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En El Colegio Pio Latinoamericano

 

La hermana Anselma será escogida por la Santísima Virgen para dar testimonio de Carrizal y de la Virgen Madre de las Almas Consagradas en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma a donde será enviada en 1997, cuando la Congregación de las Siervas de Jesús fue escogida por las autoridades de este Centro para que regentaran los servicios prestados a los sacerdotes residentes.

 

Tengo para mí que el envío de esta hermana a Roma, ciudad cumbre del catolicismo y precisamente a un centro docente para sacerdotes, no fue un evento gratuito, ca­sual o producto de combinaciones humanas. Fue esco­gida por la Virgen para su misión de comenzar a diseminar la noticia de esta aparición precisamente en este punto neurálgico del mundo religioso.

 

Ella pudo llevar a cabo su misión entre sacerdotes provenientes de distintos países a fin de que ellos posteriormente sirvieran de conducto para que la difusión de las apariciones y de los mensajes, se llevara a cabo sin cortapisas; ella se encargaba de entregar los mensajes a quienes la Virgen le indicaba por distintos medios.

 

En Roma, a fin de fundamentar aún más la certeza que la hermana Anselma tenia acerca de lo ocurrido en Carrizal, la Virgen se ocupará de hacer que se repitiera la experiencia de la paloma en una forma por demás ingeniosa y además ligada con toda precisión a las Virgen de las Almas Consagradas.

 

Veamos cómo ocurrió en esta oportunidad. Cuenta la hermana Anselma que en una ocasión sintió un gran deseo de participar en la peregrinación anual que hacen miles de personas al Santuario Mariano de la Virgen del Divino Amor en las afueras de Roma.

 

Este santuario mariano moderno fue diseñado y construido imitando la figura de una paloma, símbolo del Espíritu Santo. Después de obtenido el permiso se sumó a los pere­grinos que salían a las doce de la noche y llegaban a las 5 de la mañana al Santuario, todo el tiempo caminando.

 

Al arribar y entrar en la Iglesia observó, no sin sorpresa, que en la pared frontal que contenía el sagrario estaba estampada o colocada una paloma de oro, exactamente igual a la que había visto en Carrizal años atrás subiendo hacia el cielo. Ella ignoraba que en este santuario existia una colección y exposición de cuadros e imágenes de la Santísima Virgen, aparecida en múltiples lugares del mundo.

 

Tiempo más tarde se le presentó de nuevo la ocasión de repetir la peregrinación a ese mismo santuario. Era el día 6 de febrero de 1999, sexto aniversario de la primera aparición de la Virgen en Carrizal. Ella no se explicó nunca como sintió en su corazón un deseo irre­sistible de llevar un cuadro de la Virgen de las Almas Consagradas consigo en esta peregrinación, entre otras razones porque era realmente engorroso.

 

Además resultaba casi contraproducente frente al público que acudía a la misma peregrinación. Ella se las ingenió para llevarlo oculto y forrado en periódicos. Así que una vez obtenido el permiso de la superiora para acudir a la peregrinación, acompañada de la hermana María Goretti de esa comunidad, cargó con su cuadro oculto y añadió una copia de los mensajes, estampas, medallas y escarchas.

 

La peregrinación se hizo como de costumbre caminando de noche llegando muy de madrugada al santuario.

 

La hermana Anselma, antes de peregrinar, pasó por la Plaza de San Pedro cuando el Santo Padre estaba a punto de bendecir los cuadros e imágenes e hizo que su cuadro recibiera la Bendición Apostólica del Sumo Pontífice.

 

Antes de ingresar al santuario mariano al que habían peregrinado durante 5 horas, entraron en una gran salón en el que estaban colocadas imágenes de la Virgen provenientes de todo el mundo. Sintió entonces una voz interior que le dijo: "deja el cuadro aquí". En ese momento se encontraba sola.

 

Tomó el cuadro y lo depositó sobre un escritorio junto con los mensajes y demás elementos que llevaba consigo sobre Carrizal y la Virgen; salió luego a toda prisa. Una vez fuera vio dos palomitas que la acompañaban y pensó para sus adentros: una es el Corazón de Jesús y la otra el Corazón de María.

 

Al entrar en el Santuario no pudo menos que recordar aquella paloma dorada que había contemplado en Carrizal y que en la anterior peregrinación había observado en la pared donde estaba el sagrario. No dejaba de maravillarse por la similitud que le recordó aquella hermosa tarde en la que tuvo oportunidad de recibir ese signo del cielo.

