Es
habitual perseguir la idea de principio y final, con
frases como éstas: “el su comienço fuese bueno e
malo el acabamiento”, “comiençen e ayan fin”,
“pues buen comienço le has dado a su fecho, pidote
por merçed quel des buen acabamiento” (p.119, 158,
180). Lo mismo ocurre con otro conceptos, como ‘más/menos’:
“lo de mas fuerte les nos vençemos, lo mas flaco
non se nos puede bien defender” (p.111).
La
oposición entre términos, si es viable en frases de
adición, también lo es en las construcciones
disyuntivas. De esta forma se encuentran ejemplos
tales como: “dormides o velades?”, “yrado o
pagado, o sano o enfermo, muerto o biuo, con pocos o
con muchos [...] para razonar o para lidiar”,
“locura o cordura” (pp.162, 235, 351).
Las
construcciones opuestas también se realizan con cláusulas
complejas, reforzando una misma idea, al otorgar un
lado del asunto y su opuesto. Por ejemplo, en
“non quiso que resçebiese mayor quebranto,
mas quiso que resçebiese onrra e plazer” (p.118),
los elementos empleados son los mismos (predicado y
complemento directo, con los mismos verbos), con la
salvedad de que el primer predicado aparece negado.
Afloran,
a su vez, otros segmentos antitéticos, esta vez por
la simple yuxtaposición: “quanto plaze a vos, tanto
pesa a mí”, (p.122), o la simple unión directa,
“después de tristeza alegría, e después de pesar
plazer”, “fazer del muy pobre rico” (p.138,
162). Son impactantes de igual modo las paradojas,
afirmando algo en apariencia absurdo por chocar contra
las ideas corrientes, como hace el conde de Turbia
cuando se lamenta “esta mi vida non es vida”. El
mismo recurso emplea Roboan cuando, al regresar al
imperio de Trigida, el emperador le pregunta cómo le
fue en las Ínsulas Dotadas. El engañado Roboan le
responde: “Señor, bien e mal” (p.430).
Algo
frecuente es el uso de construcciones paralelísticas
, por ejemplo, dos cláusulas dominadas cada una por
una negación, “non nos conviene de fincar en esta
tierra, sy quier que los omes non nos cayan en esta
locura”, “sy non por vos el mio fijuelo muerto
fuera, sy non que lo reçebistes en los braços quando
yo me yva derribar” (p.95, 121), lo que permite una
mayor retención por parte del receptor. El mismo propósito
poseen construcciones del tipo “es bueno [...]; ca
es bueno [...]” (p.126), o “de Dios era
verdaderamente. E digote, señor, verdaderamente
(repetición del adverbio, p.191).
En
otros casos, la construcción paralelística, si bien
es pronunciada por el mismo emisor, se ve interrumpida
por el anterior receptor, que pasa a ser emisor en el
intermedio de la construcción: “lo sabedes vos
eso?” [...] “lo sabedes vos esto?” (p.151).
También suele producirse un cambio en el nivel de los
elementos, pasando el sujeto de la cláusula 1 a ser
complemento directo (o indirecto) de la cláusula 2, y
ocupando el lugar de sujeto el complemento directo (o
indirecto) de la primera cláusula: “dexare la
fiebre o la fiebre a mi”, “mas grave so yo a la
pobredat que ella a mi” (pp.155, 157).
Otras
veces, los paralelismos se producen entre las
expresiones de los personajes, habitualmente entre
padre e hijo, en situaciones semejantes de la
historia. Zifar no se atribuye a sí mismo el mérito
de quitar el cerco a la tierra del rey de Mentón, y
cuando el monarca le pregunta quién lo hizo, él
responde: “Desçercolo Dios” (p.192,3). De igual
forma, cuando su padre interroga a Garfin sobre quién
hirió al conde Nason, el primogénito contesta: “Su
atreuimiento e su desaventura e la mala verdat que
traya” (p.226). Y análogamente, cuando se le
pregunta a Roboan quién quitó honra al sobrino del
conde enemigo, el hijo sentencia: “La mala verdat
que tenia” (p.233).
En
otro ámbito, así como el progenitor muestra
preocupación por la ventura de sus hijos después de
la batalla, “Ay Cauallero Amigo! por aquella fe que
me tu deues, que me digas sy son biuos e sanos”
(p.225), el primogénito refleja la misma
incertidumbre por la suerte de su hermano pequeño
después de otra pelea, apelando de igual forma al
mismo caballero: “Ay! Cauallero Amigo [,] Roboan mi
hermano viene sano?” (p.232).
