Un Alacran por las que van de Arena



UN ALACRAN (POR LAS QUE VAN DE ARENA)

Teatro sin palabras innecesarias Original de: Juan Carlos Vives A Vivian Cruz, Maira Sérbulo y Juan Manuel Bernal: Generación de esta obra. P E R S O N A J E S : El Bombero La Mesera El Restaurantero La Azafata El Piloto La Gitana El Payaso La Enfermera El Viejo Zapatero El Cura .El Espacio está, evidentemente, vacio Esta obra fué estrenada el 17 de junio de 1997, en el Teatro Helénico de la ciudad de México; con la actuación de Maira Serbulo, Gabriel Porras, Vivian Cruz y Gastón Yanes. El vestuario fué de Emilio Rebollar, las máscaras de Guillermo Larrea, la iluminación de Matías Gorlero, la asistencia de dirección de Fernando Escalona, y la dirección de Juan Carlos Vives. A C T O Ú N I C O E S C E N A U N O La gitana, sentada, toma la mano izquierda del payaso, sentado frente a ella; y tras examinarla por un par de segundos advirtió que la linea del amor está ya muy pronunciada. En la blanca mano del payaso se leé muy claro que habrá boda pronto. Habrá boda, y la novia irá de blanco. En la mente del payaso solo aparece la enfermera, y se pone felíz de imaginar que su amada ya nació, y que es todavía virgen. El payaso, felíz, paga tres monedas y sale. La gitana bosteza. E S C E N A D O S El bombero y la azafata se besan en un restaurante. La azafata sale rápido, y el bombero no entiende porqué. Entra la mesera y besa al bombero. El bombero sonríe porque ya llegó su prometida. Miran el anillo de compromiso de la mesera, se miran los bolsillos: no tienen dinero para casarse. La masera sale rápido, y el bombero no entiende porqué. Entra el restaurantero con toda la intensión de regañar a la mesera por no estar trabajando, pero al ver al bombero se contiene de hacerlo. Se saludan, y platican de sus respectivos trabajos. Al bombero le va bien si hay un incendio por apagar; en cambio al restaurantero le va muy bien haya o no haya incendios, porque todo el mundo come. E S C E N A T R E S La gitana, sentada, toma la mano izquierda de la enfermera, sentada junto a ella; y tras examinarla por un par de segundos advirtió que por fin el destino haría justicia. En la pálida mano de la enfermera se leé muy claro que un hombre bueno, con la sonrisa en el alma, la haría la mujer más dichosa del universo. En la mente de la enfermera solo aparece el payaso, y se pone felíz de imaginar que su amado ya nació, y le pondrá alegría a su vida. La enfermera, felíz, sale a buscarlo. La gitana se queda sin sus tres monedas, y bosteza. E S C E N A C U A T R O El bombero y el restaurantero siguen hablando de dinero. En vista de que la mesera está trabajando y la azafata ya se fué, el bombero decide que ya no tiene nada que hacer ahí, y sale. Entra la mesera, y el restaurantero, con una actitud muy cambiada y generosa, la detiene. Saca un cheque firmado por el mismo, que entrega a la sorprendida mesera. Es su aguinaldo por adelantado. El restaurantero se inclina para recibir un beso, pero la mesera sale felíz a dar la buena noticia a su prometido, el bombero. El restaurantero, sin su beso, ve entrar a la azafata, quien pregunta por el bombero. E S C E N A C I N C O La gitana, sentada, toma la mano izquierda del viejo zapatero, sentado frente a ella; y tras examinarla por un par de segundos no advierta nada. En la mente de la gitana solo aparecen el payaso y la enfermera juntos y felices. La gitana se golpea la cabeza por no haber reunido a quienes tienen escrito en las palmas de sus manos que se aman y deben reunirse. Imperativo es encontrarlos y juntarlos. El viejo zapatero quiere irse sin ser visto, pero la gitana lo retiene por el cinturón. Usted es el elegido para llevar a cabo una reunión de amor: un hombre sonriente y una mujer de blanco estan destinados a amarse. El viejo zapatero, con más dudas que las que traía al llegar, ve salir a la gitana, que va con aires de profeta. Entra la enfermera, buscando a su amado, sin ser vista por el viejo zapatero. Sale el viejo zapatero ensimismado. Entra el payaso, buscando a su amada, sin ser visto ni por la enfermera ni por el viejo zapatero. E S C E N A S E I S La mesera da la buena noticia al bombero que ya pueden casarse, puesto que el restaurantero adelantó el aguinaldo. Los dos brincan de felicidad. Con el dinero se puede comprar cualquier cosa. Entra el cura, quien les vende un ramo de novia, un lazo, un par de anillos, la renta de su