 

Al terminar la ceremonia a la que asistían le pidió a uno de los sacerdotes que había acudido con ella a la peregrinación que se acercara con ella hacia el Sagrario para observar de cerca la paloma y cuál no fue su sorpresa cuando descubrió que sobre el sagrario no estaba ya la paloma, había desaparecido.

 

Cuenta la hermana Anselma que la Virgencita tuvo a bien dar otro testimonio de su presencia en el mundo y particularmente en este Colegio Pió Latinoamericano para sacerdotes provenientes de los países latino­americanos, precisamente el día 29 de jumo de 1999, fecha en la que se conmemora la festividad de San Pedro y de San Pablo.

 

El día 28 de junio en la noche, vigilia de la festividad mencionada, la hermana Anselma junto con la hermana Rosa Lozano, al preparar el leccionario que iba a ser usado en la misa del día siguiente, constató que se había llenado de escarchas de todos los colores en las páginas de la festividad a celebrar, incluidas las cintas de separación y señalización. Observaron bien y pudieron recoger un buen número de escarchas.

 

Las dos hermanas a continuación se hincaron de rodillas para rezar un Ave María y cuando alzaron la vista hacia el altar descubrieron que éste se había plagado de escarchas igualmente Entonces la hermana Rosa Lozano corrió a llamar al Director Espiritual del Colegio Pío Latinoamericano, el jesuita Padre Javier López, quien vino y después de constatar el fenómeno, se hincó también de rodillas con ellas para rezar El P. López ya tenía noción de lo que esto significaba porque la hermana Anselma le había hablado sobre Camzal con detalles. Además avisaron a su superiora, la hermana María Consuelo Giraldo, para que a su vez fuera partícipe de lo que se había manifestado en aquel lugar Hechos como éste eran comunes durante la etapa de las apariciones, particularmente en las casas religiosas de la congregación de las Siervas de Jesús.

 

Hemos mencionado a la hermana Rosa Lozano quien, apenas hecha su primera profesión había sido enviada a este centro de Roma dándosele la responsabilidad de ser Coordinadora de la Enfermería del Centro de estudios Había llegado el dia 4 de octubre de 1998. Había profesado el día 8 de septiembre de ese mismo año

 

Esta hermana María Lozano cuenta que siendo novicia se había enfermado una tía suya, residente en Bogotá, la señora María Helena Rojas. Era preciso intervenirla quirúrgicamente en la columna con grave nesgo de quedar inválida La novicia María Lozano se dirigió entonces a Carrizal y allí le pidió a la Santísima Virgen que concediera la gracia de que la operación resultara con éxito Y así resultó Corría el año 1996

 

La devoción a la Virgen de las Almas Consagradas de la hermana Mana Lozano se hizo muy profunda a raíz de un hecho íntimo que la marcó para siempre Y ocurrió durante su noviciado, el cual duró desde el año 1996 hasta 1998 Un día comenzó a sentir senas dudas acerca de su vocación No tenía segundad de que realmente Dios la estuviera llamando a esta vida Ante las lacerantes dudas optó por pedirle una noche a la Virgen de las Almas Consagradas que le diera una señal que la dejase firme y sólida en su vocación

 

A la mañana siguiente amaneció muy contenta y fervorosa. Sintió unos deseos muy grandes de acudir al bosquecito, en Carrizal desde su noviciado en El Tabor. Solicitó autorización a su maestra de novicias la hermana Roma María quien no tuvo inconveniente en concedérselo.

 

Una vez postrada ante la imagen de la Virgen, ésta tomó vida y pudo contemplarla con lágrimas en los ojos; embargada por la pena no pudo menos que pedirle perdón por las dudas que había dejado anidar en su corazón. Luego se dirigió a la capilla y pudo observar que la estatua de la Virgen de las Almas Consagradas que estaba para esa época en este sitio, tenia una lágrima en el rostro. Le preguntó a la Virgen la razón de su tristeza y que aceptara su promesa de hacer lo que Ella le pidiera o quisiera. Sintió entonces que la Virgen la abrazaba. La novicia se dejó ir en lágrimas y le penetró una gran paz, una profundo consuelo y quedó con una sólida firmeza en su decisión de proseguir hacia delante en su vocación.

