Historia
Muchos
espectadores, fans y hasta los propios músicos de la banda viven hoy la
realidad de este grupo como si sólo se tratara de tres pibes que se juntaron
para tocar rocanrol (pronunciar con tono del Ruso Verea).
Pero
no, si cavamos un poquito nomás en la memoria de los músicos y algunos
allegados encontraremos seguramente que este rejunte era hace años una utopía;
especialmente para el baterista y el guitarrista.
Comenzando
esta especie de crónica histórica, uno se pregunta si debe contar los hechos
desde que sonó el primer acorde conjunto -allá por febrero de 1999- o si tiene
que remontarse a los orígenes mismos; a las raíces de este tridente musical.
Nos quedamos con esta última opción porque tenemos ganas de parar la pelota un
poco en esta vida a mil por hora que llevamos en Buenos Aires y recordar la
historia de un banda que -sin jactarse de ello, no por grandeza sino por
ignorancia- mantiene, aunque sea por ahora, una línea independentísima: arrancó
del fondo (todavía sigue) y está formada arriba y abajo del escenario por
gente de buena onda, sin estrellas ni falsos Luca Prodan o Jim Morrison.
Parece
mentira que esta unión tan linda y gratificante para estos muchachos -que
esperan que para el público lo sea también- sea consecuencia de dos familias
separadas por sus respectivos divorcios.
Finalizando
toda introducción, es hora de comenzar a contar la historia.
Dos
pichones de rockeros
A
fines del '93, Nicolás Trozzi, hoy guitarrista y cantante, venció la barrera
de la vergüenza y decidió mostrarle a su hermanastro Nacho Vázquez los
primitivos temas que había compuesto con su órgano.
Enemigo
acérrimo de las cuerdas vocales y desconocedor totalmente del funcionamiento de
las otras cuerdas, las de la guitarra, Nico formó con Nacho –una especie de
reencarnación de Bon Scott- un dúo de rocanrol en lo que serían sus primeras
experiencias musicales.
En
ese mismo verano se produjo otro hecho importante para esta historia: Pablo, el
hermano de Nicolás, se compró una guitarra eléctrica (un cacho de madera con
cuerdas, como dice Skay Beilinson) que al tiempo -gracias al nulo uso que le dio
el mayor de los hermanos- pasó a ser usurpada por el menor.
En
el verano del '94, Nacho Vázquez se fue de vacaciones a una quinta en Del Viso
e invitó a dos de sus grandes amigos, que aún no se conocían entre sí: Nicolás
y Nacho Cernadas, “que toca la batería y me gustaría que toque con
nosotros”, sentenciaba Vázquez. En Del Viso vivieron dos semanas
inolvidables y, entre tantas cosas que hicieron, compusieron con un organito un
tema que hoy ya casi ni habita en sus memorias; hablaba sobre los militares y
tenía una música medio rara, con algún tinte redondo (como todo lo que componía
Nico en esa época). Se llamó “Esos eran días de pena en la Argentina”.
Parecía un tema más entre todos los que habían hecho Vázquez y Trozzi, pero
ese fue el primer tema que hicieron con Cernadas.
Si
bien durante mucho tiempo no se volvieron a juntar los tres para tocar, Vázquez
siguió juntándose con cada uno para zapar.
Luego
de un extraño paso por una banda punk, Nico -ya como guitarrista- comenzó a
tocar en una banda en la que estaría durante tres años, llamada Tupac Amarú,
mientras que el baterista le puso golpes a Prisioneros de Nadie. En ese
mismo año, el '95, Nico se compró una nueva guitarra y fue a estrenarla a la
casa de Nacho Cernadas, donde grabaron ese día unos instrumentales que hoy
recuerdan con cariño y covers que más tarde serían clásicos de su repertorio
en Arietes y otros que todavía adeudan.
La
banda de Nacho Cernadas, Nacho Vázquez (voz) y Nicolás Trozzi les daba a
entender a los dos futuros Arietes que algo andaba bien, pero todo se seguía
manteniendo como un hobbie, una salida de amigos.
