Una rosa crecia hermosa en un jardín

y un niño enamorado la tomó;

mirándola suspiraba sin fin

y acercándola a sus labios la besó.

Y lleno de ternura la envolvió

en sus manos, mas no se percató

y descuidado la rosa le pinchó,

y este adolorido la arrojó.

Y una niña que pasaba en el momento

tomó la rosa del piso ya marchita,

sin importarle a esta las espinas

beso a la rosa, y la lleno de amor.

Y yo me percaté de aquél suceso

que parece tan simple, mas no es así;

tomemos al amor como una rosa

que aunque nos hiera, la vemos más hermosa.

Tomemos al amor como una rosa

que su perfume y belleza siempre brinda,

sin olvidarnos también de sus espinas

y que al final, las rosas se marchitan...

 

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