El risco de Herguijuela |
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Entre la cola de un pantano y la cabecera de otro donde hay caza y pesca está el risco de Herguijuela.
Pedruscos, canchales regatos y espigones, arroyos, afluentes manantiales y fuentes.
Escobas, tomillos zarzas y carrascos, mansiegas, espinos alisos y fresnos.
Tejones, zorros perdices y conejos, grajillas, cuervos alcotanes y milanos.
Bogas, barbos truchas y galápagos, ranas croando y cantando los sapos.
Escorrentías, remansos charcos profundos y vados, areneros, meandros recodos y escarpados.
Risco de Herguijuela: atajos, puente y carretera molino viejo, pesquera, zona de baño y pesca.
Risco de Herguijuela, desde el fondo a la borda, gran ladera, gran pendiente de todos y de nadie.
Y al final del todo, el Castillo de los Moros perdido y olvidado por los suelos y quemado.
Donde no ve nuestro ojo: los Pontones y el Piélago, Gutiérrez y la Moronda y un lugar famoso ahora. |
Un nuevo pantano Irueña por nombre, del progreso resultado y de las manos del hombre.
Entre estos abruptos parajes inaccesibles y agrestes, el río Águeda baja vivo y sin pausa.
El Agadones por la derecha en invierno lo alimenta con agua limpia y clara que llega desde la sierra.
¡Águeda, Águeda! ¿Qué fue de tus molinos que durante años movías con tu agua?
Molinos que hacían harina de la mies de la labranza, del trigo y algarrobas para animales y personas.
Molinos de mucha historia, donde se contaba la anécdota del maestro y del cura del gañán y la moza.
Donde se vendía la vaca el buey o las cabras, se bebía de la bota entre risas y bromas.
A lomo de mulos y burros por caminos tortuosos, al molino llegaban los sacos de un lado y del otro del charco.
Molinos parados y viejos os cambiaron por eléctricos, viendo pasar el tiempo para la memoria y el recuerdo ahí estáis ya muertos olvidados y esqueléticos. |