Y tengo sentado un buen rato, esperándola, hace mucho frío, me tiritan las
piernas y parece que los dientes van a quebrarse de tanto chocar entre sí, a
pesar de estar cubierto, tengo frío. Para que miento, no es frío, es pánico lo
que tengo, pánico a que llegue y me vea sentado con mi temblorina, o a que
llegue también temblando del pánico que le despierta el volver a verme.
No sé... Ella... ¿Sabrá?... ¿Quién sabe?.
Recuerdo el primer día, en ese entonces terminaba un receso de nueve meses por
situaciones sociales que no vienen al caso, pero el caso es que a los dos nos
atañen, porque de no haber sido así no estaría escribiendo esto.
Una imagen dice mas que mil palabras... no tenía conocimiento de esa premisa
hasta esa tarde, yo creo que nunca había vivido una situación similar y de
antemano sé que no volverá a ser, o al menos no es muy probable. Pero esa fue la
primera y la tengo presente como un bello recuerdo viviente, desde ese entonces
estoy como Santo Tomas: “Hasta no ver...” y todo lo demás también.
Esperaba a dos amigos afuera del aula de física, aun odio subir hasta allá, ese
día no iba con muchos ánimos de subir las infernales escaleras que me llevan al
segundo piso, pero más por instinto que por ganas subí, y agitado hasta él
ultimo de los cabellos me pose en una banca.
Saque el walkman me puse los audífonos y prendí un cigarro, en ese entonces
acostumbraba fumar mucho, todavía lo hago pero en menor medida. Seguí escuchando
la cinta, las mismas canciones que ahora duelen y más, en ese instante eran
nuevas, al menos para mí. Si mal no recuerdo y si las neuronas que me quedan no
me quedan mal, faltaban alrededor de no sé cuantos minutos, pero los suficientes
para entretener a cincuenta jóvenes dentro de un aula de física, no son que
deteste la física, bueno... si, pero, carajo, no soy el único, hasta llegue a
sentir el ansia de salir corriendo que ellos estaban sintiendo en ese momento,
se estaban cagando, pero, en fin, si se estaban cagando o no, no es el tema,
tampoco lo es si la clase era de física o química o que se yo, ni tampoco si
ella iba a llegar... bueno... eso nadie, ni yo, ni ella, bueno, ella si sabia
que iba a llegar, ella tenia clase allí. Pero no sabíamos de nuestra existencia
hasta cien escalones después que fugazmente la vi, pues equis, a la primera
vista, fue una mirada, mejor dicho una ojeada de rutina, nada me sorprendió al
instante, salvo que no la había visto nunca, luego me apresure a voltear y
examinar con mas éxito a la niña.
Gire la cabeza hacia la derecha y la vi, caí en cuenta que es de cabellos claros
y de tez blanca y vi que traía puesta una chamarra azul con líneas horizontales
rojas blancas y amarillas, iba a levantarse y cual pájaro asustado ensarte la
mirada hacia mi cuaderno de no sé que materia.
Treinta y cinco segundos jamás se me habían hecho tan eternos como los de
aquella tarde, dirigí la mirada hacia la niña, buscando tal vez su cara, y así
fue, me encontré una linda cara, unos ojos verdes, la verdad no tenia la
cercanía suficiente para distinguir si eran claros u oscuros, vi allí mismo una
nariz semirrecta pero también muy linda y una boca normal, en si no vi bien la
boca pero setenta y cinco por ciento es real, volvió a levantar la mirada y
lleno de pavor volví a ensartar la mirada a mi cuaderno señuelo.
Pasados los treinta y cinco segundos de nuevo rigor, volví a voltear, repetí la
operación tres o cuatro veces mas con resultados distintos y cada vez más
exitosos vi que tiene una bella sonrisa muy sincera, dice quien sabe quien, que
cuando alguien sonríe y se le arrugan los ojos quiere decir que esta sonriendo
sinceramente y así parecía ser en ese momento, tenia las mejillas enrojecidas de
tanto reír aparte del calor que hacia esa tarde de martes de marzo.
De tanto mirarla ni cuenta me había dado de que mis amigos ya habían salido de
clase y tampoco ellos vieron que estaba esperándolos y se fueron, pero que
importaba si había visto algo mejor que la nariz de Gonzo y la cara larga de
George, aunque hubiera querido que estuvieran conmigo en ese momento para dar el
visto bueno de la niña pero no estuvieron y yo mismo saque mis dudas y mis
conclusiones.
Sin darme cuenta de que ella ya se había dado cuenta de mi investigación
continué mirándola hasta que de repente vi que sus ojos tornaron hacia un
objetivo cercano a mí y empezaron a sonreír sinceramente con los ojitos
arrugados pensé que había llegado un amigo a saludarla pero vi que atrás de mí
estaba él vació mire a la izquierda y nada, ¿A quien le podría estar sonriendo
con esa efusividad? No sé pero descubrí una sonrisa linda y muy tierna.
Creo que esa tarde no tuvo clase porque de repente todos sus compañeros se
levantaron y emprendieron rumbo hacia abajo menos ella que espero dos o tres
segundos, volví a voltear y nuestras miradas se encontraron, así como el mar
empieza a tratar de alcanzar al astro lunar por efecto de la marea, o así como
la esférica regresaba a Maradona cuando con amor él la trataba antes de
convertir un gol, los ojos verdes de la niña se clavaron en mis pupilas y los
míos en las suyas a tal grado que casi giramos los cuellos al puro estilo de
Linda Blair en El Exorcista.
