Juan Daniel Machín Mastromatteo
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Desde hace dos días con sus noches que ha sido igual, me levanto, o eso creo que hago, ya que no he podido dormir nada. Esta cama es dura, además se encuentra en un ángulo de casi treinta grados y no sé si seré yo... o será que estoy al punto del colapso.

Vivo solo desde que tengo memoria, pero, ¿qué digo? Si no recuerdo casi nada... ¿Dónde he crecido? ¿A quién he conocido? Esta casa se me hace eterna, no recuerdo haber estado en otra parte, ¿qué ha pasado hace tres días? No recuerdo nada, y este cuarto es tan extraño, pero familiar a la vez; no creo recordar el nombre de nada de lo que tengo, o de lo que tenga el dueño de casa. Es gracioso, pero ¿no es demasiado pequeña esta habitación donde se encuentra la tabla de dormir, la que tiene una extraña inscripción en una lengua extraña?

El concepto fue trasladándose, como sucede en estos casos, de mano en mano, hasta caer, casi irremediablemente diría, bajo la tutela casi exclusiva de los artistas (siempre bajo la mirada supervisora y cuasi acusadora de las egregias clases clericales). Estos se encargarían desde entonces de descifrar los significados enraizados en el sentido y el valor de la Muerte, que ya trasciende la mera palabra o el concepto, para metaforizarse y tomar una valuación simbólica esencial en el campo, la sima, y la cima del arte.

Me inclino hacia delante, dejando fácilmente y a un lado la tabla de dormir, y me asomo por la abertura que hay en mi pequeña habitación. Luces, miles, tal vez millones de luces, y estructuras inmensas, y pequeños relámpagos que parecen pasar junto a la pequeñísima ventana. ¿Habré despertado dentro de alguna pesadilla?

Me aparto de la ventana y entro en una habitación más pequeña, hay un cubículo y un espejo, todo tiene raras etiquetas a los lados, en una lengua que si la supe no la logro recordar. Me quito la camisa y me dispongo a abrir el surtidor que se encuentra debajo del espejo. ¿Y este líquido? Casi rojo, casi negro. ¿Qué será? ¿Sangre? No me apetece tocar ese extraño líquido que sale del surtidor, de debajo del espejo. Me veo pálido, me veo seco. ¿Y qué son éstas marcas a un costado de mi brazo? Busco otra cosa que ponerme pero no la encuentro, ni en la habitación anexa, ni en la habitación de la tabla de dormir. Tendré que conformarme con esta ropa que tengo puesta.

Regreso a la habitación de la tabla de dormir y en mi mesa hay una pila de delgadas y pequeñas láminas de plástico, todas escritas por ambos lados en aquella extraña lengua. ¿Y todos esos aparatos, y todas esas luces en la habitación? Los cuento, treinta aparatos distintos, dos mil trescientas luces y un millón de procesadores. Recuerdo complejas operaciones matemáticas, que una vez quise pensar en contar; se me van apareciendo delante de los ojos. Voy hacia la mesa y revuelvo las láminas de plástico, no logro entender nada. ¿Qué demonios sucede? Y qué es este palpitar ajeno que siento en mi cerebro, que es como un millón de piezas moviéndose a una gran velocidad. Sigo pensando en números. De un momento a otro, uno de los aparatos se enciende, y en una pantalla muestra un mensaje, creo poder leerlo.

Informe del Centro de Rehabilitación Contra Fallas

Sector 1182

26-03-2585

El sujeto XYZ-5674 al ser sometido al vaciado de memoria, muestra síntomas de falla en la inteligencia artificial, se le sugiere pasar 72 horas de inactividad, a consecuencia de haber rechazado la supervisión controlada del centro.

¿Qué es esto? Puedo entender parte del mensaje, pero no logro saber qué significa. Gustoso dormiría 72 horas, ¿pero cómo? No irá a ser en aquella tabla con apenas treinta grados de inclinación. Las marcas de mi brazo. La habitación y la tabla de dormir con treinta grados de inclinación; la ventana y las luces; el líquido casi rojo, casi negro; el mensaje y el montón de láminas plásticas que no entiendo, mi mente que se abstrae y sólo ve cálculos. ¿Es que todo esto no escapa completamente a la razón? Vuelvo a mi brazo. ¿Qué serán estas marcas? Debajo del tejido lo que parece un interruptor.

Fin del último registro de la memoria de XYZ-5674.

 

 

© Juan Daniel Machín Mastromatteo

 

 

 

 

Juan Daniel Machín Mastromatteo. 11/11/82, Caracas, Venezuela.

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