Comunicado Pùblico

 

Nosotros, estudiantes de varias Universidades, entendemos que se debe profundizar el proceso revolucionario que se desarrolla en Venezuela. En esta etapa  debemos seguir trabajando en la transformación de un Estado representativo, y con él de todas sus instituciones, a un Estado popular, y una muestra de tal etapa es que casi todas las instituciones que representan y sostienen la lógica del sistema político-económico-social están en crisis y se derrumban en muchos casos. La Asamblea Nacional, Ministerios, Corte Suprema, Fuerza Armada y hasta la Iglesia son parte de las instituciones que están en contradicciones tan grandes, que preluden un desenlace definitorio. Es así que consideramos como tarea urgente del pueblo organizado redefinir el papel de todas las instituciones que han legalizado las injusticias a favor de pocos y, a su vez, desmantelar todas las estructuras burocráticas que sólo han sido nido para la corrupción y el clientelismo. Creemos y consideramos que el trabajo nuestro debe concentrarse en la destrucción del viejo aparato estatal y la transferencia progresiva del poder al pueblo organizado, tanto en las comunidades, como en el campo, las fábricas y  las Universidades. Ahora bien, si estudiamos más atentamente a cada una de las instituciones del viejo Estado, encontraremos una que ha sido y es la puerta de entrada a nuestro continente de toda la lógica del neoliberalismo, a saber,  la Universidad, y esto a través de sus catedráticos, de sus publicaciones, de sus departamentos, de sus institutos y, peor aún, de sus pensa de estudios. En las aulas, en los auditorios, en los pasillos y en los libros recibimos esa lógica de que el mercado es quien debe controlar a la economía y a la sociedad, y de que el Estado debe reducirse al máximo. Y al graduarnos nos vamos a puestos influyentes a repetir como loros este evangelio, contando con una formación, fundamentalmente, manualítica y no así reflexiva. Entonces, ¿Cómo podemos transformar a la sociedad si las universidades reproducen y sustentan el sistema?. Para comprobar esto basta con percatarse que todas, absolutamente todas las instituciones del estado se derrumban menos las universidades. ¿Por qué?, porque la correlación de fuerzas entre la burguesía y su ideología, por un lado, y los excluidos, por el otro, inclina la balanza de manera aplastante hacia el primero. Por ende, afirmamos que el pilar ideológico de la contrarrevolución no está en los cuarteles sino en las universidades, y no se ha hecho nada serio por cambiar esto. Todo lo anterior nos lleva a comprender que, así como cada sector social está impulsando la transformación del Estado en cada uno de sus espacios, los universitarios debemos trabajar en transformar las Universidades en espacios reflexivos, de debate amplio. En otras palabras, debemos destruir la institucionalidad universitaria, y construir un nuevo modelo de Universidad, y esto sólo lo podemos hacer demostrando, en primer lugar, lo anacrónico de sus métodos académicos, de su administración, de sus investigaciones y de su falta de pertinencia social y, en segundo lugar, debemos plantearnos la toma del poder, pero no para la repartición de cargos en esta misma estructura, sino para realizar una verdadera revolución universitaria, en donde la participación de las comunidades organizadas sea el factor fundamental y vital. Es así como los universitarios debemos colaborar en un primer plano con el proceso que está viviendo el país  y comienza a vivir el continente. Dentro de toda esta empresa que nos estamos planteando, la organización del movimiento estudiantil pasa por la creación de una organización de masas, llámese Federación, Confederación o como quiera llamarse, pero que no debe ser excluyente. Ahora, existen dos maneras de crear este frente: decretándolo de arriba hacia abajo, o practicando el poder popular (de abajo hacia arriba). Como organización, estamos casados con la idea de que las organizaciones de masas no se decretan sino que más bien se construyen desde abajo, con la participación de todos los sectores que sinceramente  quieran participar. Venezuela vende la idea a toda Latinoamérica de que la democracia representativa es en definitiva un estado represivo, y coloca como alternativa la democracia participativa y protagónica. Y precisamente de eso se trata. Sin embargo, vemos como, ante una ausencia de políticas y canales de comunicación claros y legítimos con el fragmentado movimiento estudiantil, por parte del gobierno, cada funcionario o alto dirigente político, crea su tendencia de estudiantes y los usa como piso político, en muchos casos hasta para su beneficio personal.Con todo esto queremos decir que tanto nosotros como innumerables organizaciones y dirigentes estudiantiles hemos sido excluidos de las infinitas directrices que mandan los iguales caciques del proceso, entiéndase ministros, diputados, dirigentes políticos, etc. Y el movimiento estudiantil, si alguna característica tiene, es el de ser rebelde y esto por la misma condición de ser jóvenes. La revolución, creemos, pasa por cambiar esta vieja práctica política.

Queremos que quede claro que hemos apoyado, apoyamos y seguiremos apoyando y profundizando el proceso de transformación que se desarrolla en Venezuela, y por creer en el proceso y apostar el todo por el todo, es que rechazamos esa vieja práctica y decidimos marchar desde la Universidad y concentrarnos en la tribuna del sector popular en vez de la tribuna del “poder” oficial. Esperamos que tampoco se use la vieja práctica de etiquetarnos de adecos o banderosos por hacer una crítica constructiva.

Deseamos que todas las organizaciones estudiantiles comprendan de una vez por todas que aisladamente, ninguna de nosotras podrá transformar las universidades, sino más bien unidas, pero no con una falsa unidad configurada y dirigida por decreto.

 

UTOPIA

 


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