A
los paralelismos deben sumarse los juegos de palabras,
mediante los cuales se repite una misma idea de modos
distintos. Por ejemplo, por el empleo de un mismo término
en formas diferentes: “‘Asegurasme
vos?’, dixo el cauallero. ‘Sy aseguro’,
dixo el tio de la sseñora de la villa. ‘E yo resçibo
vuestro asseguramiento’,
dixo el otro cauallero”, “fizo
e quiere fazer”,
“ayudate bien e ayudarte ha
Dios” (p.128, 137, 160). En otras ocasiones, se
utiliza exactamente la misma palabra: “ca a las
vegadas quien tienpo
ha e tienpo
atiende, tienpo
viene que tienpo pierde”.
En
otras oportunidades el empleo de la misma palabra gráfica
conlleva diferente significado: “‘perdonastesme de
coraçon?’ ‘Çertas’, dixo ella, ‘sy, sy vos
verdaderamente [...]’” (el primer “sy” es
afirmativo, mientras que el siguiente es condicional,
p.130). En otros casos, aunque se está ante el mismo
significado denotado, coincidente en la comunidad lingüística,
la connotación varía: “dixo el Cauallero Zifar [a
la señora de la villa], ‘veo que Dios vos quiere
guiar a toda vuestra onrra, non con daño nin con
desonrra de vuestro fijo; ca por casar con este
cauallero fijo [...]” (p.123). El hijo de la señora
es el primer “fijo” del pasaje, mientras que el
segundo “fijo” es su futuro esposo, el hijo del
conde.
En
ocasiones, el empleo de los recursos hasta aquí
expuestos dan la sensación de “redundante
redundancia”. Así se hace referencia a tener parte
“en los cuydados e en los pesares”, de estar “en
priesa e en premia”, “en mal que non en bien”,
“conbusco e non sin vos”, de ser “huerfana [...]
syn padre e syn madre”, y de quien “fue enemigo e
non amigo”, así como “de su onrra e de su pro”
(pp.79, 110, 129, 172, 366, 416). Lo mismo se
observa al llamar la atención sobre cualidades:
“bueno e leal”y “buenos e leales”, “asperas
e graues”, “cuerdo es e de buen entendimiento”,
“omes buenos e de buen coraçon”, “falsedat e
mentira”, “falsos e traydores” (pp.117,122, 152,
153,167, 210, 391). Al apelar a sentimientos, el
resultado es el mismo: “con cuyta e con reçelo”,
así como “triste e cuytada” (121, 352). Las
descripciones físicas también se ven regidas por el
mismo patrón: “viejo e non mançebo”, “biuos e
sanos” (157, 225).
Llamando
la atención sobre cómo se dice, son frecuentes los
hipérbatos, gracias a los cuales el Caballero Zifar
pregunta “quien es aquel que aquellas armas
trae?”, la señora de la villa, refiriéndose al
Caballero, expresa que “Dios por la su merçed le
quiso a esta tierra guiar”, y el ribaldo puede
sentenciar que “loca cosa es temer ome lo que
escusar non puede” (pp.112, 122,158).
Buscadas
o no, son llamativas las aliteraciones que se producen
en expresiones como “non
es menester de nos
detener de non
enbiar por el”, “vos
en boz”, “vos non vos”,
“sopiese
nin podiese”, “deziendo
nin feziendo”,
“fazer plazer” (p.108, 127, 180, 183, 238, 426).
En
otro plano, también resaltan las transferencias de
significado mediante inclusión que se realizan por
medio de varias sinécdoques. Así, después que el
caballero Zifar mata a los dos hijos del rey de Ester,
“de ally adelante le dixieron el Cauallero de
Dios” (p.186). En sentido inverso, se emplea la
cualidad negativa del conde Nasón para referirse a él,
cuando su sobrino, después de ser desbaratado por
Roboan, es identificado como el “sobrino del malo”
(p.230). Diferente suerte corre el ribaldo, que
“fizo muchas cauallerias buenas por que touo el rey
por guisado del fazer cauallero e del heredar e de lo
casar muy bien”, a partir de lo cual lo identifican
como el “Cauallero Amigo” (pp.215,225).
Estos
ejemplos muestran, al mismo tiempo, un mensaje
evidente. Como afirma la editora
Cristina González, “el Zifar presenta un mundo en el que el ascenso es posible, no sólo
para los caballeros, sino también para los siervos
[...], es el mundo en el que el valor era un medio
para conseguir
un fin y no un fin en sí mismo”
En
otros casos, se recurre a comparaciones ingeniosas
motivadas por diferentes propósitos. Por ejemplo,
para describir acciones, como el guardar secreto (“poridat”),
asevera el marido de Grima: “asy como el fuego
encubierto dura mas que el descubierto, e es mas biuo,
bien asy la poridat que vno sabe dura mas e es mejor
guardada que sy muchos la saben” (p.80). De igual
manera, el “Cauallero Amigo”, describiendo las
peripecias sufridas en la batalla del valiente Roboan,
expone al rey: “non se vio el rey Artur en mayor
priesa e en mayor peligro con el Gato Paul que nos
viemos con aquellos maldichos” (p.232).