Me quede asimilando esa enigmática sonrisa media hora y no pude recordarla de
ningún lado.
Esa tarde me dedique a buscarla entre la multitud preparatoriana pero parece que
un hechizo, no creo en tal pero a veces pienso que hay formas de distraer a la
gente que uno se las cree a lo mejor así fue por que no logre recordar su cara
al menos en el tiempo que estuve buscándola, parece que fueron como no se
cuantos minutos pero nunca di con ella, recorrí todos los edificios y no la vi,
tampoco exagero, no subí ninguna de las escaleras y creo que de haber sido así
la hubiera encontrado, tampoco le pregunté a nadie porque hubiera sido absurdo
ir preguntando a personas que no conocía por una niña que apenas si había visto
cinco minutos y que por obvias razones no conocía su nombre.
Apenas termine mi búsqueda infructuosa me di a la tarea de buscar a mis amigos
los cuales encontré mas temprano de lo que creí empecé a describir como fueron
esos cinco minutos de felicidad pasajera y entre incrédulos y jubilosos me
dieron su opinión del asunto, no les fue muy gracioso y me dijeron que la
siguiera buscando.
Después de salir a comer con Daniel, otro amigo, y George, y después de las
cervezas de rigor nos volvimos a meter en la escuela y seguimos buscando sin
éxito.
Esa noche regrese a mi casa entre confundido y alegre seguí escuchando el
walkman y a medio camino se me terminaron las pilas, ¡Carajo!, nunca creí que se
me fueran a terminar, ¡Mierda! maldije todo el camino.
Llegue a casa pensando en la niña del edificio de física, que seudo mas ñoño, “
Apenas llegue a la escuela y me doy a la tarea de encontrarla.
Así fue al otro día salí como todos a la escuela antes pase por unas pilas, una
plata menos, pero ya estoy escuchando música, no había comentado que no puedo
viajar sin música porque me aburro, me hundo en una tiniebla muy cerrada, siento
que todos van en contra mía, que sólo aislándome puedo ignorarlos y que mejor
que la música como un excipiente c.b.p. para salirme de la realidad desenfrenada
que diariamente nos envuelve en sus problemas.
Ya en la escuela, como era de imaginarse, me di a la tarea de buscarla y mi gran
desilusión fue que no la encontré, al instante, subí a mi clase de anatomía y
cuando iba entrando me di cuenta que su grupo iba saliendo del centro de computo
que esta al lado, decidí esperar unos instantes y no la vi, al momento que me
introduje al aula de anatomía y de seguir la orden de la maestra cerré la
puerta, no sin antes fijarme de nuevo en el centro de computo y cuando tres
cuartos de puerta estaban cerrados, distinguí la misma chamarra azul con líneas
de colores pasando rumbo a la escalera.
-¡No digas pendejadas!- dijo Daniel cuandoo lo entere del asunto parecía estar
incrédulo o más bien parecía que el tema era muy tonto o muy rosa como para ser
realidad, pero total no lo hubiera comprendido y a la fecha no creo que lo
comprenda por que al momento parecía increíble, -¡Es que es en serio, esta niña
es un poema, tienes que verla para que se te quite la duda güey!- parecía
defenderme, para que así se le quitara la duda.
George y Gonzo estaban en la biblioteca, al menos así lo deduje y fui allá a
encontrarlos, así fue estaban haciendo una tarea con Cinthya, y platicando sobre
las Matemáticas de área uno, que dicen las malas lenguas están muy cabronas, la
verdad, aparte de odiar la física, odio las matemáticas, desde un simple uno mas
uno hasta los polinomios compuestos me cagan.
Me uní a la platica solo de oyente y me sorprendió que Cinthya sabia de la
aparición de la niña del salón de física, le explique sobre el tema y le
describí lo poco que sabia de ella, -¡Y que esperas para hablarle!- parecía
decir como si mi timidez no fuera tan grande para plantarme frente a ella y
decirle todo lo que todavía no sentía por ella, se me hizo un absurdo, pero no
di oídos sordos a la sugerencia.
-¿Por qué no hablarle?- no era mala idea, aunque seria un poco raro, no
imaginaba como o que decirle si solo un -¡Hola!, Me llamo Alejandro y quiero
conocerte- no, no, no. Mala idea, ya se me ocurrirá algo mas... ingenioso, esa
noche di vueltas, no creo que haya sido pensando en ella, tal vez fue lo que
cené.
-Pinche gordo a mi se me hace que me estass choreando-, decía Daniel mientras
estábamos en el centro de computo de la élite de la escuela, ahí era nuestro
refugio nos metíamos a jugar con las computadoras estar un rato de cinco horas
en Internet, de vez en cuando en estos encierros salíamos por algo de comer, nos
daba un vampirazo al salir a la intemperie, como si de repente nos hubieran
sacado de un calabozo, pero era por puro placer, en una de esas escapadas fui a
buscarla con mi coca cola en la mano y regrese sin éxito.
