LA GRANDIOSA FIESTA DE LA VIRGEN DE LAS MERCEDES DE CARHUAZ

Hoy, 24 de setiembre es la fiesta de la Virgen de las Mercedes, Patrona de las Armas
del Perú y de muchos pueblos andinos.
En estos meses, vivimos el período de fiestas en todos nuestros pueblos
y comunidades. El paso de las bandas de músicos y el tronar de las avellanas nos
recuerdan que en el Callejón de Huaylas vivimos y manifestamos con mucha
intensidad y vocación nuestra identidad regional.

Plaza y templo de Carhuaz, epicentro de la fiesta


Muchos se han alegrado en la fiesta de Huánchac, y en Recuay, ahora vienen
más fiestas en honor a la Virgen de Las Mercedes, Toclla entre ellas. Recuay
estuvo de fiesta la semana pasada y hoy es el día central en Jangas, San Luis
y Carhuaz, que honra a su querida Mama Meche.
Antiguamente, el mes de junio antiguamente era considerado un mes masculino,
relacionado con el sol, hoy en día notamos un continuum, pues tenemos en ese
mes las celebraciones de los santos católicos: San Antonio el día 13, San Juan
el día 21, San Pedro y San Pablo, el día 29 de junio.
Agosto y setiembre, en cambio, son meses femeninos en el Ande. En agosto, la Virgen
de las Nieves, la Virgen de la Asunción y Santa Rosa, se celebran en muchos pueblos ancashinos.
Setiembre es el mes del inicio de las lluvias, mes de gestación en los sembríos;
y no es coincidencia que el mes de setiembre sea es el mes de la Virgen de
las Mercedes, amorosa patrona y madre de todos los carhuacinos.
Analicemos la fiesta de Carhuaz, no por su renombre, sino porque en ella se
manifiesta con mayor nitidez la vigencia de esos dos grandes principios de la
cultura andina y que no debemos olvidar, el de la reciprocidad y la redistribución,
aspectos que se viven con intensidad en la fiesta patronal de Carhuaz.
Desde Chavín, es decir desde los inicios de la civilización andina, la reciprocidad
y la redistribución eran los ejes de las relaciones interpersonales, ambas entendidas como
la manera en que una sociedad comunitaria mantenía el orden y la equidad en medio de una
geografía agreste, que hacía realmente difícil la vida para nuestros antepasados.
La reciprocidad fue la respuesta a la necesidad de mantener fuertes lazos de unidad
para enfrentar los problemas cotidianos. Fue el reconocer la inutilidad del esfuerzo
personal, frente a la magnificencia del trabajo comunitario.

La Virgen de Las Mercedes, patrona de Carhuaz



La reciprocidad carhuacina se manifiesta en el sistema de los “qelles” u oferentes,
que ayudan a los mayordomos a “pasar la fiesta” con sus dones y hacerle la carga más
llevadera. Esto se ve en todos los lugares, pero en Carhuaz la reciprocidad es
llevada a su máxima expresión.
La Redistribución es el principio por el cual, los bienes se reparten en forma
equitativa en la comunidad. Antiguamente, la existencia de los tambos y las
collcas eran la expresión de la redistribución. Si la comunidad sufría alguna
calamidad, aluviones, terremotos o guerras; el estado le socorría con
almacenado en tambos y collcas. Los excedentes se redistribuían. Los presentes y
las ofrendas que recibían los curacas y principales no pasaban a engrosar sus arcas
personales, ellos las distribuían entre sus tributarios. Así fortalecían los lazos
de la reciprocidad. Reciprocidad y redistribución, eran dos conceptos íntimamente ligados.
En Carhuaz, el eje de la redistribución es el mayordomo, pues todo cuanto recibe lo
reparte entre sus invitados, entre sus oferentes y la comunidad, durante los días de la festividad.
Carhuaz inicia sus festividades el 1 de setiembre con doce días de rezos nocturnos.
El 13 es dedicado al colegio que lleva el nombre de la patrona del pueblo, pero
el 14 de setiembre arrancan la novena y la entrega de los presentes a los mayordomos.
La fiesta se generaliza en esos días pues mañana y tarde, los carhuacinos
tienen que actividad en honor a la Mama Meche.

