los primeros lugares de España en los que se estableció una misión protestante, con una escuela dominical pública. Allí llegaría a existir, además, un efímero cantón independiente.

    [42] El actual Puerto Lápice, anteriormente conocido como Ventas de Puerto-lápiche porque efectivamente sólo eran unas quinterías o posadas entre el camino que conducía de Camuñas a Villarta. Todavía en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Madoz (1845-1850) se le llama Puerto-Lápiche.

    [43] "Siguieron el camino de Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallar muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero", Quijote... I, 8. "Comprende una vega que se prolonga una legua y media a las márgenes del Amarguillo, muy feraz, en la cual se riegan diferentes tierras con agua de norias", Madoz, artículo "Camu­ñas", op. cit.

    [44] Otra deformación humorística del topónimo: es Villarta de San Juan.

    [45] Leve elipsis: por lo que dirá [en sus cuentas], ya que le daría alguna limosna.

    [46] sic, quizá por juego con los vocablos franceses marié, casado y el verbo torner, volver, aunque tal vez, habida cuenta de la alusión a la fisonomía, se trata de un juego con nez, nariz, en fisiognómica considerada como caracterizadora de lujuria. Es Maritornes, la algo ligera moza asturiana "ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana" cuyo errado conocimien­to en la venta-castillo del capítulo XVI del primer tomo del Quijote le granjea a caballero y escudero una divertida paliza a oscuras.

    [47] "La venta de Quesada, con sus torrecillas melladas, parece a primera vista una antigua fortaleza desmantelada. Nos enseñaron, al fondo del patio, un pozo al que se le da el nombre del caballero andante y que se dice comunica con el curso subterráneo del Guadiana", Charles Davillier, Viaje por España [1862], Madrid, 1949, p. 580.

    [48] "La iglesia de este pueblo es medio gótica, sin elegan­cia; la fachada se ve que es posterior y cercana a la resurrec­ción de las bellas artes; pero le falta algo para llegar a una medianía, tanto en la arquitectura como en el ornato de la escultura" Ponz, XVI, 1, 57.

    [49] berlina: coche cerrado de dos plazas.

    [50] Morel-Fatio lee conatural, si no es errata. Aquí se insertaba un nuevo dibujo.

    [51] galera: carro de cuatro ruedas muy largo y de gran capacidad de transporte, por lo cual se le apreció la semejanza con el tipo de barcos que le da nombre. Antes de que los reemplazaran los tractores, eran muy usadas en  La Mancha.

    [52] partidas: pandillas, grupos acaudillados.

    [53] de tropel: en desorden

    [54] Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada, Madrid: Alianza Editorial, 1982, I, xxxvi, p. 155, y Eusebio de Cesarea, Historia eclesiásti­ca, Terrassa: Libros CLIE, 1988, lib. III, cap. 36, 6-9, tomo I, p. 196, narran la historia de cómo San Ignacio mártir fue prendido por el emperador Trajano, quien ordenó le echasen a las fieras del circo si no renegaba, pero lejos de ello, escribió una carta para declarar que no sentía ningún miedo "deseo estar cuanto antes a la vista de ellas [las fieras] y que las suelten contra mí para que despedacen mi cuerpo y disfruten devorando mis carnes. Cuando me arrojen a la arena, yo mismo las invitaré a que se acerquen a mí y me desgarren; y si ocurriere lo que en otras ocasiones ha sucedido, es decir, si se mostraran tímidas y reacias y no acudieran a ensañarse conmigo, las llamaré, las azuzaré, y, si fuere necesario, introduciré mi cabeza entre sus fauces y mis miembros entre sus garras... ansío que caigan sobre mí y en mí se concentren fuegos, cruces, fieras, descoyuntamien­tos de huesos, desgarramientos de todas las partes de mi cuerpo y todos, absolutamente todos los géneros de tormentos que el Diablo sea capaz de discurrir, con tal de que mi alma sea unida a Jesucris­to".

    [55] batidor: guía.

    [56] Aquí se inserta una referencia para dibujo.

    [57] Aquí se insertan otras dos.

