“LA ENTRÁ DE MOZOS”

            En aquellos tiempos las mujeres iban a la iglesia con velo y se recogían “ascape” después del rosario, al llegar las cabras y ello coincidía con el oscurecer y el encendido de las tenues bombillas.

Los hombres llevaban sombrero o boina.  A esas horas, regresados del campo, salían a la taberna a echar un medio de vino;  la cerveza “con, sin o shandy”, aún no había conquistado nuestra tierra.

Los dagales, una vez terminada la escuela, podían entrar en la taberna.  Antes tenían que “pagar la entrá de mozos”.  Era un requisito indispensable y obligado para acceder a “la Sacristía” (hoy: bar, cantina, oficina, S-5...  peña, chiringuito......)   La sacristía del “Dios Baco” era el lugar de reunión, esparcimiento y de desahogo.  Allí se limaban asperezas, se cantaba y se hacían amigos.  Se hacían acuerdos y tratos.  Tratos con el consiguiente regateo en presencia del que mediaba o terciaba:  “¡Echarlo al medio!”  se decía.  Con un apretón de manos se rubricaba el trato y aquello “iba a misa”.  En la Sacristía se cocía todo, todo menos rezar.

El tabernero, sin túnica especial, de cara a sus fieles, presidía el mostrador.  Estaba atento y bastaba una indicación con la mano, una mirada o un “ponnos otra”, para rellenar los vasos sin fondo.

El tabernero era a la vez el confesor, el confidente y la “gaceta”.  Era amigo de todos y de ninguno;  bueno................ del alcalde, del secretario, del maestro, del cura y de la guardia civil, ¡Siempre!. Él, nunca invitaba, iba en contra del negocio.  Tampoco recibía propinas y no había bote, cencerros y tonterías.  Él, con antelación, se aseguraba unas “perras” añadiendo unas gotas de agua al tintorro.  A más de uno, le hacía un favor.

“Pagar la entrá de mozos”, para un aspirante a mozo, le daba derecho a:  ser mozo, beber vino, fumar, dejarse torear (hoy vacilar), aguantar bromas, decir algún taco, cantar, casi hasta emborracharse y a escuchar la conversaciones de los mayores si participaba, sería recriminado, contundentemente, por el más caracterizado: -“tú escucha y calla”.  También le daba derecho a afeitarse o dejarse bigote y a rondar a las mozas por los ventanucos de los huertos (las dagalas, conseguían automáticamente el título de mozas, sin pasar por la Sacristía y sin ningún tipo de ceremonias ni protocolo, a ellas no se las permitía entrar).

El aspirante a mozo en ésta “otra escuela”, la taberna, aprendía a ser hombre.  Más tarde iría a la “mili” dónde terminaría de hacerse un hombre.

El pasar por la Sacristía era algo deseado y esperado.  Dejabas de ser dagal, pero sabías que tenías que olvidarte de los enreos, y que tendrías que asumir obligaciones y no debías fallar,  en el trabajo rendir casi como los hombres, curtidos ellos en mil batallas y experiencias. “La entrá de mozos” era el acto social donde se pasaba de niño a hombre. Eran los mozos los que te daban la “alternativa” y se encargaban que todos se justificasen. 

La ceremonia consistía, ni más ni menos, en invitar a una merienda a los mozos. En aquellos tiempos había varios aspirantes y juntos compartían los gastos de la carne y las componendas. A partir de ese momento, el joven mozo ya consagrado, ¡A apechugar!........  Siempre había buena gente que te aconsejaba, te ayudaba y aunque fuera gastándote alguna broma, te enseñaba.  También había algún Judas que otro.  En aquellos tiempos me parece que no existía “la edad del pavo”,

 Pasados unos años, ya mozo, serías “Quinto”, te tallarían, te sortearían y te destinarían.

-         “pa onde te a tocao”

-         pa África (Ceuta, Melilla, El Sahara, ..Sidi Igni.)

Tocarle a uno África era lo peor de lo peor, para volver no había ni pateras.  En aquellos tiempos, ir a la “mili”, jurar Bandera y empuñar un arma para defender la patria, España,  era una obligación y un honor. Solo se libraban los “inútiles”. (No -  útiles)

Cruzar el charco suponía despedirse y meter en el petate recuerdos y fotos.  La familia, los vecinos, los amigos te daban dinero y chorizos.  A mi, cuando me fui el 9/10/1978 a los paracaidistas, Tía Valentina me dio 5 duros. Si, Si ..........., si Tía Valentina. Le doy las gracias desde aquí.

A la vuelta de la “mili”, ya “hecho un hombre”, te podrías casar pero si la novia era de otro pueblo tendrías que volver a pasar por la Sacristía.  Tendrías que “pagar el vino”.  Así serias aceptado como uno más por los mozos del otro pueblo..........  ¡Hombre le quitabas una moza a ellos!.  De lo contrario serías perseguido y acosado hasta que pagaras.

El vino, amigos, es algo especial,  está presente en todos nuestros actos sociales: Sella protocolos, acuerdos, negocios, mantiene la amistad, nos da alegría, nos quita las penas, nos da salud. Nos alimenta el alma y el cuerpo.

¿Tomamos un vino, un chato, un chiquito, un tinto, un rosado?

-         Viva el vino y las mujeres.................

 

En aquellos tiempos yo cantaba:

                        Viva el vino de mi tierra

                        Que a los muertos resucita

Viva la gachí que tiene

Un novio paracaidista...................................

 

Esta costumbre se fue diluyendo poco a poco.

 

                                                                                    Octubre de 2004                    Plácido

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