La generación digital y el pensamiento hipertextual

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Por: Gabriel Cocimano
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Sin dudas Internet –y todo el entorno visual que representa- no sólo ha modificado hábitos y pautas culturales, sino que también se encamina a instaurar un nuevo paradigma de pensamiento. Los nativos de la generación digital –chicos nacidos con la web, conocidos como Generación Tech- parecen confirmar las optimistas o apocalípticas teorías acerca de las máquinas como prótesis del cuerpo. ¿En qué consiste el cambio de paradigma?

En primer lugar, todo el sistema de pensamiento anterior ha sido lineal, sucesivo y dotado de un hilo argumental.  Es el caso, por ejemplo, de la lectura tradicional. Sin embargo, los hábitos y conductas culturales que propone el nuevo régimen visual –del que Internet es su cara más emblemática- tienden a la digresión, a la ramificación: un determinado relato suele conectarse a otras cuestiones a las que el mismo texto habitualmente vincula. Este tipo de lectura hipertextual –no lineal, caótica y hasta anárquica- plantea una nueva cultura: con la revolución de las imágenes y del mundo virtual no se puede ya representar ni ver como antes, lo que significa que tampoco podemos escribir ni leer a la manera tradicional.

Este registro propio del lenguaje de la imagen –vale decir, la metodología multilineal, dispersa y ramificada que prevalece en el espíritu de los montajes virtuales- parece poder trasladarse a la órbita del pensamiento, a nuestra estructura mental. ¿Qué ocurre hoy con los nativos digitales?: son “adolescentes hipertextuales –afirma Susana Finquelievich, experta en nuevas culturas (2007)- que no se limitan al texto plano, buscan y profundizan. Son multitasking, pueden abordar muchas tareas a la vez. Afrontan distintos canales de comunicación simultáneos: chatean, hablan por celular, navegan, charlan…Y eso les da una ductilidad y una velocidad de pensamiento hasta ahora desconocida (…) El pez no piensa en el agua, y el adolescente no piensa en la tecnología”.

¿Significa que los nuevos adolescentes son más inteligentes? En verdad, se trata de una sobreestimulación, producto del dominio de la tecnología a cada vez más corta edad, y de la mayor interacción con elementos a los que generaciones anteriores no accedían: estos estímulos generan cambios en el desarrollo cognitivo del pequeño. La TV, los videojuegos, Internet, son las tecnologías que han modificado la forma de comprender y percibir el mundo de esta generación.

Frente a la vertiginosa aceleración tecnológica, ¿puede entonces la psiquis humana, el pensamiento del hombre, adquirir una mutación hacia el mismo sentido? La existencia de hombres-genio (con un altísimo coeficiente intelectual) parece confirmar que, al menos en potencia, el hombre está dotado para funcionar a otra velocidad mental. Más allá de las teorías plagadas de optimismo científico –“la unión de mente y máquina creará una nueva forma de existencia –afirmaba Robert Jastrow-, tan bien diseñada para la vida en el futuro como está diseñado el hombre para vivir en la sabana africana”- lo que las tecnologías estimulan es el hemisferio derecho del cerebro, el lado creativo, la libre asociación de ideas, lo intuitivo. La metáfora de la “prótesis cibernética integrada al cuerpo del hombre” bien puede evocar la asimilación de las tecnologías a su propio entorno.

Posiblemente el hombre, en tanto consiga hacer de la máquina una herramienta para su adecuado uso, pueda adoptar de ella las innumerables virtudes con las que logró diseñarla: un magnífico medio para establecer relaciones complejas, un instrumento de captación simultánea y abarcativa, una entidad con memoria rígida, capacidad dinámica y aceleración.

Los nativos digitales –también bautizados por los estrategas de mercado como Generación We (nosotros)- acceden y manejan más información que cualquier adolescente de generaciones anteriores y, en efecto, estimulados por los videojuegos, desarrollan más el costado creativo del cerebro. Este desarrollo no implica una mutación evolutiva, lo que sí existe es un cambio de actitud hacia ellos: están más mirados por los adultos, reciben más información de la sociedad, son consumidores independientes desde muy pequeños y saben cosas que los adultos desconocen. Estas condiciones los hace un segmento apetecible para el mercado. Sus actitudes caóticas y conductas dispersas tienen que ver con esta capacidad de encarar procesos paralelos, propia de la estimulación creativa del cerebro.

Una hipótesis: tal vez de la suma de potencialidades –la imaginación y la lógica, la libre divagación de ideas y la memoria, la concentración y la velocidad- pueda el hombre convertirse en un ambidiestro cerebral, y alcanzar un nuevo estado de pensamiento.

En “El Aleph”, Jorge Luis Borges escribía: “Lo que vieron mis ojos fue simultáneo; lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es”. Diferencia de velocidad: el nuevo estado en el pensamiento humano tal vez sea simultáneo (como el registro visual, totalizador y abarcativo) y reemplazará al pensamiento sucesivo, lineal, como lo es el registro del lenguaje.

Hemos asistido a un cambio de velocidad en la historia humana: en pocos años, el formidable desarrollo alcanzado superó en magnitud el de todo el ciclo histórico anterior del hombre. Esta vertiginosa aceleración –verificada fundamentalmente en el campo tecnológico y económico- acaso sea responsable directa del incipiente cambio de paradigma de pensamiento.

La joven generación podrá confirmar la avanzada de ese cambio, en tanto pueda adoptar de la tecnología las virtudes con las que logró el hombre diseñarla. Dotada de computadoras, celulares, reproductores de MP3, consolas y cámaras, ésta generación ya enfrenta a un mundo que, pocos años atrás, aparecía como inconcebible. Sólo resta esperar que ese caótico y aleatorio universo mental logre, en efecto, producir seres de inteligencia dúctil y creativa, apta para habitar el vertiginoso universo en ciernes.

                                                               

Fuentes:

 

ARCE, María: Nacidos para clickear, en Revista “Viva”, “Clarín” Ediciones, 01/04/2007

 

FINQUELIEVICH, Susana: en ARCE, María: ob.cit.-

 

 

 

  © Gabriel Cocimano

 

 

 

Gabriel Cocimano (Buenos Aires, 1961). Licenciado en Periodismo (Universidad Nacional de Lomas de Zamora), ensayista e investigador en áreas culturales, ha publicado numerosos artículos en medios gráficos nacionales e internacionales: Todo es Historia, Idea Viva, Contracultural, Acilbuper (Argentina); Gazeta de Antropología, Almiar-Margen Cero, AltEdiciones, Nómadas, Adamar, Textos de la CiberSociedad (España); Sincronía (México); Comunicación (Costa Rica); Letralia, Tierra de Letras (Venezuela); Escáner Cultural (Chile); Iguana Roja (Francia); Alternativa Latinoamericana (Estados Unidos); La Guirnalda Polar (Canadá); Rodelu (Suecia -publicación de Amnesty Internacional). En 2003 publicó “El fin del secreto. Ensayos sobre la privacidad contemporánea”, Buenos Aires, Editorial Dunken. (Consultar página personal: http://gcocimano.iespana.es).

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