En uno de esos tantos días que nos encerrábamos en el centro de computo nos
dimos a la tarea de maquilar un plan, digo nos dimos porque mi imaginación y yo
somos como un equipo de trabajo empezamos a idear frases sabias que después tuve
que quitar por que iba a parecer muy intelectual y hasta a mí me iba a
confundir, llegue a idear el típico, -¡Me das la hora por favor!- pero no ya
esta muy usado, quede en las mismas.
La perdí de vista casi dos días pero estaba muy seguro de que recordaría su cara
por donde la viera no parecía muy desconocida después de cinco minutos de verla
y descubrirla, no a fondo, pero sí lo suficiente.
Pasaron los dos días y baje inmediatamente a buscarla, esta vez corrí con mas
suerte pues al bajar al ultimo bloque de salones me di cuenta de que allí tenia
su guarida, la vi en su “ambiente natural”.
Parecía estar identificada por ese pequeño trozo de propiedad federal, porque la
sonrisa tierna estaba presente pero rodeada de sus amigos y los lindos ojos
verdes estaban rozagantes de frescura y alegría. Al parecer quede perplejo por
unos instantes y no me vio, luego emprendí retirada como soldado gringo en la
selva de Vietnam, seguí vagando por el inmueble hasta que a la hora y media
volví a bajar a inspeccionar, siempre me ha gustado observar una sonrisa, sobre
todo si esa sonrisa alguna vez fue dedicada a mi, así que busque un salón cerca
de la escena y me apoltrone allí a ver si se le escapaba una ojeada a mi guarida
provisional mientras yo sacaba confusas conclusiones sobre su carácter que al
parecer no se veía tan negativo, mas bien alejado de mi realidad.
Salí sin éxito -¡Mierda!- maldije no sé cuantas veces –Mañana será otro día-
siempre vivo con esa esperanza de seguir vivo para mañana porque si no me doy
ánimos nunca saldré de jodido y solitario
¿Por que no haces lo mismo?
Al otro día ya se me había hecho casi una costumbre llegar primero al refugio
del centro de computo a saludar a Andrés y a Daniel, dejaba mis cosas y bajaba a
inspeccionar la guarida de la niña del salón de física, uff! Cada vez le agrego
mas palabras a esta pobre niña nada mas por que no sé su nombre, al llegar a la
guarida y buscar una trinchera para protegerme del poder de sus ojos, -No mames,
que pedo Gordo!!- me interrumpió una voz conocida con un grito que aparte de
hacer que hasta ella volteara a ver la escena me erizo hasta el más rizado de
los cabellos.
Me hice tonto un rato y seguí caminando, como se dice por ahí, para revolver el
río, para ver si en una de mis vueltas, cada vez más frecuentes podría al fin
dar cuenta de ella y saber mas de esa sonrisa y esa linda cara, volví a la
trinchera, esta vez mas poblada para poder protegerme mas, y seguí admirándola
en silencio, sus labios, su cara, sus cabellos que resplandecían a contraluz y
sus lindos ojos que cada vez me hipnotizaban mas, ella de lo mas normal, reía,
giraba, brincaba, parecía que nada ni nadie podía hacer mella de sus actos ni
reprocharle ninguna de sus actitudes. Bella estampa.
Me dirigí al refugio por mis cosas y me dijeron que las tenia Daniel en la
biblioteca, corrí hacia la biblioteca y me encontré a una de sus amigas, me vio
con una cara de “este güey que se trae” y siguió su camino, me metí al aula y
camine entre las mesas para tratar de encontrarlos, vi a George me senté junto a
el, a diferencia de Daniel el parece ponerme atención tratando estos asuntos,
pues el estaba pasando por una situación igual o peor, le explique mas a detalle
lo que me estaba sucediendo en torno a la niña de los ojos verdes, el me dijo lo
que todos me habían dicho que por que no me aventuraba a hablarle y presentarme
como el caballero andante que va a salvarla del peligro urbano y la mezcla de
culturas que se da en el colegio con una armadura de cartón de cerveza y una
lanza hecha con sus ilusiones y sus previas visiones nocturnas en la cual la
imaginaba en un caballo blanco enviándole una de esas miradas que resucitan
hasta al mas tieso del Panteón Dolores.
-Güey, tu crees que son enchiladas o que ppedo? Bien sabes que me decido a ir
pero a la mera hora se me va a arrugar-le dije una y cinco veces mas a George
que parecía ayudar pero solo repetía como perico lo que los demás decían, bah!
Que caso tiene explicarle a todo mundo lo que me pasa, si todos van a decir lo
mismo, ya sea por compromiso o por decirlo en serio, ya me había sucedido una
vez con Robertha, cuando por azares del destino mis amigos se vistieron de
héroes y me dejaron mas jodido de lo que ya estaba, por eso esta vez nada mas
pediría su opinión.
Me vestí de luces esa semana, el sábado anterior había ido a conocer a una niña
en Valle Dorado muy linda la niña, me regalo una rosa, era pequeña y rosa pero
el detalle cuenta, nos tomamos unos cafés cerca de casa y nos contamos
brevemente toda nuestra existencia, son de esas personas que nunca vuelves a ver
pero me la pase muy bien espero que ella también si no, no me interesa, nunca me
intereso.