La Novena es singular:

a las seis de la mañana,
el novenante y sus familiares se presentan a las puertas del
templo para ofrecer “la diana” a la Virgen. Allí se baila con la
banda de músicos hasta las ocho, hora en que todos pasan a servirse
el pecan caldo en casa del novenante. A las once de la mañana están
de retorno en el templo para escuchar la Misa de Novena, luego de ella
se sirve el almuerzo para toda la concurrencia.
Las avellanas se regalan por "gruesas", doce docenas cada una.
En forma paralela, en casa de los oferentes o “qelles” se produce el
siguiente rito: llega el almuerzo enviado por el mayordomo, generalmente
es un caldo de cabeza y el aca cashqui (ojo, en Carhuaz se ha eliminado
el uso de la”j”; de modo que cuy es para ellos aca, y en Huaraz jaca).
El oferente puede llevar un toro, fuegos artificiales, javas de cuyes,
cajas de cerveza, y otras exquisiteces. Claro que lo más vistoso es ofrecer
un toro. En este caso, luego del almuerzo, el “qelle” con sus familiares e
invitados odornan al toro con una moña y un enjalme y lo hacen pasear por
las principales calles de Carhuaz antes de llevarlo a casa del mayordomo
bailando con la música de una banda.
La entrega es singular: se rompe una botella de champán en el
asta del toro en señal de recepción y toda la comitiva del “qelle” pasa
a recibir el agasajo que corresponde, diez cajas de cerveza, diez cuyes
con su perol de papas y picante, y un ollón de llunca cashqui. Y la fiesta
continúa hasta que el “camachico” ordena lanzar la avellana que avisa al “qelle”
de su retirada, pues otro oferente está esperando para el ingreso a casa del mayordomo.

Paseando al toro por la Plaza de Carhuaz



El pasado sábado 17, diecisiete toros fueron entregados al “mayordomo del día”,
y ojo que no hay un solo mayordomo, hay mayordomo de la bajada, de la víspera
y del día. Normalmente, un mayordomo recibe entre 50 y 70 toros, entre el 14 y
el 22 de setiembre. De modo que en esos días prácticamente todo Carhuaz es una
fiesta. Quienes llevan avellanas, pelotas, cerveza, cuyes, maíz, papas, etc,
también lo hacen acompañados de familiares y con su respectivo conjunto musical,
de preferencia roncadoras. Muchos se preguntan, ¿Y se matan los 70 toros? No necesariamente, media docena a
lo mucho, el resto va a compensar los gastos del mayordomo.
Lo realmente singular de esta tradición de los “qelles” de Carhuaz, es que
todo es con cargo a reciprocidad. Quien recibe un toro, o cualquier otro regalo,
está moralmente obligado a devolverlo en cuanto haya oportunidad.
El sábado 17 acompañamos a don Pedro Rodríguez Lazarte a llevar un toro al mayordomo
de la víspera, el único médico con grado de doctor de todo el Callejón de Huaylas.
Don Pedro nos contó que simplemente devolvía el toro que el mencionado doctor le
regaló cuando don Pedro fue mayordomo el año de 1985. “A mí me regalaron 65 toros,
sólo me falta devolver ocho” nos contó con una amplia sonrisa.
Las fiestas en el Ande estrechan los lazos al interno de las comunidades. La Mama
Meche de Carhuaz bendice a ese generoso pueblo que mantiene vigentes las relaciones
de reciprocidad y redistribución, principios básicos de nuestra cultura andina, que
sigue viva y sólida en pleno siglo XXI, en plena era de la globalización.