Juan Daniel Machín Mastromatteo
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La máscara de la muerte roja

 

Recordando el cuento "La máscara de la muerte roja" de Edgar Allan Poe,
de "Narraciones Extraordinarias.".

 

Temor a la noche
devastación y sólo eso.
Por más que te encierres
en la más profunda de las abadías
jamás podrás escapar de mí
La locura siempre busca la entrada
podrás meter dentro todos los placeres
pero afuera, la muerte roja acecha
siete salas... siete, el número de la suerte
pero a la muerte roja no le importa
ella atraviesa toda previsión
el amor por lo bizarro será tu perdición, príncipe, hoy morirás
en cada recodo, acechara, alegremente
estalla en carcajadas la muerte roja.
Tic, tac, hoy vives, hoy mueres.
Lo grotesco será maravilloso
pero será delicioso.
La pesadilla es muerte, y la muerte, pesadilla
El tiempo vuela, pero no te das cuenta
en algún momento, no habrá máscara que se atreva entrar.
Yo soy aquella aterradora máscara que nadie ha visto
un extraño en la fiesta, salpicaduras de sangre por doquier.
¡Ya es la hora: quítense las máscaras!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Mejor desilusión

 

Pena por los aullidos del suicida
todo por una perra de mis clubes
gran sufrimiento de enmudecer serio
aquel que está forrado de ausente salsa
amenaza de tela parlante
una que ríe por lo cercano de la barca
la otra por las buenas ganancias
al atravesar Caracas.

Insuficiencia de asesinos
ahora piden drogas de aplicación
entornos de mentira.

Toma el control
rabia suspendida en cada latido
bienaventurados animales de disturbio semanal
tienes dos minutos, inútil poeta de fiesta.

Gracias, títere nocturno.

 

 

 

 

 

 

 


Galería de almas hambrientas por la noche

 

El mejor arte
es el circo de lo imaginable
nuestras vidas, nuestra propia ruina
toda decadencia se me hace deliciosa
pienso que estoy loco
ya no lo pienso, lo sé
creo estarlo aún más por reconocerlo
y ver el agua caer por una abertura
en una pequeña galería de arte
donde líneas y círculos
hacen pensar en hostilidades, en dulces pecados
mi obsesión está presente en el temporal encierro
al que estamos sometidos en una insignificante piel
que sangra, bebe y se alimenta
de la delicada y violenta lujuria, exquisita golosina
para matar al tiempo que vive y persigue
sin querer dejarnos dominar
en el reino de lo indomable
donde amarillentos hilos cuelgan
parece ser el tiempo quien los controla
o una madre o una amante
de quien algunas veces deseas soltarte
pero cuando ves que eso sucede
más te aferras a tu atadura
tu libre albedrío no es más que una ilusión
para que puedas probar algo de pecado
y regreses al tiempo, a tu forma más ortodoxa
naciendo y muriendo en una pasión ciega
a la que nadie sabe a quién tocará
en un inmenso caos al que lleva el hambre
locura por la piel y la sangre
volviéndonos esclavos de una necesidad más importante
se puede decir que Dios, que puede haber muerto
aunque, ¿qué demonios cambiaría si viviera?
él está al final de la lista de estas necesidades
siendo importante como el polvo en un armario
un jeroglífico en una tumba egipcia
o una gota en un planeta de agua.

El cerezo de la vida es muy gracioso
puede florecer, sus pétalos caer
llenar el cielo como una infinita lluvia
así como quemarse y perderse para siempre
todo se reduce a saciar el hambre
satisfacer la necesidad mientras se puede.

Y Dionisio aún derrota a Apolo.

 

 

© Juan Daniel Machín Mastromatteo

 

 

 

Juan Daniel Machín Mastromatteo. 11/11/82, Caracas, Venezuela.

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