El martes de esa misma semana me ocurrió algo muy gracioso había una compañera
de mi hermano con la cual nunca me lleve, es mas en una ocasión estuvo a punto
de pegarme un hielazo así nada mas por que a la niña se le antojo agredir a
alguien y que mejor que yo, allí había algo, nunca me di cuenta de que, pero esa
tarde en mis acostumbradas platicas con George, se acerco una niña bajita con
una cola de caballo y un look skate, me pregunto: -¿Conoces a mi amiga?- le
respondí que no porque no la ubicaba en mi lista de rostros conocidos -¿Conoces
a mi amiga?- volví a negarme -Te manda esto!!- En repetidas ocasiones me quedo
perplejo, esta vez me dejaron pendejo, era una rosa enorme y roja, le dije que
le agradeciera el cumplido y que era muy linda, WOW!!, todavía conservo los
pétalos de aquella rosa que duro linda por casi dos semanas.
El miércoles baje de nuevo a la guarida ya casi tenia estudiados todos sus
movimientos cual estrategia gringa de guerra, la veía sonreír y eso me alegraba,
la veía bailar y me di cuenta de que le gustaba el baile y esas ondas, me quede
mirando un rato hasta que me di cuenta que entre todas las miradas que habían en
ese cambio de clase habían dos pares de ojos que se estaban comunicando sin
decir nada, que parecían entablar una larga conversación sin mover un labio,
éramos nosotros dos.
Después de ese bello episodio pasaron varios días viéndola y entablando esa
pequeña y constructiva charla visual ya sabia casi de memoria cuando iba a estar
su guarida y cuando también no lo iba a estar, era ya casi un reflejo
inconsciente el ir a buscarla.
Durante ese periodo tuve un acercamiento con un rincón de mi que no conocía, me
estaba viendo atado a una imagen, y, lo mejor de todo era que esa imagen me
estaba atrapando con tal fuerza, que, paradójicamente, me hacia sentir libre.
Con Daniel y George ya no platicaba del tema porque de plano se me hizo muy
propio y eran momentos que si alguien los sentía era yo, de vez en cuando salía
el tema pero inmediatamente largaba retirada de la conversación evadiendo un
poco la platica como tropa afgana ante el embate yanqui.
Para ese entonces ya me había enrolado en las filas de un enamoramiento que mas
que absurdo fue fantasioso, y si me dedicara a escribir sobre el me saldría
drásticamente del tema, y la verdad ni al caso, prefiero guardar ese circulo
cerrado en mi vida que abrirlo y ponerme melancólico.
Durante ese periodo de receso que fueron, si mal no recuerdo cuatro o cinco
meses, no deje de pensar en la niña del salón de física, en cambio la seguía
admirando en secreto, seguía imaginándome su voz, su carácter, todo, aunque no
tenia ni idea de que decirle si se me presentaba la oportunidad de tenerla de
frente parecería que me limitaría a quedarme boquiabierto contemplando a aquel
poema cara a cara.
¿Que pasaría?
Tal parece que si me hubiera decidido a tomar el toro por los cuernos nunca lo
hubiera hecho, desde un tiempo para acá, me habían hecho saber que la palabra
hubiera no existe en el mundo de los triunfadores, solo en el de los mediocres,
y aunque ya había derramado mediocridad, y todavía lo sigo haciendo, no se si en
mayor o menor grado, en ese momento no quería meter las cuatro patas,
simplemente quería hacerlo mas relajado, mas no por eso, desinteresado, así que
poco a poco fui fraguando el plan, acuñando la moneda de mi sinceridad a
presentar con ella, tallando la lapida de mi derrota, por si se ofrecía, siempre
hago eso, si por algo se caracteriza el típico mexicano, es por estar preparado
hasta para su muerte, a veces, porque la mayoría de las veces ni siquiera nos
preparamos para salir a buscar el sol de cada mañana.
No puedo recordarme en una etapa mental tipo Rocky Balboa, era el vértigo que me
causaba pensar que por próxima vez me tendría que atrever y todavía me causa
vértigo, nervios, miedo, así este tan seguro de que no voy a ser rechazado tengo
miedo a echarlo todo a perder... ¿Eso es de mediocres?
Dejémoslo a otro criterio.
Solo recuerdo que estaba tan productivo pues entre el amor fugaz y la niña del
salón de física no me daba abasto y escribía para una pensando en la niña, y
viceversa, pero las dos funcionaban, seguí contemplando.
Una de esas miraditas de rutina, me costo un buen choque con un profesor de
matemáticas, por eso las odio, y en otra estuve a punto de caer, me sucedieron
varias cosas chuscas en esos momentos, una vez si azoté nadie me vio, al menos
eso creo.
Todavía recuerdo una tarde nublada que baje sin ganas de buscarla pues había
tenido un percance con un tipo con el que nunca había tenido nada que ver hasta
ese momento, que lo odie mas de los cinco minutos que llevaba de “conocerlo” , y
para partirme la madre a la hora de voltear a ver la guarida, vi a la niña
llorando.
En ese momento se me partió el corazón, la madre, la impotencia de verla llorar
y no poder hacer nada al respecto para hacerla sentir bien, me quería morir, o
mejor dicho, me quería entregar al sacrificio para contentar a la diosa local de
mi corazón, talvez sacándome los ojos y comiéndoselos podría sanar su llanto
desconsolado, que cada vez me reventaba mas y me ponía a punto de sentarme a
llorar con ella como muestra de solidaridad.