    [58] Seudónimo del propio José de Viera y Clavijo, que usaría después para firmar Los aires fijos, poema didáctico, Madrid, 1780. Pero como Viera era el ayo del hijo del marqués y oía el Quijote que leía Ortega en el coche anteriormente citado, no puede identificarse con éste; lo sensato es, cual piensa Cioranescu, determinar que existía de veras un Diego Díaz Monasterio perteneciente a la servidum­bre del Marqués y de cuyo nombre se valió Viera para firmar algunas de sus obras, costumbre que ya poseía de antes.

    [59] calesa: carruaje de dos ruedas, abierto por delante y con capota.

    [60] Otra referencia a dibujo.

    [61] cucaña: juego festivo en el que se erigía un alto poste flexible en cuya cima se colgaban regalos para los que tuvieran el coraje de alcanzarlos trepando a él a riesgo de resbalar o caerse en sus cimbreamientos.

    [62] sitial: asiento de ceremonia

    [63] rebato: señal de alarma ante cualquier peligro o toque de corneta o campanas con la misma función.

    [64] "La iglesia es de forma gótica, pero muy ordinaria, sin que haya cosa de gusto que poder contar" Ponz, XVI, 1, 61.

    [65] "Deseando el señor marqués de Santa Cruz los bienes posibles a sus vasallos pobres de los tres pueblos referidos [El Viso, Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas], estableció en Valdepeñas una fábrica de tejidos de lana, ocupándose tres o cuatro docenas de fabricantes dentro de la casa y algunos centenares de hilanderas que trabajan en las suyas, con la prevención de que todos los empleados sean de alguno de sus lugares", Ponz, XVI, 1, 164. Manuel Corchado encontró documentos que datan la fecha de construcción de la fábrica de tejidos en 1760. Vid. su El Campo de Calatrava, III. Ciudad Real: IEM-Diputación Provincial, 1982, p. 484.

    [66] crujía: "El paso o camino de tablas que hay en las galeras para comunicarse de la popa a la proa, situado en medio de ella entre una y otra banda de los bancos de remeros... por extensión y semejanza, cualquier callejón o tránsito largo y angosto, que normalmente tiene aposentos a un lado y a otro, o sirve de comunicación y paso de una parte a otra", Aut. Esto es, un pasillo a ambos lados del cual estaban situados los telares.

    [67] genuflexión: acto de doblar la rodilla en señal de reverencia. En los Siglos de Oro los vasallos solían demostrar así su respeto al noble de que dependían, incluso al recibir una carta suya.

    [68] cardar: limpiar y rastrillar la lana.

    [69] canillas: "en los tejidos se llaman así las diferencias que hacen las lanas, linos o sedas cuando se pone una nueva que o tiene diferente color o es algo más gorda y hace que se conozca en la tela" Aut.

    [70] En este caso es mejor lectura la de Morel-Fatio, ya que Cioranescu ha suprimido por salto de homoteleuton  la perícopa tunde en el que se, editando en que se tiñe, el otro en que se percha...

    [71] "En el mismo pueblo estableció una fábrica de jabón; ha hecho construir casa para la recolección de granos" ibídem.

    [72] En estos lugares se solían hacer las tinajas.

    [73] Posiblemente el mismo Caminero, que tenía en la fábrica de jabón su cuarto con cama monumental.

    [74] Pudiera ser, según Cioranescu, la que fue después Parador del Mediodía. Davillier, Viaje por España, p. 569, afirma que este albergue "honra a Valdepeñas y... felizmente contrasta con la mayoría de las posadas de  la  Mancha".

    [75] carrera: "El camino que va de una a otra parte: y en este sentido parece viene del nombre carro, porque el camino es por donde andan los carros", Aut.

    76 Ignoramos las fuentes de este dato demográfico.

    [77] Estrofa popular de rima asonante y cuatro versos, en la que los impares son heptasílabos sueltos y los pares, que riman, pentasílabos. Una modalidad más compleja se construye agregando tres versos más, pentasílabos salvo el heptasílabo central, que no rima. Los pentasílabos portan una rima asonante diferente a la de la estrofa anterior que concluyen.

    [78] tiple: la más aguda de las voces humanas, propia de mujeres y niños.

