Carta a la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas
A propósito de la acción unilateral contra Irak
Por: Rigoberta Menchú - Premio Nobel de la Paz

Ciudad de México, 2 de abril de 2003
A la Excma. Señora
D. Najat Al-Hajjaji

PRESIDENTA DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS
Palacio de las Naciones
Ginebra – SUIZA

Señora Presidenta:

He tomado conocimiento de la lamentable decisión adoptada por una mayoría de los miembros de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas, de no incluir en la agenda de su 59º período de sesiones el tratamiento de la gravísima situación de los derechos humanos en Irak que se deriva de la ilegal invasión de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, apoyadas por el Reino Unido, España y Australia, que ha conmocionado a la opinión pública mundial.

Convencida de que sólo el órden multilateral que los Estados y pueblos del mundo han construido en el último medio siglo puede poner freno a semejante agresión y ser garante de la observancia de la legalidad que rija la convivencia pacífica en el planeta, me dirijo a Ud. para manifestarle mi absoluto repudio a tal decisión. Con ella, los países que comparten la responsabilidad de haber violado la Carta de las Naciones Unidas y están incurriendo en múltiples figuras caracterizadas en el derecho internacional sobre Derechos Humanos como delitos de lesa humanidad, parecen estar logrando imponer a la comunidad internacional aquellos designios que no lograron legitimar en el seno del Consejo de Seguridad, quebrantando una vez más la dignidad y credibilidad de la ONU.

Por el contrario, vemos cómo en la agenda de la próxima reunión de la Comisión, se busca nuevamente condenar a Cuba y otros países por presuntas “violaciones masivas, sistemáticas y permanentes de los derechos humanos”, convirtiendo otra vez a la Comisión en un apéndice de la política ideológica, trasnochada y unilateral de los Estados Unidos de Norteamérica, cuya arbitrariedad y prepotencia no sólo está provocando la muerte de miles de civiles –hombres y mujeres, niños y ancianos- y haciendo volar por los aires toda la legalidad internacional, sino que está privando del derecho a la libertad de expresión e información a su propio pueblo y, a través del control de los medios internacionales de prensa, al mundo entero.

Por ello, insto a Ud. y a los miembros de la Comisión a no sucumbir a estas presiones, convirtiendo a ese singular espacio de salvaguarda de los derechos de los indefensos en un circo grotesco. En particular, los invito a no emitir un voto contra Cuba, que ya ha sufrido largos años las indignantes consecuencias del ilegal e injusto embargo en su contra, y que debilitaría aún más la credibilidad de la Comisión de Derechos Humanos y la del sistema de Naciones Unidas en general.

Respetuosamente,
Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz

 


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