Hijitos,
hijitas:
Dios
me ha enviado a este mi bosquecito sagrado de oración y
recogimiento, como vuestra Madre:
Madre
de Mis Almas Consagradas.
En
vuestros corazones palpita la esperanza de una Iglesia unida en
la verdad de Cristo, verdad que dará más frutos con vuestra
imprescindible participación. Si hijitos, sí hijitas: verdad
que debéis compartir como única, creciente y robusta, en orden
a vuestra entrega a Dios y a vuestra unión como hermanos.
Por
la única verdad mi Hijo Jesús vino al mundo y por la única
verdad murió Cristo. Verdad que conocéis porque os fue
entregada y al aceptarla os hace representantes fieles de este
único camino, de este sendero. Esta única verdad no puede
conduciros por varios caminos, no puede ser interpretada según
vuestra voluntad, no puede ser apartada de vuestra presencia.
Mi
Hijo Jesús es la única verdad y vosotros sois pertenencia del
Creador. ¿Cómo podréis apartaros de esta verdad?
Hijitos,
hijitas: sois representantes de esta verdad. Debéis enseñarla
a mis más pequeños. Tomad en cuenta el tiempo que
necesitasteis para entenderla y comprenderla. Es el tiempo que
tendréis para enseñarla, tiempo de recuperar tantas almas que
desconocen esta verdad. No pidáis al Dios de los cielos más
tiempo que este.
Pedid
con vuestras oraciones al Altísimo que vuestro rebaño sea
numeroso y así os conceda la unidad de mis almas consagradas en
la única verdad. Por ella sed fuertes cimientos de la Iglesia
de Cristo Jesús.
Os
tengo en mi corazón.
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