    [79] lector: "título o grado que en algunas órdenes religiosas equivale a lo mismo que en las Universidades llaman Cathedrático", Aut. Las artes a las que alude son la Metafísica y la Física.

    [80] Fuera del chiste, es preciso señalar que estos tratados de lógica en seguidillas y de otras materias existían realmente, fruto del celo didáctico de la Ilustración, y Viera habría podido tener noticias del exitosísimo Arte de gramática latina (Madrid, 1769) del escolapio manchego Calixto Hornero o del Tratado filosófico-poético-escótico que la almagreña María de Camporredondo había impreso en Madrid usando también este tipo de estrofa "aproximadamente en 1758", según Luis de Cañigral, quien lo califica de "indigesto". Cfr. su "Literatura y humanismo. Siglos XV al XVIII", en VV. AA. La provincia de Ciudad Real III: Arte y Cultura. C. Real: Diputación provincial, Área de cultura, 1993, p. 340 y L. de Cañigral, Aspectos y figuras del Humanismo en Ciudad Real, C. Real: Dip. prov. Área de cultura, pp. 193-5.

    [81] Aquí se insertaba otra referencia a un dibujo.

    [82] bajón: especie de saxofón, al que se le llamó así por imitar el puntop bajo u octava baja de la música.

    [83] El Catecismo del padre jesuita Jerónimo Ripalda, que junto con el del padre Astete fue uno de los más famosos  y más utilizados para enseñar la doctrina cristiana elemental.

    [84] "Ha establecido asimismo seis escuelas en las tres villas nombradas para la enseñanza de niños y niñas desvalidos y, con el fin de acalorar su aplicación, se hacen ejercicios públicos una vez al año, con asistencia del párroco y cabildo eclesiástico y secular de cada pueblo, siendo los tales ejercicios sobre leer, escribir y doctrina cristiana, y al más adelantado se le premia con un vestido completo, dando también remuneraciones pecuniarias a los dos niños que más se acercan al mérito del primero", Ponz, XVI, 1, 166.

    [85] Una traducción del Petit catéchisme historique del abate Claude Fleury.

    [86] cimborio: cuerpo cilíndrico que sustenta la cúpula.

    [87] sangría: "Incisión de la vena para que se evacue la sangre... se toma también por el regalo que se suele hacer por cortesanía o amistad a la persona que se sangra", Aut. Este regalo es también cualquier dulce para que el enfermo recobre el color. La expresión que ni Salesas, pues, se usa, como quiere Cioranescu, porque el néctar alabado no sufría comparación ni siquiera con la excelencia de los dulces tan famosos que fabricaban las monjas de sangre noble de San Francisco de Sales, en Madrid, las llamadas "Salesas reales". Suponemos nosotros que se halla implícito un juego de palabras con "jalea real", comparando monasterio y bodega con una colmena. Maliciosamente Viera insinúa aquí dos cosas: bien que se hizo un desvío por un canal del vino de una tinaja, bien que probaron vino los que estaban faltos de ella.

    [88] magnate: persona notable por su poder o riqueza.

    [89] Se insertaba aquí otro dibujo o estampa.

    [90] Aprecia Cioranescu que Ponz (XVI, 1, 62) no ve en las dos leguas de camino de Valdepeñas a Santa Cruz de Mudela viña ninguna, sino "tierras de pan llevar".

    [91] resma: conjunto de quinientos pliegos de papel, es decir, veinte manos ó 100 cuadernillos.

    [92] viático: "El sacramento del Cuerpo de Christo que se administra a los enfermos que están en peligro de muerte y como en viaje para la eternidad, como verdadero sustento del alma", Aut.

    [93] majuelo: se llama así en La Mancha a cualquier propiedad en la que crecen solamente viñas.

    [94] El dibujo que representaba esta escena debía de ser también satírico, cual indica la ironía de Viera.

    [95] Rosa Agostini, cantante dramática italiana que brilló en la segunda mitad del XVIII. Mariquita es de identificación más discutible.

