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C A P Í T U L O     VI

¿Qué se enseña en la Escuela de Alvernistas?

     

La figura del discípulo.

130.- La vida cristiana tiene sus raíces en el mismo llamado fundamental que Cristo extendió a todos los hombres: el seguirlo y ser santo como es santo su Padre Celestial (Mt.5,48). La vida consagrada de un bautizado se puede comprender solamente dentro de este llamado común al discipulado, esencialmente el mismo para todos los cristianos: laicos, religiosos y clérigos.

131.- El sínodo de Obispos de 1987 sobre “La vocación y la Misión de los cristianos laicos en la iglesia y en el mundo de hoy” nos recuerda este punto importante: antes de hablar de las vocaciones especializadas en la Iglesia, como son, por ejemplo; las llamadas a la vida religiosa y el sacerdocio ministerial, tenemos que hablar de la vocación primordial de todo cristiano, la de ser discípulo del único Maestro Jesús. Sin esta vocación fundamental, las demás no tienen sentido, porque son esencialmente constituidas y orientadas hacia ella, en función y servicio de ella.

132.- Las cualidades del discípulo de Jesús según el evangelio: Es interesante y desafiante leer algunos pasajes donde se mencionan las características del discípulo. Tengamos en cuenta que el joven alvernista es ante todo un discípulo de Cristo.

1.        El discípulo no esta sobre su maestro, es siempre un aprendiz. Basta que sea el Maestro; de hecho lo será cuando este bien instruido y formado. (cfr. Mt. 10, 24-25, Lc. 6,40).

2.        Es Jesús quien lo instruye, explicándole aparte el sentido de las parábolas (cfr. Mc. 4,34).

3.        El discípulo debe presentar al maestro (cfr. Mt. 10,42)

4.        El discípulo puede ser rico, puede tener miedo, lo que importa es que ame a Jesús y que lo siga (cfr. Mt. 27,57; Jn. 19,38)

5.        El discípulo prefiere más al maestro que a sí mismo, que a cualquier otra persona o cosa; ser discípulo de Cristo abarca toda la vida, todo el ser de uno.

6.        Ser discípulo quiere decir cargar la propia cruz, sacrificarse abnegarse, (cfr, Lc. 14,27.33).

7.        Al discípulo que Jesús ama de modo especial, le da su propia madre (cfr. Jn. 19,26.27).

8.        El discípulo busca al señor con fe, amor y ansia (cfr. Jn.20,2-4.8;21.7)

9.        El discípulo es testigo de Jesús (cfr. Jn. 21,23 ss).

10.    Algunos de los primeros discípulos de Jesús eran hombres y mujeres de ordinario (cfr. Hech. 9,39)

11.    Los discípulos se identifican por su amor (cfr. Jn. 13,35).

12.    Los discípulos no siempre reconocen al Señor, pero cuando meditan sobre sus dichos y hechos, lo ven (cfr. Jn. 12-16).

 

La vocación cristiana del alvernista:

133.- Las cosas más importantes de nuestra existencia son siempre las que tenemos en común con todos; la misma vida, el sol, el agua, el aire. Ser discípulo de Cristo es lo que tenemos en común con los demás cristianos, y es lo más importante de la vida cristiana. La forma de ser cristiano y de ejercer el discípulado serán diferentes según la vocación de cada uno, pero no olvidamos que el joven alvernista es siempre, antes que nada, un discípulo de Jesucristo, y que va en pos de él, caminando dentro de la iglesia al lado de los demás jóvenes, de sus propios familiares... En nuestra formación queremos ver y escuchar a Jesús en los Evangelios, mediante sus experiencias, su corazón, sus ojos, sus oídos. Queremos ver nuestro mundo desde el punto de vista de un seguidor de Cristo que se ha empapado de inspiración cristiana.

134.- Por tanto, la formación para la vida cristiana durante el periodo de tiempo en el cual los jóvenes vivan y convivan en esta E. A. debe ser una experiencia de búsqueda, de investigación y profundización del sentido de ser discípulo de Cristo, y esto no sólo teóricamente con conferencias, clases, lecturas y oración, sino también prácticamente con el ejercicio de las virtudes de Cristo en nuestro trato con los demás, en nuestros trabajos, estudios, oración, juegos y proyección apostólica.

135.- En consecuencia la tarea de la formación debe ser una prioridad de primera línea y responsabilidad no sólo de los responsables de la formación de la E. A. sino de todos y cada uno de los jóvenes que han venido a insertarse en la vida y actividades de la E. A. pues es en la labor formativa es donde se puede verificar tanto la vitalidad y el esfuerzo de todos los jóvenes para vivir nuestra comunión y vocación universal de seguir a Jesucristo.

