Obed Juan Vizcaíno Nájera
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Quiero

 

 

Amor,

quisiera cada día

perderme en tu mirada

y reencontrarme en tus besos.

Ser como el viento,

tocar todo tu cuerpo.

Quiero sentirlo todo

y en esa omnipresencia

de pensamientos

y pasiones,

sentir que somos uno,

que no somos extraños.

Quiero todos los días

sentirte como parte fundamental

de lo que soy.

Quisiera perder en un instante

mi propia identidad

y robar la tuya,

y  libres de prejuicios

vivir la intensidad infinita

de todos los amores,

de todos los sentimientos.

Anhelo ser uno contigo

y vivir a cada instante

la experiencia absoluta

del más puro amor.

Quiero a cada instante

ser tu mirada,

y al mismo tiempo

perderme en la profundidad

de tu ser infinito,

juntar lo trascendente

de nuestros sentimientos,

 lo infinito y eterno

que puede llegar a ser

un amor como el nuestro.

Quiero ser la tormenta

que agite tu mar de tranquilidad.

Quiero ser la sombra

que se extienda hacia el lugar

en el cual se ocultan

los rayos de tu miradas.

Quiero ser remanso

de tus aguas frescas.

Quiero ser el suelo fértil

para recibir la lluvia constante

de ese amor que desea germinar

en flores y frutos,

en hijos e hijas,

en sueños.

Quiero perderme a cada instante

en tus miradas y reencontrarme

siempre en tus besos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se despiertan los perros de la muerte

 

 

 

Se levantan los perros de la guerra,

queriendo desgarrar con su furia,

a los pueblos que se niegan con dignidad,

a vivir arrodillados y oprimidos.

Las jaurías corren  hambrientas,

devorando pueblos impotentes,

destrozando cuerpos de niños y niñas,

consumiendo la carne de los ancianos,

destruyendo los sueños nuestra juventud.

Se levantan furiosos e indolentes,

mostrando sus colmillos y dientes,

que clavan sin misericordia

en los músculos y huesos

de toda la humanidad.

Ellos funden herramientas y arados,

para convertirlos en armas y misiles.

Se levanta el imperio con furia,

creyendo que es dueño absoluto

de la existencia de las pueblos libres.

Las jaurías asesinas e indolentes,

las fieras sanguinarias y terroristas,

están hambrientas de las riquezas

de los pueblos del mundo.

Pretenden engañar a la humanidad

con su lenguaje hipócrita de una falsa paz,

que imponen con la guerra y la destrucción.

Amenazan con bombas e invasiones

la tranquilidad  del universo entero.

Corren las jaurías por el medio oriente;

los paises árabes le demostrarán una vez más,

que son un pueblo combativo y  digno.

Pretenden mostrar su poderio de muerte,

en nuestro suelo latinoamericano.

Latinoamerca una vez más se resiste,

a ser un continente arrodillado y sumiso.

Caminan los perros de la muerte,

por los caminos ancestrales de África.

Tratan de esclavizar al continente eterno,

que es cuna histórica de la Humanidad.

Ladran desesperados con furia terrible,

la prepotencia de un imperio asesino,

tratando de atemorizar a las naciones,

que se levantan frente a sus fauces,

y desafían su rabia  terrorista.

Una vez más se despiertan los perros,

aullando sus consignas de terror

en un intento fallido de espantar

a quienes se oponen con  firmeza

a sus ambiciones globalizantes,

a sus pretensiones salvajes y capitalistas,

que deshumanizaa las sociedades

y las hunde en el consumismo indolente,

que enajena y margina a los más débiles.

Vienen los perros de la muerte,

siervos rabiosos de las transnacionales,

del capital hambriento de ganancias.

Vienen los perros de la guerra y la muerte,

con sus ojos inyectados de rabia y desespero.

Sus fauces  asesinas han derramado

la sangre de los pueblos bombardeados,

en nombre de la libertad imperial

que masacra sin conciencia ni  clemencia,

a la gente inocente del medio oriente,

del mundo entero  en nombre de un falso dios,

que se doblega cómplice y servilmente

ante la cultura de la muerte y el capital.

Aúllan de nuevo los perros de la muerte,

intentaran devorar una vez más a los pueblos,

querrán desgarrar impunemente,

las riquezas inmensas de nuestros países.

En los continentes los pueblos despiertan,

Llegó el tiempo profético de la liberación;

los perros de la guerra y de la destrucción

Serán combatidos y derrotados para siempre,

serán condenados eternamente al olvido

de los pueblos y de la naturaleza.

El imperio será derrotado por la gente que lucha,

por las personas que construyen  un mundo otro.

imprescindible y necesario.

¡Ha llegado el tiempo de Dios para los pueblos!

¡Ha llegado el momento eterno de la Paz!

¡Es el tiempo de la liberación!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Soledades

 

Nos movemos en el olvido

y en silencio profundo

de un mundo de ausencias,

que limita nuestras risas.

El vacío de todas las miradas,

de todas las caricias,

de la palabra oportuna,

señala con exactitud

el transito no deseado

por los caminos oscuros

de la ruta solitaria.

