El día decimosexto que llevaban en la montaña, día 29 de Octubre, amaneció despejado. Los
jóvenes salieron del avión, tendieron al sol sus mantas y ropas, y se acomodaron en los asientos que
habían armado a largo del fuselaje. Últimamente todo estaba marchando bien y los grupos trabajaban en
completa armonía, ya sea ordenando el avión, derritiendo nieve o haciendo alguna otra cosa. Numma
Turcatti estaba feliz por dos motivos. Había encontrado la cámara fotográfica de su hermano mayor,
perdida en el accidente, y al día siguiente 30 de Octubre, iba a cumplir 25 años.
        A eso de las 6: 00 de la tarde, cuando el sol se había puesto tras las montañas, los muchachos se
metieron en el avión. Comieron, rezaron y se prepararon para acostarse extendiendo en el piso los
almohadones de los asientos.
        Diego Storm y Gustavo Nicolich se sentían deprimidos aquella noche. Su buen amigo Roy Harley
hizo lo que pudo para levantarles el animo y alegrarlos un poco. Generalmente Harley dormía delante de
Storm. Aquella noche decidieron cambiar los puestos, ya que Storm se sentía incómodo. Harley yacía
acurrucado junto a Nicolich. Mientras tanto los demás se acomodaban bajo las mantas y se iban
durmiendo.
        Roy Harley todavía permanecía despierto, cuando se oyeron dos estruendos terribles. Sonaron como truenos. Inmediatamente se abatieron sobre la débil barricada que cerraba el boquete trasero del fuselaje toneladas de nieve blanda, invadiendo el fuselaje y la cabina. El retumbar de un rayo había producido una avalancha de nieve, que derribó y arrastró el “tapón” con que habían obstruido la abertura trasera.
        Todos, menos Roy Harley, que se incorporó rápidamente al oír el ruido, quedaron sepultados de un
momento a otro bajo casi un metro y medio de nieve. Lo que vio Harley al incorporarse lo dejó aterrado.
El avión estaba casi completamente lleno de nieve y todo lo que anteriormente cubría el suelo había
desaparecido. Roy empezó a cavar hacia su lado derecho, donde anteriormente se encontraba Carlitos
Páez. Primero le descubrió la cara y después el torso. Al ver que había manos fuera de la superficie de la
nieve, Harley fue a rescatar a otros compañeros. Liberó a Canessa y luego fue por Adolfo Strauch. Ya
habían pasado varios minutos del alud y la mayoría de sus compañeros permanecían bajo la nieve aún.
        Los que estaban sobre las camas colgantes no se vieron afectados en gran parte por la avalancha.
Vizintin a pesar de estar herido ayudaba a cavar desde su lugar pero Echevarren no se podía mover y
Nogueira estaba shockeado por lo que había visto.
        Hasta el momento Harley, Páez, Sabella, Canessa y Adolfo Strauch se hallaban libres y cavando en
la nieve.  Cuando Adolfo Strauch se encontraba bajo la nieve, gritaba a su primo que resistiese, mientras
tanto Harley ya estaba llegando a él con sus manos. Una vez que Adolfo Strauch quedo libre, su primo
(Eduardo), Inciarte, Daniel Fernández y François salieron por el mismo agujero que él había dejado.
Todos comenzaron a buscar al capitán del equipo, Marcelo Pérez, pero al encontrarlo ya había muerto.
        Roy Harley que había quedado hundido en la nieve hasta el pecho, oía las voces ahogadas bajo la
nieve de sus compañeros. Empezó a excavar con las manos en busca de su amigo Diego Storm, con quien había cambiado el lugar hacía instantes. A aquella altura este esfuerzo era literalmente agotador. Perdió completamente la sensibilidad en sus manos, que se le congelaban.
        Cuando Páez se sintió libre comenzó a buscar a sus amigos Nicolich y Storm, pero se le congelaban
las manos y debía parar para calentárselas con el encendedor. Se comunico con Gustavo Zerbino a través
de un túnel pero Zerbino le dijo que el se encontraba perfectamente y que podía rescatar a otro.
Finalmente halló a su amigo Nicolich, pero ya era tarde.
        Uno de los que no se entregaron fue Fernando Parrado. Había leído hacía tiempo un articulo sobre
ciertas personas atrapadas bajo una avalancha de nieve en Suiza. Recordó que algunos se salvaron
levantando los brazos y las manos hasta su rostro y empujando la nieve hacia atrás, para formar una bolsa de aire. Parrado lo hizo así y empezó a gritar pidiendo auxilio. En el último momento, cuando ya estaba
por entregarse, Carlos Páez llegó hasta su cara y luego fue a buscar a Storm. Cuando Páez llegó hasta su
amigo, se dio cuenta que estaba muerto.
        Canessa encontró muerto a su amigo Maspons. Roque (el mecánico) y Menéndez murieron al
derrumbarse la barrera, pero parte de ella salvó la vida de Turcatti y Alfredo Delgado. Algorta se
preparaba para morir cuando una mano llegó a su cara, permitiéndole respirar.
        Al ir a rescatar a Javier Methol este les dijo que primero rescaten a su esposa. Methol se liberó y
junto a Zerbino comenzaron a buscar a Liliana. Cuando la encontraron, estaba muerta. Javier cayó
fulminado en la nieve, llorando, abrumado por el dolor.
Ahora los sobrevivientes se encontraban casi contra el techo, con miedo, frío y sin ocho de sus mejores
compañeros. El capitán del equipo, Marcelo Pérez había muerto; Juan Carlos Menedez y el mecánico
Roque estaban muertos bajo la barrera de la entrada; Platero, a quien le habían sacado un tubo del
estómago y su herida había cicatrizando; Nicolich y Storm, amigos de Páez también lo estaban; Liliana
Methol, querida y respetada por todos los jóvenes, había muerto al lado de su esposo; Daniel Maspons, a
quien Canessa halló como si estuviese durmiendo también estaba muerto.
        Nuevamente comenzaron a sentir que sus vidas se podrían acabar de un momento al otro. Los 19
sobrevivientes que hasta el momento quedaban pasaron una noche peor aún que la primera. Una hora mas tarde del primer alud, otra avalancha cayó sobre el avión pero esta vez paso por arriba y muy poca nieve pudo llegar al interior. Con esta segunda avalancha el avión se encontraba completamente enterrado.
        Ya avanzada la noche los muchachos estaban cansados y con frío, ya que las mantas, zapatillas y
otras ropas habían quedado bajo la nieve. Debían darse golpes para restablecer la circulación de la sangre. Entre tres o cuatro cavaron un hoyo en el medio de la nieve en el cual algunos podían sentarse con sus
piernas dentro y uno debía permanecer parado en el medio del hoyo saltando sobre sus pies para que no
se les congelasen.
        Algunas horas mas tarde les comenzó al faltar el aire, entonces Parrado agarró una vara y consiguió
pasarla por entrada hacia el exterior, haciendo un túnel por donde el oxigeno llegaba a ellos.
        La tormenta duró 2 días mas por lo cual los sobrevivientes debieron quedarse dentro del avión. El
primero de Noviembre seis de los muchachos salieron del avión a derretir nieve y limpiar las ventanas. Al
día siguiente, el cielo estaba despejado y se organizaron nuevamente en equipos. Empezaron a quitar la
nieve y los cuerpos del avión y a buscar los cadáveres que habían quedado completamente enterrados en
el exterior.



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