136.- Entender bien este significado del seguimiento de Jesús es lo esencial de la vida de la Iglesia y, por lo tanto, también de la formación. En verdad, esta tarea no es fácil, y, por lo mismo, no puede hacerse de manera superficial o improvisada. En efecto, entender y comprender este seguimiento exige previamente de cada uno de nosotros una verdadera y decidida conversión ser protagonista de la propia formación y crecimiento en la fe.

137.- Esto que venimos diciendo es muy denso: la formación es para todos, no sólo para los jóvenes nuevos que acaban de llegar o que están en cualquiera de los tres niveles. La formación permanente no es algo añadido como para tener ocupados a los jóvenes. Es lógica y necesariamente anterior a la misma formación inicial , por la sencilla razón de que si no hay jóvenes alvernistas formados y en formación continua, no va ha haber una Iglesia local o universal viva y vital que pueda recibir a los nuevos candidatos con entusiasmo y que sean capaces de inspirarles confianza para ser seguidores de Cristo.

138.- Es por eso que este Capítulo busca concretizar además de los programas de formación inicial, también un programa realista de formación permanente en donde el primer actor y autor de la formación continua se el mismo joven que ha experimentado en carne propia el proceso de ver, juzgar y actuar su propia formación en orden a lograr una madurez y una conversión cada vez mas auténtica y más comprometida.

139.- La formación es obra del Espíritu de Jesús. De hecho la vida cristiana es por definición vida espiritual o, como dice San Pablo, “vivir según el Espíritu” de Jesús y como Él, siguiendo los impulsos del mismo Espíritu que lo resucitó y que en el proceso de la formación, nos dará también vida nueva (cfr. Rom. 8, 4-5.11). Así, es Dios quien inicia, acompaña y perfecciona el proceso de formación. El formador principal es Dios que nos muestra el ejemplo del Primogénito de toda creación y nos inspira a modelarnos libremente a su imagen. Y si Dios es el autor, no debemos preocuparnos demasiado por los resultados: basta seguir con fidelidad su voluntad. Luego, si el formador principal es el Espíritu Santo, los demás agentes de formación, incluso el mismo formado, colaboran no sólo con los hombres, sino con Dios mismo.

140.- Seguir insensatamente a Jesucristo quiere decir que toda la formación es para que se forme Cristo en nosotros, como dice San Pablo (cfr. Gal. 4,19). La respuesta de Jesús a quienes quieren conocerlo es siempre “ven y verás” (cfr. Jn. 1,43), “quedate en mi” (Jn. 15,4) y “en mi amor” (Jn. 19,9) y “se quedaron con Él aquel día” (Jn. 1,39) son éstas frases las que indican la íntima comunión de vida, de ideales, de aspiraciones, de amores que el discípulo debe incesante y continuamente buscar y anhelar, el discípulo debe ir con Jesús, seguirlo y permanecer unido a El.

141.-  El seguimiento de Jesús se aprende “siguiéndolo”; los ejemplos de otros, sus dichos y experiencias en libros espirituales ayudan mucho, pero es indispensable el seguimiento personal. Siguiendo a Cristo en el mundo cuando nos alejemos de aquellos ambientes que hemos dejado por venir a la E. A. Seguir a Cristo quiere decir romper con los valores del mundo de un modo definitivo y determinado, pero no para condenar al mundo, sino para cooperan en su salvación, porque “tanto amo Dios al mundo que le mando a su unigénito y bien amado Hijo para que, el mundo tuviera en él la vida verdadera y eterna” (Jn. 3,14-16)

142.- Ahora bien, para seguir a Cristo ene l mundo en que vivimos, necesitamos aprender a discernir dónde están escondidas las buenas semillas del Reino (cfr. Mt. 13,38) los valores evangélicos y también a distinguir entre el trigo y la mala hierba ( cfr. Mt. 13,25). Seguir a Cristo requiere  de discreción y buen juicio.

143.- Hay mucho en el mundo que puede servir al Reino de Dios y de su Cristo, y para el discípulo de Jesús es necesario amar al mundo verdaderamente, con discreción y buen juicio.

144.- Seguir a Cristo en el mundo en que vivimos también nos recuerda que nuestra vocación de cristianos es una vocación apostólica, destinada a tener contacto con la gente, nuestra gente.