    [96] luneta: "Se llama en los corrales de comedias la estancia cerrada que hay delante del tablado donde se sientan gentes de distinción, que también se llaman taburetes. Díxose luneta por estar hecha en forma circular", Aut.  Es decir, el pueblo llegaría incluso a aproximarse a los nobles sentados sin dejar espacio de separación (significativo detalle sobre las diferencias estamentales), eso si no se refiere hiperbólicamente a una ventana circular abierta en alto.

                Desde la Guerra de Sucesión, al menos, se representaban obras de teatro de aficionados en el palacio del Marqués de Santa Cruz en la plaza mayor de Valdepeñas; los marqueses mantenían una pequeña orquesta para la capilla, los bailes y el teatro; durante la época referida, se ha probado que se bailaron minuetos (Cfr. Ángel Romera y Jesús Simancas, "Introducción" a Carlos de Praves, Obras, en prensa) y es sabido que el mismo padre Feijoo se quejaba del abuso de la música y de los violines en las misas. Los nombres de estas cantantes son prueba de la afición a la ópera italiana. Los marqueses protegieron las artes, de lo que es prueba el agradecimiento explícito de Lope de Vega, los Pérola, el Bergamasco, Alonso de Ercilla, Bernardo de Balbuena etc. y también el mecenato probado a escritores del siglo XVIII como Carlos de Praves, Manuel Lanz de Casafonda, el propio José de Viera y Clavijo e Isidro Carnicero, entre otros; el mismo marqués llegaría a dirigir la Real Academia de la Lengua y recomendaría para el puesto de la de San Fernando a Carnicero; y no hay que olvidar que el marqués concibió una desmesurada afición por la química y la física, llegando a equipar un laboratorio y a elevar uno de los primeros globos aerostáticos en España, como refleja el estudio introductorio de Alfred Morel Fatio en su edición.

    [97] Quizá el bosque que sirvió como trasunto ideal a la (casi nula) acción de la novela pastoril del valdepeñero Bernardo de Balbuena Siglo de Oro en las selvas de Erifile, Madrid, 1608. La descripción y distancia concuerdan con dos lugares diferentes: bien la cañada del Peral o Santa María de las Flores, donde brota un manantial de agua ferruginosa y se estableció el famoso balneario, bien el nacimiento de un arroyo en las Huertas del Molinillo, también a media legua; en ambos lugares, por otra parte, existían alamedas: "de las que se saca madera de construcción", en palabras de Madoz.

    [98] gala: fiesta y homenaje que se hace a algún personaje sobresaliente.

    [99] alférez: oficial militar que llevaba la bandera o estandarte.

    [100] Son las famosas soldadescas, o cofradías de estructura militar, de las cuales todavía quedan algunas en Almagro.

    [101] Es decir, se hacía pública, se comunicaba o hacía común.

    [102] escapulario: tira de tela ancha que cae sobre el dorso y sobre el pecho que llevan ciertas órdenes religiosas; en este caso, por tratarse de una cofradía, son dos trozos pequeños de tela unidos por cintas.

    [103] alabarderos: lanceros

    [104] sayones: verdugos

    [105] Tito Livio XXXIV, 48 y ss. cuenta que en el año 196 a. de C. el cónsul Tito Quincio Flaminio, antes de marcharse de Grecia, reunió a los representantes de todas sus estados en Corinto para proclamar que eran libres. El discurso que les dirigió arrancó a todos aplausos, gritos y lloros: "Anegados en lágrimas, los griegos escucharon al romano que les hablaba como un padre. Incluso el orador estaba emocionado. Fue interrumpido por los aplausos y sus oyentes se exhortaban a recordar siempre aquellas palabras como si fueran oráculos". Esto condujo a Grecia a nuevas turbulencias internas hasta que Roma destruyó Corinto en el 146 y suprimió el derecho a declarar la guerra y firmar la paz a todas las ciudades, lo que al cabo fue para Grecia regalo mucho mejor; el augurio nefasto de las aves tiene, pues, en este contexto, unas connotaciones alegóricas: el pueblo sin el gobierno del Marqués se entregaría a la anarquía.

    [106] Nótese la ironía de Viera. "Un convento que fue de padres Agonizantes, ministros de los enfermos, fundado por los años de 1642 por tres sacerdotes de la misma orden; después se reedificó en  el año de 1776 por el padre Marín, dándole mayor extensión, y fue suprimido en 7 de septiembre de 1835", Madoz, op. cit. El convento poseía también la propiedad del Lavadero, media legua al este.

