Quinta
aparición de la Santísima Virgen
El día 5 de marzo de 1993, antes de dar comienzo a la hora santa ante el Santísimo Sacramento en la capilla de las hermanas en Carrizal, siendo más o menos las 5:20 p.m., tanto las hermanas como los integrantes de la familia Padrón observaron una especie de globo de luz que atravesaba el lugar de las apariciones, dirigiéndose específicamente hacia un árbol de pino que está frente a la entrada de vehículos. El globo de luz mostraba un color dorado y al subir cerca del árbol central del bosquecito apareció en el cielo la Santísima Virgen, con sus manos juntas y la cabeza inclinada y frente a Ella Jesús crucificado. Duró esta manifestación alrededor de
40 minutos. Al terminar la manifestación entraron todos en la capilla y llevaron a cabo la hora santa que terminó hacia las 7:20 p.m. Al salir vieron las mismas personas a la Santísima Virgen encima de la primera Y del árbol mayor del bosque. Esta vez las características que mostraba la Virgen eran diferentes a las de las otras manifestaciones. Era más bien una silueta iluminada, con manos, con túnica y manto también iluminados Se apreciaba una gran intensidad en la luz Incluso la misma hermana Mary Carmen no se mostró totalmente convencida de que se tratara de una manifestación verdadera hasta que ocurrió un fenómeno jamás visto por los presentes, que vino a confirmar que realmente veían lo que estaban pensando. Un haz de luces de color En ese momento, al terminar la manifestación, la hermana Clara, superiora, le expresó a los presentes su propósito de informar definitivamente al Señor Obispo de la diócesis acerca de todo lo que venía ocurriendo con relación a las apariciones. El Ing Padrón le suministró el teléfono de
Monseñor Pío Bello, obispo diocesano y sin pérdida de tiempo, la
hermana Clara lo llamó para solicitar una audiencia, la cual le fue
concedida. También la hermana Mary Carmen anota que ella llegó
a convencerse y creer solamente al momento de ver el haz de luz, de tal
manera que a un cierto punto pensó que se iba a incendiar el árbol Y
anotó en sus apuntes que habiendo vivido por cierto tiempo en este
lugar ha constatado que éste ya no es el mismo de antes, que ha sufrido
una transformación muy peculiar porque se sentía algo especial, que
ella no sabía explicar en palabras, pero que estaba impregnado de una
paz inigualable, de una tranquilidad insustituible, de un gozo inefable,
que en definitiva, en dos palabras, se sentía la presencia constante de
la Virgen
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