iglesia, y hasta arroz. Los casa en ese mismo instante. El bombero toma algo del dinero, y sale a comprar boletos de avión y reservar un hotel para la luna de miel. El cura recomienda a la mesera que aviente el ramo, para ver quien es la siguiente clienta en casarse. La mesera así lo hace. E S C N A S I E T E El viejo zapatero abre su establecimiento de reparado de calzado. Ha tratado de olvidar un poco la absurda misión que le encomendó la gitana, distrayéndose en su trabajo. Entra el payaso y pide que le remienden sus zapatotes. El viejo zapatero promete tenerlos listos. Sale el payaso. Entra la gitana a recordarle al viejo zapatero que tiene una misión que cumplir. Que esté muy atento, al igual que ella, por si en una de esas aparecen los dos amantes. Y aprovechando el viaje, pide que le remienden sus huaraches. El viejo zapatero, un poco intimidado ya, promete tenerlos listos. Sale la gitana. Entra la enfermera, y pide que le remienden sus botines. El viejo zapatero promete tenerlos listos. Sale la enfermera. Mientras el viejo zapatero trabaja en los pedidos de sus clientes, cae en la cuenta del error que ha cometido golpeándose la cabeza. Dejó ir a los dos amantes. Pero no se preocupa, porque regresarán por sus zapatos forzosamente, y entonces les dará la noticia. E S C E N A O C H O En el avión, la mesera es recibida gentilmente por la azafata, quien la conduce hasta su asiento. La atención es muy buena en esta linea aerea. La azafata se retira a atender al resto de los pasajeros. Entra el bombero y se sienta junta a su ahora esposa, la mesera. El avión está a punto de despegar, y es necesario dar instrucciones de seguridad a todos los pasajeros. Y mientras la azafata lo hace, se percata de la presencia de su amante, el bombero, que va con su esposa. Una discusión en un avión está totalmente fuera de lugar, pero los tres se dirigen al mismo destino inevitablemente. E S C E N A N U E V E Al payaso le da comezón en los pies de tanto estar descalzo, por lo que va con el viejo zapatero a ver si sus zapatotes ya están listos. Llegando, el viejo zapatero lo felicita. Su amada, no solo ya nació, sino que tengo sus zapatos aquí en mi mostrador. El payaso, eufórico de felicidad, toma uno de los huaraches y sale corriendo a buscar a su amada. El viejo zapatero solo tiene tiempo de tomar uno de los botines, y levantándolo en alto, gritarle al payaso que se ha confundido de calzado. Pero fué inutil; el payaso iba demasiado contento para escuchar lo que el viejo zapatero le gritaba. Sale el viejo zapatero, bastante desepcionado de si mismo. Entra el payaso. Coloca el huarache en el suelo, y empieza a imaginar como será su amada: ¿alta?, ¿flaca?, ¿rubia?, ¿bajita?, ¿gorda?, ¿calva?... E S C E N A D I E Z La mesera y el bombero, tomados del brazo y con su reservación en la mano, se hospedan casualmente en el mismo hotel que la azafata y el piloto, marido y mujer desde hace ya varios años, y que van muy orondos tomados del brazo y con su reservación en la mano. Para los amantes, los celos en este momento están de más, porque es evidente que cada uno cuenta con su matrimonio. Tambien casualmente les asignan habitaciónes que quedan una al lado de la otra. En la noche, en la habitación nupcial, tiene lugar una apasionada y típica velada romántica; mientras que en la habitación contigua, tiene lugar una ya rutinaria y típica sesión de ver televisión. E S C E N A O N C E El viejo zapatero, que ya no sabe como solucionar su problema, ve que ahí viene la gitana. El viejo zapatero decide que decir la verdad siempre es mejor, y le cuenta lo sucedido a la gitana; quien en vez de enojarse, toma uno de los botines y sale decidida a hacer un cambio de calzado cueste lo que cueste. E S C E N A D O C E El piloto ronca demasiado. La azafata aprovecha esta situación para verse a solas con el bombero. Entran el bombero y la mesera tomados de la mano. Al parecer, la cita va a estar un poco complicada; la mesera no quiere separarse de su reciente marido ni un segundo. Pero este obstáculo no impide que la azafata y el bombero se manden algunas señas a espaldas de la mesera para poder verse despues. Sale la azafata. La mesera y el bombero escuchan un extraño ruido. Se trata de los ronquidos del piloto. Sale el bombero a buscar a la azafata, fingiendo ir a arreglar el problema del excesivo ruido, en lo que la mesera trata de averiguar porqué suenan tan feo esos