    [107] Norias de Antimonio es una granja en el término de Santa Cruz de Mudela, situada en el cuarto llamado del Salobral. La mina se registró el 21 de noviembre de 1761; el beneficio al que alude fue de Francisco Laguna, vecino de la villa, hasta 1829, en que lo tomó otro vecino, Sebastián del Peral. El mineral era sulfuro de antimonio o antimonio gris compacto y se encontraba a 8 varas de profundidad, "en posición casi horizontal, formando como una bolsa o depósito aislado... con las aguas que de este sitio proceden, que son acídulo-gaseosas y están saturadas de hierro y otras sales, y las de otro pozo contiguo al barranco, ha construido el  mismo d. Sebastián del Peral unos baños minerales, que son frecuentados por los vecinos y forasteros por la gran virtud tónica de que están dotados; aprovechan después las mismas aguas para fertilizar un terreno de más de cinco fanegas pobladas de árboles frutales, olivos y viñas, con una casa para comodidad de los que van a bañarse...", Madoz, op. cit.

    [108] "A seis kilómetros del pueblo, por la nacional cuarta hacia el sur y tomando la primera carretera local a la izquierda, se sitúa el magnífico santuario de las Virtudes, rodeado de alamedas donde se celebran romerías. Es conjunto histórico desde 1981. Crea la tipología de ermita-plaza de toros en la provincia, similar a la que encontramos en el Santuario de las Nieves en Almagro o a el de la Virgen de la Carrasca de Villahermosa. La ermita es anterior al siglo XV, con una techumbre mudéjar a par y nudillo fechada del siglo ZV. Destaca la capilla mayor y el camarín, de bella decoración barroca. La primera fue construida por fray Francisco de San José, trinitario, en 1711 y pintada en 1715, su cúpula simula un gran espacio abierto con balaustrada presidido por María Inmaculada, vencedora del dragón... las pinturas del camarín son los mejores frescos del barroco ciudarrealeño con notable influencia de las pinturas de El Viso. En ellas se desarrolla un verdadero programa iconográfico. La plaza de toros es de 1645, anterior en un siglo a la de Almadén; la galería alta está formada por balaustrada y zapatas de madera en color almagre; delante de la ermita hay unas columnas de piedra", Guía de Castilla-La Mancha, Toledo: Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1990, p. 392.

    [109] El undécimo de los dibujos destinados a ilustrar el viaje pintaba al dicho Pedro Membrilla de este hábito.

    [110] Curiosa noticia que demuestra hasta qué punto el marqués se ocupaba de sus vasallos.

    [111] Juego de naipes en que se van pidiendo cartas hasta contar treinta y un puntos, contando las figuras por diez

    [112] El duodécimo dibujo ilustraba esta escena

    [113] Nueva ironía contra los padres agonizantes; podemos imaginar que le pedirían ayuda para ampliar su convento, que en efecto se realizó sólo unos años después.

    [114] dehesa: porción de tierra sin labranza ni cultivo destinada a pastos para el ganado

    [115] provecto: "Antiguo, adelantado, u que ha aprovechado en alguna cosa", Aut.

    [116] colación: merienda

    [117] Nótese la enemiga de Viera a las órdenes regulares, genuina marca de los ilustrados y regalistas tiempos de Carlos III.

    [118] Morel-Fatio entiende "una parroquia de colonos franceses de Sierra Morena", pero a Cioranescu no le consta la existencia de colonos franceses en tierra del marqués, y piensa que se trata de la iglesia de Santa Cruz porque "Viera empleó jocosamente la expresión para indicar, como lo aclara después, que en la iglesias de Santa Cruz de Mudela hay vísperas los domingos, como si fueran parroquias de Francia".

    [119] achiote: árbol de origen americano cuyas semillas, de forma parecida a las de las almendras, tienen unos granos con los que se elaboran tintes.

    [120] Se incluía aquí un retrato del alcalde. El episodio de los dos regidores que rebuznaron se encuentra en el Quijote, II, cap. 25.

