CIENCIA POLÍTICA Y DE LA ADMINISTRACIÓN, COMENTARIO CRÍTICO, IDEOLOGÍAS POLÍTICAS
BOBBIO, Norberto (1988) “Pero, ¿qué es este socialismo?, en Norberto Bobbio: Las ideologías y el poder en crisis. Barcelona: Ariel, pp. 30-79.


En la segunda parte de “Las ideologías y el poder en crisis” nos encontramos con una recopilación de artículos de prensa, que fueron publicados entre el 8 de diciembre de 1976 y el 3 de noviembre de 1980.

Han sido agrupados bajo el título de “Pero, qué es este socialismo” y están escritos al hilo de la actualidad política del momento. Las referencias a la vida política italiana son constantes y también a la coyuntura política mundial, en un momento que hoy nos parece lejano, marcado por el enfrentamiento entre los dos grandes bloques. Norberto Bobbio utiliza estos referentes para tratar del socialismo, en relación al liberalismo y a la democracia, comparar el socialismo con el comunismo, o el marxismo con el leninismo, y hablar de cuáles son los auténticos valores del socialismo y si el socialismo es posible.

Gran parte de la discusión ha sido superada por el curso de los acontecimientos históricos y hoy en día carece del interés que despertaba en los años 70. La caída de los regímenes comunistas en la Unión Soviética y la Europa del Este hacen que el leninismo sólo tenga interés desde una perspectiva histórica de la política. Por otra parte, los procesos políticos que se han producido en Europa occidental en este mismo período hacen que la distinción entre socialdemócratas y comunistas ya no sea funcional. Las políticas con las que relacionábamos al socialismo han dejado de tener validez dogmática y la izquierda aparece como algo más vago e impreciso, tanto en su diversidad interna como en los valores que la separaban de sus adversarios liberales.

Para mejor analizar y comentar estos artículos los he dividido en 2 grandes bloques. El primero incluye “Más igualdad” (08-12-1976), “Más iguales o más libres” (07-01-1977), “Hay consenso y consenso” (15-02-1977), “Hay disenso y disenso” (01-03-1977), “Pero, ¿qué socialismo?” (26-02-1978) y “Una sociedad nunca vista” (11-03-1978). Estos artículos tratan de la definición del socialismo, los valores que defiende y sus adversario ideológicos, así como de teorías sobre la democracia. Bobbio trata especialmente los valores de libertad e igualdad y su relación con el socialismo. Son artículos sobre la proyección externa del socialismo.

Actualmente estos problemas conservan la importancia que tenían en el momento en que se publicaron los artículos. De algún modo son problemas consustanciales a la naturaleza humana. La tensión entre la libertad y la igualdad o entre el individuo y la sociedad. La conversión del enemigo en adversario. También es verdad que en gran parte esta importancia se ha matizado, al haberse acortado las diferencias ideológicas entre partidarios de la sociedad y del hombre libre (o socialistas y liberales, si se prefiere).

El segundo grupo está compuesto por “La gorra de Lenin” (27-09-1977), “¿Era Lenin marxista?” (23-11-1977), “La Unión Soviética ¿es un país socialista?” (10-09-1978), “Los padres difíciles” (30-09-1979), “El intelectual desobediente” (28-10-1979) y “Las libertades son solidarias” (03-09-1980).
En estos artículos, Bobbio afronta asuntos internos del socialismo. La división entre socialdemocracia y comunismo. El eurocomunismo de la Europa occidental y el comunismo soviético. La división de la izquierda. El papel de los intelectuales de izquierdas. La naturaleza del leninismo y su relación con el marxismo o los problemas del PCI para encontrar su espacio en la política italiana.

Son estos los artículos que menos vigencia tienen en la actualidad, en el sentido de que el curso histórico de los acontecimientos ha hecho que el socialismo real no sea ya una alternativa política a tener en cuenta ni en Italia ni en ningún otro país de Europa. La mera mención de conceptos como “dictadura del proletariado” provocaría hoy hilaridad.



SOCIALISMO: PROYECCIÓN EXTERNA.