Un
día, en una de las tantas zapadas que hacieron, fueron a la sala del Gordo
Gay drogadicto -que por discreción no se revelará su dirección, pero
queda en las inmediaciones de Almagro- y aparecería en escena el nombre que
sonará -sin pensarlo- hasta estos días.
Arietes
del Eibar
aparece antes como nombre de banda que como banda en sí; cumplía, por el
momento, la fantasía de Vázquez y Nico de conformar un grupo musical. Ambos
dos, fanáticos del PCFUTBOL (un juego de computadora), se reían en sus ratos
de ocio (todo rato lo era en esas épocas) de los pésimos Arietes (delanteros,
según los relatores de la Televisión española) del equipo de segunda división
Eibar. De ahí en adelante, el aforismo “sos peor que un ariete del Eibar”
pasó a formar parte del código de los muchachos y entre risas a alguien se le
ocurrió que no quedaría mal para el nombre de una banda -sin saber que ese ridículo
rótulo quedaría para siempre-.
Con
la unión del grupo, la sangre europea y las ganas de derribar las paredes de
los que vendría (los arietes también eran los artefactos que se usaban
en la época medieval para derribar las puertas de los castillos en las guerras)
el nombre los representó en su música.
Si
bien cada uno tenía su proyecto personal en el que volcaban todas sus
esperanzas, cada vez que tocaban se olía ese deseo de tocar alguna vez
juntos. Incluso, Cernadas y Trozzi se juntaban a tocar temas de Divididos y Nico,
a pesar de haberse negado siempre a cantar, (des)entonó las primeras letras.
Mientras
Nico seguía en Tupac, Nacho Vázquez lo invitó a ver un ensayo de una banda
heavy amiga que sonaba (y todavía suena) muy bien, Normandía. Allí, Nico
combinó con el bajista de este grupo metalero, Anselmo (una mezcla de Flea con
Stuart Hamm), que vaya al ensayo de Tupac a tocar el saxo, instrumento que también
sabe tocar.
Después
de un ensayo, Anselmo no volvió a Tupac, pero sí los dos futuros arietes
volverían a tocar juntos. Fue en Normandía, cuando el guitarrista Maxi
Spinelli no pudo tocar por unos meses. Nico se hizo cargo de una viola y tocó
formando parte de Normandía en Cemento dos veces.
A
esta altura, por problemas administrativos con el cantante, Tupac Amarú
se desmembró (valga la coincidencia) y se formó Naquen Yenú con los
mismos integrantes de la banda anterior, pero con el bajista Julián Carucha
Palombo haciéndose cargo también de la voz, con su pulentosa garganta. Naquén
escribió una historia muy linda en el año que duró, pero eso forma parte de
otro cuento. A los fines de esta redacción, hay dos anécdotas para contar. La
primera fue en un recital en Loca Bohemia, cuando el baterista Sergio Camelio no
llegaba al local y Nico previno “podemos empezar el recital con un amigo
que sabe los temas de Divididos”.
Finalmente,
Chicho llegó para tocar, pero borracho. Si bien aguantó lo que pudo,
Nacho Cernadas subió a tocar como invitado en dos temas que tenía recontra
ensayados con Nico gracias a las zapadas: El popurrí de Sumo y su clásico que
todavía no tocaron con Arietes: Voodoo Chile. Nacho y Nico estaban haciendo
realidad sus sueños: tocar juntos en un escenario.
La
otra anécdota para contar es que hay dos temas-himno de Naquén que hoy forman
parte del repertorio ariete: El Sol y Mundo de locos. Además, el último tema
que ensayó esta banda fue un rock bastante pulenta que se llamó Brenda...
Simultáneamente
a estos acontecimientos, otra banda comenzó a hacer historia: Presos del
Sistema. Esta fue una banda punk que formaron Nacho Vázquez en voz, Nicolás Blas
Kayat en bajo, Federico Zenobi en guitarra y Alfredo Chakal Ibáñez en
batería, quien junto a Víctor Billy Palma y el Tano Spinelli son el alma y el
cuerpo de Normandía.