    [121] chupa: "Vestidura ajustada al cuerpo, larga hasta cerca de las rodillas, que abraza las demás vestiduras interiores, encima de la cual no hay más ropa que la casaca", Aut.

    [122] Atabalipa: Atahualpa, el Inca que llenó de oro toda una habitación. Era un personaje proverbial. Otro de los ingenios protegidos por el Marqués de Santa Cruz, Carlos de Praves, había usado también una expresión parecida. Cfr. Carlos de Praves, Obras, ed. de Ángel Romera y Jesús Simancas, [en prensa], IX, f. 16 v., vv. 15-28: "hasta los venteros / andan en quintillas; / padres de Tebaida, / el ingenio avivan: / el gato por liebre, / grajo por gallina / hacen los milagros / destos, cada día; / virreyes de sierra / son, Atabaliba: / allí está su flota, / allí está su India, / como el hecho prueba / de sus bizarrías..." .

    [123] Antonomasia: Pietro Metastasio fue quizá el más célebre escritor de óperas del siglo XVIII.

    [124] Verso hipermétrico. Se podría corregir Su Excelencia.

    [125] A pocos metros de la iglesia, el palacio del Viso del Marqués, obra de Giovanni Castello, el Bergamasco, está casi enteramente cubierto de frescos manieristas de los Pérola (Juan Bautista y Francisco), Cesare Arbasía y los hijos del propio Bergamasco: Nicolás y Francisco Castello. Imita la tipología de los mejores palacios renacentistas italianos y el programa iconográfico general pretende transformar al palacio en templo de la Fama por medio de mitemas sobre las pruebas del héroe. Se construyó entre 1564 y 1588 (y no 1583, como afirma Cioranescu) y en la actualidad es Archivo de la Marina. Para más datos, Ponz, op. cit., XVI, 1, 118-57. De la extensa bibliografía citamos el didáctico resumen de Clementina Díez de Baldeón, "Arquitectura del Renacimiento", en La provincia de Ciudad Real III - Arte y Cultura. C. Real: Diputación provincial, Área de Cultura, 1993, pp. 110-119. Son interesantes los estudios de Julio Guillén Tato, "Una curiosa genealogía iconográfica", en Hidalguía, I (1953), pp. 25-32 y El palacio del Viso del Marqués. Archivo Museo de Don Álvaro de Bazán. Ciudad Real, 1963.

    [126] Viera se equivoca: "La escalera es un marco escenográfico fundamental, diseñada en tres derrames y bellísimas pinturas", Guía de Castilla-La Mancha. Toledo: Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1990. La escalera sirvió de modelo al rey Felipe II para construir la del panteón del Escorial; las pinturas de estatuas situadas al fondo de los tramos todavía hoy pueden confundir con su realismo.

    [127] El primer marqués de Santa Cruz fue en su tiempo un héroe nacional y uno de nuestros mejores navegantes. Todavía se conserva en la Iglesia, colgado de una bóveda, un cocodrilo que compró o cazó en sus exploraciones por la costa africana, aunque Viera alude concretamente a los faroles de barcos de distintas naciones apresados por el marqués que decoraban los cuatro puntos cardinales del palacio, que es de planta cuadrangular. Lope de Vega los recuerda a menudo; así, en El Arenal de Sevilla:

                                               

                CASTELLANOS:                 "Aquel heroico Bazán

                                                                que en la gran casa del Viso

                                                                que hablen las paredes quiso

                                                                con pinturas que allí están.

                FAJARDO:                                            Bien los dirán los fanales

                                                                de Francia, de Inglaterra

                                                                y Berbería..."

                                                               

                Y en La toma de Longo por el Marqués de Santa Cruz:

 

                                                                "Aquellos cuatro fanales

                                                                de Inglaterra y de Francia

                                                                África y Asia, te muestran

                                                                señas de victoria altas"

                Aún se reitera más ese recuerdo, en El peregrino en su patria (1604): "...El Viso, aquel lugar de la Mancha donde el Marqués de Santa Cruz labró aquella insigne casa, testigo de sus felicísimas victorias marítimas, y en cuyos cuatro lienzos se miran hoy los fanales de aquellas capitanas francesas y turcas que rindió su valeroso esfuerzo". Cfr., para más datos, Juan Manuel Rozas, "Ciudad Real y su provincia en el teatro de Lope de Vega", Cuadernos de Estudios Manchegos, núm. 10, época II, dic. de 1980, pp. 143-169, incluido tb. en sus Estudios sobre Lope de Vega, Madrid: Cátedra, 1990.