En
la misma línea, al dibujar el retrato del compañero
fiel, se sentencia: “asy commo por el
fuego se proeua el oro, asy por la proeua se conoçe
el amigo” (p.80); sin embargo, al esbozar las
características del “traydor”, se dice
contundentemente: “el traydor es dado por semejante
a la culebra [...], e al can rauioso [...], e al
puerco [...], e avn es dado por semejante a la
mosca”. De igual forma, si los hombres entendieran
lo que es traición, “fuyrian della commo de gafedat
(lepra)” (p.236).
En
otras oportunidades, se abandona el símil y se pasa
directamente a la metáfora, siendo, por ejemplo, los
presos que hablaron mal del rey, “canes, fijos de
canes” (406). A veces asoma el sentido humorístico,
de tal forma que, al entregar Zifar al hijo del rey
enemigo Grimalet a la infanta Seringa, le declara:
“Señora, esta joya vos trayo” (p. 373).
Con
igual sentido humorístico, aunque ya no metafórico,
responde el sobrino de un conde enemigo al caballero
Zifar cuando éste dicta que Dios los defienda:
“Pues de tan vagar esta Dios que non ha que fazer
synon uos venir a defender?” (p.100). El humor se tiñe
en burla sacástica, después que Roboan “entrole el
espada por la cara e quebrantole amos oios” al
sobrino del conde Nason. El rey de Menton le expresa
justicieramente: “Ay sobrino del mal conde! creo que
non seriades
de aqui adelante para atalaya” (pp.231,234).
El
lenguaje figurado sigue operando a través de los diálogos,
de ahí que Zifar concluya que “todos se deuen esforçar
de fazer la mejor sepultura que podiesen” (p.159), o
que profetice un mal final para “el que conpra el
infierno” (p.235), o que la reina madre hable de
“las telas del mi coraçon” ante la partida de su
hijo menor (p.352).
Otras
veces las cualidades cobran vida, personificándose,
de tal forma que la “soberbia” llega a matar
(p.102), “la bondat resçibe los omes e mantienelos
en espaçio e en viçio [...] e la maldat resçibe los
omes estrechamente e mantienelos en estrechura e en
tormento” (p.202), mientras que se asegura que “la
verdat vos ha de ayudar” (p.219).
De
lo anterior se confirma fehacientemente la importancia
que tiene en la vida de los buenos caballeros el
acopio de buenas cualidades. De ahí que el rey de
Menton, en sus castigos, anime profusamente a sus
hijos a ser “bien acostunbrados”, “nobles”,
“linpios”, a “que sienpre aprendiessen el
bien”, que fuesen “omildosos”, “justiçieros”
y “firmes en todos sus fechos”, para ser amados y
apreciados por Dios (pp.266, 267, 269, 287, 289, 298,
337). Todo lo anterior se condensa, como expone López
Estrada, en “la cortesía”, exponiendo “una
disciplina espiritual que caracterizó la vida social
de los caballeros de linaje en cuanto a que daba un
carácter de nobleza a su vida y los señalaba ante
los demás como pertenecientes al grupo que constituían
[...] Implicaba que los caballeros se manifestasen en
la vida de relación como poseedores de una
educación
y de unos propósitos propios de la nobleza del
alma”..
El
conjunto de todas estas enseñanzas, el ponerlas en práctica
o no, el intuir el peligro o el ser engañado, el alcanzar el éxito
o el fracaso, será lo que domine las andaduras de los
caballeros, lo que dé contenido a sus diálogos y lo
que conforme la obra que responde al título Libro
del Caballero Zifar.
BIBLIOGRAFÍA
ACADEMIA,
REAL ────── ESPAÑOLA (1992): Diccionario
de la lengua española,
Madrid,
Espasa Calpe, 1992, 21ª ed.
DURÁN,
Armando (1973): Estructura y técnicas de la novela sentimental y caballeresca,
Madrid, Gredos, 1973.
BOBES
NAVES, María del Carmen (1992): El
diálogo. Estudio pragmático, lingüístico y
literario, Madrid, Gredos, 1992.
GONZÁLEZ,
Cristina (1984):
“El Cavallero Zifar” y el reino lejano, Madrid,
Gredos, 1984.
LÓPEZ
ESTRADA, Francisco (1952): Introducción
a la literatura medieval española, Madrid,
Gredos, 1979, 4ª ed.
|
*****
|