Por
fin empiezan los Arietes
Cernadas
y Trozzi siguieron tocando fugazmente en algunas salas de ensayo mientras
tocaban en sus respectivas bandas, hasta que un día, un 9 de julio de 1998, en
el cumpleaños de Anselmo, otro juego de computadoras incidiría en esta
historia, el Interestate '96. Si bien al juego nunca lo jugaron, a Nico
le llamó la atención el tema de presentación y ese día se los mostró a
Cernadas y a Anselmo, en una de las pocas veces en las que coincidieron sus
presencias en algún lugar.
Después
de escuchar ese funk, Nacho propuso: “Nos tendríamos que juntar a tocar
funk”, ya que ninguno de los tres incursionaba en ese ritmo en sus
respectivas bandas.
La
idea quedó en la nada hasta el 28 de diciembre de ese año, en el cumpleaños
de Nico, cuando este le propuso a Anselmo -con el consenso de Nacho- efectivizar
el encuentro.
Después
de las vacaciones, el 2 de febrero de 1999 los tres arietes se juntaron a tocar
en La Mosca y ensayaron un tema que Nico había compuesto con una
guitarra criolla en el verano que poco después se llamaría Pura Sangre.
A
los pocos días, Nico le pondría letra a otro tema que había compuesto en la
costa y se llamaría ¡Copate, Papá!.
Después
de que Anselmo y Nico se desvincularan de sus respectivas bandas, los tres
muchachos pisaron el acelerador y compusieron en pocos días unos cuatro temas más.
Todo
era color verde esperanza, pero el 6 de marzo, después de un ensayo en el que
probaron temas nuevos (A guadañazos, Excedido y Yelmo, el peón) a Anselmo y a
Nico se les ocurrió irse a sus hogares caminando por la Avenida Forest sin
saber que a las pocas cuadras, dos personas se les apersonaron -como diría
el informe de la policía-, y amenazando con un arma que nunca vio la luz se
llevarían los instrumentos de los músicos con un bolso con pertenencias a
saber: un grabador, un walkman, ropa, libros, llaves, billetera, documentos,
carnets y demás efectos personales.
El
cantante-violero no dudó un instante y, gracias a su nuevo empleo, compró en
cuotas la Samick SG con la que cuenta hoy día. Mucho peor fue el caso de
Anselmo, que recién en junio de 2000 -17 meses después- pudo volver a contar
con un bajo propio que posee una leyenda: Se cree que este extraordinario
instrumento de 5 cuerdas hecho por un luthier argentino no sería otra cosa que
un Carvin afanado en Los ángeles y camuflado para su posterior venta aquí.
Pero
volviendo a las épocas en donde no había bajo, cabe destacar que los primeros
amigos de la banda se hicieron presentes y aguantaron un instrumento para
que Selmo no se quede con las piernas cortadas. Los préstamos más
durareros fueron los de Axel, Corcho y el Tano.
Después
de la crisis, en la que hasta cambiaron de sala, comenzaron a ensayar en los
estudios Chakal hasta que grabaron su primer demo, titulado hoy DEMO
CHAKAL.
A
pesar de que se quedaron bastante disconformes musicalmente con el demo, como es
de costumbre en estos muchachos, decidieron hacer su debut en el escenario el 28
de mayo en Loca Bohemia.
Para
ese entonces ya habían vuelto a ensayar en La Mosca para no retirarse nunca de
allí.
Llegó
el bendito viernes 28 y la convocatoria superó las expectativas de los músicos,
que se vieron desbordados por más de 70 amigos. En este recital tocaron los
siete temas que tenían en su repertorio propio (A guadañazos, Pura Sangre,
Copate... , Cuidado con el cordón, Angustia de navegante, Yelmo el peón y
Excedido) y agregaron dos covers: El hombre de la calle, de Jaime Ross, y
Ala Delta de Divididos.
El
sábado 29 fueron a ensayar a La Mosca y pusieron en marcha un tema que hoy es
un clásico: El Corsario Blanco.
Los
Arietes programaron su segundo concierto para el 10 de julio, en el que
presentaron el Corsario. Este recital contó con un invitado: Hernán Fala
Falabella (baterista de Timo, un banda punk alegre), que aportó armónica en
Yelmo, el peón y bongó y coros en Cuidado... y Copate, papá. Otra vez gozaron
de muy buena convocatoria.
