03.03- Abril del 2003

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GUSTAVO ÁLVAREZ BEA, LA SUTILEZA PSICOLÓGICA EN LOS DIÁLOGOS DEL "LIBRO DEL CABALLERO ZIFAR" (II) 


ESTUDIO DE LA OBRA II

Es habitual perseguir la idea de principio y final, con frases como éstas: “el su comienço fuese bueno e malo el acabamiento”, “comiençen e ayan fin”, “pues buen comienço le has dado a su fecho, pidote por merçed quel des buen acabamiento”  (p.119,  158, 180). Lo mismo ocurre con otro conceptos, como ‘más/menos’: “lo de mas fuerte les nos vençemos, lo mas flaco non se nos puede bien defender” (p.111).

La oposición entre términos, si es viable en frases de adición, también lo es en las construcciones disyuntivas. De esta forma se encuentran ejemplos tales como: “dormides o velades?”, “yrado o pagado, o sano o enfermo, muerto o biuo, con pocos o con muchos [...] para razonar o para lidiar”, “locura o cordura” (pp.162, 235, 351).

Las construcciones opuestas también se realizan con cláusulas complejas, reforzando una misma idea, al otorgar un lado del asunto y su opuesto. Por ejemplo, en  “non quiso que resçebiese mayor quebranto, mas quiso que resçebiese onrra e plazer” (p.118), los elementos empleados son los mismos (predicado y complemento directo, con los mismos verbos), con la salvedad de que el primer predicado aparece negado.

Afloran, a su vez, otros segmentos antitéticos, esta vez por la simple yuxtaposición: “quanto plaze a vos, tanto pesa a mí”, (p.122), o la simple unión directa, “después de tristeza alegría, e después de pesar plazer”, “fazer del muy pobre rico” (p.138, 162). Son impactantes de igual modo las paradojas, afirmando algo en apariencia absurdo por chocar contra las ideas corrientes, como hace el conde de Turbia cuando se lamenta “esta mi vida non es vida”. El mismo recurso emplea Roboan cuando, al regresar al imperio de Trigida, el emperador le pregunta cómo le fue en las Ínsulas Dotadas. El engañado Roboan le responde: “Señor, bien e mal” (p.430).

Algo frecuente es el uso de construcciones paralelísticas , por ejemplo, dos cláusulas dominadas cada una por una negación, “non nos conviene de fincar en esta tierra, sy quier que los omes non nos cayan en esta locura”, “sy non por vos el mio fijuelo muerto fuera, sy non que lo reçebistes en los braços quando yo me yva derribar” (p.95, 121), lo que permite una mayor retención por parte del receptor. El mismo propósito poseen construcciones del tipo “es bueno [...]; ca es bueno [...]” (p.126), o “de Dios era verdaderamente. E digote, señor, verdaderamente (repetición del adverbio, p.191).

En otros casos, la construcción paralelística, si bien es pronunciada por el mismo emisor, se ve interrumpida por el anterior receptor, que pasa a ser emisor en el intermedio de la construcción: “lo sabedes vos eso?” [...] “lo sabedes vos esto?” (p.151). También suele producirse un cambio en el nivel de los elementos, pasando el sujeto de la cláusula 1 a ser complemento directo (o indirecto) de la cláusula 2, y ocupando el lugar de sujeto el complemento directo (o indirecto) de la primera cláusula: “dexare la fiebre o la fiebre a mi”, “mas grave so yo a la pobredat que ella a mi” (pp.155, 157).

Otras veces, los paralelismos se producen entre las expresiones de los personajes, habitualmente entre padre e hijo, en situaciones semejantes de la historia. Zifar no se atribuye a sí mismo el mérito de quitar el cerco a la tierra del rey de Mentón, y cuando el monarca le pregunta quién lo hizo, él responde: “Desçercolo Dios” (p.192,3). De igual forma, cuando su padre interroga a Garfin sobre quién hirió al conde Nason, el primogénito contesta: “Su atreuimiento e su desaventura e la mala verdat que traya” (p.226). Y análogamente, cuando se le pregunta a Roboan quién quitó honra al sobrino del conde enemigo, el hijo sentencia: “La mala verdat que tenia” (p.233).

En otro ámbito, así como el progenitor muestra preocupación por la ventura de sus hijos después de la batalla, “Ay Cauallero Amigo! por aquella fe que me tu deues, que me digas sy son biuos e sanos” (p.225), el primogénito refleja la misma incertidumbre por la suerte de su hermano pequeño después de otra pelea, apelando de igual forma al mismo caballero: “Ay! Cauallero Amigo [,] Roboan mi hermano viene sano?” (p.232).  

