Diferencias entre el hombre y la mujer
¿Existen diferencias en la adaptación al ejercicio físico entre la mujer y el hombre?
La respuesta al ejercicio físico en la mujer tiene características diferenciales
respecto al hombre, si bien son pocos los estudios científicos que han investigado este
aspecto, motivado quizás por la tardía incorporación de la mujer a la práctica
deportiva y por su todavía escasa participación si tomamos como referencia la actividad
física masculina (tanto a nivel recreacional como en el deporte de elite).
Aunque existen factores biológicos que limitan la potencia física de la mujer (talla,
masa muscular, tamaño del corazón, etc.) es innegable que las mujeres están mejorando
su condición física con una progresión más rápida que los hombres y alcanzando marcas
deportivas cada vez más cercanas a las del sexo masculino.
Las mujeres tienen menor tamaño, talla y peso total que los hombres, en definitiva
un armazón material más ligero. Su composición corporal es claramente diferente de la
del hombre siendo los factores hormonales, una vez alcanzada la pubertad, los
determinantes de dicha diferencia: Peso óseo inferior, un mayor porcentaje graso y menor
masa magra (libre de grasa)
Composición Corporal
Peso graso |
Peso magro |
Mujer |
20-25% |
20-25% |
Varón |
12-16% |
35-40% |
La masa magra pico en la mujer se alcanza a
los 13-15 años mientras que en el hombre sigue aumentando hasta los 20 años. El mayor
peso graso dificulta la práctica deportiva, aumentando la fatiga y reduciendo la
motricidad. La constitución del cuerpo de la mujer se diferencia de la del varón por su
mayor distribución de la grasa en glúteos, mamas, caderas y parte superior de los
muslos, por la acción de los estrógenos, que también provocan un crecimiento de los
huesos más precoz y un fin del desarrollo más temprano.
Presentan pelvis más anchas y menos profundas, mayor angulación del fémur, y una
mayor curvadura ( con convexidad anterior) de la columna vertebral a nivel lumbar que
dificulta el trabajo con cargas. Las extremidades en relación con la estatura son más
cortas, lo que equivale a un brazo de palanca más pequeño, que puede limitar su
rendimiento en algunas especialidades deportivas por una menor eficiencia mecánica. La
existencia de una cierta convexidad articular en rodillas (valgo o rotación interna)
aumenta el riesgo de inestabilidad con una mayor incidencia de lesiones en el ligamento
cruzado anterior, síndromes femoropatelares y fracturas de estrés.
Por otro lado, el centro de gravedad se sitúa un 6% más bajo que en el hombre lo que le
confiere mayor estabilidad.
Diferencias cardiovasculares
Fundamentalmente son factores anatómicos los que imponen las limitaciones
cardiovasculares: Las mujeres tienen las vísceras de menor tamaño que los varones.
La mujer tiene un menor desarrollo de la caja torácica y un corazón más pequeño, menor
cantidad de sangre y volumen sistólico ( cantidad de sangre que expulsa el corazón cada
vez que se contrae para igual demanda de oxigeno). Su frecuencia cardiaca ( pulsación del
corazón por minuto), por tanto, va a ser mayor.
Diferencias respiratorias
Las diferencias ventilatorias en la mujer son secundarias tanto a su menor dimensión
corporal, como del desarrollo de la caja torácica y menor tejido pulmonar. Por ello, sus
parámetros de función respiratoria son inferiores a los del sexo masculino, por que
tiene menor capacidad pulmonar total (espacio en los pulmones para recibir el aire). Para
poder mantener igual ventilación se vería obligada a aumentar su frecuencia respiratoria
( numero de respiraciones por minuto).
Termorregulación. Respuesta al estrés medioambiental.
La mujer tiene menor capacidad de producción de calor, pero, por otro lado, su mayor
porcentaje de grasa subcutánea le confiere un mayor aislamiento, lo que contrarrestaría
en parte el defecto anterior. La relación superficie corporal/peso corporal es mayor en
la mujer y esto implica que puede perder o ganar calor más rápidamente. Presenta igual
tolerancia al calor y al frío en ejercicio para igual intensidad relativa (aunque suda
menos) e igual capacidad en altura; en definitiva, una mayor resistencia orgánica
(general, al frío, calor, dolor...). La condición física y la aclimatación parecen
influir más en la respuesta termorreguladora al ejercicio físico que las diferencias
biológicas en ambos sexos.
Cualidades motoras
Las diferencias hormonales (testosterona 10-20 veces menor en la mujer) condicionan
una menor fuerza muscular secundaria a su menor peso magro (peso libre de grasa). La
fuerza máxima se alcanza antes en la mujer, a los 18-22 años y es un 40% inferior a la
que alcanza el hombre. Existe mayor similitud en ambos sexos en los valores de fuerza de
tren inferior y fuerza elástica (70-80% de la del hombre) siendo las diferencias más
llamativas en cuanto a potencia en tren superior (50-60% de la del hombre)
No existen diferencias en el reparto de fibras musculares, pero se cree que la mujer posee
fibras de menor tamaño y quizá menor número de fibras.
La elasticidad es hasta un 10% mayor en la mujer, al igual que la movilidad articular y
laxitud ligamentosa.
Posee mayor habilidad en el aprendizaje motor, coordinación y ejecución técnica de los
movimientos y tiene menor predisposición a algunas lesiones.
Su velocidad de reacción y frecuencia de movimientos es análoga a la del hombre pero con
una menor velocidad de traslación.
La mujer sometida a un programa de entrenamiento de fuerza consigue iguales mejoras que el
hombre (20-40%) aunque no tanto por hipertrofia muscular (secundaria a la acción
anabolizante del entrenamiento de fuerza por aumento de la testosterona) como por factores
de control neuromotor o neurales. Sin embargo, requiere mayor cantidad de entrenamiento y
mayor número de sesiones (trabajando iguales volúmenes y con igual técnica de
entrenamiento).
La mujer precisa dos veces más tiempo para desarrollar igual fuerza relativa. Así mismo,
precisa trabajar con mayor regularidad para mantener su volumen muscular.