Comienza Bobbio “Más igualdad” comentando cómo ha cambiado el socialismo hasta convertirse en “el único movimiento verdaderamente universal de esta segunda mitad del siglo XX”, para reconocer en el párrafo siguiente que esta universalización le ha hecho perder toda especificidad. Parece que no le es sencillo encontrar una definición, ni siquiera entre las 260 que propuso Sombart.
Tras decir que en un momento la visión del socialismo como movimiento fue quizá la más útil, (aunque ya no hoy, debido a su universalización) acaba encajando el concepto en el valor amplísimo de “igualdad”. Reconoce la apariencia pobre de su respuesta, pero parte de ahí para proseguir su análisis. La búsqueda de la igualdad fue también el criterio que estableció en su libro de 1995 “Derecha e izquierda” para distinguir los dos polos de la política.
Un problema puede ser que el criterio es tan amplio y ambiguo que no nos permita entender nada. Por otra parte habría que decir que si el socialismo (la búsqueda de la igualdad) ha sido un gran movimiento universal durante el XX, el movimiento opuesto en sus formas de partidos, de mercado, de guerra de todos contra todos no lo ha sido menos. Claro que quizá cada socialista pretende salvar el universo y cada liberal quiera salvarse a sí mismo. ¿Será por eso lo de “universal”?
Lo más notable del artículo y que comenzó una polémica con Luigi Firpo es la frase “al decir “más igualdad” digo también más libertad, y por eso yo considero el ideal socialista superior”. El razonamiento, que se repite en “Más iguales y más libres” es correcto a mí entender desde un punto de vista estrictamente formal o moral, pero no puede trasladarse sin más al terreno político. Ya que los ideales más justos, no producen necesariamente políticas más eficaces. Quizá el problema no está en lo que Bobbio dice sino en malinterpretarlo o extraer de ahí una línea de actuación. En ese sentido, una cita de Churchill “el principal defecto del capitalismo es que reparte muy mal la riqueza, la principal virtud del socialismo es que reparte muy bien la miseria” me parece un contrapunto igualmente irónico al razonamiento. Quizá el problema del socialismo para ser eficaz sea que busca dinámicas de reparto en lugar de dinámicas de crecimiento.
Bobbio quiso ser irónico y fue malentendido, aunque todo queda bastante matizado cuando dice que el liberal y el socialista se encuentran juntos en la concepción de igualdad como “igualdad de todos en algo” en contraposición al igualitario que busca “igualdad de todos en todo”. Ya en 1977 se podía prever que el juego político en las democracias europeas iba a abandonar maximalismos y quedar reducido a matices. Aunque si lo que define al socialismo es la búsqueda de la igualdad, no entiendo por qué este igualitario no es socialista. Es probable que haga falta definir con más precisión.
En “Hay consenso y consenso” y su complementario “Hay disenso y disenso” se abordan cuestiones que tocan la Teoría del Estado y la Teoría de la Democracia. La idea central es que la democracia está basada en zonas esenciales de consenso (reglas del juego y otras), que permiten disentir sobre el resto. Parece que el éxito de las democracias mayoritarias estriba en ser menos ambiciosas que aquellas que buscan un consenso total. Creo que un cuarto de siglo más tarde se puede decir que la Historia ha dado la razón a Bobbio y que aunque episódicamente habrá contextos en los que sectores sociales trataran de imponer su consenso, a largo plazo la tolerancia con el disenso favorece regímenes políticos más estables.
“Hay disenso y disenso” aborda el mismo problema desde la perspectiva opuesta, cómo enfrentarse al poder. El disenso exclusivista propio de los movimientos revolucionarios sería tan poco democrático como el sistema político totalitario. La conclusión de Bobbio es que la democracia, el principio de la mayoría “es el único que permite a los disidentes expresarse libremente, y por lo tanto hace posible la presencia simultánea de consenso y de disenso”.
Esto es la solución al problema de la inclusión del otro, aunque tan sólo en el plano ideal, porque la sola idea de democracia no nos dice qué es lo que debe someterse a la voluntad de la mayoría ni quienes son los que tienen derecho a decidir.
Las respuestas más interesantes a qué es, que era el socialismo a finales de los 70 se encuentran probablemente en “Pero, ¿qué socialismo?” escrito con ocasión de la presentación del programa del Partido Socialista Italiano. A la hora de hacer un programa es necesario descender del Olimpo de la filosofía y enfrentarse a problemas reales del mundo real.
El socialismo había dejado de ser un ideal, una utopía o una ciencia y los dogmas como transformar las sociedades históricas basadas en la propiedad privada de los medios de producción en una nueva sociedad ya no tenían sentido.
Dice que el camino de los partidos socialdemócratas conduce a sociedades de “capitalismo corregido” y que el de los comunistas a sociedades “consideradas socialistas por los adversarios y no por quienes creen en el socialismo”. El corolario es que “la Historia ha demostrado que a través del camino de las socialdemocracias el socialismo es imposible y a través del de los partidos leninistas, indeseable”. Creo que prácticamente todo el mundo estaría de acuerdo. Se adelanta doce años a la caída del muro de Berlín y a Fukuyama.
Lo más práctico son las recetas que propone para el socialismo. Por un lado recuperando valores de la tradición liberal: Concepción conflictiva de la democracia, confianza en el individuo, pluralismo político y cultural, reconocimiento del mercado y asunción del hecho de que la empresa privada no es incompatible con los fines que se prefija una sociedad socialista.
Por otro llevando más allá la práctica de la socialdemocracia: Ampliación de la participación mediante democracia directa o democracia industrial y programación descentralizada y con participación. Reconoce la dificultad del proyecto, ya que “hasta ahora nunca existió una sociedad en el que el máximo de autonomía individual es compatible con el máximo de dirección unitaria”.
Sobre eso trata ¿Una sociedad nunca vista? Aunque cree que debemos luchar para conseguir una sociedad así, piensa que no habrá cambios radicales y que la tensión entre el individuo y el Estado perdurará, de modo que ni la democracia conducirá a la desaparición del Estado ni el desarrollo del Estado a la desaparición de la libertad. Este equilibrio puede romperse en situaciones de crisis y creo que aún es pronto para decir si en 1978 tenía razón.
 


