María Cristina Azcona
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MUNDO HUECO

(Soneto)

 

De lo profundo llega débil ruido

( Oro en polvo volátil, leve vida.)

La vista abajo como desvaída

De este hombre, fuego fatuo engreído.

 

Mordiendo el odio rueda enardecido.

Por una pendiente se va en caída.

Existe el consejo pero desoído.

Hay conciencia pero está dormida.

 

Retumban guerras de dolor constante,

¡Qué idea hueca en cerebros vacíos!

Algo de locas y algo de ignorantes.

 

Digamos basta y le pongamos brío,

Que de portarnos mal ya fue bastante

Y que el Bien gobierne a nuestros albedríos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ORACIÓN DEL CARTONERO

(Soneto)

 

 

 

 

Señor que sin desprecio me miraste

El día que encontré una cruz de acero,

A Ti no te repugna un cartonero

Si hasta a los pecadores Tú salvaste.

 

Jesús, te juraría que me hablaste

Y no me digas que no soy sincero.

De mi pobreza nunca te burlaste.

Sólo dijiste bajo "Yo te quiero".

 

Que a tu Santa María Madre quiero

Que le encargues para mí un recado.

Que si de pronto sin querer me muero

 

Después de por ahí... haber pecado,

En la gran puerta del infierno, espero...

Que nunca te separes de mi lado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NIÑO LABORABLE

(Soneto)

 

 

 

 

"Hoy será un domingo más que agradable

Sin duda." Afirma el diario matutino.

Para José, quien es aún un niño,

No es esta expresión muy razonable.

 

Su padre lo obliga con voz de sable

A cubrir la esquina, a que revenda flores.

Su madre se ha ido, a huir de dolores

Que le hacían la vida insoportable.

 

"Deme una moneda, señor, vecino."

Cómpreme una solita, sea amable."

"Es para el pan y no para el vino."

 

Pero la gente sigue imperturbable

Sin ver que José carente de amores

Es hoy un niño más que laborable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL POBRE, EL SOL Y LA LUNA

(Soneto)

 

 

La luna reluce en espejos de agua.

De ingenuo esplendor su grácil figura.

De plata es la media faz que fulgura.

Sutil navega en su eterna piragua.

 

El sol aflora en carroza leonina

Y de oro pinta la beldad oscura

La noche de irse no lleva premura.

La luna mana su luz mortecina.

 

Mil trozos de prisma en cien mil guedejas

Agobian, fluido de plata, el paisaje.

La bruma la envuelve y ella se aleja.

 

Un pobre está quieto y quedo murmura:

"Si Dios no me amara ¿Haría que encaje

Mi esencia en medio de tanta hermosura?".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ORACIÓN DE ALTERNATIVA

(Soneto)

 

¿Por qué el alma establece alternativa

Entre el buen obrar y el mortal pecado?

Sería más fácil que mientras viva

Se inclinara siempre hacia el mismo lado.

¿Por qué no se escabulle fugitiva

Hasta arrodillarse ante el Dios amado?

Y deja de negarse a ser soldado

De la sangre de Cristo rediviva.

 

Pero Tú la has querido traicionera

Que cada vez que pueda te ofendiese

Como si fuera por la vez primera

Y al encontrarte tu perdón pidiese.

Dejaste que se afirme en la quimera

Para que luego a tu redil volviese.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA ORACIÓN DEL DESOCUPADO

(Soneto)

 

 

He venido mi Dios a agradecerte

La salud y el amor que me has brindado,

Y los días que he vivido y disfrutado,

Ya que creo en tu bien y no en la suerte.

 

Considera que soy joven y fuerte

Para ser albañil desocupado.

Y que merezco ser remunerado

Hasta que me sorprendas con la muerte.

 

De rodillas te ruego, por lo bajo...

Que consiga una changa por lo menos.

(Le temo más al hambre que a estropajo).

 

Decile a los que aún son patrones buenos

Que si llegan a darme algún trabajo

Pecados que les cuentes serán menos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA PAZ

(Soneto)

 

Plena de cien canciones ella avanza.

Por lomadas o ríos ya se asoma.

Con fulgor de blancura azul alcanza

La oscuridad del alma cual paloma.

 

Deja estela de gloria en la confianza

Que al corcel de la furia presto doma.

Tras su paso gobierna la esperanza

Conquistando a la brisa con su aroma.

 

Se transforma el desierto en la pradera

Si su tibia presencia ya es caricia.

Trastoca al frío otoño en primavera.

 

Al corazón, del odio y la avaricia

Con sereno silencio ya libera.

(Puede hacerse real si hoy hay justicia).

 

 

 

 

© María Cristina Azcona

 

 

 

María Cristina Azcona. Psicopedagoga Clínica con Postgrado en Orientación Familiar. Poeta, editora y escritora bilingüe con cuatro libros en castellano, un libro en inglés publicado en India y más de quinientos trabajos impresos continuamente en diarios, antologías y revistas de Estados Unidos, Inglaterra, otros países de Europa e India. Investigadora y ensayista rentada por UNESCO sobre paz y literatura. Directora de varias organizaciones y foros literarios internacionales en los que participan autores de trayectoria. Autora de veinte prólogos en inglés para poetas de India, Brasil, Australia, Grecia y Canadá.

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