 

Al salir de la capilla la estaba esperando una compañera novicia, la hermana María Pérez, quien le indicó que había observado una lágrima en el rostro de la Virgen dentro de la capilla, sin saber que la hermana Rosa también la había descubierto igualmente. Este hecho constituyó para ella la prueba que le había pedido a la Santísima Virgen noches atrás.

 

También durante su noviciado, la hermana Rosa Lozano había tenido otras manifestaciones de la Virgen. Una noche, hacia las ocho, mientras preparaba un trabajo sobre la Madre Carmen, fundadora, en la biblioteca, observó que un cuadro de la Virgen de La Paz de Medjugorie estaba llorando. Trabajaban en ese momento en la biblioteca otras novicias, entre las cuales se contaba la hermana María Pérez y otra que no llegó a profesar.

 

Trataron de comprobar si era una ilusión y tomaron el cuadro de la Virgen y lo colocaron en diferentes posiciones, comprobando que en cualquiera de las posiciones la Virgen realmente estaba llorando. La hermana Rosa Lozano lo tomó como una nueva confirmación sobre su vocación. En ese mismo lugar y en aquella noche cinco novicias tomaron la decisión de prometer a la Virgen rezar el rosario siempre con la intención de que las ayudara a perseverar en su vocación, sucediera lo que sucediera. Las cinco que hicieron la promesa todavía permanecen en la Congregación.

 

Cuando la hermana Rosa Lozano profesó la Madre Concepción le sugirió que rezase a fin de que el Señor le hiciera ver cuál destino sería el que le daría por primera vez en su vida como religiosa La hermana oró mucho y se refugió en el primer mensaje de la Virgen en Carrizal. A los pocos días le fue comunicada la decisión de que marchara a Roma para el Colegio pío Latino Americano.

 

En este centro romano de estudios eclesiásticos fue creciendo en su vida espiritual y sobre todo encontró la oportunidad de su vida para ir dando a conocer la nueva advocación de la Virgen de las Almas Consagradas Pero no lo hacía con el primero que se le presentara sino con aquellos sacerdotes que de alguna manera eran señalados por la Virgen para ser receptores de los mensajes. Los había que mostraban un agudo escepti­cismo sobre el tema.

 

Las escarchas las recibía directamente de la Virgen, quien se encargaba de hacérselas aparecer en el cuarto, sobre el tapete del suelo, sobre la mesa, sobre la colcha de la cama y siempre en abundancia.

 

En una oportunidad sintió la inspiración de llevarle los mensajes de la Virgen a Monseñor Esquerda, director del Centro de Misión en Roma (un centro de ejercicios espirituales). Pero no se atrevió a hacerlo sin antes consultar y pedir permiso a su superiora general la Madre Concepción Gómez quien se lo concedió sin problema alguno por teléfono.

 

Entonces la hermana Rosa Lozano arregló un juego de mensajes, redactó una carta en la que narraba los hechos y mientras escribía, la hoja se llenó de escarchas. Las recogió y las colocó en sobrecitos. Luego se dirigió al Centro de Misión para entregar personalmente todo el contenido a Monseñor Esquerda.

 

Realmente había que tener valor para entregar, explicar y hablar sobre el tema a un Monseñor del cual no estaba muy segura la reacción que iba a obtener. Pero Monseñor no sólo la recibió encantado sino que pudo observar y constatar el valor con el que ella hablaba y la fuerza que ponía en sus palabras al explicar algo que a otro le hubiera dado la oportunidad de mirarla con "compasión".

 

La presencia de la hermana Anselma y de la hermana Rosa Lozano en Roma y en el Colegio Pío Latino Americano no fue una casualidad. Desde allí, a través de los contactos con los sacerdotes de muchos países latinoamericanos, la advocación de la Madre de las Almas Consagradas iba esparciéndose por el mundo entero, tal como Ella misma anunció que haría casi desde el comienzo de las apariciones.

 

Lo ocurrido el día 8 de septiembre de 1999, con la hermana Rosa Lozano la confirmó más todavía en la certeza de su misión. Ese día le tocaba a ella renovar su profesión temporal. Se celebró la Eucaristía con la presencia de los Jesuítas, que son quienes dirigen el centro. Había invitado además a unas Hermanas de la Presentación, que ella conocía desde América.

 

Al terminar la misa se dirigió a su cuarto para colocar y guardar los regalos que le habían obsequiado con motivo de sus votos religiosos. Al abrir la puerta vio que sus manos estaban completamente escarchadas. Llamó a la hermana Anselma y a la superiora hermana Consuelo Giraldo para que constataran el regalo que le había hecho la Virgen en ese día y con motivo de su renovación de votos.