                Existen varias biografías del personaje, la mayoría publicadas en 1888, con motivo del concurso biográfico nacional patrocinado por la Real Academia de la Historia en 1888: Ángel de Altolaguirre y Duvale, Don Álvaro de Bazán. Madrid: Editora Nacional, 1971 (1888), obtuvo el primer premio y cuenta con un intersante apéndice documental; Eduardo de Navascués, Coronas heráldicas líricas y épicas en loor de Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, con algunas noticias y documentos históricos. Madrid: Fortanet, 1888.

    [128] El palacio se parece más al de Doria, en Génova.

    [129] Decimocuarto dibujo.

    [130] Curiosa distinción.

    [131] La "feligresía de Magaña" figura en un mapa de 1761 y se cita en los trabajos de colonización de Carlos III. En sus inmediaciones está la venta de la Eruela que se describe más abajo. "La aldea que se intentó crear en el XVIII estaba situada sobre el Camino Real de Granada, cerca del cruce con el arroyo Guadalfajar, citado en los relatos de la campaña de las Navas de 1212 como al pie del puerto... [este arroyo] pasó a nombrarse Magaña... en el Índice Geográfico de 1772, efectuado para el trazado de los mapas de Tomás López, ya contestan los del Viso que la Nueva Población de Magaña está una y media leguas al sur", Cfr. Manuel Corchado, El campo de Calatrava III. C. Real: Diputación provincial-IEM, 1982, pp. 556-7.

    [132] Es la Venta de la Eruela, que figura ya en la carta dada en Villa Real (29-IV-1281) por Alfonso X el Sabio concediendo exenciones a los pobladores de varios puntos, incluido el Viso. Situada estratégicamente cerca de las Navas de Tolosa, era punto obligado para pasar las montañas. Véase El campo..., p. 560. La decadencia de este importantísimo lugar del término no tardaría en llegar, en 1785, al ponerse en funcionamiento el Nuevo Camino de Andalucía.

    [133] "La Venta del Marqués está mencionada en el Voyage de Dalrymple, p. 38" (n. de Morel-Fatio).

    [134] lombarda: cierto género de escopeta antigua que se llamó así por haberse traído las primeras de Lombardía.

    [135] Quijote II, cap. XX-XXI. Nótese que, al contrario de lo que Viera proponía al principio del Viaje, la mayor parte de las alusiones quijotescas pertenecen a la Segunda parte, pues no en vano también el aquél se divide en dos partes.

    [136] El texto, Morel-Fatio y Cioranescu recogen marna. Modificamos por marga, roca sedimentaria en la que se mezclan caliza y arcilla en proporciones variables.

    [137] Martín Sarmiento (1695-1771), benedictino español que defendió al padre Feijoo contra sus impugnadores y escribió gran número de trabajos, la mayoría aún inéditos, sobre botánica, mineralogía, historia de la literatura e historia de Galicia, en cuya materia era reputado como gran autoridad.

    [138] sic

    [139] La gente del ojeo era la pagada para preceder a los cazadores voceando para espantar la caza volátil o conducir la terrestre al sitio donde estaban apostados los cazadores.

    [140] alquería: casa de labranza apartada, caserío.

    [141] rancho: "La junta de varias personas que en forma de rueda comen juntos... por translación se llama la unión familiar de algunas personas separadas de otras, y que se juntan a hablar o tratar alguna materia o negocio particular". Aut.

    [142] garañón: "El asno grande que se echa a las yeguas ò à las burras, para su procreación", Aut.

    [143] grutesco: "Especie de adorno en Arquitectura y Pintura, compuesto de varias hojas, peñascos y otras cosas, como caracoles y otros insectos. Llamóse así por haberse hallado esta moda en las grutas antigas de Roma", Aut.

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