Que raro, nunca me había puesto tan triste por una imagen tan etérea, y tampoco
nunca me había enternecido tal estampa de tristeza ajena como la de aquella
tarde. Parecía también que estaba llorando por un patán, de esos que nos quitan
la oportunidad de ser felices aunque sea por cinco minutos, pero podría estar
apresurando mi veredicto porque podría estar sufriendo por otras razones ajenas
al corazón, pero, ¿Por qué otras razones estaría llorando irradiando tanta
ternura? Es un enigma que nunca resolveré.
De tantas cosas que me marcaron en esos días, era entrar al refugio y escuchar
las mismas canciones desde el cubículo de Andrés, o llegar temprano y
encontrarme con George sufriendo por la misma niña que nunca le hizo y nunca le
hará caso, o encontrarme a Cinthya y Gonzo en sus días mas acaramelados, como
recién casados, o como siempre, llegando temprano y tocando guitarra hasta que
Gerardo iba a llamarnos la atención, mas por compromiso que por el simple hecho
de hacernos callar, porque en realidad hacían mas ruido los huelguistas, con sus
consignas tontas y sus inmadureces a ritmo del djembé, que nosotros, que
tocábamos para beneplácito de los que nos pedían una canción o simplemente se
acercaban a sus clases con una sonrisa en la cara por haber escuchado una
versión alternativa de la melodía que les gusta.
-¿Güey, por que estaba llorando?- dijo Geoorge, precia estar concentrado en
escucharme, no es que nunca lo haga pero ese día tenía un gran interés en que yo
le contara acerca de la niña del salón de física, como si un rayo de alivio le
hubiera quitado a Claudia de la cabeza, o de plano quería darme el consejo sabio
de un amigo, pero daba y da la casualidad que los dos, aunque físicamente somos
diferentes, tenemos un empate muy cerrado en cuanto a amor se refiere, talvez el
me lleva desventaja por que el se entrega mas rápido, no es que yo no me
entregue, si no que me sé entregar, pero el caso es que siempre terminamos en un
bar de Sanborns llorando como quinceañeras desesperadas, porque nos mandaron a
la chingada.
-A mi se me hace que ese pendejo la hizo lllorar, pero, carajo, se veía tan
tierna, no se George... se que nunca va a ser, para que juego al pendejo si voy
a terminar igual o peor- le dije como resignándome a la derrota en una batalla
contra mi miedo, -Pero ni pedo, me voy a tener que conformar con saber su nombre
así me cueste tiempo y esfuerzo voy a saber su nombre y de sus labios- ni yo
sabía que estaba diciendo, ni que reto me estaba poniendo, aunque soy una
persona que vive de ponerse retos y a veces vencerlos, no siempre, pero eso si
algún día, tarde que temprano lo iba a saber.
Y así pasaron como tres o cuatro días, como si mi reto hubiera sido al aire,
porque no hice caso ni de mi mismo y de plano me seguí escondiendo como el
cobarde que sé ser y que no me sale nada mal, nunca supe el motivo de tan triste
llanto y talvez nunca lo sabré.
Las cosas no marchaban bien en lo académico cada vez me iba de mal en peor, la
verdad nunca le he prestado importancia a un papel que diga: “Certificado de
Preparatoria” y que tenga una calificación de nueve o diez, simplemente me gusta
aprender y aunque es un mal que tengo que pagar, no queda de otra pues ese
pinche papel decide si tienes futuro o no, y aquí estoy luchando todavía por
sacar ese pinche papel.
En ese entonces todo me estaba dando vueltas, desde mi música, la escuela, el
trabajo, los amigos, y mi niña del salón de física, y digo mi niña, aunque se
escuche como esos comentarios de arrabal, porque esa imagen de niña tierna y
esos lindos ojos verdes me pertenecían, pues nadie mas que yo podía sentir como
el estomago se revolvía, y con mucha razón, al verla, todavía lo hace, cuando se
acerca aunque sea a diez metros de distancia siento como tiemblan mis piernas,
como a los futbolistas hondureños el próximo domingo(1), es un poema.
Para casi un mes después caminando por un pasillo luego de mi clase de anatomía,
me encontré a George y a Daniel, -Que pedo Daniel, vamos a comer algo ¿va?- era
como una religión salir a comer a algún lugar los tres juntos e imaginar cosas
burdas, hasta cierto punto causantes de la mas burlona de las risas, -Cámara
nada más voy al baño y nos largamos- me dijo como aceptando la invitación.
En el momento que emprendimos la caminata al edificio C, me encontré de frente a
mi poema personal, a mi libro fantástico de aventuras en donde yo seguramente
saldría héroe, dentro de mis fantasías, es tan bella a veinte centímetros de mi
cara como lo es a mil kilómetros a la redonda, soltó una sonrisa, no se si
nerviosa, entablamos una vez mas una de esas largas charlas visuales, y de
repente sentí como algo especial me abordaba, como una mezcla de nervios, ganas,
miedo, y amor se paraban entre ella y yo, haciéndome ver lo mortal que puede ser
una figura divina en una tierra de verdaderos dioses, como el faro de Alejandría
lo fue ante la serie de terremotos que lo devastó, como el palacio de las Bellas
Artes ante su inminente hundimiento.