145.- Al cultivar incesantemente nuestra vida con Dios, no sólo como un proyecto personal, sino también comunitario, y nuestra vida fraterna, que nos provoca continuamente a una renuncia y aun servicio humilde y respetuoso, alcanzamos lo más esencial de todo proceso formativo; la formación del corazón alvernista, es decir, creamos la base para crecer en aquello que es más fundamental: el hombre interior (cfr. Fom. 7,22), en el sentido dado por San Pablo cuando afirma: “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la renovación de su mente, así sabrán ver cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada lo que es perfecto” (Rom. 12,2). “Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, ala madurez de la plenitud de Cristo” (Efe. 4,13).

146.- Hasta aquí hemos hablado de la formación en general, subrayando su razón de ser y su importancia. Pues bien, lo dicho hasta ahora tiene validez tanto para la formación permanente de los alvernistas que han hecho no sólo su Experiencia Alvernia sino también la Experiencia del Retorno o Reencuentro y vale también para los que están cursando etapas o niveles de formación inicial.

147.- Los integrantes del equipo de formación:

El principal promotor de la formación inicial y permanente de todos los jóvenes y de cada uno en particular es el director general de las Escuelas de Alvernistas y en cada una de las escuelas en particular son los dirigentes de la escuela apoyados de jóvenes asesores reconocidos por los párrocos: La revisión periódica de vida, la predicación de la palabra de vida, los días de retiro espiritual, la convivencia comunitaria, las relaciones fraternas, las jornadas de preparación y estudio y las entrevistas personales con cada joven será de su interés directo.

148.- Los sacerdotes, asistentes parroquiales y dirigentes de las escuelas, mediante las diversas comisiones generales y particulares, deberán supervisar y verificar la realización de los programas de cada nivel.

149.- Los sacerdotes, asistentes parroquiales y Dirigencia de la escuela de alvernistas elaboraran según las necesidades y realidades de la escuela su programa particular e invitara a colaborar como formadores según el caso a religiosos, sacerdotes y laicos preparados adecuadamente y que promuevan según los programas una formación integral tanto en lo humano como en lo cristiano.

150.- Es indispensable que exista entre los sacerdotes encargados y los jóvenes dirigentes una buena comunicación en todo lo que atañe a la formación en general, a los diversos eventos y a la administración económica y disciplinar de la escuela de alvernistas, por lo que es conveniente que tengan periódicamente reuniones para el diálogo, para el intercambio de experiencia sobre todo para la unidad de criterios según el plan pastoral de la escuela y el plan orgánico de la parroquia.

151.- Son formadores también, los jóvenes que habiendo terminado su formación inicial en tres niveles, hayan tomado la opción de permanecer y perseverar en su escuela como colaboradores en la formación de las nuevas generaciones de alvernistas. El diploma que recibieron al termino del curso del tercer nivel los acredita como jóvenes capaces de compartir lo que recibieron durante el tiempo de formación aunque son sujetos de la formación permanente también participan en el equipo de formadores como corresponsales en la formación en general. Los formadores junto con los sacerdotes encargados deberán empeñarse en formar con el ejemplo a los demás jóvenes a los cuales tratara con respeto y con afecto de amigos.

152.- En el desempeño de sus funciones formativas, los formadores deberán preparar responsablemente las lecciones que deban compartir, pudiendo acudir a los asesores para consultar en materia religiosa o didáctica.

153.- Periódicamente se deberán celebrar reuniones con los sacerdotes encargados para informar, sugerir y evaluar el proceso de formación en general. Respecto a los juicios sobre la idoneidad de los demás jóvenes para dar el paso a la Experiencia Alvernia o al Reencuentro, los formadores deberán ser objetivos y sinceros sabiendo que una opinión negativa por cuestiones personales sobre determinados jóvenes pueden afectar a los demás. Por lo que su opinión será consultiva no deliberativa. Los sacerdotes encargados, el equipo de asesores y los dirigentes de escuela podrán tomar la decisión que se crea más conveniente y justa.

154.-El principal responsable de la formación indudablemente es el mismo joven por lo que ha de manifestar un sincero y personal interés por la formación que se le imparte y como sigo visible y expreso de su deseo de pertenecer a su Escuela de Alvernistas, sabiendo que la acción formadora solo podrá llegar al joven en la medida que este se lo permita.

155.- Los dirigentes y el consejo de cada Escuela de Alvernistas han de valorar no solo el orden disciplinar sino también la exaltación de los valores humanos y cristianos de todos los jóvenes. Son, por tanto, los formadores más cercanos a cada joven en clave de compañerismo y amistad.

En resumen, todos y cada uno de los miembros de la Escuela de Alvernistas son formadores, por lo que han de ser ejemplos tanto dentro como fuera de la escuela.

156.- Los requisitos para ser formador laico.