ronquidos. E S C E N A T R E C E El viejo zapatero ve que por allá se acerca la enfermera, que viene a recoger sus botines ya remendados, y la felicita. Su amado, no solo ya nació, sino que tengo sus zapatos aquí en mi mostrador. Y antes que sucediera otra desgracia, el viejo zapatero toma uno de los zapatotes del payaso y se lo entrega a la enfermera, deseándole mucha suerte en su búsqueda. La enfermera, eufórica de felicidad, sale corriendo a buscar a su amado. El viejo zapatero ya siente que su misión se está cumpliendo. E S C E N A C A T O R C E La mesera ya no aguanta los ronquidos del piloto. Entra el bombero. La mesera pide al bombero una cosa que él alguna vez prometió y no ha cumplido: llevarle serenata a su esposa. Así se matan dos pájaros de un tiro: cero ruidos y romántica velada con música. El bombero, que ahora tiene el pretexto ideal para ver a la azafata, dice que sí a la petición de su mujer. Sale la mesera felíz por tener tan buen marido, y el bombero, como que no quiere la cosa, trata de indagar tambien porqué suenan tan feo esos ronquidos. E S C E N A Q U I N C E La búsqueda del amado de la enfermera ahora es más sencilla puesto que ya tiene una pista: un zapatote. Entra la gitana con un botín en la mano. La enfermera ve a la gitana. Sabe que si bien el zapatote que tiene no le iría muy bien que dijamos a la gitana, la gitana tiene un botín suyo, y de eso no hay duda. La enfermera toma aire, y le propone matrimonio, luna de miel, hijos, nietos, y una vida en pareja muy coqueta a la gitana, quien se queda anonadada. Incluso, puesto que él no desaprovecha ninguna oportunidad, entra el cura a venderles ramos, lazos, anillos, y hasta arroz. Las quería casar en ese mismo instante. Bastó un momento de distracción de la enfermera para que la gitana hiciera un rápido intercambio de calzado, y saliera corriendo de ahí. A la enfermera no le quedó más remedio que ir con el viejo zapatero por su otro botín, y quedarse triste, sin amor. E S C E N A D I E C I S E I S Llega el restaurantero a hospedarse al mismo hotel, y al lado de la habitación nupcial. Parace que ese aguinaldo por adelantado no fué prueba suficiente para demostrarle su amor a la mesera. Entra el bombero. ¡Qué pequeño es el mundo! Entra la azafata con toda la intención de abrazar al bombero por la espalda, pero el bombero la corre de ahí para no ser vista por el restaurantero. Sale la azafata y entra la mesera. ¡Qué pequeño es el mundo! El bombero deja que platiquen solos el restaurantero y la mesera, y sale a buscar a la azafata. El restaurantero, aprovechando la ausencia del bombero, entrega un ramo de flores a la mesera, quien las acepta con timidéz. Entran el bombero y la azafata, tomados de la mano, y se esconden al ver que el restaurantero y la mesera siguen ahí platicando. El restaurantero, que viene definitivamente a jugársela, invita a cenar a la mesera. La mesera se preocupa por su marido y sale a buscarlo. El restaurantero sale tras ella para seguir insistiendo. Entran el bombero y la azafata. ¡Que suerte que no nos vieron! E S C E N A D I E C I S I E T E La gitana, huyendo de la enfermera, se tropieza con el payaso, que está sentado rascándose porque tenía comezón en los pies de tanto buscar a su amado descalzo. El payaso advierte que la gitana tiene uno de sus zapatotes, y que él tiene un huarache de la gitana. El payaso toma aire, y le propone matrimonio, luna de miel, hijos, nietos, y una vida en pareja muy coqueta a la gitana, quien ya no sabe que hacer. Incluso vuelve a entrar el cura a venderles ramos, lazos, anillos, y hasta arroz; y ya los quería casar en ese mismo instante. Y la experiencia siempre ayuda, porqué bastó un movimiento de distracción del payaso para que la gitana hiciera un rápido intercambio de calzado, y saliera corriendo de ahí. Al payaso no le quedó más remedio que ir con el viejo zapatero por su otro zapatote, y quedarse triste, sin amor. E S C E N A D I E C I O C H O El bombero y la mesera están tomando el sol. El bombero finge el olvido del bronceador en su habitación, y va con la azafata. Salen el bombero y la azafata tomados del brazo. Entra, aprovechando la ausencia del bombero, el restaurantero a proponerle a la mesera un mejor puesto en su restaurante. Todos los detalles los explicará en una cena que él invitará hoy por la noche. E S C E N A D I E C I N U E V E La enfermera, triste, le pide al viejo zapatero su otro botín. El