Soledad,

eres un mal terrible,

condenas nuestras vidas

a renunciar inevitablemente

al eco de las sonrisas,

al calor de la mano amiga,

al reflejo de una mirada,

al beso acostumbrado.

Soledad,

ausencia de solidaridad,

abundancia de todas

las nostalgias posibles

que marcan el comienzo

de la ausencia del otro,

de la otra.

Eres un viaje tan profundo

como la muerte.

Soledad,

un mundo sin sombra,

sin ecos,

sin aromas.

Es como morir

y estar concientes

de la indolencia humana,

de la indiferencia de los seres

antes cercanos,

dejaron de ser prójimos,

no se sienten ni a la distancia.

Sentirse solo o sola

es sentir la lejanía

de los amigos y amigas,

sentir a los enemigos

más cercanos.

Es como desear morir,

en un mundo de eternidades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Voz universal

 

La Osadía de todos los pueblos,
se hizo acompañar por la explosión
de todos los truenos,
por el rumor de todos los rios.
Se sentía como el latir apresurado
de todos los corazones del mundo
que sincronizaban sus sueños
en un canto de libertad.
Hablaron los pueblos,
los oprimidos de hoy,
los que ofrendaron sus vidas
construyendo nuevos sueños.
Hablaron todos nuestros padres
y madres aborigénes;
hablaron los pueblos afrodescendientes,
Hablaron todas las mujeres luchadoras,
todos los estudiantes,
los obreros;
hablaron todos los combatientes,
los olvidados,
los marginados,
los que hasta  ese momento
no tenían voz.
Habló la naturaleza que clama conciencia,
ante su explotacion y  destruccioin.
Era la voz que contenía
a todas las voces del mundo.
Era la voz de la justicia largamente silenciada,
por las transnacionales de la informacion
y la tecnología insensible.
Habló la verdad,
que pretendían mantener
callada y mediatizada por el gran poder
del capital y la inversión.
Habló el universo entero que clama
y exige el derecho a vivir en paz.
La voz de Chávez,
era el grito infinito salido de las profundidades
de los espíritus inquietos de todos y todas,
de los hombres y mujeres libres,
de toda la humanidad que lucha;
¡Gritó la vida!.
La esperanza de los pueblos
dejó de ser un simple sueño,
para vislumbrar otra realidad,
otro mundo posible,
imprescindible,
necesario.
Se expresaron a viva voz
nuestros antepasados,
se conmovieron nuestros corazones;
nuestros hijos e hijas se sentirán orgullosos.
Habló un hombre,
Hombre de verbo infinito;
Se plantó ante un imperio,
frente a todos los poderes del mundo.
Se enfrentó al mismo sistema satánico
y denunció ante los pueblos la maldad,
la hipocresía,
el cinismo,
del poder terrorista y satánico
de un imperio que agoniza y se revuelca,
en sus propias contradicciones.
Habló el hombre libre,
y encarnó a todos los hombres y mujeres.
Fué la voz de las naciones,
de los continentes.
Esa voz prófetica gritó con valentía
ante el podrido poder mundial,
que no hay humanidad de rodillas,
cuando hay dignidad en los corazones
de las personas que luchan por su liberación.
Ante todos los pueblos del mundo
resuena el clarin de la verdad,
que anuncia la caida de la arrogancia,
de la prepotencia de todo un sistema asesino.
Esa voz profetica y necesaria,
era voz infinitamente divina;
era la voz de la dignidad,
voz de toda la humanidad.
Se escucha una vez más con fuerza,
el grito sagrado;
el llamado urgente a la liberación.
 

 

 

 

 

 

© Obed Juan Vizcaíno Nájera

 

 

 

 

 

Obed Juan Vizcaíno Najera. Teólogo y comunicador social. Estudiante de la maestría de Intervención Social en la Universidad del Zulia. Nació en Maracaibo el 14 de Octubre de 1956. Ha residido permanentemente en su ciudad natal. Pastor Evangélico, estudió teología en la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica. Estudió comunicación social en la Universidad Católica Cecilio Acosta en Maracaibo. Desde muy joven escribe y dirige teatro en los grupos populares evangélicos de la ciudad de Maracaibo, ganando en varias ocasiones con el Grupo teatral evangélico Ágora varios primeros lugares en los encuentros teatrales juveniles evangélicos. Escritor de versos libres de profunda sensibilidad social y espiritual en los cuales habla de sus convicciones religiosas, políticas y revolucionarias. Actualmente es Coordinador, en Maracaibo de los estudios teológicos del Instituto Ecuménico de Estudios Superiores (IEES). Pastor en la Iglesia Presbiteriana "El Divino Salvador" de la ciudad de Barquisimeto. Profesor  de educación a distancia del Programa Abierto De Capacitación Teológica (PACTO). Luchador social, vinculado con el rescate de tierras urbanas en los barrios de Maracaibo, con las comunidades de Las Tarabas, 23 de Marzo y Virgen del Carmen. Actualmente es profesor de Medios alternativos de comunicación y Comunicación y Comunidad, en la Universidad Católica Cecilio Acosta. 

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