Se ha de tener bien claro que no basta buena voluntad para ser formador. Por tanto, se requiere:

a)        Habiendo escuchado el parecer de los asesores laicos y la opinión del Consejo, es competencia de los dirigentes de la escuela de alvernistas el admitir o no nuevos formadores según la real necesidad que existe en la E. A. En el área de formación.

b)        Una vez admitido, los dirigentes de la escuela de alvernistas deben llamar al solicitante e informarle al respecto. El Secretario General de la E. A. Deberá publicar los nombres de todos los nuevos formadores y los asesores y otros formadores serán los encargados de presentarlos a la comunidad de alvernistas para el desempeño de su oficio.

c)        Es competencia de los asesores el capacitar y presentar a los nuevos formadores el material de apoyo para las clases que éstos impartirán a la vez de ofrecer su asesoría.

157.- Objetivos de las formaciones inicial y permanente:

 

La formación en el primer nivel

El objetivo General:

Que el joven en la búsqueda de la realización de sus ideales, encuentre a Cristo vivo, como único Salvador, para que una vez evangelizado, evangelice y contribuya, con una respuesta de amor a Cristo, a la liberación integral del hombre y la sociedad, llevando una vida de comunión y participación.

Objetivos Específicos:

1.        Que el joven encuentre y descubra a Jesús como el Señor que da sentido a todas las aspiraciones humanas y espirituales.

 

2.        Que este encuentro y descubrimiento de Jesús como nuevo sentido de su vida lleve al joven a un conocimiento y aceptación de sí mismo para ser participe de la libertad de los hijos de dios.

3.        Que el joven conociendo a Cristo y así mismo, se comprometa a buscar la liberación de los demás, ante todo, con su testimonio de vida, de fe, esperanza y caridad.

 

La formación en el segundo nivel

El objetivo General:

Que el joven apoyado en la fe en Cristo y con un compromiso adquirido en su Experiencia Alvernia, siga libremente a Jesús creciendo y profundizando la vida cristiana. Esto es, buscar ante todo, la realización de una autentica y sincera conversión que se manifieste por una conducta coherente tanto en su medio ambiente como en la E. A.

Objetivos Específicos:

1.        Que el joven logre una libertad integral para que viva su fe plenamente.

 

2.        Conocer y aceptar la vida de Jesús desde un acercamiento adecuado a las Sagradas Escrituras, la teología para seglares y el magisterio de la Iglesia.

3.        Que el joven, conociendo las actitudes e intereses de Cristo, se perfeccione, promueva y defienda la dignidad humana y sus derechos.

4.        Promover el crecimiento y profundización del desarrollo espiritual del joven, desde un adecuado acompañamiento para lograr que el joven descubra y desarrolle su vocación de hermano ante los demás y de hijo ante Dios.

 

La formación en el tercer nivel

El objetivo General:

Formar en el joven un espíritu de discípulo y de apóstol, de manera que desee imitar a Cristo y optar por los valores que él ofrece. Así, con un abandono pleno, decidido y maduro, se inserte en la vida de la Iglesia que busca realizar los valores de Cristo en el mundo mediante el establecimiento y extensión del Reino de Dios en una Nueva Civilización cuya base sea el amor, la justicia y la paz.

Objetivos Específicos:

1.        Que el joven actúe de acuerdo a los valores por lo que ha optado y sea capaz de servir a los demás dándose cuenta que ya no importa tanto el recibir sino el dar.

 

2.        Que el joven convencido de la presencia de Cristo en su vida, se esfuerce por mantener un espíritu constante de oración, de entrega generosa y la aceptación clara y consciente del plan de Dios sobre él.

3.        Que el joven unido a Cristo, sienta la llamada de Cristo, testificando con su propia vida.

 

Formación permanente

El Objetivo general:

Promover en los jóvenes laicos comprometidos un compromiso concreto con la Iglesia, a la que acepten y aprecien como el lugar de encuentro con el Señor. Así, el joven con las actitudes e intereses de Cristo promoverá y defenderá la dignidad humana y hacer la experiencia de una Nueva Civilización del amor a partir de su inserción comprometida en el proceso de la Nueva Evangelización a que los llama la Iglesia de hoy.

Objetivos Específicos:

1.        Puesto que ya se tiene la experiencia del apostolado y se siente el envío, es necesario que los objetivos parciales miren directamente a una realización iluminada por la constante toma de conciencia de lo que se pretende a estas alturas de la propia formación.