viejo zapatero alienta a la enfermera a seguir con su búsqueda, dándole el otro zapatote del payaso. La enfermera sale otra vez felíz, y el viejo zapatero ya ve el fin de su misión. E S C E N A V E I N T E La mesera se arregla en su habitación, y se escuchan los ronquidos del piloto, que siguen sonando feo. Entra el bombero, y promete ir a conseguir un trio para que con su música opaque esos ronquidos. El bombero sale de la habitación. Afuera lo espera la azafata con una botella de champagne. Salen los dos. En la habitación de junto, el restaurantero, nervioso por su cita, se arregla tambien. Sale la mesera. El restaurantero decide jugarse el todo por el todo. Toma una botella de champagne, y sale con rumbo a la habitación nupcial con el firme propósito de descorcharla con la mesera. E S C E N A V E I N T I U N O El viejo zapatero ve venir a la gitana, quien exije sus huaraches de regreso, porque ya no quiere saber nada de destinos escritos en las palmas de las manos de nadie, ni de amantes que deben juntarse, ni nada de nada. Sale la gitana. Entra el payaso, triste, pidiendo al viejo zapatero su otro zapatote. El otro zapatote no lo tiene el viejo zapatero. El payaso, encolerizadísimo, se brinca el mostrador para golpear al viejo zapatero. El viejo zapatero solo se puede defender mostrando el otro botín de la enfermera al payaso, y alentándolo para que continue con su búsqueda. El payaso sale felíz a buscar a su amada. El viejo zapatero, ahora sí, puede irse a descansar. E S C E N A V E I N T I D O S El restaurantero entra intempestivamente en la habitación de la mesera. El bombero descorcha la botella de champagne, y sirve una copa a la azafata. El restaurantero, enloquecido de amor, intenta besar, como buen italiano que es, a la mesera, quien lo rechaza esquivándolo. La azafata propone un brindis al bombero por el juego del amor. El restaurantero persigue por toda la habitación a la mesera. Las bocas del bombero y la azafata tambien se presiguen, y se encuentran. El restaurantero besa a la mesera sujetánola fuertemente; y la mesera, primero forcejea, despues se resiste menos, luego ya no lucha, y por último cede y se entrega a la pasión, misma que están llevando a cabo el bombero y la azafata en un bar cercano al hotel donde se hospedan los cuatro. E S C E N A V E I N T I T R E S El payaso y la enfermera se encuentran. El payaso tiene un botín de la enfermera y la enfermera tiene un zapatote del payaso, así que, ahora sí, no hay duda alguna. Se encontraron por fin los dos amantes que tienen escrito en la palma de su mano que se amarán por siempre y para toda la vida. Ambos se miran, se acercan, se intercambien sus zapatos sin ningun sentido, se miran sin razón, se ponen cada uno su propio calzado, se miran como se mira a un desconocido, se toman de las manos que por cierto no están sudadas, se besan con boca de hielo, muy alemanamente, se casan lo más pronto posible, se van de luna de miel y se la pasan más o menos bien, se consiguen un departamento, se miran de vez en cuando, se creé que tuvieron un hijo, o dos. Y vivieron, así: felices... E S C E N A V E I N T I C U A T R O En la habitación nupcial se produjo tal ardiente pasión, que el restaurantero y la mesera provocaron un incendio. El bombero, muy competente en su ramo, detecta el humo de inmediato, y corre a donde se originó el siniestro, seguido por la azafata. El bombero llega a la habitación y apaga el incendio como todo un profesional, el restaurantero mira la acción asorado pero con la botella de champgne todavia en la mano, la mesera reza bastante, y la azafata da instrucciones de seguridad como en el avión. Extinguido el fuego pasional, el bombero agradece al restaurantero el que haya estado justo ahí para salvar a su mujer, la azafata atiende a la mesera y revisa que no tenga alguna quemadura grave, la mesera sigue estando orgullosísima del bombero por ser tan valiente y tan buen marido, el restaurantero y la azafata se saludan de mano respetuosamente, la mesera ofrece una copa de champagne al restaurantero para los nervios, y el bombero, visiblemente preocupado, pregunta a la azafata si su marido el piloto se encontrara bien. La azafata corre a su habitación, la de junto, y el piloto continua, efectivamente, profundamente dormido. OBSCURO Derechos Reservados Juan Carlos Vives México, D.F., a 17 de abril de 1996.
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