A
la salida de este recital, Anselmo conocería en una parada de colectivos a las
integrantes de lo que hoy es La banda de Saavedra, de gran incidencia en
la vida -sobre todo sentimental- de los Arietes.
En
julio y agosto se produjo un paráte en la carrera arietal a causa de un viaje
que hizo Nacho a España (no, lector, aunque usted no lo crea, no visitó
Eibar).
A
fines de agosto, con el regreso de Nacho, hicieron un nuevo tema -La Vaca
Milka- y reflotaron aquel rock pulenta de Naquen Yenú que tiene letra de
Sergio Chicho Camelio: Brenda.
Decidieron
luego grabar un demo en Acertijo, que intitularon GRATIS. De este demo
hicieron una edición de veinte cassettes con la intención de distribuirlos en
nuevo concierto en Loca Bohemia el 9 de octubre.
Debido
al feriado del 12, a este recital no acudieron más de 25 personas, que casi
todas se llevaron el mencionado cassette.
Aquí
conocieron a la banda de Flores que asistió también a otros recitales. Este
tercer recital dejó la sensación de ser uno más y los Arietes se proponen
preparar otro con algunas sorpresas. Para comenzar, grabaron un ensayo con la
porta estudio de Pablo Orcinoli, cuyo resultado fue mejor que otras grabaciones
en estudio; sin embargo, esa grabación la tienen muy pocos.
Luego
programaron un show en Vía Cerino que hasta hoy es uno de los mejores de la
banda; no sólo por el sonido del lugar, sino porque prepararon Queso Ruso
de los Redondos con Fala en el bajo y Selmo en el saxo y salió estupendo,
aunque los músicos juran que salió 20 veces mejor que en los ensayos.
Seis
días después tocaron gratis en la UTN, con buena repercusión aunque pobre
sonido.
En
diciembre decidieron despedir el año en La Colorada en donde tocaron un
popurrí de Sumo algo cambiado con respecto al de Divididos.
En
el abismo del año '99 se produce la entrega de premios de Loca Bohemia y
Anselmo ganó como el mejor bajista del año el derecho a la grabación en vivo
que hoy conocemos como GRACIA A VO, donde incluyeron -aparte de los ya
conocidos- al debutante Pescaditos.
Días
después y gracias al maestro Sergio Etcheverry, la banda grabó tres temas en
TecSon y uno de ellos -A guadañazos- se incluyó en Gracia a vo.
Esperando
la entrega del CD grabado, que se produjo cuatro meses después, los Arietes
hicieron un recital el 6 de mayo, en donde presentaron otro tema nuevo: Raza
de envases.
Cansados
ya de tocar en Loca Bohemia -Nico con sus anteriores bandas tocó alrededor de
15 veces- se pusieron a componer temas nuevos con el fin de tocarlos en un
recital en el que presenten el disco. Ese recital fue nada menos que en Cemento,
el 28 de julio de 2000.
Allí
presentaron dos temas nuevos que revolucionaron el ambiente ariete por ser
lentos: Recuperando el aliento, un tema con letra y música de Nacho, y
el reggae A Zaire con Hernán Caire.
Al
concierto asistieron muchos espectadores habituales sumados a los que ya estaban
para ver al plato fuerte de la noche: La Covacha.
Musicalmente
está considerado uno de los mejores recitales, aunque Selmo no pudo escuchar su
bajo -como es de costumbre- por el poco volumen de retorno que le dan
asiduamente los sonidistas.
A
la salida vendieron algo más de 20 CD's de Gracia a vo. En esta fecha también
repartieron volantes por primera vez y días después publicaron esta página en
Internet que ahora usted está visitando.
El
8 de diciembre se hicieron presentes en un Bar Peruano en San Telmo e hicieron
uno de los recitales que será recordado como uno de los más cálidos. Otra vez
hubo una gran concurrencia y tocaron por más de una hora. Ese día tocaron un
popurrí de covers que incluyó Back in Black de AC/DC, Chusma de Siniestro
Total, Cabeza de maceta de Divididos, Sumer Song de Satriani, Ropa Sucia de Los
Redondos y Day Tripper de The Beatles. La nota de color fue un corte de luz que
sirvió para poner a prueba –y superarlo muy satisfactoriamente- el aguante de
la hinchada de los Arietes.