 

Ya en el mes de mayo, precisamente el 31 de ese mes del mismo año de 1999, la Virgen había dado otra muestra que ayudara a afianzar la fe en la Virgen bajo esta nueva advocación. Ese día se celebraba en la iglesia del centro de estudios la coronación de la Virgen con asistencia de todos los sacerdotes alumnos y las autoridades que regían el centro. Dos sacerdotes habían sido escogidos por medio de una rifa para que llevaran a cabo la coronación.

 

Se colocaban en una bolsita papelitos doblados y solamente dos de ellos contenían la frase: "Yo te coronaré". Los sacerdotes que extrajeran esos dos papelitos serían los escogidos. La ceremonia de coronación se celebró a las 9 de la noche.

 

Al terminar la ceremonia la hermana Rosa Lozano escuchó en su corazón cómo la Virgen le indicaba 4 nombres de sacerdotes a los que debería entregar los mensajes. Ella entonces salió apresurada a buscar los mensajes y se los entregó a dos sacerdotes de Costa Rica y otros dos de Argentina, que habían sido los señalados.

 

Ya en octubre de 1999 va a ocurrir un episodio que será vivido por igual tanto por la hermana Anselma como por la hermana Rosa Lozano.

 

Una tarde después de la adoración al Santísimo, que ellas hacían a las 5.30 p m., la hermana Rosa observó en el piso de la capilla un vidriecito rectangular, que brillaba emitiendo todos los colores del arco iris, como si fuese un prisma. Tenía la dimensión de unos 4 milímetros. Ella lo recogió lo colocó en sus manos y sintió para sí que la Virgen se lo había enviado; por tanto lo guardó.

 

Pero luego dudó realmente sobre lo que había hecho y tomó la decisión de votarlo pensando que más bien podría ser un pedazo de vidrio de algún florero roto Y así lo hizo Lo arrojó a la basura.

 

Tuvo necesidad de ir al baño más tarde y al llegar al dintel de la puerta del baño pudo observar con estupor que en el piso estaba el mismo vidriecito que había botado anteriormente. Entonces llamó a la hermana Anselma para que observara el vidrio comentándole que sentía que era la Santísima Virgen quien se lo enviaba.

 

Lo peculiar es que a la hermana Anselma le había ocu­rrido exactamente lo mismo y ésta lo había encontrado por segunda vez a la entrada de su cuarto. Ambas lloraron y se arrodillaron para agradecer a la Virgen tantas y tantas señales.

 

Otra muestra de la acción de la Virgen de las Almas Consagradas fuera de las fronteras de Venezuela fue dada también en Roma, con los padres del padre Carlos Ignacio de Medellín, Colombia. Sus padres habían viajado a Roma para visitarlo con motivo de la termi­nación de sus estudios en el Pío Latino Americano.

 

La hermana Rosa sintió que debía explicar a la mamá del padre los sucesos y los mensajes de Carrizal y así lo hizo. Y además le regaló una porción de escarchas para que las usara o las hiciera usar por cualquiera que las necesitara en el futuro, pidiendo la intercesión de la Santísima Virgen.

 

Los papas del sacerdote viajaron entonces a Tierra Santa en compañía de su hijo y ya en Jerusalén la mamá del padre, que estaba enferma del corazón, se sintió muy mal. Anteriormente había sufrido ya dos paros cardíacos. Como empeoraba a cada instante y no deseaba echar a perder el largo viaje a su esposo y a su hijo sacerdote, recordó el obsequio de las escarchas Tomó un vaso de agua y las consumió todas.

 

A los pocos minutos estaba completamente recuperada. Al llegar de regreso a Roma le contó lo sucedido a la hermana Rosa y allí mismo la hermana aprovechó para entregarle los mensajes de la Virgen tanto a la mamá del sacerdote como al mismo padre Pudo observar cómo la cara del sacerdote se llenó de escarchas y entonces le pidió que al llegar a Colombia se ocupara de esparcir la devoción de la Virgen de las Almas Consagradas y sus mensajes, no sin antes leerlos y meditarlos el mismo.

 

El Padre Carlos Ignacio regresó luego a Roma en el año 2000 y buscó a la hermana Rosa para agradecerle lo que había hecho comunicándole que se había comprometido con la Virgen a ser su apóstol en tierras colombianas

 

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