El Juntacadaveres de Onetti

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Por: Hector Javier Peña
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Juan Carlos Onetti

Juan Carlos Onetti 

 

El boom, Garcia Marquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortazar, Octavio Paz oscilan en cualquier plática literaria. Dichos autores acapararon de los sesenta a los ochenta.
Puntos a partir del cual se dio desarrollo ulterior de la literatura latinoamericana, como lo fue para ellos, Borges, Carpentier, Reyes y un incansable etcetera. No obstante en las mayorias de las menciones escapan otros nombres importantes, no por ignorarlos, sino por el peso editorial y fama que gozan los mencionados de costumnre.
Un ejemplo bastante claro podria ser Juan Carlos Onetti (Uruguay 1909). En la ciudad se pueden hallar “Cien Años de Soledad”, “La Ciudad y los Perros”, “Rayuela”, y otros tantos, pero no “El Pozo” o “Juntacadaveres” del uruguayo.
Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa lo consideraron en su tiempo, como el iniciador de la novela contemporanea latinoamericana, y aun con eso en rarisimas ocasiones se pueden encontrar algo de su obra.
Ganador del Premio Cervantes en 1980, muy en boga ahora que Sergio Pitol lo obtuvo. Juntacadaveres es una de sus obras más importantes, como parte de ese impulso narrativo e influencia de la época literaria.
Debió ser difícil en aquellos años, descollar en el mundo latinoamericano de la literatura, con el auge del boom, con esa prosa pesimista y delatando las oscuridades del uruguayo ante el mundo. Teniendo el intelectualismo de Fuentes, el dominio estetico de Garcia Marquez, y el dramatismo de Vargas Llosa con “La Ciudad y los Perros”.
En Juntacadaveres tenemos una precisa muestra de su estilo, su protagonista, el hombre motejado como “Juntacadaveres”, pugnando por la realizacion de su sueño, instaurar un burdel en Santa María, pueblo ficticio ubicado en Uruguay. La felicidad, la ilusion, obtenida por un medio, de sobras conocido, como absurdo. “Desde hacia muchos años su memoria era impersonal; evocaba seres y circunstancias, significados transparentes para su intuición, antiguos errores y premoniciones, con el puro placer de entregarse a sueños elegidos por absurdos.” Escribe Onetti.
Los personajes se demuestran, en una constante agonía por la circunstancia, la incomprensión, sin ninguna salvación. Tristes, amargados, fatalistas. Tal vez ahí radica su falta de popularidad, la antigüedad, la distancia generacional del boom, su desapego por la esperanza en sus novelas. Cualidades que en la sociedad mexicana, y mas en el norte, no gozan de aceptación, tampoco de mercado. Son las novelas de intriga, políticas, de acción, y sobre todo gringas las de mayor venta acá en el norte. Ese de un pais separado por siglos de historia, allá en el centro y sur: mesoamerica, acá aridoamerica. El sur con sus desposeídos, los maltratados por el porfirismo, por la revolución y latifundistas. Acá una vida más cercana al río bravo, al estilo de la vida americana.
La instauración del burdel es el inicio del escándalo, representa la debacle del pueblo y sus endebles raíces. La lucha en contra del burdel es un pretexto, para solventar su aburrida existencia. Desde el mismo Larsen –Juntacadaveres- y el sacrificio por el prostibulo, la cruzada particular por su disolución de Marcos, el doctor Díaz Grey relatando poco a poco la secuencia de eventos en su creación, y el cura Bergner, el, supuesto mártir que acusa al pecado en Santa María, y hasta las mujeres que se reúnen para chismorrear.
A la par, la historia de Jorge, el joven fumador y borracho, que visita por las noches en secreto a Julita, la viuda de su hermano Federico. Julia la loca, que evoca a Federico ante sus ojos, la del embarazo ficticio, y el adolescente propalando su demencia.
En la historia la obtención de la felicidad, no tiene precio, ni limites morales, se encuentra la satisfacción desde el Gran Burdel, hasta ser el amor de una loca en sus desvaríos. Incide la poca esperanza de los personajes, de la vida del pueblo, en la incongruencia de sus actos. Mas que seguir la historia, Onetti nos adentra al marasmo de la psicología de cada personaje para demostrar una tierra, un pueblo, en cierto tiempo y lugar. Se adentra con dolor, con una decadencia singular de un escritor atormentado. Pero entonces, no por ser un escritor popular deja de ser talentoso. ¿Por qué entonces cual es el motivo de la literatura? Sino dilucidar sobre el alma y vida humana en el pesimismo de su existencia, y la fermentación de una lenta amargura.
Sin un tema amable, desprovisto de compasión, se va alimentando el libro de la oscuridad del corazón humano, en el que tanto profundizo Onetti. Puede ser que su obra no cuenta con la vigencia, ni actualidad, sus letras son de una calidad por expresar, como una catarsis de Onetti, lo trágico que puede ser la realidad humana.

 

 

© Hector Javier Peña

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