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ALGO MÁS SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN.

 

 

Los "estudios sobre la globalización" ("mundialización" es una palabra más adecuada en castellano) están emergiendo como un nuevo campo que se rompe con las fronteras académicas convencionales. Este fuerte énfasis en lo interdisciplinar precisa de estudiantes de la mundialización que estén familiarizados con la literatura académica de materias que han sido, con frecuencia, estudiadas de modo aislado.

En principio, debemos alegrarnos de que el mundo se esté convirtiendo en un lugar más interdependiente que realza la posibilidad de que los seres humanos se reconozcan e identifiquen con su comun humanidad.

El sociólogo estadounidense George Ritzer acuño el termino "McDonaldización" para describir una amplia gama de procesos socio culturales por los que los principios de la comida-basura están consiguiendo dominar cada vez más áreas de la sociedad norteamericana, así como del
resto del mundo. Aparentemente, estos principios son racionales en sus intentos por ofrecer medios eficaces y predecibles de atender a las necesidades humanas. Sin embargo, si se mira tras la fachada de los anuncios televisivos que dicen "queremos verte sonreir", podemos
identificar una serie de graves problemas. Por ejemplo, el escaso valor nutritivo de la comida-basura, y en especial su contenido graso, está relacionado con el ascenso de problemas de salud como ataques cardíacos, diabetes, cáncer y obesidad infantil. Más aún,
las cotidianas e impersonales operaciones de servicio en los establecimientos de comida-basura atacan las diversas formas de la diversidad cultural. A largo plazo, la McDonaldización del mundo supondrá la imposición de modos uniformes que eclipsarán la creatividad humana y deshumanizarán las relaciones sociales.

La siguiente tabla compara el volumen de ventas de algunas de las multinacionales más importantes a escala mundial con el producto interior bruto en dólares de algunos países:

País

PIB (milllones de US$)

Empresa

Ventas (millones de US$)

Dinamarca

174.363

General Motors

175.558

Polonia

154.146

Wal-Mart

166.809

Suráfrica

131.127

Exxon Mobil

163.881

Israel

99.068

Royal Dutch / Shell

105.366

Irlanda

84.861

IBM

87.548

Malasia

74.364

Siemens

75.337

Chile

71.092

Hitachi

71.859

Paquistán

59.880

Sony

60.053

Nueva Zelanda

53.622

Honda Motor

54.774

Hungría

48.355

Credit Suisse

49.362

(Fuentes: Para las ventas, Fortune del 31 de julio del 2000; para el PIB, Banco Mundial (Informe de Desarrollo Mundial 2000).

Respecto al argumento de Ritzer albergo grandes dudas. Es cierto que la muerte por cáncer, o sufrir un paro cardíaco a los cuarenta, o la disminución de calidad de vida que supone la obesidad son desgracias innegables. Pero por otra parte voluntarias. Me preocuparía más si hubiera leyes y policias que nos obligaran a comer esas cosas tan malas. Por otra parte, no estoy tan seguro de que estas desventajas hagan nuestra vida peor de lo que lo era en el estado de naturaleza, donde uno tenía que luchar con las fieras para conseguir esas proteinas y donde la esperanza de vida no superaba los 35 años. Ni siquiera sé si la McDonaldización es algo distinto a lo que viene pasando desde hace siglos.

Me explico: mis antepasados iberos labraban la tierra con las manos  y herramientas rudimentarias hasta que unos imperialistas que venían de otra península mediterránea trajeron consigo el arado, que aún hoy se llama arado romano. Obviamente esto supuso la imposición de un modo uniforme y eclipsó las diversas formas de romper la tierra con hazadas de silex, manos, pies y dientes, ejemplo de la creatividad agraria hispana. Pero creo que los iberos aceptaron esta mejora tecnológica porque supuso mejorar sus vidas. De hecho, la agricultura en sí ya era un McDonalds prevío que había eclipsado a las sociedades de cazadores-recolectores, desde su origen en los EEUU de Mesopotamia y Egipto.

El ataque a la propia cultura es una percepción propia de los momentos de transición de valores, que son todos los momentos desde hace ya bastante tiempo. La cultura es increiblemente mutable. Nada más español que el bocadillo de tortilla de patatas, que esta bárbarie de la McDonaldización pretende sustituir. Pero no hubo patatas en España hasta que un grupo de aguerridos barbudos cruzaron el Atlántico para macdonaldizar y a su vez ser macdonaldizados. Y hacer del xocolatl, ahuacatl y tomatl de la Nueva España, el chocolate, el aguacate y el tomate que hoy son parte de nuestra cultura. Y llevar a aquel continente el caballo, el astrolabio y la lengua española, todos muy útiles. Y esa burger yanqui que quiere comerse el mundo (o ser comida por todo el mundo) nació un día en Hamburgo, en Alemania. ¿Qué es la macdonaldización?

Una de las ideas más interesantes que he leído en los últimos tiempos es "la paradoja de la anti-globalización". Según esta teoría el movimiento anti-globalización está destinado a fracasar. De hecho, probablemente contribuya a estimular más el proceso mundializador que a lo contrario. Esta consecuencia deriva de su misma articulación: actúa de modo global. El movimiento anti-globalización utiliza todos los mecanismos globalizadores: medios de comunicación de masas, internet, el inglés o las lenguas principales, se reunen hoy aquí, mañana allí utilizando aeropuertos, líneas aéreas, infraestructura hostelera.... Para ser un auténtico anti-globalizador hay que dejar de hacer el subversivo. Irse a cualquier lugar donde no llegue la energía eléctrica, dejar de tocar el dinero que todo lo infecta y vivir de lo que produzca la madre Natura. Veo pocos voluntarios entre mis lectores...

En cualquier caso, no seré yo quien recomiende a nadie hacerse amigo del payaso Ronald McDonalds y de su infame pienso. Lo importante es que, dentro de las posibilidades reales que nos permite el sistema, tengamos libertad de elegir. Yo mismo he comido hamburguesas en cuando no tenía dinero para un buen restaurante y fue la mejor elección (sacié mi hambre, protegí mi economía y no sufrí un paro cardíaco). Después no he vuelto a acordarme de las hamburguesas. Mi consejo es el siguiente: Si el dilema es morir de hambre o globalizarse, globalicense. Si tienen dinero y se pueden permitir un restaurante francés, aprender el arameo en lugar del inglés, o buscar una vida más auténtica entre los monjes tibetanos; si es eso lo que quieren: háganlo con total libertad. Con su total libertad pueden leer, o no, alguno de los siguientes libros:

"¿Qué es la globalización? de Joaquín Estefanía, "El malestar en la globalización" de Joseph Stieglitz, "El comercio del hambre" de John Madelay, "Algo nuevo bajo el sol" de John R. McNeal, "Pongamos la OMC en su sitio" y "El informe Lugano" de Susan George y "Economía internacional: Globalización e integración regional" de J. Tugores. (próximamente escribiré aquí algo sobre el "trilema de la globalización".)

 

© Ahmed al-Faqi, 2004.

 

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