XVIII
Esta vez los fragmentos en la mesa
no son piezas fortuitas encontradas.
Hoy reconozco el trazo que contienen
y dispongo del tiempo necesario
para esta impostergable tarea
que recompone el sendero elegido,
que amortigua la poca sensatez
de ser humano con luces y sombras.
¿Cómo borrar la huella de tanta muerte
gratuita y esparcida sin límites
por esta inescrupulosa ignomia
prevaleciente en todas latitudes?
Debo iniciar el rito, sin demoras.
En la respuesta guardo mi esperanza.
Cuando algún fortuito lector
Por los días en que serás ausencia
con mi verso canto tu belleza
cual si fuera el arrullo musical;
río caudaloso tras la cascada.
Por los días que no estarás presente
el aura violeta que te habita
describo utilizando la lira
amorosa y celebro tu presencia.
Y cuando ambos cenizas seamos,
tú y yo, antes alfa, después omega,
por mandato inexorable y celestial,
no serás un fantasma del pasado
pues algún ser fortuito leerá
tu hermosura eterna en el poema.
Ecuación para estos momentos
Permita el Universo la bendición
infinita del Kairós, y esta Babel
que nos arropa ceda ante la mirada
primigenia y entusiasta de los niños.
He visto al pájaro carpintero
picotear con alegría el fondo
de la barca que habitamos.
¿Por qué La Gracia Divina
nos instala con Virgilio, El Poeta,
y resulta imposible el sueño?
¿Acaso liberamos un Karma Colectivo
y pagamos una pasada arrogancia
que desata estas fuerzas del destino?
Permita el Universo la bendición
infinita, necesaria, del Kairós.
Mirada Primigenia, Entusiasta.
XI
Quise fecundarla pero no pude,
ese fragmento de bala se alojó
muy cerca, causando la mísera
inercia en la voluntad intrínseca.
Quise fecundarla, mas gravemente
he sido, a sangre fría, lesionado.
No hay gesto alguno que no duela.
No hay movimiento, ni certeza sin desarrollo.
Quien me iba a decir que en una iglesia
el despiadado despertó el gemido
disparando con alevosía cruel
la afrenta. ¡Vámonos! Estoy herido.
¡Vámonos a leer lo ya escrito
con intensidad y altura, poeta!
Inventario
No sé si me encuentro en el equinoccio de mi vida.
Si mañana, tan inmediato como mañana,
todo lo que me ocupaba no tendrá razón de ser.
Y si es así, ¿qué me llevo? ¿qué hace de mi equipaje
uno ligero?… Sin duda calmar el llanto de un niño,
recibir su más espléndida sonrisa. Beber cada uno
de los colores del bendito y sagrado crepusculario.
Rendir tributo y reverencia a mis padres y abuelos.
Agradecer la mano amiga y continua de mis hermanos.
Y no dudar de la caricia del viento.
El verde que cobija… Las olas y el mar en concierto…
Las luminosas estrellas adornan eso que llaman firmamento.
Y la decisión de hoy hace, de los espirales y los fragmentos,
el trazo suave de una mariposa en vuelo.
© Carlos
Esteban Cana
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