A los paralelismos deben sumarse los juegos de palabras, mediante los cuales se repite una misma idea de modos distintos. Por ejemplo, por el empleo de un mismo término en formas diferentes: “‘Asegurasme vos?’, dixo el cauallero. ‘Sy aseguro’, dixo el tio de la sseñora de la villa. ‘E yo resçibo vuestro asseguramiento’, dixo el otro cauallero”, “fizo e quiere fazer”, “ayudate bien e ayudarte ha Dios” (p.128, 137, 160). En otras ocasiones, se utiliza exactamente la misma palabra: “ca a las vegadas quien tienpo ha e tienpo atiende, tienpo viene que tienpo pierde”.

En otras oportunidades el empleo de la misma palabra gráfica conlleva diferente significado: “‘perdonastesme de coraçon?’ ‘Çertas’, dixo ella, ‘sy, sy vos verdaderamente [...]’” (el primer “sy” es afirmativo, mientras que el siguiente es condicional, p.130). En otros casos, aunque se está ante el mismo significado denotado, coincidente en la comunidad lingüística, la connotación varía: “dixo el Cauallero Zifar [a la señora de la villa], ‘veo que Dios vos quiere guiar a toda vuestra onrra, non con daño nin con desonrra de vuestro fijo; ca por casar con este cauallero fijo [...]” (p.123). El hijo de la señora es el primer “fijo” del pasaje, mientras que el segundo “fijo” es su futuro esposo, el hijo del conde.

En ocasiones, el empleo de los recursos hasta aquí expuestos dan la sensación de “redundante redundancia”. Así se hace referencia a tener parte “en los cuydados e en los pesares”, de estar “en priesa e en premia”, “en mal que non en bien”, “conbusco e non sin vos”, de ser “huerfana [...] syn padre e syn madre”, y de quien “fue enemigo e non amigo”, así como “de su onrra e de su pro”  (pp.79, 110, 129, 172, 366, 416). Lo mismo se observa al llamar la atención sobre cualidades: “bueno e leal”y “buenos e leales”, “asperas e graues”, “cuerdo es e de buen entendimiento”, “omes buenos e de buen coraçon”, “falsedat e mentira”, “falsos e traydores” (pp.117,122, 152, 153,167, 210, 391). Al apelar a sentimientos, el resultado es el mismo: “con cuyta e con reçelo”, así como “triste e cuytada” (121, 352). Las descripciones físicas también se ven regidas por el mismo patrón: “viejo e non mançebo”, “biuos e sanos” (157, 225).

Llamando la atención sobre cómo se dice, son frecuentes los hipérbatos, gracias a los cuales el Caballero Zifar pregunta “quien es aquel que aquellas armas trae?”, la señora de la villa, refiriéndose al Caballero, expresa que “Dios por la su merçed le quiso a esta tierra guiar”, y el ribaldo puede sentenciar que “loca cosa es temer ome lo que escusar non puede” (pp.112, 122,158).

Buscadas o no, son llamativas las aliteraciones que se producen en expresiones como “non  es menester de nos detener de non enbiar por el”, “vos en boz”, “vos non vos”, “sopiese nin podiese”, “deziendo nin feziendo”, “fazer plazer” (p.108, 127, 180, 183, 238, 426).

En otro plano, también resaltan las transferencias de significado mediante inclusión que se realizan por medio de varias sinécdoques. Así, después que el caballero Zifar mata a los dos hijos del rey de Ester, “de ally adelante le dixieron el Cauallero de Dios” (p.186). En sentido inverso, se emplea la cualidad negativa del conde Nasón para referirse a él, cuando su sobrino, después de ser desbaratado por Roboan, es identificado como el “sobrino del malo” (p.230). Diferente suerte corre el ribaldo, que “fizo muchas cauallerias buenas por que touo el rey por guisado del fazer cauallero e del heredar e de lo casar muy bien”, a partir de lo cual lo identifican como el “Cauallero Amigo” (pp.215,225).

Estos ejemplos muestran, al mismo tiempo, un mensaje evidente. Como afirma la editora  Cristina González, “el Zifar presenta un mundo en el que el ascenso es posible, no sólo para los caballeros, sino también para los siervos [...], es el mundo en el que el valor era un medio para conseguir un fin y no un fin en sí mismo”

En otros casos, se recurre a comparaciones ingeniosas motivadas por diferentes propósitos. Por ejemplo, para describir acciones, como el guardar secreto (“poridat”), asevera el marido de Grima: “asy como el fuego encubierto dura mas que el descubierto, e es mas biuo, bien asy la poridat que vno sabe dura mas e es mejor guardada que sy muchos la saben” (p.80). De igual manera, el “Cauallero Amigo”, describiendo las peripecias sufridas en la batalla del valiente Roboan, expone al rey: “non se vio el rey Artur en mayor priesa e en mayor peligro con el Gato Paul que nos viemos con aquellos maldichos” (p.232).

