Corazón y ejercicio
Adaptaciones cardiovasculares que
se producen durante la actividad física:
Frecuencia cardiaca
Entre las modificaciones cardiovasculares se observa un descenso
de la frecuencia cardiaca (pulsaciones del corazón por minuto) en reposo y también
durante la realización de un ejercicio físico de intensidad submáxima, sin que se
aprecien modificaciones habitualmente en la frecuencia cardiaca máxima con el
entrenamiento. Es decir, un mismo esfuerzo mecánico (por ejemplo correr a 12 km/h) antes
del entrenamiento podría suponer para el organismo un esfuerzo en cuanto a frecuencia
cardiaca de 140 lat/min. y después de 4 semanas de entrenamiento aeróbico suponer 130
lat/min.
Indudablemente es una evolución positiva y una mejora en la condición cardiovascular. La
frecuencia cardiaca por lo tanto, es un parámetro fácil de medir, que cuantifica de una
manera práctica y real la intensidad del esfuerzo físico a nivel cardiovascular. Su
conocimiento nos permite objetivar la intensidad de un ejercicio y prescribir las cargas
de entrenamiento en función de dicho parámetro. Igualmente vamos a poder realizar una
transferencia del esfuerzo realizado en las ergometrías (pruebas de esfuerzo realizadas
en los laboratorios de fisiología del ejercicio) al terreno deportivo. Por este motivo,
cada vez con más frecuencia, los deportistas en sus entrenamientos y competiciones,
fundamentalmente atletas de fondo, utilizan pulsómetros que, por telemetría, les
permiten saber en cada momento la frecuencia cardiaca.
Tensión arterial
Las cifras de tensión arterial disminuyen en reposo y durante
el ejercicio experimentan incrementos más suaves que en sujetos no entrenados, de forma
que el producto de la tensión arterial sistólica por la frecuencia cardiaca, que es un
índice de sobrecarga a que está sometido el corazón, disminuye.
El ejercicio físico aeróbico está recomendado como tratamiento coadyuvante en la
hipertensión arterial ligera-moderada, junto a medidas higiénico-dietéticas como la
dieta hiposódica, la pérdida de peso en caso de obesidad y el control del estrés. Estas
son medidas iniciales antes de considerar el tratamiento farmacológico de la
hipertensión arterial. El ejercicio aeróbico produce una vasodilatación que tiende a
disminuir las resistencias vasculares periféricas y en consecuencia disminuir la tensión
arterial diastólica durante el ejercicio. En cualquier caso, en una persona con una
hipertensión ligera-moderada, está indicado antes de la prescripción de ejercicio la
realización de un test de esfuerzo con valoración de la respuesta de la tensión
arterial.
Tamaño de las cavidades del corazón
Otra de las adaptaciones más interesantes que se producen a
nivel cardiovascular como consecuencia del entrenamiento aeróbico, dinámico, de larga
duración, es en relación al tamaño de las cavidades del corazón, las cuales aumentan,
mejorando su capacidad de llenado por lo que se incrementa el volumen cardiaco. Las
paredes del corazón son algo más gruesas que en la población no deportista. En conjunto
el corazón crece de una forma armónica sin que se produzcan desequilibrios entre el
volumen de las cavidades cardiacas y los espesores de las paredes.
Incremento del volumen sistólico
Otra adaptación importante del corazón es el incremento del
volumen sistólico o volumen latido, es decir, la cantidad de sangre que expulsa el
corazón cada vez que se contrae. Este aumento se produce en reposo y en ejercicio
submáximo y máximo. Por lo tanto la cantidad de sangre que expulsa el corazón cada
minuto (gasto cardiaco o volumen minuto) que depende de la frecuencia cardiaca y del
volumen latido también se incrementará de forma importante al realizar un esfuerzo
máximo, sin que experimente modificaciones en reposo ni al realizar un ejercicio
submáximo.
Vasos sanguíneos sanguíneos
A nivel de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón, tienen
una mayor capacidad de dilatarse en ejercicio a la vez que aumenta el número de capilares
en relación a las fibras del músculo cardiaco. En cuanto a la vascularización
periférica, es decir, los pequeños vasos (capilares) que aportan la sangre a las fibras
musculares de los músculos esqueléticos también aumentan en número y capacidad de
dilatarse en ejercicio. De esta forma el incremento de la densidad capilar permite que con
mayor facilidad llegue la sangre a las fibras musculares del corazón y músculos
esqueléticos esqueléticos, aportando el oxígeno y nutrientes necesarios para la
contracción muscular.
El volumen plasmático
Por otra parte el volumen plasmático, el número de hematíes y
la hemoglobina, es decir, los transportadores del oxígeno por la sangre aumentan en
individuos entrenados. Además el músculo es capaz con el entrenamiento aeróbico de
extraer más oxígeno de la sangre (aumenta la diferencia arterio-venosa de oxígeno), de
forma que al salir la sangre del músculo lleva menos oxígeno de lo que llevaría en el
caso de una persona no entrenada. El músculo entrenado además tiene mayor capacidad de
utilizar el oxígeno que le llega por los capilares (mayor capacidad oxidativa) debido a
un incremento en el número y tamaño de las mitocondrias y a un aumento en la actividad
de las enzimas oxidativas. Igualmente será capaz de incrementar la utilización de las
grasas como substrato energético, retrasando la utilización del glucógeno muscular
(hidratos de carbono del músculo muy útiles para obtener energía, pero más escasos que
las grasas de reserva del organismo).
El umbral anaeróbico, es decir, la intensidad de esfuerzo a partir de la cual se
incrementa de una manera importante el metabolismo anaeróbico y no es compensado o
asimilado por el organismo de forma que aparece la fatiga, en personas entrenadas aparece
a esfuerzos físicos más altos. Esto significa que la persona entrenada es capaz de
realizar intensidades de ejercicio mayores sin fatigarse.
El consumo máximo de oxígeno (VO 2 máx.)
Es un parámetro que nos indica la capacidad de trabajo físico
de un individuo y nos refleja de forma global el sistema de transporte de oxígeno desde
la atmósfera hasta su utilización en el músculo. Si consideramos que el consumo de
oxígeno es el producto del gasto cardiaco por la diferencia arterio-venosa de oxígeno,
deducimos que éste se incrementa en personas entrenadas. Esta mejoría del VO 2 máx. se
ha demostrado no sólo en sujetos sanos que realizan ejercicio físico con regularidad,
sino también en pacientes con cardiopatía isquémica, e incluso en algunos con
enfermedad pulmonar pulmonar.