-¡Hola!- oí una linda
voz , un canto de ángel susurró a mi oído pero a la vez parecía perforarme la
sien una gran lanza de esperanza, una luz despedida de sus ojos parecía cegarme,
entre perplejo y pendejo, solté una sonrisa nerviosa y parecía que iba a
ahogarme en mi sudor, todo eso en menos de tres segundos, los mismos tres
segundos en los que una persona a punto de morir ve pasar toda su vida cargada
de éxitos, fracasos, tristezas y alegrías, los mismos tres segundos que tardaría
George W. Bush en decidir si manda a la chingada a Afganistán con una bomba
atómica o si les perdona la vida a cambio de que se afeiten las barbas y las
mujeres dejen ver mas que sus ojos(2), tardé tres pinches segundos en saber que
ese saludo iba dirigido a mi.
-A todo esto... ¿Cómo te llamas?- la mismaa operación pero con un poco menos de
sudor, ya asimilada la bella voz que perforaba mis sienes y la sonrisa que
despedía de la cual parecía que iba a salir un nuevo sol, una mirada sincera,
cargada de buenos sentimientos me ponía entre la espada y la opción de salir
corriendo como gacela ante el inminente ataque de un cheetah hambriento y mas
ágil.
-Alejandro... me llamo Alejandro- dije conn una voz entre cortada y ronca, - Y...
¿Tu?- pregunté aprovechando que ella me había robado la idea de preguntarle el
nombre, me dijo su nombre y eso fue todo.
Digo todo porque era lo que quería saber hasta ese momento, hasta el hambre me
espantó terminé pagando la cuenta de mis amigos, que no podían creer lo que me
acababa de suceder y entre celebraciones y burlas se tuvieron que bancar.
2- lo citado anteriormente salió a
raíz de los atentados del 11 de septiembre en New York Estados Unidos. Se dio
una respuesta cabal por parte del presidente George W. Bush con una operación
militar llamada “Libertad Duradera” en la cual se lucha contra el terrorismo a
nivel mundial, a Afganistán le tocó “inaugurar” este operativo pues se presumía
que allí se escondía Usamah bin-Laden. El operativo sigue creo que ahora es en
Colombia... ¿Nos tocara a nosotros con todo y EZLN?
Ahora tenía el 70% de mi
nada más faltaba el platicar con ella así que me di a la tarea de fabricar un
momento para poder encontrarme “casualmente” con ella y contarle mi vida y
escuchar parte de la suya, pero como casi siempre pasa cuando uno fabrica un
plan, simplemente no resulta.
No quiero contar el tiempo que paso pero sé que pasó y no pasó en vano, pues
cada segundo, cada hora, cada día, cada semana, y párale de contar, pensé
profundamente en mi “malévolo plan” para sacarle una larga y tendida plática que
nos debíamos desde hacía ya buen rato.
Recuerdo que la vez mas cercana que tuvimos la oportunidad de una bella plática,
fue en una ocasión en que yo regresaba del centro y casualmente di con la ruta
que ella tomaba para llegar a la escuela, yo subí me acomodé placidamente, iba
ojeando mis escritos y sin darme cuenta ella estaba a un lado de mí, justo
cuando imaginé y planeé iniciar mi plegaria, entre nosotros se sienta su
profesora de Dibujo, y cuando terminaron de platicar, y ya me dirigía a mi
platica me encuentro a un conocido que la verdad ni recuerdo su nombre pero me
lleve la sorpresa de que era amigo mutuo.
Lo risible de todo esto fue que usamos al tipo este como intermediario, tanto
ella para enterarse de mis placeres musicales mi amor por la lectura y mi pésimo
rendimiento escolar, como yo de ella varias cosas que no parecían ser
suficientes pero ya era algo. Bajamos en la escuela y volvimos a ser los mismos
conocidos de vista pero ahora sabíamos que teníamos vida propia, y volábamos por
horizontes distintos, aunque siempre con la esperanza de chocar en uno de esos
vuelos y prestarnos ayuda para salir avantes de esta lucha de seres raros,
indiferentes, y especiales, cada uno de ellos tan asimétricamente idéntico al
otro, pero a la vez con pensamientos tan diferentes y formas de pensar tan
distintas que espantarían al mas importante de los sociólogos.
Y así como ese “encuentro” no hubieron más o al menos no lo recuerdo, y es raro
en mi porque de haber sido así estaría registrándolo en este papel.
Todavía recuerdo en ese periodo que me sucedieron cosas buenas y malas como un
inesperado viaje a Querétaro, varias citas sin sentido, el reencuentro con mi
mejor amigo después de una larga, buena, pero a la vez mala experiencia, idas a
Coyoacán para despejar las tristezas que nos embargaban, recuerdo que varias
veces nos reuníamos saliendo de la escuela para ir a cenar o simplemente
platicar sobre nuestras experiencias, que nos las sabíamos de pe a pa, y al
final o salíamos riendo o salíamos con las caras mas largas que en la historia
se habían visto.
La niña del salón de física seguía en mi mente, no dejaba de imaginar su cara,
su sonrisa, sus ojos...