En la misma línea, al dibujar el retrato del compañero fiel, se sentencia: “asy commo por el fuego se proeua el oro, asy por la proeua se conoçe el amigo” (p.80); sin embargo, al esbozar las características del “traydor”, se dice contundentemente: “el traydor es dado por semejante a la culebra [...], e al can rauioso [...], e al puerco [...], e avn es dado por semejante a la mosca”. De igual forma, si los hombres entendieran lo que es traición, “fuyrian della commo de gafedat (lepra)” (p.236).

En otras oportunidades, se abandona el símil y se pasa directamente a la metáfora, siendo, por ejemplo, los presos que hablaron mal del rey, “canes, fijos de canes” (406). A veces asoma el sentido humorístico, de tal forma que, al entregar Zifar al hijo del rey enemigo Grimalet a la infanta Seringa, le declara: “Señora, esta joya vos trayo” (p. 373).

Con igual sentido humorístico, aunque ya no metafórico, responde el sobrino de un conde enemigo al caballero Zifar cuando éste dicta que Dios los defienda: “Pues de tan vagar esta Dios que non ha que fazer synon uos venir a defender?” (p.100). El humor se tiñe en burla sacástica, después que Roboan “entrole el espada por la cara e quebrantole amos oios” al sobrino del conde Nason. El rey de Menton le expresa justicieramente: “Ay sobrino del mal conde! creo que non  seriades de aqui adelante para atalaya” (pp.231,234).

El lenguaje figurado sigue operando a través de los diálogos, de ahí que Zifar concluya que “todos se deuen esforçar de fazer la mejor sepultura que podiesen” (p.159), o que profetice un mal final para “el que conpra el infierno” (p.235), o que la reina madre hable de “las telas del mi coraçon” ante la partida de su hijo menor (p.352).

Otras veces las cualidades cobran vida, personificándose, de tal forma que la “soberbia” llega a matar (p.102), “la bondat resçibe los omes e mantienelos en espaçio e en viçio [...] e la maldat resçibe los omes estrechamente e mantienelos en estrechura e en tormento” (p.202), mientras que se asegura que “la verdat vos ha de ayudar” (p.219).

De lo anterior se confirma fehacientemente la importancia que tiene en la vida de los buenos caballeros el acopio de buenas cualidades. De ahí que el rey de Menton, en sus castigos, anime profusamente a sus hijos a ser “bien acostunbrados”, “nobles”, “linpios”, a “que sienpre aprendiessen el bien”, que fuesen “omildosos”, “justiçieros” y “firmes en todos sus fechos”, para ser amados y apreciados por Dios (pp.266, 267, 269, 287, 289, 298, 337). Todo lo anterior se condensa, como expone López Estrada, en “la cortesía”, exponiendo “una disciplina espiritual que caracterizó la vida social de los caballeros de linaje en cuanto a que daba un carácter de nobleza a su vida y los señalaba ante los demás como pertenecientes al grupo que constituían [...] Implicaba que los caballeros se manifestasen en la vida de relación como poseedores de una

educación y de unos propósitos propios de la nobleza del alma”..

El conjunto de todas estas enseñanzas, el ponerlas en práctica o no,  el intuir el peligro o el ser engañado, el alcanzar el éxito o el fracaso, será lo que domine las andaduras de los caballeros, lo que dé contenido a sus diálogos y lo que conforme la obra que responde al título Libro del Caballero Zifar.

BIBLIOGRAFÍA

ACADEMIA, REAL ────── ESPAÑOLA (1992): Diccionario de la lengua española, Madrid,             Espasa Calpe, 1992, 21ª ed.

 

DURÁN, Armando (1973): Estructura y técnicas de la novela sentimental y caballeresca            Madrid, Gredos, 1973.

 

BOBES NAVES, María del Carmen (1992): El diálogo. Estudio pragmático, lingüístico y             literario, Madrid, Gredos, 1992. 

 

GONZÁLEZ, Cristina (1984): “El Cavallero Zifar” y el reino lejano, Madrid, Gredos, 1984.

 

LÓPEZ ESTRADA, Francisco (1952): Introducción a la literatura medieval española, Madrid,             Gredos, 1979, 4ª ed.

 

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