La especie humana
está en peligro
Por: Noam Chomsky
En este momento tétrico no podemos hacer nada para
detener la invasión en curso. Pero eso no quiere decir que el deber haya
terminado para las personas que tienen alguna preocupación por la justicia, la
libertad y los derechos humanos. Lejos de ello. Las tareas serán más urgentes
que antes, cualquiera sea el resultado del ataque. Y sobre eso, nadie tiene una
idea: ni el Pentágono, ni la CIA ni nadie más.
Los temas son fundamentales y de largo alcance. La oposición a la invasión a
Irak no tiene precedentes históricos. Hay un creciente temor al poder de
Estados Unidos, que es considerado la mayor amenaza a la paz en gran parte del
mundo, probablemente por una gran mayoría. Y con la tecnología de destrucción
ahora a mano, cada vez más letal y nefasta, la amenaza a la paz significa la
amenaza a la sobrevivencia.
El temor al gobierno de Estados Unidos no está basado únicamente en esta
invasión, sino en los antecedentes de los que surge una determinación
abiertamente declarada a gobernar el mundo por la fuerza. El objetivo anunciado
abiertamente es evitar un desafío al "poder, posición y prestigio de
Estados Unidos". Tal desafío, ahora o en el futuro, y cualquier señal de
que pueda surgir serán enfrentados con fuerza abrumadora por los gobernantes
del país que gasta más que el resto del mundo junto en medios de violencia.
La actual administración está en el lugar extremista del espectro de la política
de planificación, y su aventurerismo e inclinación por la violencia son insólitamente
peligrosos.
La "ambición imperial" de los actuales poseedores del poder, como se
la llama francamente, ha provocado escalofríos en todo el mundo, incluyendo a
la corriente principal del establishment en Estados Unidos. En otras partes, por
supuesto, las reacciones son mucho menos temerosas, especialmente entre las víctimas
tradicionales. Saben demasiada historia, la aprendieron con dolor, como para ser
confortados por una retórica exaltada. Han escuchado demasiado de eso a través
de los siglos mientras eran golpeados por el club llamado "civilización".
Hace sólo unos pocos días el presidente del Movimiento No Alineado, que agrupa
a los gobiernos de la mayoría de la población del mundo, describió a la
administración Bush como más agresiva que Adolfo Hitler.
Aun antes de que la administración Bush hiciera crecer drásticamente esos
temores en los meses recientes, los especialistas en asuntos internacionales y
de inteligencia informaban a cualquiera que quisiera escuchar que las políticas
que aplica Washington probablemente conduzcan a un aumento en el terror y la
proliferación de armas de destrucción masiva, por venganza o simplemente por
disuasión. Hay dos formas en que Washington puede responder a las amenazas
engendradas por sus acciones y asombrosas proclamaciones. Una es tratar de
aliviar las amenazas prestándole alguna atención a agravios legítimos y
aceptando convertirse en un miembro civilizado de una comunidad de naciones con
algún respeto por el orden mundial y sus instituciones. La otra forma es
construir motores de destrucción y dominación más terribles, de manera que
cualquier amenaza percibida, no importa cuán remota, pueda ser aplastada, lo
cual provocaría nuevos y mayores desafíos. Esa forma plantea peligros más
serios al pueblo de Estados Unidos y al mundo, y puede, muy posiblemente, llevar
a la extinción de la especie, lo que no es una especulación ociosa.
La guerra nuclear terminal ha sido evitada casi de milagro en el pasado. Las
amenazas son serias y aumentan. Estas se cuentan entre las grandes
preocupaciones que deben, creo, recordarse claramente mientras se mira cómo se
desarrollan los acontecimientos en su forma impredecible, mientras la fuerza
militar más terrible en la historia humana es desatada contra un enemigo
indefenso por un liderazgo político que ha compilado un aterrador récord de
destrucción y barbarie desde que tomó las riendas del poder en los últimos 20
años.