Así fue, pasó un irremediable año, no puedo asegurar que adquirí madurez, pero
musicalmente, mentalmente, hasta escolarmente había crecido, aunque pagando los
errores de mi vida de hueva y de niño bien, así como varia gente se despidió de
mi entorno diario, mucha gente linda y non grata llegó a todos ellos les he
aprendido bastante, pero esa es otra onda.
Ya nuestra gran hermandad se vio reducida a Jaime – el eterno ausente-, George –
el eterno enamorado –, y yo – el eterno músico furtivo– De vez en cuando se
aparecía Daniel, y Cinthya, pero nosotros nos aferramos a nuestra amistad, y
creo que mas que amistad es una hermandad, y todos lo vemos así.
Después de llevarme dos o tres decepciones con niñas de la escuela que nunca
supieron ver el cariño interno que yo como ser feo tengo, decidí dar un tiempo
para soltar la rienda de mi nuevo interés por la lectura, la escritura y también
para despilfarrar juventud y experiencias al lado de mis inseparables, y al lado
también de mi imagen poética que hacía y todavía hace vibrar la mas aguda de mis
notas.
¡No te digo quien es... todavía no!
Al parecer me iba a quedar con aquella imagen y el recuerdo de esa linda voz
proveniente de la niña del salón de física aquella tarde de verano extraño y
hermoso.
De repente la veía de lejos, así como también de repente la saludaba pero allí
quedaba todo, tenía miedo... tengo miedo incluso aún de romper con esa imagen o
de echarlo todo a perder como he estado acostumbrado.
Es otro tema.
Ahora George derrapaba por otra niña, Jaime penaba por la misma mujer, yo
recordaba tristemente a la “mujer” que jugó vilmente conmigo, pero a la vez reía
burlonamente de mi inocencia –poca- y de la estupidez humana que me hace vivir
todavía en un mundo 45% lleno de fantasía, así debería ser todo y cumpliríamos
muchos sueños tanto propios como ajenos, pues al dar placer recibes placer y al
recibir placer, te dan ganas de regresar el cumplido y cierras ese gran circulo,
no vicioso, mas bien placentero.
Pero un buen día... un buen día de verano o de finales de primavera, yo
regresaba de una juerga vespertina con mis inseparables, estábamos sentados en
la explanada de la escuela, en las típicas y heroicas mesas de ajedrez, cada
loco con su tema, pero con la fortuna de estar juntos.
Después de recorrer de un vistazo el inmueble me di cuenta, que ella estaba
sentada enfrente mío, con su amigo, de repente volvieron a cruzarse las miradas
como antaño, pero ahora note un brillo especial en sus ojos, será que nunca
había admirado ese brillo peculiar en ella y estaba dedicado en fabricar mi
“plan”, que como varios planes se fueron por un gran caño y apestaron medio
universo con la hediondez de mi mediocridad. ¡Que caray!
Pasaron alrededor de treinta minutos o al menos a mi se me hizo ese tiempo, ella
había pasado frente de mi, y solo se limito a alzar la ceja y dejó ver sus
lindos ojos verdes acompañados de esa blanca sonrisa... esa sonrisa... como
había dicho esa linda sonrisa levanta hasta al más tieso del Panteón Dolores, y
ese preciso día yo estaba mas muerto que Pedro Infante y ella vino a resucitarme
el momento, me limité a guiñarle el ojo.
De regreso yo estaba volteando viendo a uno de los personajes urbanos de la
escuela, que satisfacía sus instintos de businessman vendiendo cigarros
clandestinamente dentro del plantel, en ese colegio todos hacen lo que quieren
aunque luego como yo se arrepienten.
-¡Hola!- pareció conocida la voz, volteé yy para mi asombro, era ella, se dirigía
a mí, -Hola- respondí con el poco aliento que me quedaba después de tal
sorpresa, -¿Cómo te llamas?- me preguntó, -Es que siempre nos vemos y nos
saludamos... pero no recuerdo tu nombre- pareció explicarme –Alejandro... me
llamo Alejandro, pero yo de tu nombre si me acuerdo, nunca se me olvida un
nombre y menos el tuyo- le dije –A ver... ¿Cómo me llamo?- preguntó al instante
para comprobar... le dije su nombre y asunto arreglado, soltó una risa muy
linda, una de las más lindas que me había otorgado. Buen día.
Pero fue mejor el siguiente, había una función de teatro, una de mis pasiones, y
decidimos ir a verla, ya habíamos planeado la ida, íbamos a entrar con unas
amigas del grupo, y luego, nos largaríamos al billar a tomarnos unas cervezas, -Güey,
¿Vamos al baño no?- ya saben que antes de entrar a clase o a algún evento entro
al baño antes porque se me hace de mal gusto interrumpir una clase o un
concierto o salir al baño en medio de una buena película, aunque lo de la clase
sea mas bien mentira para quedar bien contigo, porque me gusta interrumpir
clases con mis chistes malos o mis albures o con comentarios que llenos de
eclecticismo y sabiduría, van cargados de incoherencia, en pocas palabras la
cago porque no vienen al caso.
