En el dominio de la
historia es donde se distingue Alfonso Rumazo González, ecuatoriano
de nacimiento pero ligado a sus actividades y su carrera a la
Venezuela vecina, donde labora en la Universidad y mantiene una
columna importante en el principal periódico de la capital. Espíritu
curioso, diligente, despierto, ¿cómo podía haber resistido a la
fascinación de la figura más prestigiosa y más cautivadora del
continente suyo?
No podía evadirse de Bolívar y
recíprocamente tampoco Bolívar podía escaparse de él. En un volumen
equivalente a mil páginas por lo menos, de contenido normal, Alfonso
Rumazo ha hecho la narración de la vida y de la obra del gran
libertador de la América del Sur, según el método más riguroso de la
historiografía moderna. Nada que no aparezca ahí que no haya sido
testimoniado, controlado, verificado. El autor ha tenido acceso a
documentos inéditos y ha hecho de su héroe un retrato que sin duda
podría ser retocado, pero no alterado.
Al penetrar en su
héroe, no cabía naturalmente, que no se encontrase frente a frente a
la mujer que juega muy importante papel en la vida de aquel: la
deslumbrante, la singular, la llameante Manuela Sáenz.
Para
nuestro conocimiento y para nuestro placer, Rumazo González ha
reunido en un volumen aparte lo que él sabe - y sabe todo - de esta
mujer excepcional, cuya vida, inserta en el momento más ardiente de
la epopeya de libertad sudamericana, irá pobremente,
melancólicamente a terminarse en un puerto ignorado del Pacífico.
Uno de nuestros editores nos debe la publicación de la vida de esta
heroína a quien, para igualar a los más célebres de la historia, no
le faltó sino un historiador que justamente ha encontrado ya.
Entre las obras de este maestro en el arte de la biografía,
retiene particularmente nuestra atención aquella que ha trazado del
Mariscal Sucre, el vencedor de la batalla de Ayacucho (1824) que
marca la victoria definitiva sobre las tropas españolas y el fin del
régimen colonial. Cuadro de la vida americana en los últimos años de
la colonia, educación y formación de un militar de gran valor,
ejércitos casi improvisados que los jefes mismos se verán obligados
a entrenar y disciplinar; distancias enormes por cubrir, obstáculos
naturales casi inabordables, dificultad y retraso en las
comunicaciones y las órdenes, iniciativa forzosamente dejada a los
comandantes de estas tropas, arbitrariedades y rivalidades, sin
contar la duda y muchas veces el desgano de los pueblos y por otro
lado el entusiasmo delirante, el recibimiento otorgado a los
vencedores, la vida que ellos llevan en las grandes ciudades, y a
veces los complots y los atentados; que será el caso del propio
Sucre asesinado en una emboscada a los 35 años de edad, el año mismo
(1830) de la muerte de Bolívar y justamente a tiempo para apresurar
el fin prematuro de éste; todo, en este libro, concurre a hacernos
revivir una epopeya que espera todavía su chantre y, que esperando,
ha encontrado un historiador diligente, exacto, escrupuloso y dotado
del don precioso de devolver lo que fue la presencia y el calor de
la vida.
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