2.        Retomar con cierta frecuencia las etapas anteriores de la formación para revitalizar las pociones tomadas evitando la despersonalización y el angelismo en cuestiones de relación entre la proyección apostólica y la vida ordinaria con la familia, en el trabajo, la vida privada.

3.        Que el joven sea consciente que la Iglesia es limitada en sus miembros y esto mismo lo haga responsable en todas sus actividades sabiendo que es parte de esta Iglesia que lo está llamando a ser un factor activo y efectivo de cambio y de liberación, ser un agente de evangelización que ofrece como mensaje su propio testimonio de vida, su experiencia al servicio de los más necesitados.

4.        Que el joven descubra y desarrolle sus potencialidades de líder a partir de un cultivo experiencial y doctrinal, contando con el acompañamiento de los asesores en este itinerario de autoconocimiento y de autopromoción. Que busque la formación permanente por sí mismo, sin esperarlo todo de la E. A. Sino que con una conciencia de miembro de esa E. A. Busque cultivarse para ofrecer a la E. A. Un mejoramiento de su persona y actitudes, un servicio cada vez mejor en beneficio de todos los miembros del E. A.

5.        Motivar y preparar al joven para que sea capaz de saber integrarse en otros movimientos juveniles o comunidades de la Iglesia local (parroquias) donde sea fermento evangelizador. Que sea realista y tome en cuenta que su presencia puede ser decisiva en la realidad social donde vive y se desenvuelven los demás jóvenes con quienes buscará integrarse y desde ellos, comprendiendo sus situaciones, defender la dignidad humana y lograr la instauración de la anhelada Nueva Civilización del Amor.

158.- Respecto a los materiales de apoyo para los programas de los diversos niveles:

A.       El equipo formador deberá prever cuidadosamente la revisión y actualización continua de los materiales de apoyo tomando en cuenta el parecer de los diplomados.

B.       Los cursos de apoyo deberán ser implementados principalmente por los miembros del Equipo formador con la colaboración activa y efectiva de los diplomados quienes podrán ser encargados de investigar y ofrecer tanto a los alvernistas del segundo nivel y tercer nivel como específicamente para los diplomados en orden a suplementar la formación en general.

C.       Los talleres y mesas de estudio serán exclusivos para los asesores y diplomados, bajo la personal supervisión de los formadores de la E. A. Tales talleres y mesas de estudio podrán ser realizados sobre  diversos tópicos que respondan a las realidades que se estén viviendo dentro y fuera de la E. A.

159.- También es conveniente que los miembros del tercer nivel que son los principales participantes en los eventos como Experiencia Alvernia, Retorno o Reencuentro, Ejercicios Espirituales, Pascua Juvenil, Pentecostés Juvenil, las horas santas semanales, el ministerio de canto, etc...vivan y experimenten los diversos talleres que se pueden realizar en todos estos eventos mencionados. En cada sesión de estudio o taller, los formadores o en su ausencia los jóvenes asesores podrán designar a alguno o algunos para que moderen y desarrollen los diversos talleres o temas de estudio.

160.- La implementación metodológica deberá ser dada por los asesores principalmente, mismo que podrán invitar a profesores especialistas en la materia o bien, dar ellos mismos esta formación y asesoría a todos los formadores, tanto para el desarrollo de sus labores formativas en la E. A. Como para la organización de la propia formación permanente de los diplomados.

161.- El Director General siempre tendrá la posibilidad de contar con una comisión permanente integrada por los asesores y algunos formadores para el buen funcionamiento de la formación y la elaboración de todos los materiales necesarios, como lineamientos básicos a todas las escuelas de alvernistas.

Una última reflexión

El fundamento de la acción formativa cristiana es la persona misma de Cristo, su Persona, su Vida, sus palabras y sus Enseñanzas, su manera peculiar de caminar por el mundo hacia el padre bajo el impulso del Espíritu Santo.

La tarea de formación humana y cristiana de esta E. A. Sigue los lineamientos fundamentales que nos ofrece la iglesia Universal, Continental, nacional y Local.

La preparación para vivir, las Experiencias Alvernias y Reencuentros como la continuación de las vivencias de tales eventos debe profundizar en los principales temas de la fe que se han tenido en cuenta en el diseño de estas experiencias.

Por lo cual, es importante evitar la rutina, la pasividad y el enfriamiento de todos los alvernistas al pasar el tiempo.

Cada alvernista deberá tomar la responsabilidad de vivir día a día una nueva experiencia de renovación y crecimiento interior que se traduzca en una siempre fresca actitud de disponibilidad y testimonio que su pertenencia a la E. A. Responde a sus aspiraciones y realizaciones.

  

Fin………………………….

Experiencia Alvernia
 
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