Un
año de transición
Dos
mil uno fue un año que no aportó mucho a la historia de los Arietes. Fue casi
un descanso, con muy pocas presentaciones en vivo, sin grabaciones, quizás
buscando enfocar de otra manera los recitales. A principios de año tocaron en
La Colorada, cuando presentaron dos temas nuevos, producto de otro verano
inspirador: Carneros Van y Qué vas a hacer. Volvió Fala a subir al escenario
para repetir la fórmula Fala-bajo y Selmo-Saxo e interpretar Todo un Palo de
Los Redondos. De este recital hay un video, aunque su sonido no es muy bueno.
Después
de este concierto empezó la etapa de transición. En el año se volvieron a
presentar solo 2 veces más: en Agosto tocaron en un bolichito de Almagro junto
a Los Cachusos y luego en el boliche ultra cheto de Costa Salguero “El
Santo”. Una experiencia un tanto extraña: Tocaron junto a Camilo García,
casi a las 5 de la mañana y menos de 7 temas. Además, los organizadores habían
promocionado la fiesta como “Los primeros 500 entran gratis” y al final no
entraron más de 200 personas que tuvieron que abonar 10 pesos per cápita.
En
ese momento dijeron basta. Basta a los boliches que organizan esta clase de
recitales y que solo piensan en lucrar al punto de jorobar a todo el que tengan
cerca.
A
fines del 2000 se había retirado la Sala La Mosca (recordar la letra de
Carneros Van: “A Iturri y Concepción Arenal, van a pastar en el monte
Mosca”), cuna de la música de los de Villa Crespo. A fines del 2001 se retiró
otra sala en la calle Uriarte que los alojó por un tiempo. Así, sin pena ni
gloria se fue un año no muy productivo.
2002:
Ahora sí, adelante con todo.
Un
año de mucho cambios. Los Arietes decidieron equiparse y ensayar en la pieza
remodelada del baterista Cernadas. Claro que le deben mucho también a Normandía,
que prestó algunos elementos decisivos a la hora de ensayar.
No
sólo este sueño se pudo cumplir, sino también el de tocar en recital hechos
totalmente a pulmón, sin intermediaros que pusieran palos en la rueda.
Para
esto, se asociaron con los amigos de la banda del oeste (lo decimos así
para no repetir Normandía) y formaron un proyecto para tocar siempre junto en
recitales made in casa. Esto significa: Sonido propio, hora de inicio del
recital propuesta por los músicos, tiempo de duración propuesto por los músicos
y –lo más importante para usted, lector- precios de entrada más baratos.
El
puntapié inicial de esto fue en el Centro Cívico Eva Perón, en Virasoro 1610
para ayudar a un amigo, Corcho, y la agrupación que integra –Patas Arriba- en
beneficio de la Villa 31. Tocaron el 20 de abril y, después de un gran recital
de Normandía, presentaron tres temas nuevos, producto de un nuevo verano
inspirador. Fue el primer recital en el que no hicieron covers (y eso que
tocaron como un hora y veinte minutos). También tocaron –a modo de sorpresa-
los dos temas de Naquén: El Sol y Mundo de Locos.
En
cuanto a los temas nuevos, que ya están amenazando con incorporar
“hermanitos”, es decir, que esta vez no sólo el verano sería inspirador.
Los tres temas nuevos se llaman “Hoy veo la luz”, “Chirolita” y
“Agencia de aventuras”. Es bastante evidente un cambio en el concepto de las
letras, quizás ahora más fáciles de entender y con temas un poco más
profundos. Quizás con un estilo que arrancaron desde la efectivización de un
viejo tema: Recuperando el aliento (aquél que empieza con “Llorás, pues la
respuesta no te supo desahogar...”).
Musicalmente
es un año de mucha esperanza; se esperan bastantes temas y presentaciones. Y
sobre todo, desde adentro se espera el cariño de siempre, el de ustedes.