Editorial

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El poeta como un ser ideológico

 

 

Bajo un supuesto libertario y más o menos ambiguo el poeta como un ser ideológico se supedita muchas veces a su interés próximo o lejano. Este interés lo hace canalizar, técnicamente, su lado expresivo a una tendencia que se resuelve más allá de la estética, siendo ésta también un modo o tendencia de acoplamiento hacia una ideología, entendida como modo de pensar individual y  colectivo como se puede deducir en mucho de los casos acerca de la creación poética.

 

El enfrentamiento del poeta contra su libertad comprende muchos factores, uno de ellos (y el más importante creo yo) no está en su grado de intencionalidad (el querer) sino está más ligada a su grado de concretación (el poder).

 

El poder que tiene el poeta al crear está en darse límites. Crearlos, romperlos. Su poder lo hace encerrarse en un ensimismamiento que transita la sensibilidad, el más arraigado rechazo a toda indiferencia, su solemnidad ante la frustración y quizá la genialidad o el suicidio, sino los dos juntos.

 

El vate al crear armará todo un “rompecabezas”, donde pueden faltar o sobrar piezas, donde el encaje de las piezas dependa de un factor (o muchos) en especial, como son: cultura, intencionalidad, ideología, manejo del lenguaje, etc, etc. El producto de este “armado”, será un poema, pero no sólo la obra en sí, sino que en ella estarán vertidas todos los factores ya antes mencionados.

 

El poeta, no sólo es un objeto social que utiliza el lenguaje como un objeto-herramienta, para crear una obra literaria. Entiéndase que la verdadera entidad motora de este sistema creativo está en relación a la necesidad e intencionalidad de esta necesidad que parte de una relación natural de existencia de todo ser humano.

 

La existencia como la primera necesidad humana, se refleja en un grado imperativo dentro del poeta y de todo artista en general, ya que el acto de crear, no sólo conlleva cierto grado de libertad, sino toda una libertad. Cuando se escribe, lo tácito está en el pensar, entonces es imposible que una obra no responda a una ideología, una posición ante una sociedad, lineamiento o dogma.

 

Pero la característica inherente que tiene todo creador es el de utilizar su libertad como un poder, que no sólo es el de convencer o transformar, sino el de plantearse cosas que están fuera de toda norma. No una revolución artística o cultural, sino una inevitable evolución. Ya que todo artista siempre tiene el don de la creatividad, no podrá desligarse nunca de su espíritu renovador, su ser reinventador.

 

Entonces el poeta se ve inconscientemente ligado a toda una sociedad, que no sólo deviene de un sistema “X”, sino de algo aún más concreto como lo es su cultura, pero que a su vez está en comunión con una individualidad que hará reflejar su modo de ver el mundo.

 

El poeta es un ser influido. Su estilo, su forma de escribir, responderá siempre a el producto de todas sus lecturas, tradiciones, ideologías, formas de vivir, etc. Y este producto, no tiene porqué estar ligado a la vida misma del poeta, sino que esta más bien relacionada a su libertad para crear, para ponerse límites creativos.

 

Pero ateniéndonos a una visión de la poesía como literatura y como un "producto ideológico", se puede puntualizar que el poeta es un ser ambiguo en su totalidad. Ya que no sólo propone un lenguaje o un código, sino que su intención básica es la expresión que a su vez comunicará, hasta lograr que la relación poema-lector, no sólo sugiera, sino que dé un conocimiento particular, la belleza como un primer plano para demostrarnos el mundo que muchos relacionan subjetivo y en constante cambio.

 

 

 

 

Paolo Astorga
Director y editor de la Revista Literaria Remolinos

 

 

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