-¡Hola!... ¿Vas a clase?- le pregunté, -Sii, pero luego platicamos un rato- me
respondió, -Ya sabes cuando quieras, me gustaría platicar contigo- y al momento
me preguntó, -Oye ¿Por qué eres tan mamón?-(3) me quede con la boca abierta y la
mandíbula hasta el suelo de la impresión, no de la palabra pues hasta a mi mamá
se la he escuchado, sino de la pregunta tan rara que nunca me habían formulado,
-¿Por qué lo dices?- le contesté tramposammente con una pregunta, -Es que parece
que siempre estas de malas y por eso no te hablaba- y se dio la platica más
larga que habíamos tenido hasta ese entonces con ella, nos contamos parte de
nuestras vidas con una gran sinceridad, nos reímos juntos, hicimos conciencia
juntos, muchas cosas e incógnitas que tenia hasta ese tiempo.
Total que estuvimos
cerca de mucho tiempo platicando y ni fui a la obra ni entre a clases y por
consiguiente ella tampoco.
Dios de mi vida!!!!!! Ese momento lo tendré en mi siempre tanto en mi mente como
en mi corazón, ha sido de los momentos mas emocionantes de mi pobre y jodida
vida, es que nunca me había puesto a platicar con una niña de mi completo agrado
y mucho menos me habían escuchado con tanta atención, parecía estar en medio de
la tormenta de arena, porque ni las miradas de los equis del colegio parecieron
importarme, solo uno que otro conocido me reconoció y me saludó sin el afán de
interrumpir mi trance o mi sueño despierto.
-Bueno... nos vemos después y platicamos ootro rato- me dijo, con el trance y la
calma que me invadió los siguientes trece minutos, me limité a asentir
prometiendo mentalmente que la siguiente vez iba a ser mejor y más fructífero
para ambas partes.
Así fue, efectivamente el día siguiente llegué sin pena ni gloria al colegio,
después de cuatro vueltas y media al plantel –en realidad creo que no le di ni
una vuelta completa- sin resultados de ninguna índole, opté por irme a refugiar
a la biblioteca.
Entre que ojeaba un libro de Mario Benedetti, revisaba mis apuntes de Geografía
Política y escuchaba a Los Fabulosos Cadillacs, me dieron unas inmensas ganas de
buscarla, pero a la vez me dio hueva el saber que a la mejor todavía no llegaba
y que seguramente terminaría sentado, maldiciendo, leyendo y una serie de verbos
en participio y gerundio.
Para fortuna de ella -sic- no fue así, apenas salí del inmueble bibliotecario,
compré un par de cigarros y una Coca-cola, me senté como si no hubiera pasado
nada, saqué un cuaderno, empecé a escribir lo primero que se me venía a la
mente, volteé a mi izquierda... y la vi.
¿Estaría más radiante que otras veces, o ya la empezaba a ver de otra forma?
No lo sé...
Bueno, si lo sé pero no te lo voy a decir.
Me hice pendejo un rato -¿Un rato?- y de repente ya estábamos platicando otra
vez, cosas pendientes de la platica anterior, pero esta vez contábamos con menos
tiempo y más ganas de conocernos.
Así fue en varias ocasiones.
Ahora terminé el curso pero no he vuelto mas que en contadas ocasiones.
¿Sabrás a lo que voy?
El total del tiempo que paso allí es por verla nada mas.
Y aquí estoy esperando que llegue llevo sentado un buen rato, hace frío y me
tiemblan los pies, mierda, no es frío, es el miedo de volverla a ver aunque la
vi la semana pasada, pero ahora vengo armado con unas flores y este cuento que
relata a mi modo fantasioso y soñador, como la conocí.(4)
-¡Hola Dennis!-
¿Continuara?... tu escribes el final!!!!!!!!
4. Efectivamente el plan se fraguó así, el día de
su cumpleaños 19 llegué armado de este breve relato y media docena de flores, me
temblaban las piernas y en el acto fumé tres cigarros, recuerdo que la vi y así
sin pensarlo le di mi regalo... Ella de primera lo leyó acompañada de sus
amigos. Yo estaba que no creía en mi mismo, al poco rato se acercó con la cara
llena de alegría y los ojos verdes con señales de lluvia y me dijo:-“Gracias
Alex, en verdad muchas gracias, nunca pensé que recordaras mi cumple”- Cómo
olvidarlo si es apenas dos días antes que el mío.
Por cierto, al día siguiente caí nuevamente en los brazos del amor, lo raro fue
que ella no era la protagonista.
Como verás este es un pequeño cuento sacado de lo más fumado de mis sueños
reales.
Tú eres el más lindo de esos sueños y quiero que este día –6 diciembre 2001- te
lo pases como sabes pasártelo acompañado de los que te quieren – algunos más que
yo, algunos menos – , y este cuento lo hice pensando en como la magia de una
mirada y una sonrisa pueden hacer que dos personas de vidas totalmente distintas
con costumbres en nada o en no del todo similares pueden llegar a conocerse y
formar una linda pareja amistosa y así como yo pienso en ti cada día, cada hora,
cada segundo, con la misma sonrisa con la que me atrapaste esa mágica tarde del
2000, tu leas esta, mi opera prima en cuanto a hacerle al escritor se refiere,
se quiere, se puede, pero no se si se deba.
Ahora no sé donde estés y que hayas hecho con mi cuento pero espero un día no
muy lejano poder volver a encontrarte y mirar una vez más tus ojos verdes, y
platicar sobre nuestros episodios después de tu cumpleaños.