SOCIALISMO: PROYECCIÓN INTERNA.


Los artículos que comentaré a continuación podrían parecernos política ficción, y su valor, más que político es histórico.
En 1977, sesenta años después de la Revolución de Octubre, el PCI (el partido comunista más fuerte de occidente) aún se debatía entre la ortodoxia de un marxismo-leninismo bíblico (en el sentido de verdad revelada) y la necesidad de pujar por sectores más amplios de votantes en el mercado electoral.
Además de la apertura a la sociedad, influyeron para el cambio hacia el eurocomunismo el relevo de la generación de la guerra, el que el leninismo había quedado marginado a doctrina para los movimientos revolucionarios, la percepción de la situación en la URSS y países satélites y la revisión de la propia figura de Lenin.
En “La Gorra de Lenin” Bobbio plantea que el PCI debe dejar atrás tanto la senda revolucionaria leninista como el modelo de Estado que se inspiró en sus principios. En “Era Lenin marxista” se pregunta si Lenin como dirigente político fue un marxista o el leninismo es un cuerpo teórico diferenciado. El debate se estableció en términos un tanto entre partidarios del alemán y del soviético y sólo tiene interés teórico. La opinión mayoritaria es que la Rusia preindustrial de 1917 no cumplía los requisitos establecidos por Marx para un proceso revolucionario. Bobbio destaca el valor del marxismo como teoría política, ética y filosofía de la historia.
“La Unión Soviética ¿es un país socialista?” pretende hacer del título algo más que una discusión sobre los términos, vista la dificultad de definir “socialismo”. Para él, lo sería en cuanto a los medios (colectivización de los medios de producción) aunque no en cuanto al fin (que sería un mayor control del uso de los recursos por parte de los ciudadanos y plena libertad del usufructo económico). El autor reconoce que la pregunta es inútil y el debate estéril, ya que está centrado en la connotación emotiva de la palabra “socialista”
“Los padres difíciles” versa sobre el problema de la unidad de la izquierda. Históricamente las fuerzas de izquierda siempre aparecen más fragmentadas que las de derechas y Bobbio muestra los pares marxistas/anarquistas, revisionistas/ortodoxos, mencheviques/bolcheviques y socialistas/comunistas para ilustrarlo. Como se ve, el asunto viene de muy atrás. Lo más interesante desde una perspectiva política es que en Italia esto ha favorecido el predominio de la democracia cristiana. Bobbio cree que desde un punto de vista de la izquierda la experiencia ha demostrado que sólo se ha podido conformar una mayoría de gobierno cuando el núcleo ha sido un partido socialista fuerte, que es lo contrario a lo que pasaba en Italia, donde el partido comunista era el predominante. Esto está escrito en 1979 y las experiencias de Mitterrand, Palme, González y Papandreu durante la década siguiente parecen darle la razón.
El controvertido papel de los intelectuales en los partidos de izquierda ocupa “el intelectual desobediente”. Cree que el problema es estructural y está relacionado con los diferentes roles de pensamiento y de acción  que intelectuales y políticos ocupan. Vuelve al proyecto de los intelectuales para el PSI. La paradoja es que probablemente no le falte razón al revindicar su espacio, aunque como siempre el problema estará al llevarlo a la práctica.
Por último, “Las libertades solidarias” es un artículo que resume algunas de las críticas al socialismo real. “El socialismo real es en cuanto a socialismo (no en cuanto real una monstruosa mentira”. “…ya no cree nadie en el socialismo real como Estado de la clase obrera. No cree la gran mayoría de los súbditos de esos regímenes. No creen los ciudadanos de los Estados democráticos, en su casi totalidad. No cree, y hay que decirlo claramente, ya ni el partido comunista italiano”
Con la experiencia que nos da la Historia, es fácil hacer leña del árbol caído y seguir a pies juntillas la lección del emérito profesor. Aunque hay que pensar que entre 1980, fecha del artículo y 1989, todavía algunos italianos se convirtieron al marxismo-leninismo, e incluso hoy día debe de quedar alguno.
Más tarde, vuelve a los valores de socialismo y libertad. Para él, más socialismo con más igualdad y más libertad es posible, mientras que “para los más lúcidos se daba por descontado que, al ser libertad (individual) e igualdad (social) valores incompatibles, como por otra parte todos los valores absolutos, el socialismo habría podido dar más igualdad, sólo concediendo menos libertad”
Para Bobbio todas las libertades son solidarias, lo que quiere decir que unas arrastran a las otras. Y es por eso que con mayor igualdad puede haber mayor libertad. El 3 de septiembre de 1980 y haciendo alusión a Polonia ya vio que la cadena podría romperse

 ©Ahmed al-Faqi, 2004.


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